El año 1994 los encontró apenas asomándose a la vida, eran bebés de meses cuando en la Argentina se produjo el acto terrorista más grave en la historia del país, hoy, con 14 años, entienden lo que pasó, se suman al reclamo de justicia y aseguran que "ante todo está el derecho a la vida".
 "Me genera bronca porque nosotros no buscamos ir a vengarnos nosotros buscamos justicia, la gente que falleció no va a volver a vivir, pero queremos tratar de compensar, aunque es totalmente imposible, es una forma de que los culpables paguen", dijo Florencia Zvik, que tenía siete meses cuando estalló la bomba.
"No existe justicia en este caso porque no habría forma de que paguen, aunque el hecho de que queden en la cárcel sería una tranquilidad. Pero nosotros no podemos hacer un atentado, no nos podemos rebajar a su nivel. Lo único que pedimos es que no se vuelva a repetir porque es la única tranquilidad que podríamos tener", asegura Mijal Tenenbaum que con sólo tres meses de vida tuvo la desgracia de que su papá, Javier, fuera a la AMIA, ese día, a esa hora, por un trámite y falleciera en el atentado.
 "Fue difícil porque nadie sabía bien que pasaba, durante tres días no encontraron el cuerpo y después encontraron la valija de mi papá toda destrozada. Cuando yo era chica no sabia lo que había pasado, yo estaba acostumbrada, esa era mi vida y después, a los 5 años, pregunté y aprendí la historia en el colegio y por lo que me contó mi mamá", dijo Mijal intentando naturalizar lo imposible.
 "Es una falta de respeto a nosotros que tras 14 años no haya un culpable", replicó Julieta Gluch, que tenía tres meses en julio de 1994.
 "Yo pido justicia porque ya hubo dos atentados a los argentinos judíos. Sabemos que aunque hayan hecho algo malo son personas y no vamos a devolverles de la misma manera porque primero está el derecho a la vida", dijo Iair Kaplun y todos sus compañeros acordaron en la importancia de ese mensaje.
 Consultados sobre su judaísmo y sobre sus posibles temores frente a una sociedad que fue víctima de dos ataques terroristas antisemitas, Ezequiel Peses, alumno de 3er año, respondió: "Yo nunca tuve miedo de ser judío, salgo con ropa con símbolos judíos a la calle y no me cambia que me miren, para mi es lo que soy y está bien".
 "Nunca me dio miedo o vergüenza ser judía, es parte de mi, si lo negara no me sentiría bien conmigo misma. No debería pasar que por tu religión te diferencien de los demás y, menos que menos, que te saquen la vida!", sostuvo Mijal.
"Yo no siento miedo, estoy orgulloso de ser judío ¡y espero seguir siéndolo!”, expresó Ariel Levi, alumno del mismo curso.
 "A mí, mi mamá no me deja salir a la calle con símbolos judíos, pero no por la vergüenza sino por un tema de precaución . Igual creo que para mi serle fiel al judaísmo en creer vos mismo en la religión", afirmó Julieta.
Florencia, en cambio, manifestó tener "un poco de miedo" pero de inmediato aclaró: “No es vergüenza lo que siento. El que discrimina es una persona que está muy equivocada ni siquiera se respeta a si mismo", dijo a AJN.
Todos coincidieron en que fue el colegio el principal proveedor de información en relación al atentado y que pudieron rearmar sus propios relatos gracias al aporte de sus familias.
 Conocen el hecho, sus consecuencias y hasta, algunos, se animaron a opinar sobre los aspectos políticos de la causa.
 "Creo que (el atentado) tuvo que ver con cosas políticas de esa época, porque dejaron pasar a estos terroristas sin que la policía los vigile", dijo Iair.
 "Me contaron que justo ese día tenía que estar un policía cuidando y no estaba, no se sabe si estaba patrullando o si estaba todo arreglado", sostuvo Mijal.
 "Se que los líderes de este atentado fueron el presidente de esa época, el policía de esa cuadra y los líderes de Hezbollah", afirmó Ariel.
 Tienen 14 años, igual que la impunidad, pero conservan intacto el reclamo por la justicia y la memoria.
 
SJS-HJP