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Opinión

La recuperación del cuerpo de un soldado desaparecido abre una breve pausa en la campaña electoral

Agencia AJN.- Por Roxana Levinson (Especial para AJN, desde Israel) En la tarde de ayer, Binyamin Netanyahu, volvió a ser primer ministro y dejó, durante algunas horas, de ser candidato. Fue debido al regreso a casa del soldado Zecharia Baumel, que estaba desaparecido desde la batalla de Sultan Yacoub, durante la Primera Guerra del Líbano, en 1982. La noticia volvió a poner a casi todos los israelíes del mismo lado, con sentimientos tan genuinos como encontrados.

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Netanyahu en Rusia

Agencia AJN.- En la tarde de ayer, Binyamin Netanyahu, volvió a ser primer ministro y dejó, durante algunas horas, de ser candidato. Fue debido a la noticia de la recuperación del cuerpo del soldado Zecharia Baumel, que estaba desaparecido desde la batalla de Sultan Yacoub, durante la Primera Guerra del Líbano, en 1982. De allí, de aquel combate en el Valle de la Bekaa, tampoco regresaron los soldados israelíes Yehuda Katz y Zvi Felman, que aún continúan desaparecidos.

La noticia volvió a poner a casi todos los israelíes del mismo lado, con sentimientos tan genuinos como encontrados.

Ayer, Netanyahu se encontraba en Moscú, donde recibió los objetos personales de Baumel – sus zapatos, parte de su uniforme – en un féretro envuelto en la bandera de Israel. Mientras tanto, en casa, todavía había quien cuestionaba si este operativo, tan sofisticado e impactante, no fue planificado para ser dado a conocer a la opinión pública apenas unos días antes de las elecciones.

“Es un disparate absoluto”, respondió Netanyahu. “Desde el momento en que Zecharia Baumel fue traído, se dio a conocer la noticia cuando finalizaron todas las pruebas necesarias para su identificación. La fecha no se estableció en base a las elecciones, sino a criterios operativos”, agregó.

El mandatario sostuvo que “aquí hubo un esfuerzo de inteligencia y diplomático conjunto de una fuerza inusitada. Esto es algo que me produce una gran emoción, a mí y a todos los ciudadanos de Israel”.

Por su parte, Benny Gantz no negó que pudiera existir tal posibilidad, pero se abstuvo de acusar a alguien o de generar alguna polémica que, en definitiva, pudiera funcionar como un boomerang.

“Comprendo la lógica que hay en el intento de conectar entre las dos cosas. Sin embargo, incluso si alguien pudo haberlo planificado para otro momento, eso no tiene importancia. Me alegra que se cierre un círculo. Los valores de nuestro compromiso mutuo son más importantes que la política”, señaló el excomandante en jefe de las FDI.

Para Benny Gantz, “el regreso de Zecharia Baumel es algo doloroso, pero al mismo tiempo satisfactorio, siempre hemos hecho todos los esfuerzos por traer a los soldados a casa. Tenemos un compromiso con todos los prisioneros, los desaparecidos y los caídos y con aquellos que quizás todavía están con vida, en Gaza. Es muy importante que sigamos actuando para ello. Comparto el dolor con la familia Baumel y los abrazo, ellos siempre están en nuestro corazón”.

De todos modos, poca gente entró en este juego. Los ciudadanos israelíes reaccionaron al impacto de la noticia con sorpresa y admiración y los veteranos volvieron a sentir abrirse aquella herida que dejó el tan cuestionado combate de Sultan Yacoub, que en su momento y durante muchos años fue centro de acaloradas discusiones y severas críticas por la forma como fue dirigido por la comandancia israelí, las fallas en la coordinación entre las distintas fuerzas en el terreno y la falta de información de inteligencia sobre la envergadura real del enemigo al que se estaban enfrentando.

En las últimas 48 horas, la controversia dio paso una sensación agridulce de tristeza y alegría, la polémica cedió el protagonismo al orgullo, al menos por un rato.

En declaraciones a Radio Nacional de Israel, Avi Rat, que fuera compañero de estudios y de armas de Zecharia Baumel, deja pasar unos cuantos segundos, suspira y responde que, desde que recibió la noticia, está “tratando de encontrar las palabras que puedan describir lo que siente”.

“Todo se mezcla, es como si alguien hubiese quitado un tapón y todo desborda, vuelve a salir a la superficie con fuerza, alegría, porque se acabó la incertidumbre, tristeza por la noticia”, explica Rat.

“37 años no son dos días, o dos semanas, sino dos generaciones y media. Nosotros acompañamos durante todos estos años a las familias de los desaparecidos, y también de los muertos. Porque hay que recordar que en esa batalla hubo más de 20 muertos y decenas de heridos. En un primer momento había 6 desaparecidos, que finalmente pasaron a ser 3. Nosotros vivimos con esta herida desde hace 37 años y ahora una parte de ella ha sido cerrada”.

Uno de los combatientes del combate de Sultan Yacoub, Hezi Shai, fue tomado como prisionero guerra en junio de 1982 y estuvo cautivo hasta 1985, cuando fue liberado en el marco del “Acuerdo Jibril”.

Preguntado acerca de cómo está viviendo este momento, Shai respondió: “En primer lugar, una sensación de alivio, por un soldado que es traído a casa para darle sepultura. Es una noticia dura, difícil, porque, en definitiva, es un compañero que hoy sabemos que ha muerto. Yo, desde el primer instante tenía confianza en lo que hacía el Ejército de Israel, en que seguía buscando, y en cómo lo hacía. Estoy seguro que seguirá haciéndolo respecto de otros desaparecidos”.

A lo largo de los años, ex prisioneros de guerra israelíes declararon en distintas entrevistas que, durante la tortura psicológica en las cárceles del enemigo, estaban seguros de que el carcelero estaba mintiendo cuando les decía que en Israel ya nadie se acordaba de ellos, que al Ejército ya no le importaba y ya no los buscaba. Incluso en los momentos de quiebre, esos en los que flaquean las fuerzas, se resistían a creerlo.

Hoy, 37 años después, esa presunción sigue siendo una certeza.

Baumel

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Opinión

En el centro de las protestas que recorren las universidades estadounidenses está la exigencia de que dejen de invertir en Israel

Las manifestaciones en las universidades estadounidenses en medio de la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza dieron una fuerza nueva al movimiento BDS, con estudiantes que piden retirar fondos de empresas que trabajan con Israel e incluso del propio país.

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Los estudiantes que protestan acamparon en los jardines de la Universidad de Columbia de Nueva York, que denominan «zona liberada». (Imagen: AFP)

Agencia AJN.- (Times of Israel) Los estudiantes de un número cada vez mayor de universidades estadounidenses se están reuniendo en campamentos de protesta con una demanda unificada a sus escuelas: Dejar de hacer negocios con Israel o con cualquier empresa que apoye su guerra contra Hamás en Gaza.

Esta exigencia tiene sus raíces en el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), una campaña de décadas de antigüedad contra las políticas de Israel hacia los palestinos.

El movimiento obtuvo cada vez más fuerza a medida que la guerra entre Israel y Hamás supera la marca de los seis meses y las historias de sufrimiento en el enclave costero palestino dan lugar a una creciente presión internacional sobre el Estado judío para que ponga fin a los combates.

Inspirados por las protestas en curso y la detención la semana pasada de más de 100 estudiantes en la Universidad de Columbia, estudiantes de Massachusetts a California se reúnen ahora por centenares en los campus, comprometiéndose a no moverse hasta que se cumplan sus demandas.

«Queremos ser visibles», expresó el líder de la protesta en Columbia, Mahmoud Khalil, quien señaló que los estudiantes de la universidad estuvieron presionando por la desinversión de Israel desde 2002.

Khalil advirtió que «la universidad debería hacer algo por lo que estamos pidiendo, por el genocidio que está ocurriendo en Gaza. Deberían dejar de invertir en este genocidio».

Las protestas en el campus comenzaron tras el devastador ataque del 7 de octubre de Hamás contra el sur de Israel, en el que los terroristas mataron a unas 1.200 personas, la mayoría civiles, y tomaron 253 rehenes.

Durante la guerra subsiguiente, Israel mató a más de 34.000 palestinos en la Franja, según el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por el grupo terrorista Hamás, una cifra no verificada que incluye a unos 13.000 hombres armados de Hamás que Israel dice haber matado en combate.

Jerusalem, por su parte, asegura haber eliminado a unos 1.000 terroristas dentro de Israel el 7 de octubre. Además, 261 soldados israelíes murieron desde el comienzo de la ofensiva terrestre de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en Gaza.

Doscientos sesenta y un soldados de las FDI han muerto en la ofensiva terrestre en Gaza.

¿Qué quieren los estudiantes de las universidades estadounidenses?

Los estudiantes piden que las universidades se desvinculen de las empresas que apoyan los esfuerzos militares de Israel en la Franja y, en algunos casos, del propio Israel.

Las protestas en muchos campus fueron organizadas por coaliciones de grupos estudiantiles, que en ocasiones incluyen secciones locales de organizaciones como Estudiantes por la Justicia en Palestina -que elogió las masacres del 7 de octubre dirigidas por Hamás que iniciaron la guerra- y la antisionista Voz Judía por la Paz.

Estas organizaciones se están agrupando como grupos paraguas, como la Coalición contra el Apartheid del MIT y la Coalición Tahrir de la Universidad de Michigan.

Los grupos actúan en gran medida de forma independiente, aunque hubo cierta coordinación.

Después de que los estudiantes de Columbia formaran su campamento la semana pasada, realizaron una llamada telefónica con otras 200 personas interesadas en iniciar sus propios campamentos.

Sin embargo, en su mayor parte se produjo de forma espontánea, con escasa colaboración entre campus, según los organizadores.

Las reivindicaciones varían de un campus a otro. Entre ellas:

– Dejar de hacer negocios con fabricantes de armamento militar que suministran armas a Israel.

– Dejar de aceptar fondos de investigación de Israel para proyectos que contribuyan a los esfuerzos militares del país.

– Dejar de invertir las dotaciones de las universidades en gestores de fondos que se benefician de empresas o contratistas israelíes.

– Ser más transparentes sobre qué dinero se recibe de Israel y para qué se utiliza.

En este contexto, los gobiernos estudiantiles de algunas universidades aprobaron en las últimas semanas resoluciones que piden el fin de las inversiones y las asociaciones académicas con Israel. Dichas resoluciones fueron aprobadas por los órganos estudiantiles de Columbia, Harvard Law, Rutgers y American University.

¿Cómo están respondiendo las universidades?

Los responsables de varias universidades afirmaron que desean mantener una conversación con los estudiantes y respetar su derecho a protestar.

Al mismo tiempo, también reconocen la preocupación de muchos estudiantes judíos de que algunas de las palabras y acciones de los manifestantes equivalen a antisemitismo, y dicen que ese comportamiento no será tolerado.

 

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Opinión

The Jerusalem Post | Visitando comunidades cristianas pro Israel en Estados Unidos

Jonathan Feldstein, escribe con regularidad en importantes sitios web cristianos sobre Israel y comparte experiencias de su vida como judío ortodoxo en Israel. Recientemente estuvo en Estados Unidos y escribió acerca del viaje, en el que, a pesar de lo que esperaba, no sufrió el antisemitismo.

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La mayor reunión de autores de «Israel, el milagro» (de izq. a dcha.): Pastores Jim y Rosemary Garlow; Dr. Juergen Bueler; el escritor; Dr. Brad Young; Dr. Wayne Hilsden. (Crédito de la foto: Jonathan Feldstein)

Agencia AJN.- (Por Jonathan Feldstein – The Jerusalem Post) «¿Cómo te fue?», me preguntaron mis amigos cuando volví a casa. «¿Sufriste el antisemitismo?».

Este fue el tono de algunas de las preguntas que recibí tras mi reciente viaje por Estados Unidos y Alemania. En plena guerra en Israel, amigos y colegas que conocían mi singular trabajo con los cristianos querían conocer mi experiencia, como si acabara de escapar de Auschwitz y tuviera que dar testimonio al mundo.

En esas conversaciones, colegas que viajaban al «viejo continente» y trabajaban con organizaciones judías relataban sus experiencias de antisemitismo, directo e indirecto.

Muchos hombres llevaban gorros de béisbol sobre la kipá para no parecer abiertamente judíos. «¿Te pusiste la kipá?», me preguntaban mis amigos.

La verdad los sorprendió. Efectivamente, viajé por Alemania y Estados Unidos sin sacarme la kipá, y no experimenté ni un momento de antisemitismo. De hecho, fue todo lo contrario.

Esperaba tener algunos encuentros desagradables y me imaginé diferentes situaciones para estar preparado en caso de agresión verbal o incluso física. Visité nueve estados, manejé más de 3.800 kilómetros, tomé siete vuelos y pasé medio día en Alemania.

No sólo no me quité la kipá ni sufrí antisemitismo, sino que mi kipá se convirtió en un pararrayos de expresiones viscerales de apoyo a Israel y al pueblo judío.

La razón principal fue que, allá donde iba, mi objetivo era comprometerme y tender puentes con cristianos que aman y apoyan a Israel y al pueblo judío, haciéndolo bajo los auspicios de la Fundación Génesis 123 (www.genesis123.co).

Fui a participar en el lanzamiento retrasado del libro y en la gira mediática del nuevo libro Israel the Miracle (www.IsraeltheMiracle.com), que salió justo antes de la guerra.

Con un hijo y un yerno llamados a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) el 7 de octubre, esta fue mi primera oportunidad de ir al extranjero para promover Israel el Milagro, una recopilación de 75 ensayos de líderes cristianos de todo el mundo que explican por qué Israel es tan significativo para ellos y para todos los cristianos.

Como resultado de la guerra, muchas de sus palabras parecían casi proféticas y ahora son mucho más relevantes.

Mientras que mi anterior visita a Alemania, la primera, me dejó inspirado -algo inusual para un judío asquenazí cuyos familiares fueron asesinados en el Holocausto-, esta vez no estaba entre amigos cristianos y, por lo tanto, un poco más inquieto.

Si bien Alemania está a la cabeza de las naciones que asumen su responsabilidad y reparan el Holocausto, en los últimos años importó erróneamente el antisemitismo, junto con cerca de un millón de inmigrantes árabes y musulmanes.

Alemania no sólo no fue un problema, sino que me relacioné con muchos empleados árabes en el hotel, todos ellos educados y respetuosos.

También conocí a Bob -mi primer nuevo amigo en este viaje- mientras esperaba para embarcar en el avión que me llevaría a Estados Unidos. Como yo era identificable como judío, Bob se empeñó en decirme que millones de cristianos como él apoyaban a Israel.

El hecho de que ni siquiera supiera que yo era israelí lo hizo aún más extraordinario, ya que simplemente me asoció con Israel y necesitaba hacerme saber que a él y a millones de personas les importaba.

No sólo les importa, sino que también conocen la verdad sobre Israel, la guerra contra Hamás en la Franja de Gaza y la amenaza más amplia de nuestros vecinos.

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