La investigación de una periodista y un coleccionista acerca de los niños nacidos bajo la órbita del plan nazi Lebensborn es el argumento de “Huérfanos del mal”, un libro escrito por el francés Nicolás d’Estienne d’Orves.
La obra, publicada en febrero en España, se presentará en la Argentina el próximo mes y su autor aseguró a la Agencia Judía de Noticias (AJN) que eligió el tema no sólo por la fuerza dramática y la carga emocional que refiere, sino también porque "es uno de los hechos menos conocidos y más dolorosos de la Segunda Guerra Mundial".
D´Estienne d’Orves expresó que en su “locura” los nazis no quisieron nada más eliminar una parte de la humanidad sino que también "querían crear un nueva humanidad", y consideró que todavía hay una vigencia del tema porque muchos de los niños nacidos bajo ese plan aún viven.
"Son víctimas también, a su manera, del desenfreno y la perversión de los nazis. Son el resultado de un experimento científico", afirmó el escritor respecto de los más de 200 mil niños nacidos bajo el plan Lebensborn.
El autor relató las dificultades que tuvo para acceder a fuentes de información, porque la SS, la policía del régimen de Adolf Hitler, “destruyó sistemáticamente todos los archivos". También aseguró que no existen muchos documentos del plan debido a que  "todavía los alemanes sienten el peligro" y los mantienen en secreto.
Aunque pasó más de medio siglo desde la caída del nazismo, D´Estienne d’Orves dijo que sigue siendo un tema de actualidad porque "la creación de una humanidad perfecta es un fantasma continuo".
El autor sostuvo que la clonación y manipulación genética existen para “recordarnos que hay que estar atentos a las utopías científicas".
La principal fuente argumental de "Huérfanos del Mal" es un informe realizado en 1975 por dos periodistas franceses titulado "En nombre de la raza", donde se documentó el plan del régimen nazi llamado Lebensborn, "fuente de vida".
El programa se implementó en 1935 y el objetivo era unir a los soldados de las SS con mujeres arias que cumplieran con ciertos requisitos (cabellos rubios, ojos claros y una estatura mínima de 1.60 metros) para que engendraran hijos, que formarían parte de la "raza perfecta".
Se construyeron centros secretos donde las mujeres tenían a sus hijos, que a  los tres meses pasaban a manos de familias del régimen, porque eran considerados propiedad del Tercer Reich.
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