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Opinión. El acuerdo con los Emiratos Árabes Unidos marca el mayor logro diplomático de Israel desde 1994

Agencia AJN.- El acuerdo anunciado el jueves da vida al plan de paz de Trump, ofrece perspectivas de relaciones aún más amplias, reivindica a Netanyahu y despeja las amenazas de su dañino plan de anexión unilateral.

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PRIME MINISTER BENJAMIN NETANYAHU

Agencia AJN (por David Horovitz, para The Times of Israel).- El anuncio del jueves de que Israel y los Emiratos Árabes Unidos han acordado establecer relaciones diplomáticas plenas merece todos los adjetivos de «histórico» e «hito» con los que fue anunciado en Washington por el Presidente de los Estados Unidos Donald Trump y en Jerusalem por el primer ministro Benjamin Netanyahu.

El deseo fundacional de Israel de establecer buenas relaciones con sus vecinos y su interés estratégico en ampliar los lazos pacíficos en la región ha dado lugar por primera vez a un acuerdo con un Estado no adyacente de Medio Oriente, un actor regional influyente y tecnológicamente avanzado. Y trae consigo la promesa de comenzar a destrabar las relaciones con otros países preparados para romper el tabú de la normalización.

Además, el acuerdo refuerza los lazos con los actuales socios de paz de Israel, Egipto y Jordania, y constituye un golpe a los enemigos de Israel, liderados por Irán. A la vez, pospone la contraproducente promesa de Netanyahu de la anexión unilateral de Cisjordania.

El plan de Trump cobra vida

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El anuncio marca un éxito rotundo para el presidente y su administración, en particular para el asesor principal de la Casa Blanca Jared Kushner, siete meses después de que se revelara en la Casa Blanca la visión de «Paz para la prosperidad» del presidente sobre un acuerdo israelí-palestino.

Los Emiratos Árabes Unidos, como se señaló en la declaración conjunta emitida por Trump en nombre de los EE.UU., Israel y el estado árabe el jueves, estuvieron presentes cuando se reveló esa visión. Ahora, el acuerdo de Abu Dhabi para vincularse con Israel le da al plan una resonancia tangible.

El avance, como se anunció el jueves, incluye un compromiso israelí de «suspender» la intención tantas veces declarada de Netanyahu de comenzar a anexar el 30 por ciento de la Ribera Occidental asignado a Israel en el plan Trump. En cambio, la declaración conjunta especifica que Israel «centrará sus esfuerzos ahora en la expansión de los lazos con otros países del mundo árabe y musulmán».

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Un informe del Canal 12 a finales del jueves sugirió que una ceremonia de firma de EE.UU., Israel y los Emiratos Árabes Unidos, dentro de unas semanas, podría atraer a otros participantes regionales preparados para asociarse públicamente con Israel. Kushner, en una sesión informativa, dijo que los lazos adicionales eran ahora «más inevitables que nunca».

Si la anexión unilateral tenía todas las posibilidades de, como mínimo, complicar los acuerdos de paz existentes de Israel, el avance del jueves ofrece la tentadora posibilidad de nuevas asociaciones. «Los Estados Unidos, Israel y los Emiratos Árabes Unidos confían en que es posible lograr nuevos avances diplomáticos con otras naciones», dice la declaración conjunta, «y trabajarán juntos para lograr este objetivo».

Los Emiratos Árabes Unidos, de hecho, al formalizar y poner a la vista del público años de contactos diplomáticos secretos de inteligencia, comercio e informales, el jueves destacaron el «quid pro quo» de que Israel suspendiera la anexión como elemento central de su disposición a normalizar los vínculos.

Reivindicación para Netanyahu

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Este avance marca un éxito rotundo para Netanyahu, quien, según se informa, negoció el acuerdo sin involucrar a sus socios de la coalición Azul y Blanco. Al subrayar su preocupación por la anexión unilateral en las conversaciones con los Estados Unidos, el ministro de Defensa Benny Gantz y el ministro de Relaciones Exteriores Gabi Ashkenazi probablemente desempeñaron un papel importante, pero el logro es del primer ministro.

Como señaló en una jubilosa conferencia de prensa el jueves por la noche, Netanyahu ha trabajado tenazmente durante años para fomentar los vínculos con algunas de las naciones relativamente moderadas de la región, incluyendo viajes a Omán y reuniones con el presidente de Sudán.

Dejar una discusión de gabinete el jueves para una conversación de 16 minutos con Trump y el Príncipe Heredero de los Emiratos Árabes Unidos, el jeque Mohammed Bin Zayed, fue la culminación de esos esfuerzos hasta la fecha.

Por primera vez, pudo enumerarse junto a Menachem Begin, con el tratado de Egipto de 1979, e Itzjak Rabin, con el acuerdo de Jordania de 1994, y declarar su sentido de placer y privilegio de que «me ha correspondido establecer el tercer acuerdo de paz entre Israel y un Estado árabe».

¿Anexión «temporalmente detenida»?

Será interesante descubrir cuánto del liderazgo de los colonos el primer ministro se puso en contra. Encantados con la perspectiva de una inminente anexión israelí a finales de enero, algunos líderes de los colonos se han desilusionado profundamente a medida que pasaron los meses y la anexión se han ido corriendo de la agenda. Al tiempo que elogiaba el acuerdo entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, Naftali Bennett, el líder pro-anexión del recientemente resurgido partido Yamina, lamentó el jueves por la noche que Netanyahu hubiera perdido una oportunidad «única en el siglo» de extender la soberanía israelí a la histórica región de Judea y Samaria.

Sin embargo, Netanyahu no se dejará impresionar por esas críticas.

Relajado y articulado en su conferencia de prensa, Netanyahu se movió para desarmar la oposición de los colonos y sus partidarios, insistiendo en que él es el único líder creíble. Dijo que seguía comprometido con la aplicación de la soberanía israelí en Judea y Samaria, que siempre dijo que tiene que ser coordinada con los EE.UU., que sólo aparece en el plan Trump porque él pidió que se incluyera, y que Trump ahora sólo había pedido «un cese temporal».

Llamando a que los escépticos le tomen la palabra, Netanyahu también señaló que había sido «ridiculizado» por insistir en que Israel podría ampliar sus vínculos con los árabes sin retroceder a las líneas anteriores a 1967, y ahora había sido reivindicado. Sugirió que sería también prudente tomarle la palabra sobre la ampliación de la soberanía.

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El acuerdo firmado por Itzjak Rabin con Jordania en 1994.

El tiempo dirá si el acuerdo también reivindica la convicción tantas veces expresada por Netanyahu de que nuevos socios para Israel en la región podrían empujar a los palestinos a comprometerse en un proceso diplomático viable. Puede ser que el anuncio del jueves marque un primer paso en esa dirección. O puede ser que la Autoridad Palestina – que a finales del jueves estaba organizando una reunión de emergencia de sus líderes – insiste en mantenerse al margen de lo que Netanyahu dijo que cree que será un conjunto más amplio de nuevos aliados.

Por ahora, sin embargo, el avance con los Emiratos Árabes Unidos es motivo de celebración por derecho propio. Potencialmente el avance diplomático más significativo en un cuarto de siglo, constituye un paso importante en el esfuerzo central de Israel para consolidar y normalizar su presencia en esta región, desafiante y constantemente cambiante.

Opinión

En el centro de las protestas que recorren las universidades estadounidenses está la exigencia de que dejen de invertir en Israel

Las manifestaciones en las universidades estadounidenses en medio de la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza dieron una fuerza nueva al movimiento BDS, con estudiantes que piden retirar fondos de empresas que trabajan con Israel e incluso del propio país.

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Los estudiantes que protestan acamparon en los jardines de la Universidad de Columbia de Nueva York, que denominan «zona liberada». (Imagen: AFP)

Agencia AJN.- (Times of Israel) Los estudiantes de un número cada vez mayor de universidades estadounidenses se están reuniendo en campamentos de protesta con una demanda unificada a sus escuelas: Dejar de hacer negocios con Israel o con cualquier empresa que apoye su guerra contra Hamás en Gaza.

Esta exigencia tiene sus raíces en el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), una campaña de décadas de antigüedad contra las políticas de Israel hacia los palestinos.

El movimiento obtuvo cada vez más fuerza a medida que la guerra entre Israel y Hamás supera la marca de los seis meses y las historias de sufrimiento en el enclave costero palestino dan lugar a una creciente presión internacional sobre el Estado judío para que ponga fin a los combates.

Inspirados por las protestas en curso y la detención la semana pasada de más de 100 estudiantes en la Universidad de Columbia, estudiantes de Massachusetts a California se reúnen ahora por centenares en los campus, comprometiéndose a no moverse hasta que se cumplan sus demandas.

«Queremos ser visibles», expresó el líder de la protesta en Columbia, Mahmoud Khalil, quien señaló que los estudiantes de la universidad estuvieron presionando por la desinversión de Israel desde 2002.

Khalil advirtió que «la universidad debería hacer algo por lo que estamos pidiendo, por el genocidio que está ocurriendo en Gaza. Deberían dejar de invertir en este genocidio».

Las protestas en el campus comenzaron tras el devastador ataque del 7 de octubre de Hamás contra el sur de Israel, en el que los terroristas mataron a unas 1.200 personas, la mayoría civiles, y tomaron 253 rehenes.

Durante la guerra subsiguiente, Israel mató a más de 34.000 palestinos en la Franja, según el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por el grupo terrorista Hamás, una cifra no verificada que incluye a unos 13.000 hombres armados de Hamás que Israel dice haber matado en combate.

Jerusalem, por su parte, asegura haber eliminado a unos 1.000 terroristas dentro de Israel el 7 de octubre. Además, 261 soldados israelíes murieron desde el comienzo de la ofensiva terrestre de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en Gaza.

Doscientos sesenta y un soldados de las FDI han muerto en la ofensiva terrestre en Gaza.

¿Qué quieren los estudiantes de las universidades estadounidenses?

Los estudiantes piden que las universidades se desvinculen de las empresas que apoyan los esfuerzos militares de Israel en la Franja y, en algunos casos, del propio Israel.

Las protestas en muchos campus fueron organizadas por coaliciones de grupos estudiantiles, que en ocasiones incluyen secciones locales de organizaciones como Estudiantes por la Justicia en Palestina -que elogió las masacres del 7 de octubre dirigidas por Hamás que iniciaron la guerra- y la antisionista Voz Judía por la Paz.

Estas organizaciones se están agrupando como grupos paraguas, como la Coalición contra el Apartheid del MIT y la Coalición Tahrir de la Universidad de Michigan.

Los grupos actúan en gran medida de forma independiente, aunque hubo cierta coordinación.

Después de que los estudiantes de Columbia formaran su campamento la semana pasada, realizaron una llamada telefónica con otras 200 personas interesadas en iniciar sus propios campamentos.

Sin embargo, en su mayor parte se produjo de forma espontánea, con escasa colaboración entre campus, según los organizadores.

Las reivindicaciones varían de un campus a otro. Entre ellas:

– Dejar de hacer negocios con fabricantes de armamento militar que suministran armas a Israel.

– Dejar de aceptar fondos de investigación de Israel para proyectos que contribuyan a los esfuerzos militares del país.

– Dejar de invertir las dotaciones de las universidades en gestores de fondos que se benefician de empresas o contratistas israelíes.

– Ser más transparentes sobre qué dinero se recibe de Israel y para qué se utiliza.

En este contexto, los gobiernos estudiantiles de algunas universidades aprobaron en las últimas semanas resoluciones que piden el fin de las inversiones y las asociaciones académicas con Israel. Dichas resoluciones fueron aprobadas por los órganos estudiantiles de Columbia, Harvard Law, Rutgers y American University.

¿Cómo están respondiendo las universidades?

Los responsables de varias universidades afirmaron que desean mantener una conversación con los estudiantes y respetar su derecho a protestar.

Al mismo tiempo, también reconocen la preocupación de muchos estudiantes judíos de que algunas de las palabras y acciones de los manifestantes equivalen a antisemitismo, y dicen que ese comportamiento no será tolerado.

 

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Opinión

The Jerusalem Post | Visitando comunidades cristianas pro Israel en Estados Unidos

Jonathan Feldstein, escribe con regularidad en importantes sitios web cristianos sobre Israel y comparte experiencias de su vida como judío ortodoxo en Israel. Recientemente estuvo en Estados Unidos y escribió acerca del viaje, en el que, a pesar de lo que esperaba, no sufrió el antisemitismo.

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La mayor reunión de autores de «Israel, el milagro» (de izq. a dcha.): Pastores Jim y Rosemary Garlow; Dr. Juergen Bueler; el escritor; Dr. Brad Young; Dr. Wayne Hilsden. (Crédito de la foto: Jonathan Feldstein)

Agencia AJN.- (Por Jonathan Feldstein – The Jerusalem Post) «¿Cómo te fue?», me preguntaron mis amigos cuando volví a casa. «¿Sufriste el antisemitismo?».

Este fue el tono de algunas de las preguntas que recibí tras mi reciente viaje por Estados Unidos y Alemania. En plena guerra en Israel, amigos y colegas que conocían mi singular trabajo con los cristianos querían conocer mi experiencia, como si acabara de escapar de Auschwitz y tuviera que dar testimonio al mundo.

En esas conversaciones, colegas que viajaban al «viejo continente» y trabajaban con organizaciones judías relataban sus experiencias de antisemitismo, directo e indirecto.

Muchos hombres llevaban gorros de béisbol sobre la kipá para no parecer abiertamente judíos. «¿Te pusiste la kipá?», me preguntaban mis amigos.

La verdad los sorprendió. Efectivamente, viajé por Alemania y Estados Unidos sin sacarme la kipá, y no experimenté ni un momento de antisemitismo. De hecho, fue todo lo contrario.

Esperaba tener algunos encuentros desagradables y me imaginé diferentes situaciones para estar preparado en caso de agresión verbal o incluso física. Visité nueve estados, manejé más de 3.800 kilómetros, tomé siete vuelos y pasé medio día en Alemania.

No sólo no me quité la kipá ni sufrí antisemitismo, sino que mi kipá se convirtió en un pararrayos de expresiones viscerales de apoyo a Israel y al pueblo judío.

La razón principal fue que, allá donde iba, mi objetivo era comprometerme y tender puentes con cristianos que aman y apoyan a Israel y al pueblo judío, haciéndolo bajo los auspicios de la Fundación Génesis 123 (www.genesis123.co).

Fui a participar en el lanzamiento retrasado del libro y en la gira mediática del nuevo libro Israel the Miracle (www.IsraeltheMiracle.com), que salió justo antes de la guerra.

Con un hijo y un yerno llamados a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) el 7 de octubre, esta fue mi primera oportunidad de ir al extranjero para promover Israel el Milagro, una recopilación de 75 ensayos de líderes cristianos de todo el mundo que explican por qué Israel es tan significativo para ellos y para todos los cristianos.

Como resultado de la guerra, muchas de sus palabras parecían casi proféticas y ahora son mucho más relevantes.

Mientras que mi anterior visita a Alemania, la primera, me dejó inspirado -algo inusual para un judío asquenazí cuyos familiares fueron asesinados en el Holocausto-, esta vez no estaba entre amigos cristianos y, por lo tanto, un poco más inquieto.

Si bien Alemania está a la cabeza de las naciones que asumen su responsabilidad y reparan el Holocausto, en los últimos años importó erróneamente el antisemitismo, junto con cerca de un millón de inmigrantes árabes y musulmanes.

Alemania no sólo no fue un problema, sino que me relacioné con muchos empleados árabes en el hotel, todos ellos educados y respetuosos.

También conocí a Bob -mi primer nuevo amigo en este viaje- mientras esperaba para embarcar en el avión que me llevaría a Estados Unidos. Como yo era identificable como judío, Bob se empeñó en decirme que millones de cristianos como él apoyaban a Israel.

El hecho de que ni siquiera supiera que yo era israelí lo hizo aún más extraordinario, ya que simplemente me asoció con Israel y necesitaba hacerme saber que a él y a millones de personas les importaba.

No sólo les importa, sino que también conocen la verdad sobre Israel, la guerra contra Hamás en la Franja de Gaza y la amenaza más amplia de nuestros vecinos.

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