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Quién es Harvey J. Alter, el científico judío galardonado con el Premio Nobel de Medicina

Agencia AJN.- Oriundo de Nueva York, recibió el prestigioso reconocimiento en conjunto con otros dos investigadores, cuyos avances resultaron en el descubrimiento y posterior cura de la Hepatitis C, virus que causa hasta 400.000 muertes por año.

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Agencia AJN.- Este lunes, se anunció a los ganadores del Premio Nobel de Medicina 2020. El prestigioso reconocimiento fue para tres científicos de renombre, Harvey J. Alter, Charles M. Rice y Michael Houghton, cuyas investigaciones derivaron en el descubrimiento y posterior cura de la Hepatitis C, enfermedad que según la Organización Mundial de la Salud afecta a 70 millones de personas en todo el mundo y mata a 400.000 al año.

Entre ellos resalta la figura de Alter, cuyo origen judío explica, según su propio testimonio, su vocación por la medicina. En un artículo de 2013, Alter atribuyó su carrera médica a su educación judía, diciendo que su padre quería ser médico pero se vio frenado por las limitaciones financieras. «Siendo el único hijo de padres judíos en la ciudad de Nueva York, estaba predestinado a ser médico. Uno de mis amigos, de origen similar, eligió no ser médico y nunca más se supo de él», escribió.

Harvey James Alter nació en 1935 en la ciudad Nueva York. Obtuvo su título de médico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Rochester, y se formó en medicina interna en el Strong Memorial Hospital y en los Hospitales Universitarios de Seattle.

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Harvey J. Alter

En 1961, llegó a los Institutos Nacionales de Salud (NIH), ubicado en Bethseda, como asociado clínico. Luego, pasó varios años en la Universidad de Georgetown, regresando a los NIH en 1969 para unirse al Departamento de Medicina de Transfusión del Centro Clínico como investigador principal, y luego como Jefe de Estudios Clínicos y Director Asociado de Investigación.

El investigador, de 85 años de edad, recibió el más alto galardón otorgado a los civiles en el servicio de salud pública del gobierno de los Estados Unidos: la Medalla por Servicio Distinguido.

En el 2000, Alter fue galardonado con el prestigioso Premio Lasker a la Investigación Médica Clínica. Dos años más tarde, se convirtió en el primer científico del Centro Clínico elegido para la Academia Nacional de Ciencias (NAS), y en ese mismo año fue elegido para el Instituto de Medicina. Sólo un pequeño número de científicos son elegidos para integrar estas dos sociedades.

El Dr. Alter co-descubrió el antígeno de Australia, una clave para detectar el virus de la hepatitis B. Más tarde, encabezó un proyecto en el Centro Clínico que creó un almacén de muestras de sangre utilizadas para descubrir las causas y reducir el riesgo de la hepatitis asociada a la transfusión sanguínea.

Alter fue el principal investigador de los estudios que identificaron la hepatitis C. Su trabajo fue fundamental para proporcionar la base científica para instituir programas de detección de donantes de sangre que han disminuido la incidencia de la hepatitis transmitida por transfusiones a casi cero.

En 2013 recibió el Premio Internacional Gairdner de Canadá, otorgado a un científico cuyos avances han tenido, o tendrán potencialmente, un impacto significativo en los resultados de salud en el mundo en desarrollo.

Alter sigue estudiando los riesgos infecciosos de la transfusión de sangre, pero ahora se centra en agentes distintos de los virus de la hepatitis. Además, continúa estudiando la historia natural y los resultados de la infección del virus de la hepatitis C.

La Real Academia Sueca de Ciencias dijo: «Antes del trabajo de Alter, Rice y Houghton, el descubrimiento de los virus de la Hepatitis A y B había sido un paso adelante crítico, pero la mayoría de los casos de hepatitis transmitida por la sangre permanecían sin explicación. El descubrimiento del virus de la Hepatitis C reveló la causa de los casos restantes y posibilitó la realización de análisis de sangre y el desarrollo de nuevos medicamentos que han salvado millones de vidas».

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«Estoy abrumado en este momento, pero muy contento de que este virus oscuro haya demostrado tener un impacto global tan grande», dijo el Dr. Alter. «Hay tantas personas en el NIH que han hecho avanzar mi investigación, pero por ahora sólo puedo agradecer al propio NIH por crear el entorno permisivo y de colaboración que ha apoyado estos estudios a lo largo de décadas. No creo que mis contribuciones podrían haber ocurrido en cualquier otro lugar», agregó el científico.

«Harvey Alter es un científico inteligente, creativo, dedicado, persistente, autodefensivo, intensamente dedicado a salvar vidas», dijo el Director del NIH Francis S. Collins. «Su trabajo para identificar la naturaleza del virus de la hepatitis C ha llevado a avances dramáticos en la protección del suministro de sangre de esta enfermedad muy grave, y en última instancia, al desarrollo de una terapia altamente exitosa», agregó.

«Harvey es conocido por su agudo sentido del humor, su incansable ética de trabajo y por tratar bien a todos», dijo el Dr. James K. Gilman, director ejecutivo del Centro Clínico del NIH. «Como médico militar de larga data, estoy agradecido por lo que Harvey y sus compañeros han hecho para que sea posible proporcionar un suministro de sangre seguro a los hombres y mujeres que sirven al país», señaló.

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Hoy se celebra el 75º aniversario de la aceptación del Estado de Israel en las Naciones Unidas

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Agencia AJN (por Eduardo Chernizki).- El 11 de mayo de 1949 el Estado de Israel fue admitido en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como su 59° miembro. Desde entonces, ha participado en una amplia gama de actividades de la misma y se ha comprometido a otorgar su plena participación a los organismos de la ONU que se dedican a la salud, el trabajo, la alimentación y la agricultura, la educación y las ciencias.

Israel juega un papel activo en la labor de los organismos no gubernamentales auspiciados por la ONU, que se dedican a diversos temas, desde la aviación a la inmigración, las comunicaciones, la meteorología, el comercio y hasta el lugar que ocupan las mujeres.

El 15 de mayo de 1948, un día después de la declaración de su independencia, el Estado de Israel solicitó ser miembro de las Naciones Unidas, pero la solicitud no fue aceptada por el Consejo de Seguridad de la entidad. El segundo pedido fue rechazado por el mismo organismo el 17 de diciembre de 1948 por 5 votos contra 1 y 5 abstenciones. Siria fue el único voto en contra; los EE.UU., Argentina, Colombia, la Unión Soviética y Ucrania votaron a favor; y Bélgica, Gran Bretaña, Canadá, China y Francia se abstuvieron.

La solicitud fue renovada el 4 de marzo de 1949, después de las primeras elecciones que eligieron al primer Parlamento israelí y David Ben Gurión fue elegido Primer Ministro. En esa oportunidad, el Consejo de Seguridad votó 9-1 en favor de la adhesión. Egipto fue quien votó en contra, mientras que Gran Bretaña se abstuvo.

Finalmente, el 11 de mayo de ese mismo año, la Asamblea General, por el requisito de dos tercios de la mayoría, aprobó la solicitud para admitir a Israel ante la ONU por la Resolución de las Naciones Unidas Asamblea General nº273. La votación en la Asamblea General fue de 37 a 12, con 9 abstenciones.

Con el correr de los años, la ONU ha cumplido un papel esencial, logrando el cese de las hostilidades entre Israel y sus vecinos árabes, nombrando mediadores, auspiciando los acuerdos de cese de fuego y armisticio, y apostando fuerzas de la ONU entre los adversarios.

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Kristallnacht. Para el sobreviviente Pedro Schmoller, «lo acontecido debe quedar grabado en la memoria de la humanidad»

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Agencia AJN/Itongadol.- Se cumple hoy un nuevo aniversario de la «Noche de los Cristales Rotos» y recordamos el diálogo mantenido en 2013 con Pedro Schmoller, sobreviviente del pogrom denominado «Kristallnacht», quien aseguró: «Agradezco su interés y su espacio. Con mis 93 años encima, es bueno saber que mis recuerdos no desaparecerán cuando no esté más presente en este mundo, y solo así, a través de la memoria mantendrán su vida por algún tiempo más».

La Kristallnacht dio inicio al Holocausto, diez meses antes de la Segunda Guerra Mundial. Schmoller contó en 2013 que él y su familia lograron salvarse de aquella trágica noche gracias a la secretaria de su padre que les ofreció refugio en su casa. «Nos escondimos en el pequeño departamento de la secretaria de mi padre, que era de fe protestante. Ella arriesgó su vida al darnos albergue ya que convivir con judíos era castigado con la pena de muerte», contó.

«Nos quedamos allí unos días hasta que volvió una relativa calma», relató y agregó: «Permanecimos encerrados en un ambiente muy chico, y en constante tensión. Llegué a fumar hasta 60 cigarrillos por día. Desde ese entonces no probé cigarrillo», añadió a modo de quiebre con su pasado oscuro. «Solo un mes y medio después pudimos escapar con destino Argentina», agregó.

El sobreviviente recordó que en su infancia vivió en «Berlín en un barrio de clase media alta y que actualmente sigue existiendo, Charlottenburg». «Recuerdo que en la planta baja de la casa de departamentos donde vivíamos había una librería que pertenecía a una familia judía, la misma fue totalmente destruida por una horda organizada. En la Kristallnacht, solo en Berlín, fueron incendiados una veintena de templos, y seguramente una centena en todo el país, junto con unos centenares de rollos de la Torá. En el caso de nuestro templo, el Friedenstempel, había más de 10 rollos, cada una con sus hermosos adornos artesanales», recordó.

Siempre en diálogo con la Agencia AJN, Schmoller expresó su deseo de contar una historia gratificante ante tanto horror, «se trata del arribo al templo NCI Emanu El de un rollo de la Torá, el mismo fue reconstruido y salvado en algún lugar de Europa». «Resulta que en uno de mis viajes a Londres, por casualidad me enteré de que existía un Comité de Reconstrucción de Torot (plural de Torá), donde escribas profesionales se dedicaban a reescribir las partes dañadas, para que puedan ser nuevamente usadas y enviados a países del tercer mundo a nuevos templos que carecían de rollos, o donde había pocos». Schmoller contó que «para solventar los gastos del Comité, buscaron donantes por sumas-no tan pequeñas- que tenían el privilegio de elegir el lugar, donde las Torot podían ser nuevamente usadas». Fue así que «juntando los ahorros de mi padre, mi hermano y los míos, pudimos donar la suma necesaria, y así llegó, por vía diplomática, una Torá a la Embajada de Israel en Argentina, y de allí partió al templo de Emanu El». «En un solemne servicio religioso, llevado por mi padre, y franqueado por mi hermano y por mí, la Torá fue introducida a su nuevo destino y hoy sigue estando en el templo de la calle Arcos, en la Ciudad de Buenos Aires».

En su relato, Schmoller no quiso dejar de mencionar a su padre quien, como muchos otros judíos alemanes, combatió durante la Primera Guerra Mundial en el ejército alemán y pese a haber sido condecorado con la Cruz de Hierro, años más tarde sería considerado un enemigo por el mismo país que le había reconocido su valor en el combate.

Respecto al negacionismo del Holocausto, Schmoller opinó: «Sólo un malvado, lleno de odio y resentimiento puede ignorar o negar lo ocurrido. Existen un sinfín de pruebas, fotos, películas y testimonios de sobrevivientes que no dejan duda alguna». Tras contar que en una visita a Berlín pudo ubicar la tumba de su bisabuelo en un cementerio, Schmoller expresó: «Los que niegan a la Shoá (Holocausto) son unos necios mentirosos. Es gente llena de un odio enfermizo». «Lo acontecido debe quedar grabado en la memoria de la humanidad, para que nunca vuelva a acontecer», dijo con un fuerte acento alemán.

Consultado sobre el genocida fallecido, Erich Priebke, el sobreviviente opinó que «debe dejarse de hablar de él». «Que no quede recuerdo alguno de sus hazañas criminales. Que quede totalmente olvidado. Que haya un total silencio. Como si nunca hubiera existido», puntualizó.

En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, hordas nazis llevaron a cabo, con la anuencia de las autoridades alemanas y austríacas y ante la total inacción policial, el pogrom denominado “Kristallnacht”. Sobre esos días, Schmoller reflexionó: «Cada año hay menos gente que lo haya vivenciado en forma consciente».

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