El presidente de la Sección de Intervención en Desastres de la Asociación Mundial de Psiquiatría, Moty Benyakar, que intervino cuando fue el ataque a la AMIA, indicó que una particularidad de ese caso, fue la forma en que “se entremezcló el dolor de los damnificados con el manejo político que se hizo con las responsabilidades de los que cometieron el atentado”.
En diálogo con la Agencia Judía de Noticias (AJN), el profesional, que colaboró en el momento del desastre, señaló que ese entrecruzamiento es “negativo y horroroso” porque “solo acrecienta el dolor”.
Benyakar nació en Argentina y vivió 30 años en Israel. Allí, sirvió en siete guerras como reservista y desarrolló la división de Salud Mental, una de las más grandes que tiene el ejército en la actualidad.
 Pocos meses después de su regreso de Israel, sucedió el ataque a la AMIA, del que en ocho días de cumplirán 14 años. Benyakar fue convocado por el Hospital de Clínicas, por un lado y por los dirigentes de AMIA por otro.
 “Mi experiencia clínica es que, en este tipo de situaciones, uno no puede intervenir en el momento del desastre desde el lugar afectado (el edificio de AMIA, en este caso)  sino desde otro lugar cercano, que este al lado o que pueda dar el apoyo”, opinó Benyakar.
 El director de la Maestría en Psicoanálisis de la Universidad del Salvador, sostuvo que “siempre hay que intervenir desde otra organización, núcleo, que no sea la afectada en el momento de la intervención aguda”.
 Benyakar explicó que “en los desastres hay tres momentos: el de prevención, el de intervención, y el de reconstrucción”.
 Consultado acerca del modo en el que se encara el trabajo, el también profesor de la Cátedra UNESCO de Bioética para Iberoamérica, señaló que “todo trabajo centrado única y exclusivamente en un evento, como ser Malvinas, o Cromagnon, es muy parcial y peligroso”.
 El médico psiquiatra enfatizó en que los gobiernos locales deben aportar a los programas aunque “no deben estar hechos desde el gobierno porque los Ejecutivos son políticos”.
Benyakar destacó que las acciones deben estar encaradas por instituciones (como la UNESCO) que “puedan perdurar”.
 El profesional también brindó atención cuando se incendió la mina en la localidad de Río Turbio en la provincia de Santa Cruz, que dejó 14 trabajadores muertos. De esa ocasión recuerda que en el lugar había “solo dos psicólogos” por lo que se “convocó a toda la sociedad”.
 “Había que trabajar con los maestros, con los religiosos, con políticos, con representantes sociales y sindicales”, señaló Benyakar y agregó que “los factores humanos deben estar articulados con los de salvataje, socorristas y demás”.
 Benyakar hace hincapié constantemente en la centralidad del trabajo previo. “Esto no se soluciona solamente con pilotes de cemento en las instituciones judías u otras. Es importante pero también lo es la prevención. Tanto en instituciones judías como no judías”, expresó el médico psiquiatra.
 “En el caso AMIA lo central es que más allá de quien asuma la responsabilidad del hecho (al que hay que juzgar), tiene que haber responsabilidad para que esos hechos no sucedan de vuelta”, afirmó.
 “Siempre me sonó mal la frase ´que se haga Justicia´. (En el caso AMIA) La injusticia ya se hizo”, concluyó Benyakar.
 
BK-HJP