En forma simple y sencilla, en la jornada siguiente a las elecciones los israelíes no aventaron la desazón que los sigue embargando, sobre en definitiva quien será el nuevo capitán  y con que tripulación se instalará en el puente de mando del Estado de Israel.
Lo único que las recientes elecciones israelíes dejaron totalmente claro es quien se desplomó o desmoronó estrepitosamente: el histórico partido laborista Avoda, el partido de los legendarios padres fundadores del Estado de Israel -Ben Gurión, Eshkol, Rabín..- y que ayer bajo la conducción del ministro de defensa Ehud Barak,  sólo obtuvo 13 diputados electos -la bancada laborista mas pequeña en toda la historia política israelí-  descendiendo al casi intranscendente cuarto lugar dentro de las bancadas del nuevo parlamento.
En cambio los israelíes siguen teniendo a dos candidatos – Tzipi Livni de Kadima, y Benjamin Netanyahu (Likud)- que al menos por el momento siguen hablando y comportándose como si cada uno de ellos tendría en el bolsillo las llaves del despacho del Jefe de Gobierno; y que en la madrugada del escrutinio como si fueran   colegiales adolescentes que al termino de un torneo estudiantil o de barrio, ambos vociferan al unísono "¡ganamos!".
¿Quién formará el próximo gobierno israelí?
Cuando escribimos estas líneas, en grande ya están definidos los resultados de los comicios del 10 de febrero 2009.  Aún cuando faltan los cómputos de las denominadas urnas especiales o de doble sobre: los conscriptos del ejército, los funcionarios israelíes en el exterior, los marinos en alta mar, los presos y los ciudadanos hospitalizados. 
Pero aunque estos cómputos agreguen o quiten alguna banca a los partidos menores o incluso a las cuatro bancadas parlamentarias mayores, en grande ya se puede barajar una especulación inicial sobre las posibilidades de formar el nuevo gobierno en Jerusalem.
Desde siempre en Israel y en otros regimenes parlamentarios multipartidarios, la cuestión determinante es que fuerza política se instala en el centro de la escena política nacional. 
Y en los recientes comicios israelíes esta posición clave fue conquistada por Benjamin Netanyahu y su partido Likud -a través del bloque mayoritario de 65 diputados de los partidos derechistas, mientras que el ala de centro izquierda en el nuevo parlamento israelí no tendrá más de 55 asientos.
Tzipi Livni, aun encabezando la bancada más numerosa, tiene posibilidades escasas o mínimas de que pueda lograr componer un gobierno bajo su conducción.
Por lo que es bastante probable que se constituya un gabinete dirigido por el Likud e integrado también por el partido Kadima. 
Cuanto antes, Tzipi Livni tome la determinación de compartir  el gobierno con Netanyahu,  los dividendos políticos, en materia de cargos y funciones serán mas suculentos para la gente de Kadima. 
Y es totalmente intrascendente, que  pocas horas después de cerrados los comicios Tzipi Livni proclamó a los cuatro vientos: que se impuso a Netanyahu.  A la final de cuentas, al menos en Israel, política es el arte de en los hechos, hacer lo contrario de lo que se pregonó insistentemente… De cualquier manera, una coalición gobernante que no surja del bloque mayoritario, será sumamente endeble y problemática. 
Y ya se sabe que el propio Netanyahu está muy interesado en asociarse en el poder con Kadima y no quedar apresado en un contexto partidario parcial de la extrema derecha.
Simultáneamente, no deja de apenar y preocupar el magro papel electoral realizado por los laboristas del partido Avodá. 
Cuando la razón concreta de esta debacle del partido liderado por Ehud Barak,  se debe ante todo a la disputa "cabeza a cabeza" entre Kadima y el Likud; hecho que movilizó a que muchos votos de la izquierda  -Avodá y Meretz- a última hora, crucen las líneas hacia  Kadima de Tzipi Livni.
La reciente reñida disputa electoral entre Kadima y el Likud, incentivó un proceso de inclinación hacia la derecha de los votantes israelíes.
 Algo así como unas 15 bancas parlamentarias pasaron de la izquierda social-demócrata a la derecha israelí.
Producto directo de la creciente frustración porque los intentos en dirección a una transacción y una solución negociada con los palestinos – los Acuerdos de Oslo entre Rabín y Arafat, la "desconexión" o repliegue unilateral de los asentamientos israelíes dentro de Gaza realizada por Ariel Sharón, por solo mencionar algunos de estos intentos conciliadores, todos tuvieron serios tropiezos y no se concretaron en la forma esperada y actualmente Israel como colectivo y también los israelíes a nivel individual enfrentan amenazas existenciales, como nunca antes las hubo. 
Y es más natural, que con toda la buena voluntad de hacer concesiones en aras de la paz con los vecinos árabes, la tendencia espontánea es hacia soluciones  más enérgicas  y expeditivas frente a los árabes, esgrimidas por la derecha israelí.
¿La indefinición electoral y la inestabilidad de los gobiernos, impone modificar el actual sistema parlamentario ortodoxo israelí, para que los gobiernos electos puedan cumplir su gestión durante los 4 años marcados por la ley?
Hay quienes sostienen que los problemas que enfrenta Israel son cada vez más grandes y los partidos políticos son cada vez más pequeños: actualmente la bancada parlamentaria mayor en la Kneset no supera los 28 o 30 diputados, cuando dos décadas atrás el laborismo reunía mas de 40 o 50 bancas sobre el total de 120 miembros del parlamento israelí.
Ayer, Tzipi Livni, Netanyahu, Liberman e incluso Barak prometieron a modificar el sistema de gobierno en Israel. 
Estimo que se puede o debe mejorarlo, pero seria un craso error cambiarlo en forma drástica. 
Al final  de cuentas, el número de partidos que ingresaron al próximo parlamento, no se incrementó y desde hace varias elecciones se mantiene más o menos en las doce agrupaciones, que logran suficiente apoyo electoral para permanecer dentro del  parlamento.
En el 2009, por primera vez desde la creación del Estado de Israel,  no habrá un bloque parlamentario relevante de centro-izquierda, Avodá y el partido de nueva izquierda Meretz, juntos obtuvieron solo 13 lugares parlamentarios.
Alguien inquirió porque Ehud Barak, con tan brillantes condiciones de mando en el campo militar, no logra transcribir esas capacidades de liderazgo a la arena política interna israelí, y alguien risueñamente respondió: "Porque Ehud Barak insiste en jugar al ajedrez, cuando en el Medio Oriente, las reglas de juego son del Shes-besh (back-gamón)"
TN-GB