¿Qué mejor símbolo de vuelta a la normalidad que los titulares sobre la expropiacion de tierras en west bank, nuevos planes de construccion de viviendas y duras condenas de parte de la comunidad internacional?

No fue casual que el festivo anuncio de la apropiacion de tierras se hiciera el domingo a  la tarde durante el feriado por el dia del trabajo en los Estados Unidos. Si la bomba llegaba mientras la administración estadounidense estaba de vacaciones, tal vez nadie lo notaria cuando volvieran a trabajar, el martes a la tarde. Pero el truco no funcionó.

Los diplomáticos extranjeros expresaron que la última provocacion israeli era equivalente a ponerle un dedo en el ojo a la comunidad internacional, que apoyó a israel durante los 50 días que duro el conflicto en Gaza. Caundo comenzaban a reconstruir las partes del cuerpo dañado por la guerra, la decisión de confiscar mil terrenos en Gush Etzion puede comprarse a dispararse uno mismo en la pierna que recién ha sido perforada.

En vez de utilizar las semanas y meses siguientes para forzar una alianza anti-Hamas y pro-autoridades palestinas con Estados Unidos y Europa, el primer ministro Benjamin Netanyahu anuló toda posibilidad.

Con esa sola decision enmarcada como el castigo o la “apropiada reacción contra el sionismo” tras el secuestro y asesinato de tres jovenes judios en junio, Netanyahu quemó todos los esfuerzos del primer ministro palestino y puso a Israel contra el rincón, ese al que esta tan acostumbrado y que está habitado de ostracismo, obstinación y la irritacion de los países. La misma persona que dos semanas atrás habló sobre un “Nuevo horizonte diplomático” mostró gran ingeniudad para manejarse y hoy sujeta sus esperanzas en un horizonte distante y oscuro.

Por otra parte, el Likud bajo el mando de Netanyahu ha logrado beneficiarse con nuevos asientos en el Knesset, aunque sea en las encuestas, a expensas de partidos de centro como el Yesh Atid y el Laborista. Pero al mismo tiempo, está perdiendo votos del ala de derecho con los partidos satélite como “La casa judía” de Bennett y el Israel Beiteinu de Lieberman. La conclusion es que el apoyo del bloque del ala derechista y el ultraortodoxo  ha sumado el equivalente a 68 o 70 asientos, si las elecciones fueran hoy, lo que resulta en un incremento del diez por ciento del parlamento actual.
Esta es una temporaria e ilusoria situación posguerra. Si las elecciones fueran hoy, los votos de centro estarían dirigidos a los partidos de base, y los liberales votarían por el partido liberal y el mar será el mismo mar, como el predica el dicho.

Atento a este escenario, Netanyahu ha lanzado una campaña previa a los Santos Días Judíos para restaurar su posición en el camino a su campaña electoral.  La apropiación de tierras fue el primer movimiento hacia la captación de votantes del campo nacional. El Segundo será una serie de reuniones que el primer ministro está planeando llevar adelante con los activistas del Likud en todo el país y en su residencia de Jerusalem. De hecho, toda estar persuación política comenzó pocos meses atrás. Pero esto se rompió con los últimos eventos en materia de seguridad.  

El rango de posibles escenarios en relación al renovado frenesí  político entre los líderes del  Likud se extiende desde los moderados hasta los extremistas, que buscan una temprana elección en el parlamento que obligue a pelear por el liderazgo en el Likud. Adelantar las primarias es una táctica ya conocida de Netanyahu. Le gusta poner la alfombra bajo los pies de aquellos que están complotándose para destruirlo, o aquellos que el imagina que están desprestigiándolo. Hizo esto dos veces en la década pasada y de forma exitosa.