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Cultura

Judoka israelí ganó el oro en Abu Dhabi sin su bandera ni haciendo sonar el himno

Agencia AJN.- Tal Flicker ganó la competencia de categoría de menos de 66 kilogramos en el Grand Slam de judo de Abu Dhabi el jueves, pero tuvo que hacerlo bajo la bandera de la Federación Internacional de Judo.

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Judo Tal Flicker

Agencia AJN.- El judoka israelí Tal Flicker escaló la cima del podio y recibió su medalla de oro el jueves, pero el himno nacional de Israel no se tocó y la bandera azul y blanca no se levantó en Abu Dhabi.

El deportista de 25 años ganó la competencia de categoría de menos de 66 kilogramos en el Grand Slam de judo de Abu Dhabi, pero tuvo que hacerlo bajo la bandera de la Federación Internacional de Judo (IJF), y los organizadores del evento se negaron a permitir a los israelíes para competir bajo la bandera de su país.

Los organizadores alegaron que, por razones de seguridad, los israelíes no pueden tener su bandera en su uniforme de judo y en lugar de tener ISR (Israel) por sus nombres en el marcador y en sus espaldas, tendrían que participar como representantes del IJF. Por la misma razón, explicaron que si un israelí gana una medalla de oro, el himno nacional, Hatikva, no se tocará.

El presidente de la Federación Internacional de Judo, Marius Vizer, envió una carta a los organizadores el lunes exigiendo que «la delegación israelí sea tratada de manera absolutamente igual en todos los aspectos».

Eso no desmotivó a Flicker, ni tampoco a la israelí Gili Cohen, quien también ganó una medalla de bronce en la competencia femenina de menos de 52 kilos.

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Cultura

Esta tarde comienza Jánuca, la festividad de las luminarias

Agencia AJN.- El ritual establecido para la celebración indica que al iniciarse el día hebreo, es decir a la noche, debe prenderse el primer día una vela o luminaria, el segundo día dos, y así sucesivamente hasta llegar a las ocho velas.

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Agencia AJN.- Desde el atardecer del 7 de diciembre y durante ocho días, el mundo judío celebrará Jánuca, la fiesta de las luminarias.

En el siglo II antes de la Era Común, la Tierra de Israel estaba bajo el gobierno greco-sirio de Antíoco, quien pretendió terminar con la observancia de los Bnei Israel (Hijos de Israel), para lo cual estableció una serie de leyes a fin de asimilarlos a la cultura griega de la época. Para ello declaró ilegal la observancia de las mitzvot (preceptos), en especial el Brit Milá (circuncisión), el Shabat y el estudio de la Torá, castigando a los transgresores con la pena de muerte.

No fueron pocos los miembros del pueblo judío que aceptaron esas disposiciones y comenzaron a “helenizarse”; es decir, asimilarse a la cultura griega abandonando la de su propio pueblo, mientras que otros trataban de adaptarse sin perder su peculiaridad.

Pero hubo un hecho que significó el inicio de una revuelta al poder de Antíoco, la profanación del Templo de Jerusalem, sacrificando un cerdo a un dios del panteón griego. Si bien en un comienzo fueron unos pocos, liderados por Matitiahu y luego por su hijo Yehuda el Macabeo, los que comenzaron a enfrentar al ejército griego acantonado en Eretz Israel (la Tierra de Israel) lo hicieron en forma de guerrillas desde las colinas de Judea, obteniendo un triunfo que puede considerarse milagroso debido a la disparidad de las fuerzas, que al cabo de tres años culminaron con la derrota del ejército más poderoso de aquella época y pudieron ingresar a la ciudad de Jerusalem, donde encontraron el Templo Sagrado en ruinas y profanado con ídolos.

Los macabeos lo limpiaron y el 25 de kislev, que de acuerdo al calendario hebreo es el sábado 28 de noviembre, al anochecer, lo reinauguraron. Debido a que la palabra inauguración en hebreo es Jánuca, a partir de ese momento anualmente comenzó a conmemorarse esa victoria. Este año la festividad continúa hasta el lunes 6 de diciembre, antes que anochezca.

El problema que les surgió a los macabeos fue el encendido de la Menorá, el sagrado candelabro del Templo, ya que no había aceite puro suficiente, pues solo encontraron una vasija que llevaba el sello del Sumo Sacerdote y que duraba un solo día, pero de acuerdo a los textos el contenido de esa única vasija de aceite puro milagrosamente duró 8 días, el tiempo necesario para producir un nuevo suministro.

El ritual establecido para la celebración indica que al iniciarse el día hebreo, es decir a la noche, debe prenderse el primer día una vela o luminaria, el segundo día dos, y así sucesivamente hasta llegar a las ocho velas o luminarias, añadiendo en la oración de Shajarit (de la mañana) el Halel completo, una oración de alabanza integrada por una serie de salmos del rey David, incluyendo las bendiciones anteriores y las que se encuentran a su término.

En la oración denominada Amidá, que se pronuncia a la noche, a la mañana y la tarde de estos ocho días, se agrega un texto especial: Veal Hanisim (Y por los milagros), una declaración de agradecimiento por los milagros ocurridos en Jánuca, en la sección de Avodá, que también está dedicada a expresar sentimientos de gratitud similares.

Al ser los días de Jánuca festivos, no se recita la oración Tajanún después de la Amidá de Shajarit (matutino) y de Minjá (de la tarde).

Durante los ocho días de la festividad se leen textos específicos del Séfer Bamidvar (Números), donde se relata cómo los dignatarios de Israel, que eran los jefes de las tribus, ofrecieron sus sacrificios inaugurales del Tabernáculo y el primer encendido de la Menorá por parte de Aarón.

El texto está dividido en 8 secciones, y los días de semana suben 3 personas a la Torá; en Shabat el texto correspondiente a ese día se lee como Maftir y en los días de Rosh Jodesh Tevet se lee primero la sección de Rosh Jodesh y luego la correspondiente a Jánuca, subiendo a la Torá 4 personas.

En Jánuca se puede trabajar normalmente como en el resto de los días hábiles. Se acostumbra que las mujeres no realicen labor alguna la primera media hora luego del encendido de la Januquiá (candelabro especial de esta festividad).

Es costumbre de Jánuca aumentar la tzedaká (caridad) y jugar, especialmente los niños, con el dreidl o sevivón, especie de perinola confeccionada para la festividad.

De acuerdo a la tradición, como los griegos habían prohibido el estudio de la Torá, los miembros del Am Israel los desobedecieron, pero cuando se acercaban los helenistas, escondían los textos y jugaban con un dreidl o sevivón.

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Cultura

Se conmemoran 85 años de «La noche de los cristales rotos», el mayor pogrom de la historia

Agencia AJN.- A un mes de la masacre de Hamás que terminó con la vida de 1.400 israelíes, el mundo judío recuerda la noche en la que más de mil sinagogas fueron quemadas por el nazismo.

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Agencia AJN.- En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 se perpetró la Kristallnatch (La noche de los cristales rotos), el mayor pogrom de la historia, en manos de la Alemania nazi.

En aquella fatídica noche, se destruyeron y lincharon negocios y establecimientos de propiedad judía, así como sinagogas, por parte de las fuerzas de seguridad del nazismo y la población civil.

Presentado por los responsables nazis como una reacción espontánea de la población tras el asesinato, el 7 de noviembre de 1938, de Ernst vom Rath, secretario de la embajada alemana en París por un judío polaco de origen alemán, Herschel Grynszpan, los ataques fueron cometidos por miembros de la Sturmabteilung (SA), la Schutzstaffel (SS) y las Juventudes Hitlerianas, apoyadas por el Sicherheitsdienst (SD), la Gestapo y otras fuerzas de la policía.

Estos pogroms fueron dirigidos contra los ciudadanos judíos y sus propiedades, así como también contra las sinagogas de todo el país. Los ataques dejaron las calles cubiertas de vidrios rotos pertenecientes a los escaparates de las tiendas y a las ventanas de los edificios de propiedad judía, lo que le da el nombre al episodio.

Al menos 91 ciudadanos judíos fueron asesinados durante los ataques y otros 30.000 fueron detenidos y posteriormente deportados en masa​ a los campos de concentración de Sachsenhausen, Buchenwald y Dachau. Las casas de la población judía, así como sus hospitales y sus escuelas, fueron saqueadas y destruidas por los atacantes. ​Más de 1000 sinagogas fueron quemadas —95 solo en Viena— y más de 7000 tiendas de propiedad de judíos fueron destruidas o seriamente dañadas.

La Kristallnacht fue seguida por una persistente persecución política y económica a la población judía, y es considerada por los historiadores como parte de la política racial en la Alemania nazi y el paso previo del inicio de la Solución Final y del Holocausto.

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