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Muere Grigory Kanovich, premiado autor que narró la judería lituana

Agencia AJN.- Se esforzó por contar la historia de su pueblo a pesar de la presión soviética.

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Kanovich Grigory

Agencia AJN.- Grigory Kanovich, un judío nacido en Lituania y autor galardonado que se esforzó por contar la historia de su pueblo a pesar de la presión soviética, murió el viernes a los 93 años en su casa en Tel Aviv.

El repertorio de Kanovich incluye más de 30 obras de teatro y guiones, una docena de novelas y varias colecciones de poemas y cuentos, casi todos dedicados a historias de judíos lituanos.

Kanovich nació en 1929 en el shtetl de Janova, un pueblo casi enteramente judío al norte de Kaunas, que fue la capital de la Lituania independiente en el período de entreguerras. En su juventud, la ciudad fue hogar de más de 3.000 judíos, el 80% de su población. Había cientos de tiendas propiedad de judíos, un banco judío y varias sinagogas y escuelas judías. Más de 2.100 judíos de Janova fueron asesinados en una serie de masacres en el verano de 1941.

La familia de Kanovich estuvo entre los afortunados y escapó durante el breve período de la ocupación soviética entre el pacto de no agresión ruso-alemán de 1939 y la invasión a la Unión Soviética por parte de Alemania en 1941. La familia viajó al Este a través de Letonia y se adentró más en el Asia Central controlada por los soviéticos, donde sobrevivió a la guerra.

Cuando terminó la guerra, Kanovich regresó a la región de su juventud para estudiar en la Universidad de Vilnius, pero el mundo que conocía allí desapareció para siempre. Ya en 1949 comenzó a poner sus pensamientos sobre esa pérdida por escrito, elogiando el mundo de los judíos de Lituania y documentando la nueva realidad judeosoviética.

Aunque escribió principalmente en ruso, sus obras entretejían el pensamiento talmúdico de las ieshivot de Lituania con el ingenio ídish que siguió siendo parte de la comedia soviética mucho después de la Shoá.

Soldados judíos en un Séder de Pésaj antes de la guerra en Utena, Lituania Yad Vashem Archives 183AO2

“Kanovich escribió sobre el destino del pueblo judío, sobre su relación con la cultura lituana y rusa. En el centro de sus obras está el ‘hombrecito’ que se opone obstinadamente al mal y para el autor encarna a una persona en general”, dijo una vez Wolfgang Kazak, un eslavista alemán, sobre la obra de Kanovich.

La primera trilogía de novelas de Kanovich, escrita entre 1974 y 1979 y basada en cuentos que escribió en 1959 y 1967, fue escrita a través de los ojos de un joven estudiante de ieshivá que navegaba por la Shoá.

“Kanovich escribió sobre la tragedia, pero sobre la tragedia de las personas que, incluso frente a la muerte inevitable, no perdieron su dignidad ni el sentido de pertenencia a su pueblo y su civilización”, escribió Vitaly Portnikov, un periodista y editor ucraniano, en un homenaje en Radio Svoboda, el servicio ruso de Radio Free Europe/Radio Liberty. “Nos llevó a los tiempos bíblicos, a los tiempos de las parábolas y los profetas. Nosotros, sus lectores, nos sentimos humanos, nos sentimos fuertes. Nos sentimos como si estuviéramos en vuelo.”

Los temas de la obra de Kanovich, como la nostalgia por un pasado impregnado de religiosidad y la lucha contra la asimilación, limitaron el alcance de su obra en la Unión Soviética: solo se permitió su publicación dentro de la República Socialista Soviética de Lituania, donde vivía. Aun así, se convirtió en el favorito de los judíos de toda la Unión Soviética. Después de la caída de la Cortina de Hierro, Kanovich fue elegido brevemente presidente de la comunidad judía de la recién independizada Lituania, pero como tantos otros judíos de Europa del Este, optó por emigrar a Israel en la década de 1990. Allí siguió escribiendo, sin dejar de contar la historia del shtetl lituano, y su trabajo se publicó en 2019.

“Era un extraño para los escritores rusos porque escribía sobre judíos. Y era un extraño para los escritores judíos porque escribía sobre aquellos judíos a quienes la literatura soviética no quería conocer ni notar: sobre los judíos del Libro y los hechos, sobre judíos que no solo no se avergonzaban de su origen, sino que tampoco se consideraban ‘hermanos pequeños’, no querían complacer al ‘hermano mayor’, contarle chistes estúpidos y compartir recetas de cocina”, escribió Portnikov.

Después de la caída de la Unión Soviética, Kanovich recibió el Premio de la Unión de Escritores de Israel y la Cruz de Comandante de la Orden del Gran Duque de Lituania Gediminas, uno de los más altos honores de Lituania, y fue nombrado Laureado con el Premio del Gobierno de Lituania en el Ámbito de la Cultura y el Arte. Le sobreviven sus dos hijos y su esposa, Olga.

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Cultura

El mundo celebró el Día Internacional del Falafel

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Agencia AJN.- El mundo celebró el 12 de junio el Día Internacional del Falafel y los festejos se extendieron a todo el mes.

El falafel, que es usualmente asociado a la cocina israelí, consiste en croquetas de garbanzos fritas servidas en una pita o laffa, un pan chato. Entre los acompañamientos más populares se incluyen la ensalada israelí (pepinos y tomates con sal, pimienta y cebolla), humus (pasta de garbanzos), tahina (pasta de sésamo) y papas fritas.

El blogger e innovador norteamericano-israelí Ben Lang lanzó esta celebración en 2011 tras el éxito del Día Internacional del Humus. “Como esto tuvo tanto éxito pensé por qué no intentarlo otra vez y ver si tenemos algún impacto”, expresó a Arutz Sheva. Su objetivo fue que el mundo hablara de la comida israelí.

A continuación, compartimos una receta de este plato tan popular en Medio Oriente:

Falafel (5-8 porciones)

Ingredientes:

– 1 ½ taza de garbanzos secos
– ¼ taza de perejil picado
– ½ cebolla picada
– 3 dientes de ajo picados
– 2 cucharaditas de semillas de cilantro
– 1 cucharadita de semillas de alholva (puede reemplazarse por más cilantro o comino)
– 3 cucharaditas de semillas de comino
– 1 cucharadita de polvo de chile
– 3 cucharadas de harina de trigo + ¼ taza
– ¼ cucharadita de ácido cítrico o 2 cucharadas de jugo de limón
– Aceite para freír
– Sal a gusto

Pasos:

– Poner los garbanzos en un bowl mediano. Llenarlo con suficiente agua para cubrirlos y un centímetro más. Dejar remojar al menos ocho horas.
– Escurrir y procesar en una máquina. Allí mismo agregar el perejil, el ajo, la cebolla, 1 cucharada de sal y 2 cucharadas de harina.
– Continuar procesando hasta que la mezcla esté molida pero no pastosa. Una vez que tenga buena consistencia transferir a otro bowl.
– Medir las semillas y tostarlas en una pequeña sartén. Dejar enfriar y moler con un mortero.
– Agregar a la mezcla de la procesadora las semillas, el chili, el cilantro, el resto de la harina, sal a gusto y ácido cítrico. Mezclar y dejar reposar en la heladera una hora.
– Preparar una olla para freir con diez centímetros de aceite. Calentar.
– Preparar las bolas de falafel. Armar del tamaño de una nuez grande. Pasar por harina.
– Una vez que el aceite esté caliente poner algunos falafel en la olla y dejar lugar entre ellos. Cocinar por 4 minutos.
– Quitar y freír el resto. Servir con humus tibio o frio y pita.

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Cultura

Aaron Lansky deja su cargo como presidente del centro que reúne 1,5 millones de libros en idish

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Agencia AJN.- Steven Spielberg ya había donado dinero al Centro del Libro Idish cuando preguntó si su fundador, Aaron Lansky, podría viajar a Los Ángeles y visitar su oficina.

El cineasta no suele reunirse con los beneficiarios de su filantropía, comentó Lansky recientemente, pero quería explicarles su apoyo a lo que ahora es la Biblioteca Digital Idish Steven Spielberg del YBC, una colección online de más de 12.000 títulos en idish.

“Tienes que entender que mi trabajo es contar historias”, recuerda Lansky que le dijo Spielberg. “La idea de que hay kilómetros de historias judías que aún no se han contado es simplemente irresistible para alguien como yo”.

Más de un visitante del campus del YBC en Amherst, Massachusetts, ha comparado las estanterías de libros en idish, rescatados de contenedores de basura, áticos y sótanos de lectores mayores, con el colosal almacén gubernamental que se ve en la escena final de “En busca del arca perdida”.

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Pero Spielberg también pareció comprender el motor de Lansky, quien se jubila este mes como presidente del centro. Lansky comenzó yendo puerta por puerta, pidiendo a los judíos mayores y a sus descendientes los libros que de otro modo habrían tirado.

El proyecto de rescate podría fácilmente haber quedado en un almacén de libros viejos, tesoros polvorientos que se pudren en la oscuridad, a los que ocasionalmente acceden académicos y aficionados.

En cambio, la colección de aproximadamente 1,5 millones de volúmenes es solo la base de una institución que ahora incluye clases de idish, becas académicas, un programa de formación para traductores, congresos académicos, una editorial de libros traducidos, un archivo de historia oral, un podcast y esa biblioteca digitalizada de libros idish, tanto clásicos como desconocidos.

“No se trata solo de coleccionar libros”, dijo Lansky, de 69 años, recordando que siempre tuvo una visión que iba más allá de almacenar libros sin leer. Es realmente toda una cultura, toda una civilización, toda una época histórica que necesita representación, que quiere contar su historia.

La decisión de Lansky de dejar su cargo es voluntaria (su sucesora es Susan Bronson, directora ejecutiva del centro durante los últimos 14 años) y gradual (anunció su jubilación hace 16 meses y permanecerá dos años más como asesor principal a tiempo parcial). Tiene muchas ganas de escribir, leer y reflexionar sobre el papel del idish en un mundo judío dominado por un Israel de habla hebrea y una Norteamérica de habla inglesa.

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