Opinión
Opinión | El mundo nunca volverá a ser el mismo

Por Thomas L. Friedman – The New York Times*
Las ocho palabras más peligrosas del periodismo son: “El mundo nunca volverá a ser el mismo”. En más de cuatro décadas como periodista, rara vez me he atrevido a usar esa frase. Pero ahora, tras la invasión de Vladimir Putin a Ucrania, la utilizaré.
Nuestro mundo nunca volverá a ser el mismo porque esta guerra no tiene ningún paralelo histórico. Es una descarnada toma territorial, estilo siglo XVIII, por parte de una superpotencia, pero en un mundo globalizado del siglo XXI. Esta es la primera guerra que será cubierta en TikTok por personas increíblemente empoderadas, armadas solo con teléfonos inteligentes, por lo que los actos de brutalidad se documentarán y transmitirán por todo el mundo sin editores ni filtros. El primer día de la guerra, vimos cómo los tanques rusos invasores quedaban expuestos de forma inesperada por Google Maps, porque Google quiso alertar a los usuarios conductores que los vehículos blindados rusos estaban provocando atascos de tráfico.
Nunca hemos visto algo como esto.
Sí, el intento ruso de apoderarse de Ucrania recuerda a siglos anteriores —antes de las revoluciones democráticas en Estados Unidos y Francia—, cuando un monarca europeo o un zar ruso simplemente podía decidir que quería más territorio, que había llegado el momento de apoderarse de él, y lo hacía. Y todos en la región sabían que devoraría todo lo que pudiera y que no había una comunidad internacional que lo detuviera.
Sin embargo, al actuar de esta manera ahora, Putin no solo se ha dispuesto a reescribir de forma unilateral las reglas del sistema internacional que han estado vigentes desde la Segunda Guerra Mundial —es decir, que ninguna nación puede solo devorar a la nación vecina—, sino que también está tratando de alterar el equilibrio de poder que siente que se le impuso a Rusia después de la Guerra Fría.
Ese equilibrio —o desequilibrio, según Putin— fue el humillante equivalente a las imposiciones del Tratado de Versalles sobre Alemania tras la Primera Guerra Mundial. En el caso de Rusia, significó que Moscú tuviera que tolerar la expansión de la OTAN no solo para incluir a los antiguos países de Europa del Este que habían sido parte de la esfera de influencia de la Unión Soviética, como Polonia, sino incluso, en principio, Estados que formaban parte de la propia Unión Soviética, como Ucrania.
Veo a muchas personas citar el excelente libro de Robert Kagan The Jungle Grows Back como una manera de abreviar el regreso a este estilo cruel y brutal de geopolítica que se manifiesta en la invasión de Putin. Pero esa imagen está incompleta. No estamos en 1945 o 1989. Puede que estemos de regreso en la jungla, pero esa jungla en la actualidad está interconectada de forma más íntima que nunca por las telecomunicaciones, los satélites, el comercio, internet, las redes viales, ferroviarias y aéreas, los mercados financieros y las cadenas de suministro. Así que, si bien el drama de la guerra se está desarrollando dentro de las fronteras de Ucrania, los riesgos y repercusiones de la invasión de Putin se están sintiendo en todo el mundo, incluso en China, que tiene buenos motivos para preocuparse por su amigo en el Kremlin.
Bienvenidos a la Interconectada Guerra Mundial: la primera guerra en un mundo totalmente interconectado. Algo así como si los cosacos se mezclaran con la red informática mundial. Como dije antes, nunca hemos visto algo como esto.
“Han pasado menos de 24 horas desde que Rusia invadió Ucrania, pero ya tenemos más información sobre lo que está pasando allí de lo que tuvimos en una semana durante la guerra de Irak”, escribió en Slate Daniel Johnson, quien fue oficial de infantería y periodista con el ejército de Estados Unidos en Irak, el jueves 24 de febrero por la tarde. “Lo que está saliendo de Ucrania es simplemente imposible de producir a tal escala sin que los ciudadanos y soldados de todo el país tengan fácil acceso a teléfonos móviles, internet y, por extensión, aplicaciones de redes sociales. Una guerra moderna a gran escala se transmitirá en directo, minuto a minuto, batalla por batalla, muerte por muerte, al mundo. Lo que está ocurriendo ya es horrible, según la información publicada tan solo en el primer día”.
¿Putin será derribado por un exceso de ambición imperial? Es demasiado pronto para decirlo. Pero estos días recuerdo la reflexión de otro líder retorcido que decidió devorar a sus vecinos en Europa. Su nombre era Adolf Hitler, y dijo: “El comienzo de cada guerra es como abrir la puerta a un cuarto oscuro. Uno nunca sabe lo que está escondido en la oscuridad”.
En el caso de Putin, me pregunto: ¿sabe lo que se esconde a plena vista y no solo en la oscuridad? ¿Conoce no solo las fortalezas de Rusia en el nuevo mundo de hoy, sino también sus debilidades? Permítanme enumerarlas.
Rusia está en proceso de apoderarse por la fuerza de un país libre con una población de 44 millones de personas, que es un poco menos de un tercio del tamaño de la población de Rusia. Y la mayoría de estos ucranianos han estado luchando por ser parte del Occidente democrático y de libre mercado durante 30 años y ya han forjado innumerables lazos comerciales, culturales y digitales con empresas, instituciones y medios de comunicación de la Unión Europea.
Sabemos que Putin ha mejorado mucho las fuerzas armadas de Rusia. Les ha agregado de todo, desde misiles hipersónicos hasta herramientas avanzadas para ataques cibernéticos. Tiene la potencia de fuego necesaria para doblegar a Ucrania. Pero en esta era moderna nunca hemos visto a un país no libre, Rusia, tratar de reescribir las reglas del sistema internacional y apoderarse de un país libre tan grande como Ucrania, en especial cuando el país no libre, Rusia, tiene una economía más pequeña que la de Texas.
Luego, pensemos en esto: gracias a la globalización vertiginosa, la UE ya es el mayor socio comercial de Ucrania, no Rusia. En 2012, Rusia era el destino del 25,7 por ciento de las exportaciones ucranianas, en comparación con el 24,9 por ciento destinado a la UE. Solo seis años después, tras la brutal toma de Crimea por Rusia y el apoyo a los rebeldes separatistas en el este de Ucrania, y la creación de vínculos económicos y políticos más estrechos de Ucrania con la UE, “el porcentaje de Rusia en las exportaciones ucranianas ha caído a solo el 7,7 por ciento mientras que el porcentaje de la Unión Europea se disparó al 42,6 por ciento”, según un análisis reciente publicado por Bruegel.org.
Si Putin no desenreda esos lazos, Ucrania seguirá acercándose a los brazos de Occidente. Si los logra desenredar, estrangulará la economía de Ucrania. Y si la UE boicotea a una Ucrania controlada por Rusia, Putin tendrá que usar dinero ruso para mantener a flote la economía de Ucrania.
¿Incluyó eso en sus planes de guerra? Pareciera que no. O como me escribió por correo electrónico un diplomático ruso retirado en Moscú: “¿que cómo termina esta guerra? Por desgracia, no hay nadie en ningún lugar a quién preguntarle”.
Pero todos en Rusia podrán verlo. A medida que esta guerra se desarrolle en TikTok, Facebook, YouTube y Twitter, Putin no podrá aislar a la población rusa —y mucho menos al resto del mundo— de las horribles imágenes que se produzcan en esta guerra cuando entre en su fase urbana. Tan solo en el primer día de la guerra, más de 1300 manifestantes en toda Rusia —muchos de quienes coreaban “¡no a la guerra!”— fueron detenidos, según informó The New York Times, citando a un grupo de derechos humanos. Esa no es una cantidad pequeña en un país donde Putin tolera muy poca disidencia.
Y quién sabe cómo afectarán esas imágenes a Polonia, particularmente cuando esté desbordada por refugiados ucranianos. Menciono particularmente a Polonia porque es el puente terrestre clave de Rusia hacia Alemania y el resto de Europa Occidental. Como señaló el estratega Edward Luttwak en Twitter, si Polonia simplemente detiene el tráfico de camiones y trenes de Rusia a Alemania, “como debería”, crearía un caos inmediato para la economía de Rusia, porque las rutas alternativas son complicadas y tendrían que pasar por una Ucrania recientemente muy peligrosa.
¿Alguien dijo huelga de camioneros anti-Putin que evite que los productos rusos pasen por Europa Occidental a través de Polonia? Vigilemos ese espacio. Algunos ciudadanos polacos superempoderados con unos cuantos controles de caminos, camionetas y cargados con celulares podrían asfixiar a toda la economía de Rusia en este mundo interconectado.
Esta guerra sin paralelo histórico no será una prueba de resistencia solo para Estados Unidos y sus aliados europeos. También lo será para China. En esencia, Putin ha retado a Pekín: “¿vas a apoyar a quienes quieren derrocar el orden liderado por Estados Unidos o vas a unirte a la pandilla del alguacil de Estados Unidos?”.
No debería ser —pero lo es— una pregunta complicada para Pekín. “Los intereses de China y Rusia no son idénticos en este momento”, me dijo Nader Mousavizadeh, fundador y director ejecutivo de la consultora global Macro Advisory Partners. “China quiere competir con Estados Unidos en el Super Bowl de la economía, la innovación y la tecnología, y cree que puede ganar. Putin está listo para incendiar el estadio y matar a todos los que estén allí con tal de satisfacer sus agravios”.
El dilema para los chinos, agregó Mousavizadeh, “es que su preferencia por el tipo de orden, estabilidad y globalización que ha permitido su milagro económico está en fuerte tensión con su autoritarismo renaciente en casa y su ambición de suplantar a Estados Unidos —ya sea por la fuerza de China o la debilidad de Estados Unidos— como la superpotencia dominante del mundo y el impositor de reglas”.
Tengo pocas dudas de que, en el fondo, el presidente de China, Xi Jinping, espera que Putin se salga con la suya y logre secuestrar a Ucrania y humillar a Estados Unidos, pues eso ablandaría al mundo ante su deseo de apoderarse de Taiwán y fusionarla de nuevo a China.
Pero Xi no es ningún tonto. He aquí un par de datos interesantes sobre el mundo interconectado: en primer lugar, la economía de China depende más de Ucrania que de Rusia. Según Reuters, “China superó a Rusia para convertirse en el mayor socio comercial individual de Ucrania en 2019, con un comercio total de 18.980 millones de dólares el año pasado, un aumento de casi el 80 por ciento con respecto a 2013. […] China se convirtió en el mayor importador de cebada ucraniana en el año comercial 2020-2021”, y alrededor del 30 por ciento de todas las importaciones de maíz de China el año pasado provinieron de granjas en Ucrania.
En segundo lugar, China superó a Estados Unidos como el mayor socio comercial de la Unión Europea en 2020, y Pekín no puede permitirse que la UE se vea envuelta en un conflicto con una Rusia cada vez más agresiva y un Putin cada vez más inestable. La estabilidad de China —así como la legitimidad del Partido Comunista gobernante— depende de la capacidad de Xi de sostener y hacer crecer su ya inmensa clase media. Y eso depende de una economía mundial estable y en crecimiento.
No creo que China le imponga sanciones a Rusia, y mucho menos que suministre armas para los ucranianos, como Estados Unidos y la Unión Europea. Lo único que Pekín ha hecho hasta el momento es refunfuñar que la invasión de Putin “no fue lo que esperábamos ver”, y casi de inmediato dejar implícito que Washington había sido el “culpable” por “avivar las llamas” con la expansión de la OTAN y sus recientes advertencias de una inminente invasión rusa.
Entonces queda claro que China está indecisa, pero, de las tres superpotencias clave con armas nucleares —Estados Unidos, China y Rusia— China, con su postura, tiene un enorme voto decisivo sobre si Putin podrá salirse con la suya en Ucrania o no.
Liderar equivale a tomar decisiones, y si China pretende suplantar a Estados Unidos como líder mundial, tendrá que hacer algo más que hablar entre dientes.
Finalmente, hay algo más que Putin encontrará escondido a plena vista. En el mundo interconectado de hoy, la “esfera de influencia” de un líder ya no es un derecho automático que da la historia y la geografía, sino algo que debe ganarse y volver a ganarse todos los días al inspirar y no obligar a otros a seguirlo.
La cantante y actriz Selena Gomez tiene el doble de seguidores en Instagram (más de 298 millones) que ciudadanos de Rusia. Sí, Vladimir, puedo oír cómo te ríes desde aquí y recordar la broma de Stalin sobre el papa: “¿cuántas divisiones de ejército tiene Selena Gómez?”.
No tiene ninguna. Pero ella es una persona influyente con seguidores, y hay miles y miles de Selenas en internet, incluidas celebridades rusas que publican en Instagram sobre su oposición a la guerra. Y si bien no pueden hacer retroceder tus tanques, sí pueden hacer que todos los líderes de Occidente extiendan la alfombra roja para que tú y sus compinches nunca puedan viajar a sus países. Ahora eres oficialmente un paria global. Espero que te guste la comida china y norcoreana.
Por todas estas razones, en esta etapa temprana, me aventuraré a dar solo una predicción sobre Putin: Vladimir, el primer día de esta guerra fue el mejor día del resto de tu vida. No tengo duda alguna de que, en el corto plazo, tus fuerzas militares prevalecerán. Pero, a la larga, a los líderes que tratan de enterrar el futuro con el pasado no les va bien. Con el tiempo, tu nombre terminará viviendo en la infamia.
Ya sé, Vladimir, ya sé: no te importa, no más de lo que te importó comenzar esta guerra en medio de una pandemia virulenta. Y tengo que admitir que eso es lo que más miedo da de esta Interconectada Guerra Mundial. El largo plazo puede ser muy lejano y el resto de nosotros no estamos aislados de tu locura. Es decir, desearía poder predecir alegremente que Ucrania será el Waterloo de Putin, un desastre solo para él. Pero no puedo, porque en nuestro mundo interconectado, lo que pasa en Waterloo no se queda en Waterloo.
De hecho, si me preguntas cuál es el aspecto más peligroso del mundo actual, diría que es el hecho de que Putin tiene más poder sin controles que cualquier otro líder ruso desde Stalin. Y Xi tiene más poder sin controles que cualquier otro líder chino desde Mao. Pero en la época de Stalin, sus excesos se limitaron en gran medida a Rusia y las fronteras que controlaba. Y en la época de Mao, China estaba tan aislada que sus excesos afectaron solo al pueblo chino.
Ya no, el mundo actual se basa en dos extremos simultáneos: los líderes de dos de las tres naciones nucleares más poderosas, Putin y Xi, nunca han tenido más poder sin controles y nunca se ha conectado a más personas de un extremo del mundo al otro al tiempo que cada vez tienen menos amortiguadores. Así que lo que esos dos líderes decidan hacer con su poder sin límites nos tocará prácticamente a todos, directa o indirectamente.
La invasión de Putin a Ucrania es nuestra primera muestra real de lo delirante e inestable que puede llegar a ser este tipo de mundo interconectado. No será el último.
*Thomas L. Friedman es columnista de Opinión sobre temas internacionales. Se incorporó al periódico The New York Times en 1981 y ha ganado tres premios Pulitzer. Es autor de siete libros, incluido From Beirut to Jerusalem, que ganó el National Book Award.
Opinión
Análisis: Mientras Israel lucha contra Irán, ¿dónde están los aliados terroristas de Teherán en su momento de necesidad?
Teherán desarrolló una red terrorista regional para aislarse de la guerra, pero ahora que está bajo ataque, Hezbollah y otros se sienten demasiado débiles o demasiado intimidados para unirse a la batalla.

Por Nurit Yohanan
Cuando Israel anunció la Operación «León Ascendente» en la madrugada del viernes, marcó la primera vez en más de 50 años que el país declaraba la guerra contra un Estado soberano, en lugar de contra una organización terrorista que opera desde territorio extranjero, Cisjordania o Gaza. Un número considerable de estas organizaciones a las que Israel se ha enfrentado a lo largo de los años fueron y son apoyadas, financiadas o incluso controladas directamente por Irán, el país que ahora se encuentra en la mira de Israel.
Desde la Revolución iraní, el régimen de Teherán ha invertido importantes esfuerzos en difundir su ideología entre las poblaciones chiítas de Medio Oriente, a la vez que ha construido una red de organizaciones terroristas en toda la región, incluyendo grupos suníes.
La Fuerza Quds, una unidad especial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, se ha centrado en las últimas décadas en apoyar a estas organizaciones mediante ayuda financiera, el suministro de armas y municiones, e incluso entrenamiento, a veces realizado en territorio iraní.
Para Irán, la red terrorista era tanto una proyección de poder como un escudo: los grupos hostigaban continuamente a los dos mayores enemigos de la República Islámica, Estados Unidos e Israel, mientras que este se mantenía aislado de las represalias. Y la existencia de una liga de ejércitos de apoyo, listos para defenderse en caso de guerra, ayudó a disuadir cualquier idea occidental de invasión o cambio de régimen.
Después del 7 de octubre de 2023, cuando Hamás lanzó un ataque devastador contra Israel, desencadenando la guerra en Gaza, la amplitud del arsenal iraní quedó en evidencia, con grupos respaldados por Teherán, desde el Líbano hasta Yemen, atacando a Israel en lo que el entonces ministro de defensa israelí, Yoav Gallant, denominó una guerra de siete frentes.
Pero ahora que el poder de fuego de Israel se dirige contra el propio Irán, esos aliados desaparecen repentinamente. Algunos, como Hezbollah, se han visto gravemente debilitados por Israel debido a los intentos de respaldar a Hamás. Otros parecen haber sido convencidos por sus países anfitriones para mantenerse al margen de la lucha.
Irán se encuentra ahora en una posición sumamente inusual e incluso peligrosa, obligado a depender principalmente de su propio poder militar en territorio iraní. Hasta ahora, esto ha consistido principalmente en sucesivas rondas de misiles balísticos disparados por la fuerza aérea del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, que han causado gran destrucción, pero han hecho poco por debilitar la potencia de fuego de Israel.
Mientras tanto, Irán ha visto cómo su territorio se ha convertido en un campo de batalla al intentar hacer frente a los ataques israelíes desde Teherán hasta Tabriz, lo que representa una vulnerabilidad estratégica para un país que prefiere dejar que sus aliados hagan el trabajo sucio en territorio extranjero.
Hezbollah, en la cuerda floja
El apoyo de Irán a grupos terroristas en el extranjero se estima en miles de millones de dólares anuales provenientes de las arcas estatales. Esta ayuda ha continuado en los últimos años a pesar de la grave situación económica de Irán, que incluye una devaluación sostenida de la moneda y escasez de energía.
Una buena parte de ese dinero ha ido a parar al grupo terrorista libanés Hezbollah, el principal cliente de Irán.
Sin embargo, tras sufrir grandes pérdidas y una creciente oposición en el Líbano, ahora se encuentra gravemente debilitado y reacio a enfrentarse a Israel.
Hezbollah, fundado en 1983 con el respaldo de Irán, ha sido durante las últimas dos décadas la principal herramienta militar de Irán contra Israel, armado con misiles de largo alcance e incluso armas guiadas de precisión.
Sin embargo, desde que Israel comenzó a atacar dentro de Irán el viernes, lo único que ha lanzado Hezbollah han sido palabras. Esta moderación es aparentemente una consecuencia directa de su guerra con Israel, durante la cual el grupo lanzó ataques casi diarios contra Israel desde octubre de 2023 hasta que acordó un alto el fuego en noviembre de 2024.
En los últimos seis meses de la guerra, y en particular a partir de septiembre, el grupo sufrió importantes reveses militares. Casi todo su alto mando fue eliminado por Israel, incluyendo al líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah.
Justo antes, los ataques israelíes con buscapersonas y walkie-talkies explosivos causaron daños físicos y psicológicos generalizados entre las fuerzas terrestres del grupo. Unas 4.000 personas resultaron heridas en la operación encubierta, según informes libaneses, la gran mayoría de ellas miembros de Hezbollah.
El otrora formidable arsenal de misiles del grupo parece haberse agotado o destruido en gran medida, y Siria ya no es una ruta conveniente para el contrabando.
En octubre de 2024, las Fuerzas de Defensa de Israel estimaron que Hezbollah conservaba menos del 30 por ciento de su potencia de fuego anterior a la guerra.
Incluso después de la firma del alto el fuego, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han continuado sus operaciones regularmente en el Líbano, atacando a operativos de Hezbollah, principalmente en el sur del país. Israel ha atacado edificios en el distrito de Dahiyeh, en Beirut, en dos ocasiones, donde se encuentran plantas de fabricación y almacenamiento de drones, según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).
Como resultado, Hezbollah se encuentra significativamente debilitado y su capacidad para representar una amenaza para Israel es mucho menor. La organización también se enfrenta a una creciente presión política interna, mientras el país aún se recupera de los fuertes ataques israelíes dirigidos a poner fin a los ataques de Hezbollah.
En los últimos seis meses, dos de los tres principales puestos de liderazgo del Líbano han sido ocupados por figuras consideradas «anti-Hezbollah», entre ellas el primer ministro Nawaf Salam y el presidente Joseph Aoun. Ambos han declarado su intención de desarmar a Hezbollah y afirman que la decisión de ir a la guerra debe recaer en el Estado.
En un discurso reciente con motivo de los primeros 100 días de su gobierno, Salam señaló que el Ejército libanés había desmantelado más de 500 depósitos de armas en el sur del país. Si bien no especificó a quién pertenecían, se cree que eran de Hezbollah
El viernes, horas después del inicio de la operación israelí, Hezbollah emitió un extenso comunicado condenando enérgicamente los ataques israelíes contra Irán, afirmando que Israel “solo entiende el lenguaje de la muerte, el fuego y la destrucción”.
El comunicado no mencionó si respondería ni cuándo, pero un funcionario de Hezbollah declaró a Reuters ese mismo día que el grupo no tomaría represalias por los ataques en Irán.
Las milicias iraquíes ceden ante la presión
Desde la invasión estadounidense de Irak en 2003, Irán ha reforzado las milicias proiraníes y chiítas en el país para profundizar su influencia. Estos grupos atacaron principalmente a Estados Unidos, pero también apuntaron sus armas contra Israel después del 7 de octubre.
La creciente presión interna y externa ha paralizado estas operaciones.
Desde 2014, las milicias en Irak han operado bajo una organización paraguas conocida como las Fuerzas de Movilización Popular, disparando misiles contra las tropas estadounidenses estacionadas en la región y combatiendo al grupo terrorista Estado Islámico cuando esta organización yihadista tomó el control de partes de Irak.
Sin embargo, desde el 7 de octubre, las milicias también han participado en la guerra regional en múltiples frentes contra Israel, aparentemente con el respaldo de Irán. A lo largo de 2023 y 2024, lanzaron drones hacia Israel, principalmente contra los Altos del Golán y, en una ocasión, contra Eilat, al tiempo que atacaban bases estadounidenses en Irak. En octubre de 2024, dos soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel murieron en un ataque con drones lanzado por milicias proiraníes en el norte de los Altos del Golán.
Sin embargo, incluso antes del segundo alto el fuego entre Israel y Hamás en diciembre de 2024, las milicias proiraníes de Irak acordaron detener los ataques contra Estados Unidos e Israel.
Fuente: Times of Israel
Opinión
Israel-Irán: Democracia bajo fuego, dictadura al desnudo

Por Ariel B. Goldgewicht
¿Qué sucede cuando una democracia liberal enfrenta a una dictadura fundamentalista?
No estamos ante una guerra convencional, sino ante un choque de civilizaciones: entre quienes santifican la vida y quienes anhelan la muerte. La guerra entre Israel y el régimen iraní ‘ denominada ´León Ascendente´, no empezó esta semana, pero ahora ha alcanzado un nivel nuevo, un punto de no retorno.
Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán ha declarado abiertamente su hostilidad hacia Israel. Durante décadas, ha dirigido esta guerra por medio de terceros (Proxy) el eje chiita: Hezbollah en Líbano, Hamás en Gaza, los hutíes en Yemen, milicias en Siria e Irak, entre otros. Irán ha sido el gran arquitecto del terrorismo moderno en el Medio Oriente, financiado con las inconmensurables riquezas de su petróleo. Su régimen de dictadura absoluta, liderado por los ayatolás, ha sido cómplice de atentados desde Buenos Aires hasta Beirut, dejando una estela de sangre y caos.
Hoy, sin embargo, algo ha cambiado. Por primera vez en la historia, Israel ha atacado directamente a Teherán. ¿Por qué ahora?
La respuesta está en una conjunción de factores. La caída de Hamás y la Yihad Islámica en Gaza, el debilitamiento de Hezbollah en el norte, la caída del régimen de Assad en Siria, el retroceso de los hutíes en Yemen: todos son frentes que el régimen iraní consideraba parte de su estrategia regional de expansión y dominación. Y todos han sido golpeados con fuerza por Israel en los últimos meses.
A esto se suma la presión internacional, el estancamiento ruso en Ucrania —que limita el apoyo logístico de Moscú a Teherán—, y el regreso de una política exterior estadounidense menos indulgente con Irán. La reciente advertencia del Presidente Trump, que impuso un plazo de 60 días para frenar el programa nuclear iraní, coincidió con el momento en que Israel decidió actuar: al día 61, los ataques comenzaron.
Israel no está reaccionando por impulsos ni venganza. Está respondiendo a una amenaza existencial. Porque si el 7 de octubre vimos de lo que es capaz un grupo terrorista armado con cohetes y fusiles, imaginemos lo que podría ocurrir si Irán —un régimen que ejecuta homosexuales, encarcela mujeres por no cubrirse la cabeza, y asesina opositores sin juicio— accediera a armas nucleares. Esa es la línea roja.
En estas horas, Israel vive bajo amenaza constante. El espacio aéreo cerrado, el sistema educativo paralizado, cientos de miles de ciudadanos atrapados fuera del país o confinados en refugios. El Domo de Hierro protege, pero no es infalible. Con un 95% de efectividad, basta una pequeña brecha para que un misil balístico impacte y cause destrucción. Ya lo hemos visto: muertos, heridos y un país en vilo. Pero, imagínese ¿y si esos misiles llevarán cabezas nucleares?
A pesar de todo, Israel no responde con barbarie. Tiene superioridad militar absoluta sobre los cielos de Irán, pero no ataca civiles. Ataca centrifugadoras nucleares, bases militares, centros de comando. Mientras el régimen iraní lanza misiles sobre poblaciones israelíes, Israel busca evitar víctimas inocentes. Porque los ciudadanos iraníes no son enemigos: son rehenes de una teocracia que lleva décadas reprimiéndolos. En esta guerra buscamos aniquilar el proyecto nuclear, pero los ciudadanos civiles inocentes de irán tiene otras esperanzas de este conflicto. Ellos esperan libertad.
En Irán, hoy se cuentan chistes oscuros: “Nadie sabe dónde está el ayatolá!!, excepto Israel”. Y no es sólo humor negro: es símbolo de un régimen que tiembla. La resistencia israelí no busca cambiar el régimen, ni interferir en la autodeterminación de los pueblos. Su único objetivo es impedir que un régimen fundamentalista con aspiraciones mesiánicas tenga capacidad nuclear.
Durante más de dos décadas, Irán ha invertido en cuatro pilares esenciales:
1. Desarrollo nuclear
2. Expansión militar y terrorista del eje chiita
3. Represión social interna —especialmente contra mujeres—
4. Hostilidad contra Israel
Muy poco en salud pública, ni educación, ni infraestructura. Un Estado que produce petróleo como si fuera agua, pero cuyas ciudades sufren apagones diarios, escasez de agua potable y servicios básicos. Toda su riqueza, volcada a la represión y la destrucción con el objetivo principal de consolidar su poder a la fuerza.
Lo que vemos hoy es el colapso de esa estrategia. Un castillo de naipes que se derrumba desde dentro. Como el viejo proverbio del efecto mariposa, la ola de terror del 7 de octubre encendió una cadena de reacciones que ha llevado a la desestabilización de todos los brazos armados de Irán en la región. Aún falta mucho para el final, y el sufrimiento no ha terminado, pero cuando caiga el telón, el mundo podría ser un lugar más seguro. Especialmente para los pueblos que hoy viven oprimidos por dictaduras fundamentalistas.
En pleno siglo XXI, no hay lugar para los extremismos. La historia ha demostrado —y está claro— que cuando las democracias se unen, pueden frenar incluso a las peores amenazas. Que no haya que esperar otro 7 de octubre para despertar. El momento de elegir entre luz y oscuridad, entre libertad y opresión, es ahora.
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