Agencia AJN.- El presidente estadounidense, Donald Trump, rechazó las acusaciones de que comparó a los supremacistas blancos y a los que protestaron contra ellos en Charlottesville, Virginia, como «una mentira desagradable».
 
Trump criticó al senador republicano Lindsey Graham por las declaraciones que hizo sobre la postura del presidente sobre la violencia y la muerte de Heather Heyer, la mujer que fue asesinada cuando fue atropellada por un automóvil de un supremacista blanco.
 
Graham, quien no se enfrenta a la reelección hasta 2020, destacó que el presidente «dio un paso atrás al sugerir una equivalencia moral entre los neonazis de la supremacía blanca y los miembros de Ku Klux Klan que asistieron al mitin de Charlottesville».

«Muchos republicanos no están de acuerdo y lucharán contra la idea de que el partido de Lincoln tenga una estera de bienvenida para los David Dukes del mundo», agregó Graham, refiriéndose al ex líder de Ku Klux Klan.
 
Trump respondió el jueves en Twitter: «La publicidad falsa de Lindsey Graham dice que yo declaré que hay equivalencia moral entre el KKK, los neonazis y los supremacistas blancos y gente como la Sra. Heyer».
 
El presidente lo calificó como «una mentira tan desagradable» y agregó: «Él simplemente no puede olvidar su trucamiento electoral. La gente de Carolina del Sur seguro lo recordará».
  
En un tweet aparte, Trump acusó a «The Fake News» de distorsionar «lo que digo sobre el odio, la intolerancia, etc.
 
Trump ha reconocido que hubo «gente muy mala» en la manifestación del sábado, pero también resaltó que había «gente muy buena» en ambos lados. La ecuación del presidente de grupos extremistas de odio y manifestantes de izquierda logró condenar a todo el espectro político estadounidense.

Mientras tanto, el primer ministro Benjamín Netanyahu se vio sometido a una creciente presión para expresarse en contra de la respuesta de Trump a la violencia cargada de racismo y a la manifestación antisemita en Charlottesville.
 
El cercano silencio de Netanyahu sobre la marcha protagonizada por nacionalistas blancos antisemitas -y la afirmación de Trump de que «ambos bandos» son responsables de la violencia- parece reflejar el deseo del primer ministro de permanecer en las buenas gracias del asediado presidente de Estados Unidos.
 
Pero la renuencia de Netanyahu a hablar sobre un tema tan importante lo ha diferenciado de los crecientes rangos de líderes israelíes que han sido francos en su ira, y se arriesga a alienar a líderes judíos estadounidenses ya alejados por ciertas políticas israelíes.

Un creciente coro de políticos de la oposición, comentaristas e incluso socios de la coalición ha instado a Netanyahu a adoptar una postura más fuerte, incluso con el riesgo de antagonizar al presidente.
 
Aunque Netanyahu, que se ve a sí mismo como un líder de la comunidad judía mundial, normalmente se apresura a combatir el antisemitismo, esperó tres días para reaccionar ante la violencia en Charlottesville con una declaración relativamente en Twitter: «Indignados por las expresiones de antisemitismo, neonazismo y racismo, todo el mundo debe oponerse a este odio», evitando cualquier mención del presidente o de Charlottesville.