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70 Aniversario

Musicólogo que recibirá el Premio Israel: “Hacer música es una ‘cosa judía’”

Agencia AJN.– «Hacer música es una ‘cosa judía’, como se ve en su desproporcionada presencia mundial, y la producción de su Estado es como la del hi tech (alta tecnología): tiene directores en la Scala de Milán o la Filarmónica de Berlín…», destacó Edwin Seroussi al recibir a la Agencia AJN en la Universidad Hebrea de Jerusalem y agregó que «hacer música judía en espacios donde los judíos vivieron hace cientos de millones de años y ya no están más, es en forma simbólica hacer retornar parte de las voces que ya no existen».

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Agencia AJN.– Todos los años, en ocasión del aniversario de la independencia del Estado de Israel, el Ministerio de Educación del Estado judío entrega el Premio Israel a personalidades destacadas en distintas ramas, y en esta particular oportunidad del 70º aniversario, el elegido para el galardón a la cultura, el arte y la musicología fue Edwin Seroussi (foto), nacido en Montevideo, Uruguay, hace 65 años, quien recibió a la Agencia AJN en su oficina de la Universidad Hebrea de Jerusalem donde es profesor de Musicología y dirige el Centro de Investigación de la Música Judía.

Edwin es un hombre muy humilde y querido entre sus pares, con enorme cariño y generosidad profesores y alumnos se hacen un momento para estrecharle un abrazo y felicitarlo por el «Premio Israel» que recibirá en los próximos días. Ama la música y su trabajo, disfruta y siente que los años dedicados a su especialidad ayudaron a dejar registro de la música judía para las futuras generaciones. Tal vez todo su conocimiento se sintetiza cuando con gran rigurosidad asegura «quizá la canción más israelí en sentido histórico es Harreút, de Jaím Guri» y respecto a la música más contemporánea asegura que «ningún israelí va a negar que una figura como Arik Einstein es, por encima de las divisiones, una voz con la cual todos crecimos durante 40 años». El conocimiento, el amor por Israel y por su música nos regala una personalidad única y una entrevista que justifica nuestro viaje para encontrar todas aquellas piezas que conforman el pasado, presente y futuro del Estado de Israel

– ¿Cómo está viviendo este momento de su vida?
– Decir que no es un momento emocionante sería no decir la verdad, a pesar de que siempre trato de tomar las cosas en su proporción. Cuando me llamó el ministro de Educación (Naftali Bennett), que es quien se lo anuncia a cada uno, fue una sorpresa total porque es rarísimo que se dé este premio en el campo de la investigación musical, porque todo el proceso es muy trasparente e incluso una semana antes tuve una reunión con una de las personas del comité que me eligió y no pude notar algo que insinuara que iba a ser elegido, y porque soy una persona relativamente joven para el promedio (de los ganadores) y desde mi punto de vista -no es por modestia- las cosas más importantes todavía no las he hecho. Entonces, en cierta forma, lo tomo como un reconocimiento al campo en el cual trabajo y a toda la gente involucrada en los últimos 40 años.

«Quizá la canción más israelí en sentido histórico es Harreút, de Jaím Guri y el que conoce esa canción es israelí, y el que no, no lo es.»

– ¿Por qué cree que pasó eso justo cuando se cumplen 70 años del Estado de Israel?
– Generalmente, el premio es para la música artística occidental, pero Israel es un caleidoscopio de culturas, memorias musicales y estilos, y esta multiculturalidad también crea muchas tensiones. Entonces, lo importante no es el reconocimiento a la música como tal, porque se han dado premios a importantísimos compositores, sino a la polifonía de la sociedad israelí. Creo que a la edad de 70 uno ya tiene suficiente experiencia como para conocer la riqueza de su campo artístico y también, por medio de nuestro trabajo, comprender aspectos de la sociedad israelí por su música, mejor que por sus textos.

– La música se encuentra en cada esquina de Israel y tiene un lugar importantísimo en esta sociedad, ¿por qué sucede esto en el pueblo judío?
– La música tiene un lugar importante en cualquier sociedad. Especialmente en la modernidad, cuando la humanidad se organiza -para bien o para mal- en Estados-nación, la manipulación de la música como un capital cultural por medio del cual se puede crear una sociedad más cohesiva es una verdad que se aplica a todo el mundo. El aspecto único de Israel son dos, y uno ya lo mencionamos: la cantidad de tradiciones musicales practicadas en su población es la número uno en el mundo desde el punto de vista de la variedad. El segundo es que hacer música es una «cosa judía», no por algo racista, de predisposición genética, sino que hay que saber que ello no siempre fue de clase alta. Hay una división ontológica importante entre el canto y la parte instrumental. En la Edad Media, la mayoría de la música instrumental acompañaba algo, como al cantante o danzas. También sucedía en el apogeo de la sociedad islámica, del siglo VIII al XI. La música instrumental independiente es moderna, so: desde el Renacimiento comienza a recibir sentido semántico. Hacer música era, en muchos casos, para sirvientes de la nobleza o mendigos que tocaban en los mercados. El desarrollo del músico profesional de alta calidad es moderno. El músico era una persona que entretenía, y justamente porque los judíos no tenían acceso a la alta nobleza en el mundo islámico, ni en el cristiano, desarrollaban su actividad como músicos, que les permitía ganar algo para vivir. La profesión se pasaba de generación en generación y familias enteras de músicos judíos sirvieron en Europa del Este o el norte de África durante muchísimos años. Al llegar la modernidad, con el acceso de los judíos a los medios de difusión, su sabiduría musical inmediatamente conquistó el campo con autoridad en Argelia, Bagdad u Odesa. Es increíble que el mundo musical del siglo XX tenga una representación judía totalmente desproporcionada para el número de judíos en la población mundial, tanto en la composición como en la interpretación. Hay cantantes judíos que conquistaron cualquier campo, e incluso en las últimas tres décadas también se habla del tango como cosa de judíos. Quien era klezmer o músico profesional en Europa oriental, llegó a la Argentina e hizo una transformación al campo de la música popular. Quienes llegaron a Nueva York, empezaron a tocar jazz. Entonces, como parte de esa tradición de siglos, tenemos judíos que tocan jazz, tango, música árabe moderna… El mundo islámico tiene dinastías de músicos judío, y uno de los ejemplos más impresionantes es el de Bagdad, donde a principios del siglo XX existían dos orquestas que brindaban servicios a toda la sociedad. Cuando se creó el Servicio de Radiodifusión iraquí, la mayoría de los músicos eran judíos, y cuando lo judíos dejaron Bagdad, entre 1942 y 1951, la ciudad se quedó sin música, así que el Gobierno arrestó a dos músicos importantes y no los dejó salir hasta que les enseñaron a tocar los instrumentos a musulmanes. Entonces, creo que la riqueza musical en Israel se debe a que los compositores que llegaron aquí -en su gran mayoría, refugiados de los mundos árabe, persa y de Asia central, pero también los que llegaron de Varsovia y Viena- crearon un lenguaje que es local, pero habla lenguas internacionales…

«Ningún israelí va a negar que una figura como Arik Einstein es, por encima de las divisiones, una voz con la cual todos crecimos durante 40 años.»

– ¿Lo conmueve y disfruta de escuchar todo tipo de música en Israel?
– Hoy, la creación en Israel es simplemente increíble. Si se ve la cantidad de músicos que actúan y han tenido éxito en el exterior… ¿cómo se puede explicar que chicos israelíes, como toda la familia Cohen, sean la vanguardia del jazz en Nueva York? Creo que tienen esa predisposición musical de sus antepasados… Soy uno de los miembros fundadores de la Orquesta Barroca de Jerusalem. Chicos que pasaron por ella recibieron trabajos en Inglaterra y Holanda tocando instrumentos originales, que es la cosa más lejana al ethos (idiosincracia) del sionismo. La producción musical de Israel es como la del hi tech (alta tecnología): tiene directores en la Scala de Milán o la Filarmónica de Berlín… En un país de ocho millones de habitantes, me parece que es un tema que da para pensar… Como músico, hay cosas que me gustan más y otras menos -eso ya es una apreciación estética-, pero generalmente me agrada todo lo que la gente hace porque es de gran nivel y por la inventiva que se crea por el encuentro de tradiciones. Por ejemplo, hace un mes estuve en un concierto de encuentro entre músicos iraquíes y etíopes que en ninguna otra parte del mundo puede ocurrir, solo en Jerusalem…

– La música nuclea al mundo judío fuera de Israel en cualquier tiempo…
– Sí, pero también hay fenómenos que son únicos de nuestra época; por ejemplo, el gran desarrollo de esa música donde no hay judíos. En Europa se puede ir a Polonia, donde hay una escena de música judía muy interesante, pero quienes la hacen no lo son. En cierta forma, eso crea una presencia espiritual donde los cuerpos ya no están… Hacer música en espacios donde vivieron judíos hace cientos de años es hacer retornar en forma simbólica a parte de esas voces que ya no existen. Lo más impresionante en Polonia es el Festival de Cultura Judía de Cracovia, que se celebra desde hace 30 años. Es ver al gueto volviendo a la vida por dos semanas, con músicos -muchos, de Israel- que tocan en todos los espacios donde entreguerras había una fantástica vida musical y teatral judía. Creo que es un milagro y una contrapartida de lo político. Hay intelectuales y activistas artísticos polacos que se empecinan en traer de nuevo el judaísmo a Polonia por medio del sonido.

– ¿Cuál fue la tarea por la cual recibirá tan importante premio?
– Me ocupo de la música judía en su sentido más amplio. Como en su gran mayoría es de tradición oral, me dediqué a grabar memoria musical desde edad muy temprana. Está el tema de combinar la memoria oral con la evidencia escrita y también el haber estado en el momento indicado en el lugar indicado, que es la Biblioteca Nacional, que en su primer piso tiene la bibliografía musical más grande del mundo en términos de manuscritos, partituras y libros y en el segundo está el Archivo Sonoro Nacional. Es el único lugar del mundo donde puedo pasar de la documentación viva y oral a los documentos escritos trasladándome un solo piso. Mi doctorado en la Universidad de California, en los años de 1980, fue sobre la tradición musical de los judíos turcos en la Viena del siglo XIX. Se basó en unos manuscritos que encontramos en Cincinnati, en una colección fabulosa de música judía. Hacia 1880 existía en Viena una comunidad judeootomana que todavía se vestía de manera oriental, con turbantes, y también los había de Grecia. Eran reconocidos como sujetos del imperio otomano, como una «embajada turca». Y crece una nueva generación, ya nacida en Viena. Le gustaba la música de (Johann) Strauss y cuando iba a la sinagoga, estaban los viejos turcos que cantaban música oriental; por eso decidieron modernizarse. Entonces invitaron a un jazán, un cantante (litúrgico) profesional húngaro, y le pidieron mantener las melodías, anotándolas musicalmente y arreglándolas para un coro de cuatro voces, como «la gente civilizada y moderna». Lo que el húngaro hizo es lo que hoy llamamos etnomusicología. Son los manuscritos de música sefaradí más antiguos que tenemos. Estudié los documentos y el trasfondo histórico de ese episodio, pero también entrevisté a jazanim turcos en Israel. Les cantaba de los manuscritos para ver si reconocían la melodía y si la anotación musical guardaba suficientes elementos que pudieran reconocer, y por supuesto, identificaron todos, a pesar de que les sonaban un poco raro. Eso quiere decir que si una melodía se conservó desde 1880 hasta 1980, en los cien años más turbulentos y con cambios y desplazamientos más grandes de judíos, podemos pensar hipotéticamente que también 200 años antes de 1880 las melodías existían más o menos como las conocemos hoy. Esa profundidad del conocimiento de la historia de la música judía tiene que ver con el reconocimiento. Otro aspecto que para mí es importante es que nunca me quedé en “la torre de marfil” de la universidad: muchos de mis trabajos los traduje a labor artística. He hecho cientos de programas de conciertos en los cuales explico y escribo notas para que el público entienda el contenido y para darle la oportunidad a esa música de ser escuchada en las salas de espectáculos. Y la tercera cosa es la educación musical y su diversificación en Israel: creamos marcos de música de todo tipo -árabe, persa…- para que llegue a las escuelas. En ciertas épocas en las que el gobierno israelí estaba dispuesto a invertir en la diversificación cultural, eso nos llevó a tener presupuesto para comprar cientos de instrumentos en Turquía, que trajimos a Israel para ser usados en las escuelas. Uno trabaja intuitivamente y no se da cuenta de lo que va haciendo…

Seroussi

Seroussi junto a Daniel Berliner, director de la Agencia AJN, y la Dr. Gila Flam, directora del Departamento de Música en la Biblioteca Nacional en Jerusalem.

– ¿Qué artistas representan mejor esta época en Israel?
– Como en toda cultura nacional, la práctica de la música crea un cierto canon. Preliminarmente, ningún israelí va a negar que una figura como Arik Einstein es, por encima de las divisiones, una voz con la cual todos crecimos durante 40 años. Más o menos fue escuchada por judíos que llegaron a Israel desde todas las diásporas y habla el lenguaje del rock popular, que es prácticamente la lengua franca de la juventud de todo el mundo, sin importar su origen étnico o religioso. Pero hay tantas cosas que pueden representar a Israel… En general, estoy en contra de elegir íconos. Quizá la canción más israelí en sentido histórico es Harreút, de Jaím Guri (NdR: es un homenaje a los caídos en la Guerra de la Independencia). En el libro que escribí con mi colega Moti Regev, Música popular y cultura nacional de Israel, el capítulo que habla sobre las canciones de la Tierra de Israel, que es el código representativo del canon sionista, empieza con una frase de la ex ministra de Educación (de Ehud Olmert) Iuli Tamir, que dice: «El que conoce esa canción es israelí, y el que no, no lo es». Eso da la pauta de que hasta hace poco existía un centro de poder que trataba de definir qué es israelí y qué no. Creo que ahora no debe pensar lo mismo… Pero cuando llegan Iom Haatzmaút y Iom Hazicarón (Día de Recordación, la jornada previa), la presencia de esa canción es un tema del nacionalismo que vive en la dicotomía “das la vida por la patria o mueres”. Al escuchar (el verso que habla de) “amistad forjada por sangre” estamos hablando de la narrativa central del Estado de Israel y no la podemos sacar del efecto emocional que tiene en la gente. Hay canciones que también se «santificaron por sangre», como Shir lashalom, la última que cantó Itzjak Rabin y cuyo texto se encontraba en su bolsillo, manchado con sangre… En resumen, en mi forma de ver, el audio del Estado de Israel a 70 años es una de las creaciones más fascinantes de esta empresa nacional judía y refleja una experiencia musical de siglos, el dolor, el antagonismo y la problemática de una sociedad que está muy dividida y, al mismo tiempo, toda la esperanza y la comunidad que la música puede crear. Ésta funciona como un arma de doble filo: unifica y divide. Esperemos que unifique más de lo que divida…

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70 Aniversario

Israel: Investigan el desarrollo de los peces y el daño ecológico que provoca el nitrógeno

Agencia AJN.- “Ellos expulsan mucho, que es venenoso en gran concentración, y si una planta no lo utilizase para su crecimiento, ingresaría a su organismo, nosotros los comeríamos y sería una catástrofe; y si lo liberáramos al ambiente, crecerían -por ejemplo- algas contaminadas, que si hubiese muchas, los matarían”, advirtió el investigador Tom Groenveld a la Agencia AJN en Israel.

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Groenveld Tom

Agencia AJN.- En el marco del 70º aniversario de la independencia del Estado de Israel, la Agencia AJN visitó un criadero de peces en el Consejo Regional de la Aravá, donde investigan su desarrollo y el daño ambiental que provoca el nitrógeno que expulsan.

“En los últimos años pasamos a criar peces comestibles porque el mercado de los otros está en baja, y estamos investigando para desarrollar este campo”, que “tiene un potencial muy grande porque ellos, como los vegetales, necesitan del calor y aquí tenemos mucho”, explicó Tom Groenveld, investigador del Departamento de Acuacultura del Centro de Investigación y Desarrollo de la Aravá [foto].

“Puede sonar gracioso que lo hagamos aquí, que [casi] no hay agua, pero no la usan”, sino que “crecen dentro de ella, y si se encuentran en una pecera o pileta, al final del día habrá la misma cantidad, que ensucian y hay que limpiar o reciclar”, aclaró.

“Ellos expulsan mucho nitrógeno, que es venenoso en una gran concentración, y si una planta no lo utilizase para su crecimiento, ingresaría al organismo de los peces, nosotros los comeríamos y sería una catástrofe; y si lo liberáramos al ambiente, crecerían -por ejemplo- algas con nitrógeno, que si hubiese muchas, los matarían”, advirtió la fuente.

“Empecé como técnico y ahora encontré un tema que me interesa mucho, que es la agricultura integrada”, así que “trabajo como investigador y hago mi doctorado sobre eso”, contó.

“Creo que hay una aplicación a largo plazo porque con el tiempo entenderemos que, como el dióxido de carbono, tenemos que frenar el daño que provocamos a todo el mundo con el nitrógeno y vendrán leyes que limiten la contaminación que provoca”, predijo Groenveld.

DB-FO-CGG

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70 Aniversario

Hadassah, excelencia médica en el primer hospital que fue nominado al Nobel de la Paz

Agencia AJN.- «Latinoamérica es una prioridad porque tiene una solidaridad muy grande con el Estado judío y queremos invitar a toda la gente que quiera colaborar, cooperar y apoyar nuestra actividad», sostuvo su director de Proyectos Internacionales, Jorge Diener, quien nació en la Argentina y recibió a la Agencia AJN en el marco del 70º aniversario de la independencia del mismo.

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Jorge Diener hadassah

Agencia AJN.- En el marco del 70º aniversario de la independencia del Estado de Israel, la Agencia AJN visitó al director de Proyectos de Hadassah Internacional, Jorge Diener, quien nació en la Argentina.

– Hadassah Internacional es la organización que representa al hospital en todo el mundo, menos en los Estados Unidos, donde hay una entidad propia, solo de mujeres. Somos una institución integrada por judíos y no judíos que apoyan su actividad y promueven el intercambio con centros médicos de distintos lugares. Hadassah es uno de los íconos de Israel y existe desde mucho antes de la creación del Estado. Si algo representa su realización es el espíritu pionero del pueblo judío, y cuando hablamos de medicina, Hadassah se creó hace más de cien años, con la visión de un grupo de mujeres que bajo el imperio otomano decidió comprometerse a generar respuestas de salud en un lugar donde nada había en ese momento para salvar la vida de gente que se enfermaba y no tenía cómo curarse. Hadassah creó hospitales y en el ’48, cuando se creó el Estado, se los regaló porque decidió que ya no tenía que cumplir ese rol. Ése no fue el primero ni el último regalo que Hadassah le hizo a Israel… Solo se quedó con el hospital del monte Scopus, que como resultado de la Guerra de la Independencia quedó del lado jordano, y encima, el director y todo el cuerpo médico y los enfermeros fueron asesinados en un ataque a un convoy. Con lo cual, Hadassah tuvo que empezar de cero y, a lo largo de varios años, formar varios centros en Jerusalem. Desde ese momento se tuvo muy en claro el rol de Hadassah de seguir siendo pionero y generar la formación de los médicos para el presente y el futuro de Israel, que recién empezaba. Por otro lado, en la década del ’50 decidieron ser los primeros en distintas cosas y Hadassah abrió los primeros centros de trasplante, diabetes, corazón, fertilidad… Después, otros hospitales lo replicaron… En ese momento se hizo un acuerdo con la Universidad Hebrea de Jerusalem para crear la Universidad Hadassah Hebrea Jerusalem, que está en Ein Kerem, el campus que se abrió en la década del ’60, cuando (el entonces primer ministro israelí, David) Ben Gurión llevó a los líderes del hospital a una montaña alejadísima de lo que era Jerusalem. Cuando llegaron, miraron para un lado y para otro y vieron ovejas… Como organización sionista, para nosotros es simbólicamente muy importante. Ben Gurión les dijo: «Ustedes ocúpense de construir el hospital, yo me preocupo de que esto sea Jerusalem». Fue un encuentro de visionarios, y los de Hadassah dijeron: «Esto no solo es un lugar donde se va a curar a la gente de Jerusalem e Israel, sino que se va a formar a los médicos del futuro y se va a encontrar una cura para la humanidad». Y hoy, después de 70 años de la creación del Estado, Hadassah sigue siendo una institución líder en Medio Oriente en medicina, salud y atención a pacientes. De hecho, en ciertas áreas es pionero en el mundo. Con orgullo como israelí y judío que salió de la Argentina digo que hay cosas que pasan ahora mismo en Hadassah que en un mes, dos, tres o seis se van a estar haciendo en los mejores centros de salud… Para dar un ejemplo: en Hadassah se hizo la primera operación en la que se utilizaron dos robots al mismo tiempo, que es una importantísima evolución en la cirugía robótica, que se usa hace muchos años en todo el mundo. Permite que un robot que mira se comunique con otro que opera, y se hizo con tecnología desarrollada por los médicos de Hadassah. Otro tema: estamos terminando los experimentos con células madre y a punto de encontrar una terapia que le permita caminar o usar sus manos a gente que tiene enfermedades que le paralizan parte de los músculos, como la esclerosis múltiple o el ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), que es terrible. Esto significa que gente que había pasado a vivir a medias, pueda volver a tener una vida plena. En la filosofía de Hadassah, los investigadores son los mismos médicos que atienden a los pacientes y con eso que vieron y las ideas que van tomando vuelven al laboratorio; aparte, a la tarde van a dar clase a la facultad. Este ciclo diario permitió desarrollar la primer vacuna contra el melanoma, el cáncer de piel en estado avanzado. No es preventiva, sino una terapia inmunológica que toma células del paciente, las lleva al laboratorio y «despabila» -para decirlo en un lenguaje común- a los linfocitos, las células blancas, que están en el tumor. Normalmente, los linfocitos combaten una infección, pero con el cáncer no lo hacían. En Hadassah descubrieron que se puede hacer en el laboratorio: eliminan completamente las células cancerígenas. El 80 por ciento de los pacientes que lo hicieron hace más de diez años, nunca más tuvieron cáncer… Es un éxito altísimo… En Hadassah se está poniendo énfasis en una medicina en la cual la cura se encuentra en el propio paciente. En el cuerpo tenemos un montón de posibilidades y lo que están investigando y descubriendo día a día los médicos de Hadassah es cómo activar esos elementos. Es una revolución que tiene mucho que ver con la medicina del futuro y se conecta con la medicina personalizada, que es una de las filosofías más importantes en Hadassah y tiene que ver con encontrar la combinación de tratamientos que le permita curarse a cada paciente. Normalmente, lo que hace la medicina tradicional es: «Para esta enfermedad, éste es el tratamiento y lo damos, funcione o no». En Hadassah, lo que se está haciendo, especialmente cuando el cáncer está muy avanzado, es encontrar la mejor combinación: quimioterapia; inmunoterapia, que es usando los glóbulos blancos; radiación… y cuál es la mejor dosis porque el tratamiento también tiene un montón de efectos secundarios que muchas veces afectan la salud del paciente por el resto de su vida. Y acá lo que se busca es cuál es el tratamiento que lo cure y lo mantenga lo más sano posible. Esto se desarrolla en un departamento que tenemos en Hadassah. En Hadassah tenemos dos ciclotrones que, combinando los diagnósticos genético y clínico del paciente, crean una molécula específica que da la posibilidad de encontrar el tratamiento personalizado que cada uno necesita. Esto pone a Hadassah en un lugar superavanzado, al generar respuestas no solamente para curas generales, sino también para otras específicas. En Hadassah vas a estar encontrando, hoy en día, curas para enfermedades específicas sino también los modelos que va a permitir curar a las personas en forma personalizada.

– ¿Qué otra especialidad le llama la atención por sus avances?

– Otra de las áreas que está muy desarrollada en Hadassah es la de enfermedades crónicas infantiles: neurológicas, neurodegenerativas, síndrome de Down,obesidad, problemas emocionales o psicológicos… En el Hadassah del monte Scopus, que es el segundo hospital, un poco más pequeño e histórico porque se creó primero y lo recuperamos en el ’67, después de la Guerra de los Seis Días, tenemos un centro interdisciplinario único en Israel, y que hay muy pocos en el mundo. Es un lugar donde todas las especialidades atienden al niño en forma coordinada tres horas por día, dos veces por semana. Cualquier padre que tenga un chico con algún tipo de dificultad de desarrollo sabe lo complicado que es ir a un lugar y a otro, hay que conseguir que un médico hable con otro, entonces la evolución del niño es mucho más lenta y -muchas veces- menos efectiva. Otra vez, la filosofía del hospital es que el sistema está para servir al paciente para que tenga la mejor calidad de vida que pueda. La ortopedia es un área superimportante por el rol pionero que tuvo y sigue teniendo en el uso de células madre para reconstruir huesos, algo que también es revolucionario. Uno de los grandes problemas traumatológicos es que cuando hay una fractura, el tiempo de recuperación es muy largo; con las células madre se acorta un 70 por ciento… Otra área muy avanzada es la de oftalmología. El 65 por ciento de la gente mayor de 65 años en algún momento padece de degeneración macular, una enfermedad que hace que la gente pierda la vista. Sacando células del paciente y llevándolas al laboratorio, en Hadassah encontraron una técnica muy específica que hace que entren directamente a la parte trasera del ojo sin inyección y permitan que la mácula se regenere y la gente vuelva a ver. En general, los experimentos y ensayos clínicos son largos, y en este caso estamos en la tercera fase, en la cual Hadassah coopera con instituciones de investigación de todo el mundo. Cuando se termine, este tratamiento va a salir a todos lados. Hablamos del 70º aniversario del Estado de Israel y digo: «¡Qué más orgullo puede uno tener que decir ‘Or lagoím’ (luz para los pueblo)», y en este caso es una metáfora porque la gente va a volver a ver la luz…

– Se dice que Hadassah es un «hospital para todos», ¿puede explicar este concepto?

– Estamos hablando de gente que puede o no (pagar el servicio), israelíes y palestinos, católicos, musulmanes y judíos… Hadassah se creó con una misión muy clara: hacer tzedaká (justicia social), sin las diferencias que uno ve prácticamente en todo el mundo. En la Argentina, el acceso a la salud está garantizado por ley, pero hay mucha diferencia entre quien puede pagar y quien tiene que contar con lo público. Para nosotros, la calidad de atención que el paciente tiene que recibir en un hospital que da servicio público como Hadassah debe ser similar a la de quien tiene todo el dinero del mundo para pagarla, tanto en el equipamiento que se usa como en las facilidades porque es parte de su dignidad. Es una situación injusta que un paciente deba estar solo, en una habitación pequeña, porque ésos son los recursos con los que cuenta. Esto es parte del sistema israelí, pero Hadassah lo lleva un paso adelante y los demás tienen que seguir su modelo. Hadassah también es un caso único porque el 90 por ciento de los hospitales de Israel pertenece al Estado o a algunas de las kupot jolim (obras sociales); con lo cual, los recursos públicos garantizan su construcción y desarrollo. En éste, desde el principio hasta hoy, cada centímetro que se construyó y equipamiento que se ve cuando uno recorre sus instalaciones fue por generosas donaciones de todo el mundo. El jefe de Pediatría siempre dice que Hadassah es el hospital del pueblo judío porque mucha gente puso y pone su granito de arena para que siga teniendo este rol de ser excelente en medicina, formar a los doctores del futuro y traer curas para la humanidad Tiene una red de amigos, socios de este gran proyecto que lleva tantos años y sigue siendo pionero, que lo respalda y se distingue mucho en el mundo este modelo de gente que dice: «Queremos que en Jerusalem haya un lugar del cual salga conocimiento para salvar vidas». Hay quien quiere que su nombre esté en una placa y a quien no le importa más que saber que es socio y que puso su granito de arena para que, dentro de 10 años, gente de todo el mundo diga: «Ahora podemos ver aunque tengamos una enfermedad en los ojos».

– Un sello de Hadassah es ver a médicos, enfermeras y pacientes no judíos de diferentes nacionalidades, incluso musulmanes…

– La complejidad de Jerusalem y la situación de Israel en Medio Oriente hacen que parezca extraordinario lo normal para cualquier médico, que hizo el juramento hipocrático de atender y salvarle la vida a cualquier paciente, no importa quién sea. Cuando hubo actos terroristas en Jerusalem y sus alrededores, la mayoría (de los afectados) llegó a Hadassah por ser el único centro de trauma nivel 1 de la zona y el más importante en cirugía de emergencia y nos ha pasado que el terrorista y su víctima llenarpn camas que estaban una al lado de la otra y a ambos los atendió el mismo equipo que estaba de guardia, en el cual hay un enfermero y un médico que es judío, cristiano o musulmán, o un residente que vino de Costa Rica… Cuando les preguntan qué piensan, contestan: «Cuando llega un paciente en la camilla no le pido el documento de identidad y no sé si es judío o árabe; capaz me lo imagino, pero aunque me digan que es un terrorista, le salvo la vida y que después se vaya con la Policía y esté preso por cincuenta mil años…».

– ¿Qué significa para el hospital tener médicos palestinos?

– Es un orgullo contribuir a formar a médicos palestinos, que no tienen posición política, sino la necesidad de crear sn sistema de salud propio. Lo hacemos de forma proactiva: generamos programas para que se entrenen en Hadassah, uno de los cuales es totalmente innovador para generar un cambio en su sociedad y que tenga sus primeras doctoras, un rol que generalmente las mujeres no tienen. Esto tiene un impacto muy importante, y también para nosotros como organización por nuestra filosofía más básica de tikún olam, que es ayudar al mundo. Soy un argentino que vino a vivir a Israel porque siempre creí que es un Estado judío que representa más de cien años de sionismo y camino los pasillos y consultorios de Hadassah todo el tiempo, pero cuando alguien lo visita, ve la compleja demografía de Jerusalem conviviendo en el hospital, sentados uno al lado del otro, o a un musulmán echado sobre una alfombra, rezando por un pariente al que están operando, junto a un judío ortodoxo que está lavándose las manos y diciendo la brajá (bendición). Están en el mismo lugar chiquito, en una experiencia que afuera no sucede. Si algo tiene la historia de Hadassah es que acá nos une la vida, frente a un lugar donde nos separa la muerte, y justamente por eso es el único hospital en la historia que fue nominado para el premio Nobel de la Paz, en 2006.

– Hadassah tiene cuatro pisos bajo tierra, un área lamentablemente protegida…

– En el último gran proyecto de desarrollo se creó una torre de 17 pisos, con cuatro subterráneos. Es un búnker, definido por el Gobierno de Israel como «de interés estratégico», para que todos los pacientes de emergencia puedan ser evacuados ante un (eventual) ataque químico, biológico o nuclear. Son usados permanentemente por una decisión de eficiencia inmobiliaria, porque no se puede tener ociosos cuatro pisos enormes, de por lo menos mil metros cuadrados,prácticamente como una manzana, que fueron diseñados de forma tal que tengamos el espacio suficiente en caso que haya que evacuar. Se pensó que lo más esencial no se puede detener si suena una sirena, con lo cual se decidió tener un complejo quirúrgico gigante en el piso -4 de esta torre. La idea original eran 20 quirófanos, pero finalmente se construyeron 13 por un tema de recursos,.. Son salas de las más modernas del mundo, con un mobiliario prácticamente inexistente -todo es movible- y mucho espacio para que un centro de innovación permanente tenga al cirujano que deba operar junto al investigador, el residente y los estudiantes, todos tomando cada caso para resolver y estudiar.

– ¿Es cierto que en los claustros se reproducen imágenes de las operaciones en tiempo real?

– Todos los quirófanos tienen cámaras que transmiten instantáneamente a las salas de estudiantes que están en la facultad, a unos 500 metros. Esto también permite que un médico que envió a un paciente desde -por ejemplo- Costa Rica para que sea operado en Hadassah puede estar viendo online lo que le están haciendo, así como estudiantes de todo el mundo.

– ¿Quién dirige el hospital? ¿Cuánto tiene que ver con todo esto?

– El director general es el profesor Zeev Rotshtein, que tiene un rol muy importante. Es el de mayor trayectoria en Israel y anteriormente condujo el otro hospital más importante en tamaño, el Tel Hashomer, de Tel Aviv. Vino a Hadassah hace dos años para llevarlo a cimas todavía más altas en los próximos 10 ó 20. Es cardiólogo, pero tiene 18 años de experiencia en dirección hospitalaria y es un visionario no solamente en la medicina, sino también en el uso eficiente de los recursos para generar un centro de excelencia en salud pública.

– ¿Qué vínculo tienen con Latinoamérica? ¿Cómo trabajan con la región?

– Trabajamos en forma muy intensa en Latinoamérica, que es una de las regiones más importantes de Hadassah Internacional y esto tiene que ver con el profundo yactivo sionismo de los judíos de esa región: su ir y venir (a Israel) y el estar conectados es realmente único. En los últimos años hemos trabajado mucho en México y Brasil, dos comunidades grandes, con mucha actividad filantrópica. Generamos los recursos a través de la generosidad de mucha gente y los judíos de México y Brasil han sido muy generosos y han tenido una participación proporcionalmente muy grande en la construcción y desarrollo de los proyectos de Hadassah en los últimos 10 ó 15 años. En el último año se ha comenzado a organizar la actividad de Hadassah Argentina y por eso el profesor Rotshtein estuvo en agosto, haciendo una serie de visitas. La actividad tiene básicamente 2 ó 3 direcciones. Una tiene que ver con generar intercambios que permitan a Hadassah compartir su experiencia y conocimientos para mejorar la salud de los argentinos. En este sentido, hemos establecido una cooperación con el Hospital (de Alta Complejidad) «El Cruce», que se creó hace 10 años en el Gran Buenos Aires (Florencio Varela) y también tiene un rol pionero en salud pública, con un modelo de autonomía muy innovador para la Argentina y un nivel de actividad que apunta al alto nivel de Hadassah. Estuve con el profesor Rotshtein y los invitamos a venir. Directivos de El Cruce estuvieron visitando el hospital y estamos comenzando un programa de cooperación, que significa que enfermeras y médicos van a venir a capacitarse y especialista nuestros van a estar ahí para generar modelos de investigación en áreas específicas que son importantes para ambos centros: cáncer, neurocirugía… También fuimos aTucumán, por invitación del gobernador (Juan) Manzur, y estamos generando una serie de programas de cooperación en traumas de emergencia para los distintos centros de salud de esa provincia. Son cosas que pueden tener un impacto… El empresario (farmacéutico) Hugo Sigman tomó un liderazgo muy importante paragenerar esas oportunidades, en su creencia de que Hadassah tiene mucho por dar a la Argentina, que tiene un nivel muy alto en medicina. Lo conocí hace un año, cuando volví para explorar las posibilidades de que se pudiera hacer algo allí.

– ¿Hay otros nombres para destacar en la Argentina, México y Brasil?

– Sí, es una modalidad que tenemos: trabajamos con voluntarios que colaboran con nuestra actividad. Latinoamérica es una prioridad para Hadassah porque es un lugar donde hay una solidaridad muy grande con Israel. En Brasil estamos hace varios años y tenemos una Comisión Directiva, con Fabio Wajngarten como presidente, en México estamos armando un grupo con la licenciada Ethel Fainstein, que también es argentina, porque el anterior terminó, y en la Argentina empezamos a conformar uno muy importante, con Fanny Rybak, Ale Kelman y Romina Libster, que es una joven investigadora muy importante en temas de vacunas. Soy el encargado de liderar el armado de la actividad de Hadassah en la Argentina y viajo periódicamente, trabajando con ese grupo de voluntarios. Queremos invitar a toda la gente que quiera colaborar, cooperar y apoyar la actividad de Hadassah.

DB-Each-CGG

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