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“Es un acto israelí”: el desarme de Hezbollah enfrenta a los libaneses. Por Roxana Levinson*

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Agencia AJN.- Este último fin de semana los manifestantes volvieron a las calles de Beirut y otras ciudades del Líbano, y con ellos los fantasmas de la guerra civil.

La revuelta contra el gobierno comenzó en octubre del año pasado, cuando la gente salió a protestar contra la corrupción y el sectarismo, a exigir un reparto más equitativo de los recursos y la renuncia de toda la clase política, bajo el lema “todos significa todos”.

Aquellas protestas llevaron a la renuncia del entonces primer ministro (sunita) Saad Hariri, del Movimiento del Futuro, que pertenece al bloque 14 de marzo y también se retiró del gobierno. El nuevo ejecutivo llegó al poder de la mano de la coalición alineada con el movimiento chiita Hezbollah, el bloque 8 de marzo.

Las protestas y acampadas fueron suspendidas debido al brote de coronavirus, pero la indignación y rabia de los libaneses permaneció contenida y ahora resurge con más intensidad por la grave crisis económica que atraviesa el país, agigantada por las consecuencias de la pandemia.

“Una voz hebrea, incluso si habla en árabe”

En la noche del sábado, en la ciudad de Beirut, los manifestantes que volvieron a salir a las calles protagonizaron más de un enfrentamiento violento.

En primer lugar, se enfrentaron a soldados y la policía antidisturbios. Sin embargo, rápidamente los efectivos de seguridad tuvieron que pararse como un muro humano y separar a manifestantes y contra-manifestantes, éstos últimos de los movimientos Hezbollah y Amal, que avanzaban unos hacia los otros, corriendo, enfurecidos.

Según la agencia de noticias France Presse, en el barrio Khandaq al-Ghamiq ocurrió el incidente que encendió la mecha: partidarios de Hezbollah y Amal corearon cánticos ofensivos e insultos a figuras históricas veneradas por los sunitas, principalmente contra una de las esposas del profeta Mahoma, Aysha.

Varios videos sobre este incidente se difundieron en las redes y se hicieron virales, tras lo cual más gente salió a las calles, especialmente en los distritos sunitas de la capital libanesa. En algunas zonas hubo intercambio de disparos y bloqueo de calles y carreteras.

También se informó sobre choques violentos en un área cristiana-chiíta asociada con el comienzo de la Guerra Civil de 1975-1990, la zona de Shiyah-Ain al-Rummaneh, lo que provocó que las fuerzas de seguridad se desplegaran en grandes cantidades.

Políticos y líderes religiosos difundieron declaraciones con las que intentaban apaciguar los ánimos y frenar la violencia y Hezbollah se desentendió oficialmente de sus partidarios que provocaron los disturbios con sus cánticos.

El presidente del Parlamento, Nabih Berri, condenó la agresión y la violencia sectarias del fin de semana. Berri, quien es el político chiíta más destacado del país, dijo que “las provocaciones intestinas son peores que el asesinato y buscan matar al país».

En un comunicado emitido por la Oficina de Prensa del Parlamento, Nabih Berri aseguró que “todo acto, de cualquier lado, que atenta contra la unidad, seguridad, estabilidad y medios de vida libaneses es un acto israelí”.

“Cualquier voz que promueva la lucha entre los libaneses es una voz hebrea, incluso si habla en árabe», finalizó el presidente del Parlamento.

“No a las armas, no a Hezbollah”

Según reporta el diario libanés The Daily Star, la diferencia entre las protestas del último fin de semana y las anteriores fueron los llamados al desarme de Hezbollah. Con pancartas y cánticos, algunos manifestantes exigían que se cumpla la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU, que demanda el desarme de todas las milicias en el Líbano, incluido Hezbollah.

Entre las pancartas se podía leer: “No a las armas, no a Hezbollah”, y “Sólo armas legales”, “1559, haz que se haga realidad”. «Con sus armas, controlan el estado, controlan todo», declaró al sitio Al Arabiya uno de los manifestantes, que no dio su nombre.

“El contrabando proviene de las armas, la pobreza proviene de las armas, el robo proviene de las armas. Si nos deshacemos de las armas, el resto de los problemas se resolverán”, agregó.

Otra mujer explicó a este medio que apuntaba a Hezbollah porque “nadie además de ellos tiene armas en el terreno”. “Estamos pidiendo deshacernos de las armas ilegales y nadie debería tener armas excepto el ejército libanés”.

Sin embargo, no todos los manifestantes estaban de acuerdo. Algunos, porque no querían “politizar” las protestas y otros porque apoyan la idea de que Hezbollah conserve sus armas.

Muchos de los grupos de activistas pidieron que la gente se mantenga unida bajo las demandas originales, las de octubre de 2019, y que se limiten a exigir un cambio de sistema y el fin de esta clase política, a la que acusan de corrupción, mala administración y derroche de fondos públicos.

“Lo más importante para nosotros es abordar la crisis económica y pedir la renuncia del gobierno, terminar con la corrupción de los últimos 30 años”, dijo un hombre en una entrevista televisada, citado por The Daily Star. «No somos parte de este eslogan contra las armas de Hezbollah. Esto no es de lo que se trata en este momento”, explicó el manifestante.

La activista Hoda Hafez declaró a The Daily Star: «La prioridad hoy es no desarmar a Hezbollah, y las llamadas que se lanzaron resultan sospechosas». Algunos jóvenes sostenían pancartas afirmando su derecho a portar armas. «Las armas son mi derecho y me resisto», se podía leer.

Muchos manifestantes que marcharon en la ciudad de Sidón el viernes dijeron a la Agencia Nacional de Noticias del Líbano que no participarían en las protestas del sábado en Beirut debido al desacuerdo en las demandas.

Entre los grupos de manifestantes están los que exigen elecciones anticipadas y los que no están de acuerdo y aseguran que, si hay elecciones sin que antes se cambie el sistema los políticos corruptos de hoy serán reemplazados por corruptos nuevos. Están los que exigen el desarme de Hezbollah y los que rechazan la exigencia. También hay quienes quieren que las manifestaciones no tengan tinte político y sólo exijan mejorar la vida de los ciudadanos libaneses en su país.

Pero todos parecen coincidir en el miedo a que estas disidencias y enfrentamientos violentos lleven a una nueva guerra civil y el temor de que – a la sombra de las divisiones internas – las manifestaciones pierdan fuerza y que finalmente nada cambie para los desesperados ciudadanos libaneses.

*La autora es periodista, conductora del programa en español de Radio Nacional de Israel.

Nota original: Foco en Medio Oriente.

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The New York Times | Israel planeó un ataque mayor contra Irán, pero lo redujo para evitar la guerra

El ataque contra Irán del viernes pasado iba a tener un alcance mucho mayor, pero tras la intensa presión de los aliados, los dirigentes israelíes acordaron reducirlo.

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Tras el ataque iraní a Israel, una valla publicitaria en Teherán celebra el ataque. Créditos: Arash Khamooshi para The New York Times

Agencia AJN.- (Por Ronen Bergman y Patrick Kingsley, con la contribución de Eric Schmitt y Farnaz Fassihi – The New York Times -NYT-) Israel abandonó los planes de un contraataque mucho más amplio contra Irán tras la presión diplomática de Estados Unidos y otros aliados extranjeros, y también porque se había frustrado la posibilidad de un ataque iraní contra suelo israelí, según tres altos funcionarios del Estado judío.

Los dirigentes israelíes debatieron en un principio bombardear varios objetivos militares en todo Irán la semana pasada, incluidos los alrededores de Teherán, en represalia por el ataque de la República Islámica del 13 de abril, señalaron los funcionarios, que hablaron con el NYT bajo condición de anonimato para describir las delicadas discusiones.

Un ataque tan amplio y dañino habría sido mucho más difícil de pasar por alto para Irán, aumentando las posibilidades de un contundente contraataque iraní que podría haber llevado a Medio Oriente al borde de un conflicto regional de gran envergadura.

Al final -después de que el presidente Biden, junto con los ministros de Asuntos Exteriores británico y alemán, instaran al primer ministro Netanyahu a evitar una guerra más amplia- Jerusalem optó por un ataque más limitado el viernes que evitó daños significativos, disminuyendo la probabilidad de una escalada, al menos por ahora.

A pesar de esto, en opinión de los funcionarios israelíes, el ataque mostró a Irán la amplitud y sofisticación del arsenal militar israelí.

En lugar de enviar aviones de combate al espacio aéreo iraní, Israel disparó el viernes un pequeño número de misiles desde aviones situados a varios cientos de kilómetros al oeste, según los funcionarios israelíes y dos altos funcionarios occidentales informados del ataque. Israel también envió pequeños drones de ataque, conocidos como cuadricópteros, para confundir a las defensas aéreas iraníes, explicaron los funcionarios israelíes.

Las instalaciones militares iraníes fueron atacadas varias veces por este tipo de aviones no tripulados en los últimos años, y en varias ocasiones Teherán admitió que no sabía a quién pertenecían los aviones no tripulados, una afirmación interpretada como reticencia iraní a responder.

Un misil alcanzó el viernes una batería antiaérea en una zona de importancia estratégica del centro de Irán, mientras que otro cohete explotó en el aire, agregaron los funcionarios.

Además, un funcionario israelí destacó que la Fuerza Aérea israelí (IAF) destruyó intencionadamente el segundo misil una vez que quedó claro que el primero había alcanzado su objetivo, para evitar causar demasiados daños. Un funcionario occidental, por su parte, aclaró que era posible que el misil simplemente hubiera funcionado mal.

Los funcionarios argumentaron que la intención de Israel era permitir a Irán seguir adelante sin responder de la misma manera, mientras que la señal de que el Estado judío había desarrollado la capacidad de atacar a la República Islámica sin entrar en su espacio aéreo o incluso activar sus baterías de defensa antiaérea.

Jerusalem también esperaba demostrar que podía alcanzar esas baterías en una parte del centro de Irán que alberga varias instalaciones nucleares importantes, incluido un centro de enriquecimiento de uranio en Natanz, insinuando que también podría haber llegado a esas instalaciones si lo hubiera intentado.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) se negaron a realizar comentarios al ser consultadas por el NYT.

El camino hacia este ataque comenzó el 1º de abril, cuando Israel atacó un complejo de la embajada iraní en Damasco, Siria, matando a siete funcionarios iraníes, entre ellos tres altos mandos militares. Irán no había tomado represalias después de varios ataques similares en el pasado, lo que llevó a los funcionarios israelíes, dicen, a creer que podrían seguir realizando este tipo de ataques sin provocar una respuesta iraní significativa.

Sin embargo, esta vez fue diferente: una semana después, Teherán informó en privado a sus vecinos y diplomáticos extranjeros que su paciencia había llegado a un límite y que respondería con un ataque de gran envergadura contra Israel, el primero directo contra suelo israelí.

Durante la semana del 8 de abril, Israel comenzó a preparar dos importantes respuestas militares, según los funcionarios israelíes.

La primera era una operación defensiva para bloquear el esperado ataque iraní, coordinada con el Mando Central de Estados Unidos -su máximo comandante, el general Michael E. Kurilla, visitó Israel esa semana-, así como con los ejércitos británico, francés y jordano.

La segunda era una gran operación ofensiva que se llevaría a cabo si se materializaba el ataque iraní. Inicialmente, la inteligencia israelí creía que Irán planeaba atacar con un «enjambre» de grandes aviones no tripulados y hasta 10 misiles balísticos, dijeron los funcionarios israelíes. A medida que avanzaba la semana, esa estimación aumentó a 60 misiles, lo que acrecentó el deseo israelí de un fuerte contraataque.

Los líderes militares y políticos israelíes comenzaron a discutir un contraataque que podría comenzar tan pronto como Irán disparara los aviones no tripulados, incluso antes de que se supiera cuánto daño, si lo hubiera, habían causado.

Un funcionario israelí aseguró que el jefe del estado mayor de las IDF, teniente general Herzi Halevi, y el jefe de la IAF, Tomer Bar, presentaron el plan al gabinete de guerra a primera hora del viernes 12 de abril, dos días antes del ataque de Irán.

Pero las intenciones de Israel cambiaron después del ataque de Irán, añadieron los funcionarios. El ataque fue incluso mayor de lo esperado: Con más de 100 misiles balísticos, 170 aviones no tripulados y unos 30 misiles de crucero, en una de las mayores andanadas de este tipo en la historia militar.

Gracias a la defensa israelí, coordinada con pilotos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Jordania, se derribaron la mayoría de los misiles y drones, y los daños sobre el terreno fueron limitados, lo que redujo la necesidad de una respuesta rápida. Incluso hubo dudas acerca de si Israel debía arriesgarse a dejar de centrarse en la defensa mientras el ataque seguía en curso, dijeron dos funcionarios.

El punto de inflexión, sin embargo, fue una llamada telefónica a primera hora de la mañana entre el primer ministro Netanyahu y el presidente Biden, durante la cual el mandatario estadounidense señaló al premier israelí que tome el éxito de la defensa como una victoria que no requería más respuesta, según tres funcionarios israelíes y occidentales, que describieron esas conversaciones bajo condición de anonimato.

Las fuentes israelíes afirmaron al NYT que Netanyahu finalizó la llamada oponiéndose a una represalia inmediata.

Al día siguiente, el gobierno israelí empezó a enviar señales a sus aliados extranjeros de que seguía planeando responder, pero de una forma contenida que distaba mucho de lo que había planeado anteriormente, según uno de los altos funcionarios occidentales.

En lugar de un amplio contraataque que podría dejar a los líderes iraníes creyendo que no tenían más remedio que responder de la misma manera, los funcionarios israelíes remarcaron que se estableció un plan que buscaba evitar la humillación pública  a sus homólogos iraníes.

Inicialmente planearon el ataque para la noche del lunes, explicaron los funcionarios israelíes, cambiando de opinión a último momento por miedo a que Hezbollah -el grupo terrorista libanés respaldado por Irán que viene intercambiando misiles con Israel desde el 7 de octubre en apoyo a Hamás- aumente significativamente la intensidad de sus ataques contra el norte del Estado judío.

Según un funcionario israelí y otro occidental, los funcionarios de Asuntos Exteriores occidentales siguieron buscando convencer sin éxito a Israel a que no respondiera de ninguna manera, y cedieron y aceptaron un ataque israelí que dejara a Irán la opción de seguir adelante sin responder.

Después de que Israel finalmente llevara a cabo su ataque a primera hora de la mañana del viernes, los funcionarios iraníes hicieron exactamente eso: centrarse en los pequeños aviones no tripulados en lugar de en los misiles y desestimar su impacto.

Los funcionarios de Teherán también evitaron en gran medida culpar a Israel por el ataque. Esto, unido a la decisión de Israel de no reivindicar la autoría del ataque, contribuyó a reducir el riesgo de una escalada.

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Los temores de guerra en Europa. Por Shlomo Ben-Ami*

Si bien Rusia no es tan fuerte como lo fue alguna vez, Europa tiene buenos motivos para estar preocupada.

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Muchas veces se cita la frase de Mark Twain de que “la historia nunca se repite, pero muchas veces rima”. Podría haber agregado que cuando, en efecto, la historia rima, los resultados suelen ser desastrosos.

De la misma manera que las ambiciones territoriales de las potencias del Eje -Alemania, Italia y Japón- prepararon el terreno para la Segunda Guerra Mundial, el actual bloque autoritario conformado por China, Rusia, Irán y Corea del Norte busca desmantelar el orden internacional liberal.

Ahora, como entonces, varios conflictos en todo el mundo podrían escalar hasta desencadenar una guerra mundial si las alianzas militares se activan automáticamente en respuesta a acciones hostiles por parte de los adversarios.

Consideremos, por ejemplo, la posibilidad muy real de que el expresidente norteamericano Donald Trump regrese a la Casa Blanca en 2025. Dado su menosprecio manifiesto por la seguridad de Europa, se entiende por qué los países europeos, que han dependido de Estados Unidos para su seguridad desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, deben estar preocupados.

Pero no se trata solamente de Trump. Dada la creciente influencia de China y el subsiguiente reequilibrio de las prioridades estratégicas de Estados Unidos, inclusive un segundo mandato de Joe Biden podría derivar en un compromiso norteamericano reducido con la OTAN a favor de AUKUS, la alianza militar que creó con Australia y Gran Bretaña para enfrentar la amenaza de China en la región del Indo-Pacífico. El interés menguante de Estados Unidos en Ucrania subraya este giro, que deja a Europa frente a la necesidad de llenar el vacío de seguridad resultante.

En consecuencia, los temores de una guerra inminente se han apoderado de las capitales europeas. Si bien Rusia representa una amenaza distante para países como España e Italia, la mayoría de los estados miembro de la UE temen que el presidente ruso, Vladimir Putin, se encuentre a sus puertas, lo que pone de manifiesto la falta de una autonomía estratégica de Europa. Las fuerzas militares europeas, principalmente desplegadas en misiones humanitarias o de paz, han recibido el mote de “ejércitos bonsái” -versiones en miniatura de ejércitos reales, con una experiencia de combate limitada.

Asimismo, dado que la industria de defensa de Europa está rezagada con respecto a la de Rusia, y más aún respecto de la de Estados Unidos, construir capacidades militares en Europa probablemente lleve años. Solo para tener una idea, toda la existencia de municiones de las fuerzas armadas (Bundeswehr) alemanas alcanzarían apenas para dos días de combate contra un adversario como Rusia.

Si bien Rusia no es tan fuerte como lo fue alguna vez, Europa tiene buenos motivos para estar preocupada. La determinación de Putin de revertir el resultado de la Guerra Fría ha escalado hasta convertirse en una obsesión casi religiosa por restablecer el poder imperial ruso. Su guerra de agresión en Georgia en 2008, la anexión de Crimea en 2014 y la invasión a plena escala de Ucrania en 2022 ilustran su ambición implacable. Bajo el mando de Putin, barcos y aviones espías de Rusia regularmente vigilan las fronteras de países como Suecia, Finlandia, los estados bálticos y hasta el Reino Unido.

La agresión de Putin ha obligado a Europa a abandonar su mentalidad post-histórica y pensar en serio en reamarse. La degradación organizacional y material que ha sufrido el ejército ruso durante dos años de combates intensos en Ucrania, junto con el riesgo de que una movilización a plena escala a favor de una guerra con la OTAN pudiera desestabilizar a su régimen, probablemente disuadan a Putin de embarcarse en campañas militares adicionales en el futuro previsible.

Si los logros de Rusia en Ucrania se limitan a sus actuales líneas defensivas sin una victoria decisiva -un resultado ligado al respaldo occidental a Ucrania-, el apetito de Putin de mayores aventuras en el Báltico se reduciría marcadamente. De todos modos, esto no le impediría intentar desestabilizar a Moldavia, Georgia, el Cáucaso meridional, los Balcanes Occidentales y hasta Francia y el Reino Unido, y tampoco limitaría las operaciones de sus fuerzas militares privadas en África.

Pero las amenazas nucleares de Putin reflejan la incapacidad de Rusia de competir con la OTAN en una carrera armamentista convencional del tipo que mutiló a la Unión Soviética en los años 1980. Aunque los países europeos todavía gasten menos en defensa que la meta del 2% del PIB de la OTAN, Rusia no puede igualar el presupuesto de defensa combinado de los estados miembro de la OTAN, aún sin Estados Unidos. Pero si bien impulsar el gasto militar podría impedir que Rusia atacara a los países europeos, los mayores presupuestos de defensa por sí solos no resolverán los problemas estratégicos del continente. Para defenderse, Europa también debe mejorar la integración e interoperabilidad de sus diversas culturas militares y sistemas de armamentos.

Dicho esto, aun si Europa mejorara sus capacidades de disuasión, no sería sensato suponer que los líderes necesariamente toman decisiones racionales. En su libro de 1984 La marcha de la locura, la historiadora Barbara Tuchman observa que los líderes políticos frecuentemente actúan en contra de sus propios intereses.

Las guerras desastrosas de Estados Unidos en Oriente Medio, la campaña fallida de la Unión Soviética en Afganistán y la guerra de odio enceguecido en curso entre Israel y Hamas en Gaza, con su potencial de escalar y convertirse en un conflicto regional mayor, son excelentes ejemplos de este tipo de traspiés. Como observa Tuchman, la marcha de la locura es interminable. Esa es, precisamente, la razón por la cual Europa debe prepararse para una era de vigilancia acentuada.

*Ex ministro israelí de Asuntos Exteriores, vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz y autor del libro «Cicatrices de guerra», heridas de paz: la tragedia árabe-israelí».

Fuente: Clarín

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