Agencia AJN.- Los manifestantes en la ciudad drusa de Suwayda, en el sur de Siria, han planteado un extraño desafío al régimen sirio durante la última semana y media. Las protestas han sido documentadas en línea en varios videos desde principios de diciembre. Si bien es difícil juzgar su alcance o tamaño, el hecho que haya protestas abiertas frente a la sede del régimen Baaz es significativo.

Según Suwayda24 y otros medios, los manifestantes irrumpieron en la oficina del gobernador alrededor del 4 de diciembre y tomaron imágenes que representaban al régimen, incluidas fotos del presidente sirio Bashar Assad. Un informe en Middle East Eye señaló: “Sweida [Suwayda] disfruta de un gobierno semiautónomo donde milicianos drusos conocidos como Rijal al-Karameh (Hombres de Dignidad) son en gran parte responsables de su seguridad”.

Las protestas han sido provocadas por las dificultades económicas generalizadas. Según un informe, decenas de manifestantes se reunieron en una plaza principal de la ciudad y condenaron la incapacidad del gobierno para brindar mejores condiciones de vida. Los manifestantes también llamaron a los sirios de todo el país a la huelga.

Los manifestantes se quejaron de la presencia rusa e iraní en la zona, según un informe. El sitio de periodismo de base Frente Popular señaló el 5 de diciembre: “Las fuerzas de seguridad respondieron a las protestas abriendo fuego contra los manifestantes con balas reales, matando a un hombre de la localidad”.

Las protestas se producen en un momento complejo para Siria. El domingo por la noche hubo informes de un ataque aéreo en Tel Khalib, al sudeste de Suwayda, según el Centro de Investigación y Educación Alma.

Esto indica además que los disturbios en el sur de Siria, en áreas que nunca estuvieron bajo el control de los rebeldes, siguen siendo un desafío. El área drusa del sur de Siria generalmente apoyaba al régimen de Assad porque los residentes sabían que algunas de las facciones rebeldes sirias estaban compuestas por extremistas que discriminaban a las minorías.

En julio de 2018, ISIS fue acusado de realizar un ataque masivo en Suwayda, matando a más de 200 personas y secuestrando a mujeres. Esto fue una reminiscencia de los ataques de ISIS contra los yazidíes en Irak, con la nota importante de que el régimen sirio no pudo proteger a Suwayda.

Varios años después de ese ataque, las personas que viven en el sur de Siria siguen careciendo de seguridad.

Las fuerzas iraníes se han apoderado de parte del área, incluida Hezbollah, hipotecada por Siria a Irán para pagar el apoyo de Irán al régimen. También hay pandillas masivas que trafican drogas, que a veces chocan con las fuerzas de seguridad jordanas. Además, Estados Unidos tiene una guarnición en Tanf, Siria, cerca de la frontera entre Jordania e Irak.

Hay amenazas continuas de ISIS en el área, en medio de una interacción compleja entre las antiguas facciones rebeldes sirias que se reconciliaron con el régimen en 2018, las tropas pro régimen y las fuerzas rusas desplegadas en el área.

Cuando el régimen sirio era débil, dependía de las minorías en áreas como Suwayda para vigilar sus propias áreas e invitaba a otros grupos al vacío de poder.

Como resultado, grupos como los drusos estuvieron mayormente solos durante la guerra. Después de que haya terminado, todavía no hay dividendos de paz ni recompensa por ponerse del lado del régimen.

Mientras que algunas facciones rebeldes sirias en el Sur se reconciliaron con el régimen, otros rebeldes se dirigieron al Norte, a Idlib. Otros fueron a Afrin, un área ocupada por Turquía en 2018, donde les dieron tierras kurdas que Turquía había limpiado étnicamente. En cierto sentido, eso fue una compensación.

Los que se quedaron han visto su área invadida por grupos pro iraníes, rusos y traficantes de drogas, grupos que se benefician de los vínculos con el régimen.

Ese es el trato que siempre ofreció el régimen sirio. Nada ofrece, excepto que los grupos no serán masacrados ni limpiados étnicamente. El régimen les dice a los grupos, especialmente a las minorías como los alawitas, los cristianos, los drusos o los kurdos, que si no apoyan al régimen, sus ciudades y pueblos antiguos serán destruidos. Solo tienen que mirar lo que ISIS hizo en las áreas que gobernó, o en las áreas que Turquía se ha apoderado, para tener una idea de sus opciones.

Este desafío se remonta muchos años atrás, no solo a las masacres de ISIS en 2018, que enviaron un mensaje claro: quédense con el régimen o sufran un genocidio.

Un artículo del Instituto de Política del Cercano Oriente de Washington de 2015 señaló: “Los drusos en Suwayda se dividen actualmente en tres bandos: los que están del lado del régimen, los que rechazaron el servicio militar y optaron por defender la provincia por sí mismos y los que siguen siendo neutrales”.

Los ataques a los drusos en Idlib en 2015 y más amenazas a la aldea drusa de Khader cerca de las Alturas del Golán en 2017 les demostraron a los grupos minoritarios que si no se apegaban al régimen, serían asesinados.

Por otro lado, hoy su poder e influencia en Damasco parece haberse erosionado. A pesar de los sacrificios durante la guerra por parte de comandantes drusos como Issam Zahreddine, que murió luchando en Deir ez-Zor, la situación general de áreas como Suwayda sigue siendo desesperante.

Además, el régimen sirio está luchando bajo sanciones internacionales y presión política. Eso significa que la gente promedio también tiene poco acceso a los recursos. El régimen responde permitiendo la influencia de los iraníes y otros forasteros que quieren saquear lo que queda de Siria. El régimen quiere permanecer en el poder y sabe que muchos de los que están bajo su control están exhaustos después de una década de guerra o se oponen al régimen y están enojados, como parece estar la gente en Suwayda.