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Opinión

Sugerencia a las figuras públicas chilenas que condenan a Israel. Por Ana Jerozolimski*

Agencia AJN.- La mejor forma de defender a los palestinos no pasa por la demonización de Israel y el invento de mentiras en su contra, sino por la condena al terrorismo y el aliento a volver a negociar. Sería lo mejor, para israelíes y palestinos.

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Captura de pantalla 2020-07-01 a las 7.43.51 p.m.

Agencia AJN.- Optamos por partir de la base que los actores y otros personajes públicos chilenos que participaron en el reciente video de condena del “plan de anexión” de Israel, hablaron mal guiados por quienes los llenaron de información falsa, que falta a la verdad. No sería lógico suponer que están dispuestos a desprestigiarse pronunciándose sobre un tema importante, con datos totalmente distorsionados, que no reflejan la verdad.

Es lamentable que repitan un libreto evidentemente dictado por quien tiene interés en distorsionar la realidad, una realidad que está claro que ellos no conocen, y sobre la que hablan tragándose lo que otros les mintieron. Salvo una excepción puntual, estos voceros no conocen la situación en el terreno ni han estado en el escenario de los hechos, lo cual no les impide manifestarse como si dominaran el tema, aunque lejos están de hacerlo.

Por ende, nos permitimos sugerir que no se arriesguen a abrir juicio tan tajante, sino dominar los hechos.

1) El conocido actor Benjamín Vicuña es quien abre el video advirtiendo que el 1° de julio está por cometerse “uno de los abusos más grandes de los últimos tiempos”. ¿Se refiere a otra de tantas matanzas en Siria? ¿En Irak? ¿En Irán? Ah…no…era a la “anexión”. Dicho sea de paso, este 1° de julio no ocurrió nada, pero digamos que puede que sea una mera postergación. La fecha exacta no es el punto central.

2)“Israel, desafiando las advertencia de la comunidad internacional, anexará gran parte de lo que se define como territorio palestino”, dicen quienes suceden al actor.

Pues fíjense que no. Ante todo, la supuesta definición de la zona como “territorio palestino” no está basada en el Derecho internacional. Nadie determinó que eso es territorio palestino, salvo los palestinos mismos y quienes les apoyan. Es territorio en disputa, que estuvo durante 500 años gobernado por el imperio Otomano, luego por el Mandato Británico, luego ocupado por Jordania y luego fue conquistado por Israel. De hecho, en la conferencia de San Remo, de la que se cumplieron hace poco 100 años, se determinó que ese territorio sería parte de un Estado judío.

Pero más allá de este trasfondo histórico, eso de “anexará gran parte” no es cierto. Según el plan de Trump, se reconocería soberanía israelí en hasta el 30% del territorio, parte de la zona “C”, que según el acuerdo de Oslo, está bajo control de Israel hasta que un acuerdo definitivo entre las partes determine su estatuto final. Pero también está la opción que Israel, si resuelve dar este paso, declare soberanía sólo en el 6% del territorio de Cisjordania (Judea y Samaria), o sea los bloques de asentamientos, en los que reside la enorme mayoría de los habitantes judíos de la zona, y poquísimos palestinos. De todos modos, lejos se está de tratarse de “la mayor parte”.

3) “Dejando sin hogar a cientos de miles de palestinos”, dice otro de los participantes.

Mentira. Aún si Israel concreta el plan de aplicar su soberanía en los asentamientos, eso no incluye en absoluto la expulsión de los palestinos. Simplemente es falso. En el plan de Trump, en el cual se contempló precisamente el reconocimiento de la soberanía israelí en la zona, dice explícitamente que nadie deberá abandonar su casa, ni israelíes ni palestinos.

Pero además, cabe dar algunos números. El 90% de la población palestina de Cisjordania (que en total parece que es de un poco más de 2 millones y medio de personas, aunque no ha habido un censo claro), está desde enero de 1996 bajo gobierno de la Autoridad Palestina, en las zonas A y B , que también fueron determinadas por el acuerdo de Oslo.

4) “Quitándoles sus tierras y tomando posesión de sus recursos naturales”, agregan. No es cierto. Falso. La aplicación de la soberanía israelí en el terreno, es parte del plan de Trump, que por otro lado planea reconocer a un Estado palestino que cumpla ciertas condiciones, en el 70% del territorio. Sobre los recursos, lamentablemente no hay en esta zona recursos naturales de valor, salvo el agua, que escasea, y que Israel suministra en gran medida a la Autoridad Palestina.

5) “Los palestinos serán desplazados y no formarán parte de ningún estado”, dice otro participante. Los palestinos no serán desplazados a ningún lado, por lo ya dicho antes. Y el tema no es que “no formarán parte de ningún Estado”, sino que nunca formaron parte de un Estado. O sea, no existió en la historia, jamás, un Estado palestino independiente. Es más: la primera vez que pudieron gobernarse en forma autónoma, fue justamente a raíz de los acuerdos de Oslo suscriptos con Israel. Fueron esos acuerdos los que crearon la Autoridad Palestina que los gobierna hoy.

Ah, además…si hubieran aceptado diversas propuestas que les fueron presentadas a lo largo de los años, inclusive antes de la creación de Israel, ya tendrían su Estado independiente. Dicho sea de paso, yo lamento que no lo tengan. Rechazar las propuestas fue nocivo para ellos y por ende, para la opción de paz con Israel. Lamentable.

6) “Quedarán en territorios aislados es decir en un verdadero apartheid…”

La eventual declaración de soberanía israelí en los asentamientos no “aisla” a los palestinos. Tanto localidades palestinas como asentamientos israelíes, tienen en determinadas zonas un problema de continuidad territorial. Este, dicho sea de paso, es mucho más grave para los israelíes, al menos según el mapa de Trump. Unos 15 asentamientos quedarían como enclaves rodeados de territorio gobernado por los palestinos.

¿Y apartheid? La palabra es efectista y demonizadora, pero no tiene nada que ver con la realidad. La enorme mayoría de la población palestina quedaría bajo autogobierno de la Autoridad Palestina y la población judía bajo gobierno israelí. Precisamente hoy entrevisté a un ex General israelí que defiende la opción de soberanía en los asentamientos y me dijo claramente que en su opinión, en el futuro aquellos palestinos que viven en la zona de soberanía israelí, que son la pequeña minoría, deberán recibir ciudadanía israelí. No es un plan oficial aún, pero no fue él el primero en mencionarlo. También el ex ministro de Defensa Bennett había hablado claramente en esos términos. Apartheid, el régimen de segregación racial de Sudáfrica, no tiene nada que ver con esta situación.

7) Y acá viene una de las peores mentiras, porque va acompañada de un simbolismo mal intencionado de quienes nutrieron a estas figuras públicas de información deformada. “Son más de 6 millones de personas viviendo en Palestina”, dice una de las figuras. Es tan fácil inventar números confiando en que nadie revisa ¿no? Hay aproximadamente 2.5 millones de palestinos en Cisjordania y algo menos de 2 millones en la Franja de Gaza (que nada tiene que ver con el plan de soberanía). En mis cuentas, 4.5 millones no son 6.

¿Estarán agregando a los 2 millones de ciudadanos árabes de Israel, cuyo voto al parlamento israelí-al que también pueden ser electos- vale exactamente como el de un ciudadano judío? Qué mala intención…

Pero lo peor no es el mero intento de deformar la realidad, sino eso de 6 millones, exactamente la cantidad de judíos asesinados por los nazis en el Holocausto. ¿Habrá sido un intento de fijar en la percepción de quien mire el video la sensación de que los palestinos son víctimas de un genocidio? O sea, en este video no lo dicen explícitamente, pero como la propaganda palestina ha usado el motivo en repetidas ocasiones, reconocemos que tenemos cierta sensibilidad al respecto.

8) Ya nos hemos extendido en demasía, por lo cual optamos por resumir, sin hacer referencia a cada uno de los puntos. El video exige justicia. Nos parece bien. Yo la quiero, para todos. Por lo tanto, no quiero que la Autoridad Palestina continúe efectuando pagos a terroristas responsables de atentados, y que desde sus páginas oficiales no se elogie a los terroristas ni se incite a la violencia. Eso sería justo para ambas partes, sin envenenar la mente de nadie.

“Más de 70 años de sufrimientos palestinos ha sido suficientes”, afirman casi al final. Más que cierto. Y la primera queja al respecto debe ser a sus líderes, que han rechazado una y otra vez propuestas para llegar a un acuerdo con Israel. Varias de ellas incluían la fórmula de un Estado palestino independiente. Oportunidades desperdiciadas que nada aportaron a los palestinos.

En tono personal, quisiera agregar: estoy a favor de un Estado palestino independiente que viva en paz junto a Israel, y no apoyo la declaración de soberanía. Pero no por ello voy a deformar las cosas ni decir que la historia fue distinta de la que fue. De esa forma, no se defiende dignamente ninguna causa.

La mejor forma de defender a los palestinos no pasa por la demonización de Israel y el invento de mentiras en su contra, sino por la condena al terrorismo y el aliento a volver a negociar.Sería lo mejor, para israelíes y palestinos.

*Periodista uruguaya-israelí y directora de Semanario Hebreo Jai

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Opinión

En el centro de las protestas que recorren las universidades estadounidenses está la exigencia de que dejen de invertir en Israel

Las manifestaciones en las universidades estadounidenses en medio de la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza dieron una fuerza nueva al movimiento BDS, con estudiantes que piden retirar fondos de empresas que trabajan con Israel e incluso del propio país.

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Los estudiantes que protestan acamparon en los jardines de la Universidad de Columbia de Nueva York, que denominan «zona liberada». (Imagen: AFP)

Agencia AJN.- (Times of Israel) Los estudiantes de un número cada vez mayor de universidades estadounidenses se están reuniendo en campamentos de protesta con una demanda unificada a sus escuelas: Dejar de hacer negocios con Israel o con cualquier empresa que apoye su guerra contra Hamás en Gaza.

Esta exigencia tiene sus raíces en el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), una campaña de décadas de antigüedad contra las políticas de Israel hacia los palestinos.

El movimiento obtuvo cada vez más fuerza a medida que la guerra entre Israel y Hamás supera la marca de los seis meses y las historias de sufrimiento en el enclave costero palestino dan lugar a una creciente presión internacional sobre el Estado judío para que ponga fin a los combates.

Inspirados por las protestas en curso y la detención la semana pasada de más de 100 estudiantes en la Universidad de Columbia, estudiantes de Massachusetts a California se reúnen ahora por centenares en los campus, comprometiéndose a no moverse hasta que se cumplan sus demandas.

«Queremos ser visibles», expresó el líder de la protesta en Columbia, Mahmoud Khalil, quien señaló que los estudiantes de la universidad estuvieron presionando por la desinversión de Israel desde 2002.

Khalil advirtió que «la universidad debería hacer algo por lo que estamos pidiendo, por el genocidio que está ocurriendo en Gaza. Deberían dejar de invertir en este genocidio».

Las protestas en el campus comenzaron tras el devastador ataque del 7 de octubre de Hamás contra el sur de Israel, en el que los terroristas mataron a unas 1.200 personas, la mayoría civiles, y tomaron 253 rehenes.

Durante la guerra subsiguiente, Israel mató a más de 34.000 palestinos en la Franja, según el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por el grupo terrorista Hamás, una cifra no verificada que incluye a unos 13.000 hombres armados de Hamás que Israel dice haber matado en combate.

Jerusalem, por su parte, asegura haber eliminado a unos 1.000 terroristas dentro de Israel el 7 de octubre. Además, 261 soldados israelíes murieron desde el comienzo de la ofensiva terrestre de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en Gaza.

Doscientos sesenta y un soldados de las FDI han muerto en la ofensiva terrestre en Gaza.

¿Qué quieren los estudiantes de las universidades estadounidenses?

Los estudiantes piden que las universidades se desvinculen de las empresas que apoyan los esfuerzos militares de Israel en la Franja y, en algunos casos, del propio Israel.

Las protestas en muchos campus fueron organizadas por coaliciones de grupos estudiantiles, que en ocasiones incluyen secciones locales de organizaciones como Estudiantes por la Justicia en Palestina -que elogió las masacres del 7 de octubre dirigidas por Hamás que iniciaron la guerra- y la antisionista Voz Judía por la Paz.

Estas organizaciones se están agrupando como grupos paraguas, como la Coalición contra el Apartheid del MIT y la Coalición Tahrir de la Universidad de Michigan.

Los grupos actúan en gran medida de forma independiente, aunque hubo cierta coordinación.

Después de que los estudiantes de Columbia formaran su campamento la semana pasada, realizaron una llamada telefónica con otras 200 personas interesadas en iniciar sus propios campamentos.

Sin embargo, en su mayor parte se produjo de forma espontánea, con escasa colaboración entre campus, según los organizadores.

Las reivindicaciones varían de un campus a otro. Entre ellas:

– Dejar de hacer negocios con fabricantes de armamento militar que suministran armas a Israel.

– Dejar de aceptar fondos de investigación de Israel para proyectos que contribuyan a los esfuerzos militares del país.

– Dejar de invertir las dotaciones de las universidades en gestores de fondos que se benefician de empresas o contratistas israelíes.

– Ser más transparentes sobre qué dinero se recibe de Israel y para qué se utiliza.

En este contexto, los gobiernos estudiantiles de algunas universidades aprobaron en las últimas semanas resoluciones que piden el fin de las inversiones y las asociaciones académicas con Israel. Dichas resoluciones fueron aprobadas por los órganos estudiantiles de Columbia, Harvard Law, Rutgers y American University.

¿Cómo están respondiendo las universidades?

Los responsables de varias universidades afirmaron que desean mantener una conversación con los estudiantes y respetar su derecho a protestar.

Al mismo tiempo, también reconocen la preocupación de muchos estudiantes judíos de que algunas de las palabras y acciones de los manifestantes equivalen a antisemitismo, y dicen que ese comportamiento no será tolerado.

 

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Opinión

The Jerusalem Post | Visitando comunidades cristianas pro Israel en Estados Unidos

Jonathan Feldstein, escribe con regularidad en importantes sitios web cristianos sobre Israel y comparte experiencias de su vida como judío ortodoxo en Israel. Recientemente estuvo en Estados Unidos y escribió acerca del viaje, en el que, a pesar de lo que esperaba, no sufrió el antisemitismo.

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La mayor reunión de autores de «Israel, el milagro» (de izq. a dcha.): Pastores Jim y Rosemary Garlow; Dr. Juergen Bueler; el escritor; Dr. Brad Young; Dr. Wayne Hilsden. (Crédito de la foto: Jonathan Feldstein)

Agencia AJN.- (Por Jonathan Feldstein – The Jerusalem Post) «¿Cómo te fue?», me preguntaron mis amigos cuando volví a casa. «¿Sufriste el antisemitismo?».

Este fue el tono de algunas de las preguntas que recibí tras mi reciente viaje por Estados Unidos y Alemania. En plena guerra en Israel, amigos y colegas que conocían mi singular trabajo con los cristianos querían conocer mi experiencia, como si acabara de escapar de Auschwitz y tuviera que dar testimonio al mundo.

En esas conversaciones, colegas que viajaban al «viejo continente» y trabajaban con organizaciones judías relataban sus experiencias de antisemitismo, directo e indirecto.

Muchos hombres llevaban gorros de béisbol sobre la kipá para no parecer abiertamente judíos. «¿Te pusiste la kipá?», me preguntaban mis amigos.

La verdad los sorprendió. Efectivamente, viajé por Alemania y Estados Unidos sin sacarme la kipá, y no experimenté ni un momento de antisemitismo. De hecho, fue todo lo contrario.

Esperaba tener algunos encuentros desagradables y me imaginé diferentes situaciones para estar preparado en caso de agresión verbal o incluso física. Visité nueve estados, manejé más de 3.800 kilómetros, tomé siete vuelos y pasé medio día en Alemania.

No sólo no me quité la kipá ni sufrí antisemitismo, sino que mi kipá se convirtió en un pararrayos de expresiones viscerales de apoyo a Israel y al pueblo judío.

La razón principal fue que, allá donde iba, mi objetivo era comprometerme y tender puentes con cristianos que aman y apoyan a Israel y al pueblo judío, haciéndolo bajo los auspicios de la Fundación Génesis 123 (www.genesis123.co).

Fui a participar en el lanzamiento retrasado del libro y en la gira mediática del nuevo libro Israel the Miracle (www.IsraeltheMiracle.com), que salió justo antes de la guerra.

Con un hijo y un yerno llamados a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) el 7 de octubre, esta fue mi primera oportunidad de ir al extranjero para promover Israel el Milagro, una recopilación de 75 ensayos de líderes cristianos de todo el mundo que explican por qué Israel es tan significativo para ellos y para todos los cristianos.

Como resultado de la guerra, muchas de sus palabras parecían casi proféticas y ahora son mucho más relevantes.

Mientras que mi anterior visita a Alemania, la primera, me dejó inspirado -algo inusual para un judío asquenazí cuyos familiares fueron asesinados en el Holocausto-, esta vez no estaba entre amigos cristianos y, por lo tanto, un poco más inquieto.

Si bien Alemania está a la cabeza de las naciones que asumen su responsabilidad y reparan el Holocausto, en los últimos años importó erróneamente el antisemitismo, junto con cerca de un millón de inmigrantes árabes y musulmanes.

Alemania no sólo no fue un problema, sino que me relacioné con muchos empleados árabes en el hotel, todos ellos educados y respetuosos.

También conocí a Bob -mi primer nuevo amigo en este viaje- mientras esperaba para embarcar en el avión que me llevaría a Estados Unidos. Como yo era identificable como judío, Bob se empeñó en decirme que millones de cristianos como él apoyaban a Israel.

El hecho de que ni siquiera supiera que yo era israelí lo hizo aún más extraordinario, ya que simplemente me asoció con Israel y necesitaba hacerme saber que a él y a millones de personas les importaba.

No sólo les importa, sino que también conocen la verdad sobre Israel, la guerra contra Hamás en la Franja de Gaza y la amenaza más amplia de nuestros vecinos.

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