Un día como ayert, 52 años atrás, la Unión Soviética, comandada por Stalin, asesinaba brutalmente, tras 4 años de juicios cínicamente prefabricados, torturas y humillaciones, a 24 escritores, poetas, ensayistas y periodistas y dirigentes judíos que escribían en idisch en la Unión Soviética de la posguerra.
Rusia, que entre fines del siglo XIX y principios del XX fue un símbolo de la cultura judía, contaba en ese momento con una red educativa con más de 10.000 escuelas donde se instruían alrededor de 150.000 alumnos, con institutos de investigación judaica, teatros, diarios y publicaciones de distintos géneros y especialidades, y una reconocida actividad literaria.
La tragedia de la cultura judía, escribe Israel Laubstein, comenzó a avizorarse en 1930 cuando se eliminó la sección judía del partido comunista (Ievseksie), organismo encargado de supervisar la actividad comunitaria en general, y que por años sirvió “dócilmente” y “con lealtad” a la dictadura staliniana vigente. Tras ese cierre, las instituciones culturales existentes comenzaron a declinar.
Entre los años 1936 y 1937, se descabezó del poder soviético a casi la totalidad de la dirigencia partidaria de origen judío. Ese año también fueron detenidos los escritores judíos Moisés Kulbak -muerto en 1940 en un campo de concentración- e Israel Tzinberg, que falleció en 1939 en un centro de detención en Siberia.
Además, en 1938 se clausuró en Moscú el único diario judío, “Der Emes”, siendo procesado y ajusticiado su redactor principal, Moisés Litvakov. Una publicación en idisch “leal al poder soviético”, explica Laubstein.
A partir de 1941 y tras la invasión nazi a la Unión Soviética, Stalin “afloja” su acción represiva contra las minorías nacionales y comienza a transitar un camino inverso de aliento con los distintos grupos étnicos que habitan el país, con la intención de unificar la lucha contra el nazismo.
Según documentación recientemente hallada en los archivos de la otrora siniestra policía secreta rusa (GPU), por iniciativa de los máximos dirigentes del Bund polaco Heinrich Erlij y Víctor Alter, detenidos durante la vigencia del pacto ruso-germano y luego liberados, propusieron al poder soviético, en agosto de 1941, la creación de un Comité Antifascista Judío (IAC) con el objetivo de movilizar a todo el judaísmo mundial en la lucha contra el nazismo.
Stalin aceptó la creación de este comité, sin embargo ordenó los arrestos, de los dirigentes. Luego de penosos padecimientos físicos, Erlij se suicida en el centro de detención, mientras que Víctor Alter es posteriormente fusilado; hechos ocurridos en plena guerra y ocultados por años.
Stalin postergó la creación de este Comité (IAC) hasta abril de 1942 siendo finalmente encabezado por Schloime Mijoels, destacado y popular actor y director del Teatro Judío de Arte de Moscú, y por el renombrado escritor Itzik Fefer al que posteriormente se agregó el conocido periodista y escritor Ilya Erenburg.
En diálogo con la Agencia Judía de Noticias, Abraham Lichtenboim, presidente del IWO, afirmó que “durante la SGM los escritores judíos fueron utilizados para una campaña de propaganda contra el nazismo, a tal punto que se les autorizó la visita a Estados Unidos”. Mijoels y Fefer viajaron a ese país para contactarse y organizar una acción conjunta con el judaísmo estadounidense.
En la SGM ellos viajan a NY son recibidos para apoyar la lucha del la URSS y el mundo libre contra Hitler y se conforma el Comité antifascista donde los judíos tuvieron amplia participación combatiendo el nazismo en Moscú.
“Terminada la Segunda Guerra Mundial y con el advenimiento del Estado de Israel fueron acusados de una conspiración sionista y fueron eliminados por el solo hecho de ser judíos, la mayoría de ellos, adictos y sostenedores del régimen stalinista”, reflexionó Lichtenboim respecto de los 24 intelectuales y agregó que fueron “fue gente que apoyo al estalinismo y a la Unión Soviética”.
Lichtenboim señaló que “ni durante ni después de la guerra, la Unión Soviética habló de Segunda Guerra Mundial sino de ‘la lucha por la patria’ que fue eliminar al nazismo que es la ocupación en la Unión Soviética”.
El presidente del IWO sostuvo que los intelectuales judíos “no habían estado en Israel y no eran sionistas, consideraban a la URSS como su patria”
“Yo creo que nunca se imaginaron que el régimen los iba a liquidar”, enfatizó Lichtenboim.
Lichtenboim señaló que “la matanza (de los 24 intelectuales) significa haber eliminado concientemente una de las grandes minorías culturales de la Unión Soviética y se hizo siguiendo la ideología stalinista de eliminar a las culturas nacionales”
 
“La cultura idisch fue aniquilada ese día, comienza a ser eliminada con el estalinismo y llega a su máxima expresión en agosto de 1952”.
Entre los masacrados se encontraban David Berguelson, Peretz Markish, Itzik Fefer, David Hofshtein, Der Nister, Halkin, Leib Kvitko, Schmuel Presov.
BK-HJP