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Efemérides | Un día como hoy nacía Golda Meir, la única mujer que llegó al cargo de primera ministra de Israel

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Agencia AJN.- Hoy se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Golda Meir, líder sionista laborista, diplomática y cuarta primera ministra del Estado de Israel.

Nació como Golda Mabovitch en Kiev (Ucrania) el 3 de mayo de 1898 siendo la séptima de los ocho hijos de la familia. El padre emigró a Estados Unidos en 1903 y en 1906 llevó a su familia a Milwaukee, Wisconsin, cuando Golda tenía 8 años. Allí ella hizo sus estudios, hasta que seis años después se fue a vivir a Dember a la casa de su hermana casada, donde conoció a Morris Myerson, con quien se casaría años después, el 24 de diciembre de 1917.

Luego de un año de vivir allí, regresó a Milwaukee y a los estudios en el «North Division High School», donde se graduó en 1915 y se convirtió en un miembro activo de la juventud de Poalei Zion, que más tarde se convertiría en Habonim, el movimiento juvenil sionista laborista. En 1916 y parte de 1917 asistió a la Escuela Normal Wisconsin State College of Milwaukeey y, tras su graduación, impartió clases en las escuelas públicas de Milwaukee hasta que en 1921 emigró a Eretz Israel (la tierra de Israel) junto a su esposo, estableciéndose en el kibutz Merjavia.

Estuvieron allí cuatro años y Golda realizó trabajos agrícolas. En 1924 se trasladaron a Jerusalem, luego de una corta estada en Tel Aviv, donde ambos consiguieron trabajo en la empresa constructora de la Histadrut (Confederación General de Trabajadores), Solel Bone.

Luego de poco tiempo nacieron los dos hijos del matrimonio: Menájem (1924) y Sara (1926). Fue en ese entonces cuando Golda comenzó a desempeñar una serie de cargos como funcionaria de la Histadrut pasando a ser miembro de su «círculo interno» y siendo muy activa en los programas gremiales y de bienestar. También comenzó a participar de la tarea de recolección de fondos y viajo en 1932 y 1934 a los Estados Unidos para ese fin.

Al regresar se integró al comité ejecutivo de la central sindical y fue nombrada jefa de la sección política para promover los objetivos sionistas, como la inmigración judía sin limitaciones a Eretz Israel. Ocupo esos cargos hasta Iom Haatzmaut junto a David Ben-Gurión, Moshé Sharet y Berl Katzenelson, y luego fue elegida delegada del Partido Laborista, designación que fue importante para la formación de su futuro rol en el liderazgo de la política israelí.

Sus obligaciones laborales y políticas la fueron alejando de su esposo, de quien luego se separó, aunque nunca se divorciaron. Morris Myerson falleció de un ataque al corazón en 1951.

Cuando en 1946, la mayor parte de los altos líderes de la comunidad judía fueron detenidos por las autoridades británicas, Golda Meir reemplazó a Moshé Sharett como titular interina del departamento político de la Agencia Judía hasta el establecimiento del Estado en 1948. De ahí en adelante se desempeñó tanto en la política sionista laborista interna como en los esfuerzos diplomáticos, incluyendo su encuentro secreto, sin éxito, con el rey Abdulah de Jordania en vísperas de la invasión árabe a Israel en 1948, en un intento por lograr un acuerdo y evitar la guerra.

En junio de 1948, Golda Meir fue nombrada primera embajadora de Israel en la Unión Soviética, cargo que cumplió durante menos de un año, pues luego fue electa miembro de la primera Knesset – parlamento israelí – en las elecciones de 1949. También integró el gobierno como ministra de Trabajo y Seguro Nacional hasta 1956, años de una gran inmigración masiva y alto desempleo, en el que implementó políticas de bienestar social, de vivienda subsidiada a los inmigrantes y programó que pudieran integrarse al mercado laboral.

Entre los años 1956 y 1966, Golda Meir fue la ministra de Relaciones Exteriores, iniciando la política israelí de cooperación con las naciones africanas que se habían independizado, trasladándoles la experiencia de desarrollo de Israel, a la vez que mejoró las relaciones con los Estados Unidos y estableció relaciones bilaterales con los países de América Latina.

En 1966 fue designada secretaria general de Mapai y en 1968 del Alineamiento de los tres sectores del laborismo sionista que se habían unido. Ante el fallecimiento del primer ministro Levi Eshkol en febrero 1969, Golda Meir era la «candidata de consenso» para sucederle y asumió el cargo el 17 de mayo. En su primer discurso en la Kneset dijo: «Estamos dispuestos a hablar de paz con nuestros vecinos en cualquier momento y sobre todos los aspectos».

En las elecciones para la sexta Knesset, en octubre de 1969, condujo a su partido a la victoria, obteniendo 56 parlamentarios. Poco después de haber asumido el cargo, la Guerra de Desgaste de acciones militares esporádicas a lo largo del Canal de Suez trajo un período de tres años de tranquilidad, que se rompió recién en octubre de 1973 con la Guerra de Yom Kipur.

Como primera ministra, Golda Meir concentró gran parte de sus energías en el frente diplomático mezclando diestramente la diplomacia personal con el hábil manejo de los medios de comunicación. Dotada de una voluntad de acero, una cálida personalidad y una imagen de abuela, llevó a cabo una retórica simple, pero muy efectiva, cuando solicitó, con éxito, ayuda financiera y militar en cantidades sin precedentes a los Estados Unidos.

Durante la Guerra de Iom Kipur, iniciada en octubre de 1976, Golda Meir demostró un fuerte liderazgo durante el sorpresivo ataque conjunto de las tropas sirias y egipcias, asegurando un envío aéreo de armas estadounidenses. También se mantuvo firme durante las negociaciones de separación de fuerzas y la rápida devolución de prisioneros de guerra. Debido al efecto causado en la población israelí por el sorpresivo ataque recibido, se estableció una comisión investigadora, la Comisión Agranat, la que la exoneró de la responsabilidad directa por la falta de preparación de Israel para esa la guerra. En diciembre de 1973 se llevaron a cabo las elecciones para elegir la séptima Knesset, en las que su partido triunfó y fue reelegida primera ministra.

Pese a esto y al dictamen de la Comisión Agranat, Golda Meir consideró que era «el deseo del pueblo» cambiar la conducción del país y renunció a su cargo a mediados de 1974, retirándose de la política y comenzando a escribir sus memorias. En noviembre de 1977 fue invitada por el primer ministro Menajen Begin a participar de los actos de recepción al presidente egipcio Anwar Sadat en su visita histórica a Jerusalem y estuvo presente cuando Sadat dio su discurso en la Knesset. Poco más de un año después, el 8 de diciembre de 1978, Golda Meir falleció a los 80 años.

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El Levantamiento del Gueto de Varsovia: «La primera rebelión civil urbana en la Europa ocupada»

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Agencia AJN.- Estas líneas están motivadas en el recuerdo y homenaje a los héroes del Levantamiento Del Gueto De Varsovia del 19 de abril de 1943.

Aquel día del comienzo de «la primera rebelión civil urbana en la Europa ocupada» fue en la víspera de Pesaj, la misma festividad de la libertad que hoy estamos transitando quienes pertenecemos al pueblo judío, celebración que en aquel infierno inimaginable de privaciones, pena y dolor no fue dejada de lado.

Por el contrario, son muchos los testimonios que dan cuenta que la tradición fue sostenida frente a toda adversidad y que como a lo largo de la milenaria y riquísima historia del pueblo judío fueron la profunda creencia en los valores de su identidad, la convicción en defensa de la dignidad, la firmeza en la consagración de la vida por sobre todo y la esperanza en el futuro los pilares inspiradores de aquel acto de resistencia que se considera heroico por la decisión y audacia con que se llevó a cabo a sabiendas de la desventaja en la que se hallaban.

Aquella valiente respuesta que se sumó a las infinitos actos de rebeldía pasivas ejercidas por miles desde la llegada del nazismo la encarnaron y ejecutaron los jóvenes que presentaron resistencia armada al opresor nazi que desplegaba su «aktion» de aniquilamiento del Gueto de Varsovia en cumplimiento de la Solución Final diseñado para terminar con la vida judía en Europa.

Los datos dicen que fueron solo un total de setecientos cincuenta jóvenes combatientes los liderados por Mordechai Anielewicz que se enfrentaron a los nazis, causando daños impensados y retrasando casi en un mes sus planes de muerte. A ellos se les unió el resto de los judíos que quedaban en el Gueto. Para el 16 de mayo 55.065 judíos fueron aniquilados y ese fue el final del Gueto de Varsovia.

El día de hoy tiene un nombre, fue consagrado por el Parlamento de Israel en 1951, seis años después de finalizada la guerra. Se llama en hebreo Iom Lashoa Velagvurá, Día de la Memoria del Holocausto y el Heroísmo.

El Holocausto ha asumido el rol de símbolo universal de todo mal porque representa la forma más extrema de genocidio, porque contiene elementos sin precedente.

La invasión rusa a Ucrania con el manto de muerte y destrucción que se despliega ante nuestros ojos nos trae al presente lo peor de aquellos tiempos que hoy recordamos. Se trata como con crudeza lo explica el ACNUR de la peor crisis humanitaria después de la segunda guerra mundial.

Somos testigos de una guerra que sin disimulo busca la destrucción de una nación. Hay un país agresor que comete crímenes de guerra atentando contra la población civil, que provoca masacres y violaciones de derechos humanos en forma cotidiana donde niños, mujeres y personas mayores son víctimas solo por su identidad. Un estado brutal que tiene como objetivo claro el aniquilamiento de un pueblo, dominando su tierra, acabar con su acervo cultural y su historia ancestral.

Nos interpela porque vemos espantados la acción insuficiente de muchos en detener la barbarie. También el silencio y las contradicciones de muchos otros, como la de nuestro país, frente al desesperado pedido de auxilio de la víctima que al final del día queda en soledad absoluta.

Nos interpela porque observamos también que el antisemitismo no ha desaparecido y lejos está de hacerlo. Las denuncias de hechos violentos se suceden en todo el universo sin solución de continuidad.

Nos Interpela y nos debe ocupar la aparición de líderes autoritarios y xenófobos que jaquean a las democracias. Y vemos también que países que violan los derechos humanos en forma descarada y sistemática son tratados en igualdad y sin reparos. Defendidos e incluso tomados como modelos y ejemplos.

Tras la hecatombe que representó la segunda guerra mundial y la Shoá perpetrada por el nazismo nació la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un paso enorme de la humanidad para su desarrollo. La obligación de todos es fortalecerla y profundizar ante los embates de quienes la ignoran y la violan sistemáticamente.

Recordar este día nos conmina a pensar que significó el nazismo como negación máxima de la democracia, de adoración y sumisión al dictador, de destierro de la libertad y desprecio por la vida. Demonización, prohibición y persecución de la actividad política, silenciamiento de la prensa y la libertad de expresión, sustitución de la educación y el pensamiento crítico por adoctrinamiento y el fanatismo irracional. Aplicación de la coerción, extorsión y el miedo como conducta permanente para dominación de la sociedad. La anulación de la cultura, el pensamiento, la discusión y el disenso. La admiración por el discurso hegemónico con la mentira y manipulación como herramientas fundamentales y necesarias. Degradación de la diversidad y aceptación de la exclusión y discriminación.

Y finalmente la búsqueda permanente del enemigo para justificarse. Eso fue el nazismo que no podemos ni debemos olvidar cuando recordamos el pasado que nos duele.

Enseña el historiador francés Jaque Le Goff que la memoria intenta preservar el pasado solo para que le sea útil al presente y a los tiempos venideros. Procuremos que la memoria colectiva sirva para la liberación de los hombres y no para su sometimiento.

En definitiva, caeremos en el error de convertir los actos de recuerdo en meros rituales de repetición si no somos capaces de capitalizar para el bien las enseñanzas del pasado.

Se trata sobre todo de educar en valores humanos, en derechos humanos y por el desarrollo humano. Los tres van de la mano indefectiblemente.

Fuente: Perfil.
Autor: Claudio Avruj.

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Efemérides. Un día como hoy: Se conmemora el aniversario del levantamiento del Gueto de Varsovia

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Agencia AJN.- Hoy, 19 de abril, se cumple un nuevo aniversario del inicio de una de las gestas más heroicas del pueblo judío: el Levantamiento del Gueto de Varsovia (foto del monumento que recuerda la epopeya, en el memorial Yad Vashem de Jerusalem), en el cual una cantidad menor al millar de personas enfrentó durante casi un mes y en medio de la Shoá al poderoso ejército nazi, sin contar con grandes pertrechos bélicos y en abierto desafío a toda lógica y probabilidades de éxito.

Luego que los nazis se apoderaron de Polonia, a partir de fines de 1939, la población judía comenzó a ser confinada en zonas cercadas, denominadas “guetos”, territorialmente pequeños para la cantidad de personas que allí eran concentradas.

El mayor de los establecidos por los nazis fue el de Varsovia, al cual fueron enviados casi 400.000 judíos en 1940.

Entre fines de julio y principios de septiembre de 1942 los nazis trasladaron a 265.000 de ellos al campo de exterminio de Treblinka y a algo más de 11.000 a campos de trabajo; en cambio, autorizaron a 35.000 personas a permanecer en el gueto, a quienes deben sumarse entre 20.000 y 25.000 que estaban escondidas.

Durante el traslado fueron asesinados unos 10.000 judíos por los nazis y sus tropas auxiliares.

Los 60.000 que quedaron sabían que su deportación era inevitable y los jóvenes integrantes de los movimientos sionistas comenzaron a organizarse con la finalidad de resistir el traslado y establecieron dos agrupaciones clandestinas de autodefensa armada: la Organización Judía de Combate (Zydowska Organizacja Bojowa, ZOB), integrada por socialistas, y la Unión Militar Judía (Zydowski Zwiazek Wojskowy, ZZW), conformada por revisionistas integrantes del movimiento juvenil Betar.

Si bien en un principio hubo diferencias entre sus miembros, las mismas fueron dejadas de lado ante el inminente traslado del resto de los habitantes del gueto.

En octubre de 1942, el comandante en jefe de las Schutzstaffel (SS), Heinrich Himmler, ordenó “liquidar el gueto de Varsovia” y sus tropas decidieron iniciar la última deportación el 18 de enero de 1943.

Ese día, mientras unos 6.000 judíos eran llevados al lugar de concentración para subirlos a los trenes que los llevarían a Treblinka, un grupo de activistas del ZOB y el ZZW se infiltraron entre ellos y atacaron a los guardias; si bien la mayoría murió en el ataque, los nazis se desorientaron y los judíos pudieron escapar y esconderse en el gueto.

Las autoridades ocupantes decidieron suspender momentáneamente la deportación, período que el ZOB y el ZZW utilizaron para construir búnkeres y conseguir armas del movimiento clandestino militar polaco (Armia Krajowa, Ejército Nacional), que luego de varios meses les proveyó una pequeña cantidad; en su mayoría, pistolas y explosivos.

Los nazis decidieron reiniciar la deportación el segundo día de Pesaj, coincidente ese año con el 19 de abril, y cuando intentaron ingresar al gueto fueron repelidos por las fuerzas de autodefensa judías, que se estima que sumaban unos 750 miembros (500 del ZOB y 250 del ZZW), lideradas por Mordejai Anilevich, dando inicio a lo que se denominaría como “el Levantamiento del Gueto de Varsovia”.

Armados con pistolas, granadas -muchas de ellas de fabricación casera- y unas pocas armas automáticas y rifles, los combatientes sorprendieron a los alemanes y sus tropas auxiliares el primer día de lucha: forzaron su retirada del gueto y les propinaron 12 muertes y una importante cantidad de heridos.

Ese hecho obligó a los nazis a enviar a su ejército para vencer a quienes los enfrentaban: dos días después iniciaron el contraataque, edificio por edificio, mientras las fuerzas de autodefensa judías efectuaban ataques esporádicos desde sus búnkeres y les provocaban bajas.

El 8 de mayo, los nazis atacaron el comando del ZBO, en la calle Mila 18, en cuya defensa murió Anilevich, y lograron su objetivo de vencer a la resistencia judía ocho días después.

El general de las SS Jürgen Stroop, que estaba al frente de la represión, les informó a sus superiores que habían capturado a 56.065 judíos y destruido 631 búnkeres y que había ordenado la destrucción de la Gran Sinagoga de la calle Tlomacki para simbolizar su victoria.

Se calcula que unos 7.000 judíos fueron asesinados por los nazis durante el alzamiento, otros tantos fueron deportados a Treblinka, donde casi de inmediato fueron ejecutados en las cámaras de gas, y que a los 42.000 restantes los enviaron al campo de concentración de Majdanek, en Lublin, y a los de trabajos forzados de Poniatowa, Trawniki, Budzyn y Krasnik, donde en su gran mayoría también fueron eliminados con el paso de los meses.

El Levantamiento del Gueto de Varsovia fue el inicio de rebeliones en otros guetos -por ejemplo, los de Bialystok y Minsk- y también en campos de exterminio como Treblinka y Sobibor.

Tras la creación del Estado de Israel, su Parlamento, la Knesset, estableció el 12 de abril de 1951 que el 27 de nisán de cada año sería Iom HaShoá Vehagvurá, un día especial dedicado a recordar a las víctimas del genocidio y los actos de heroísmo durante esa terrible época.

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