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Cultura

Por primera vez, la principal autoridad kosher, la Unión Ortodoxa, certificó la carne cultivada en laboratorio

Agencia AJN.- Los productos de pollo de la startup israelí SuperMeat cultivan carne a partir de células madre de óvulos.

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Agencia AJN.- La Unión Ortodoxa certificó por primera vez una variedad de carne cultivada en laboratorio como kosher, lo que significó un importante paso para la aceptación de la tecnología alimentaria según la ley judía.

La Unión Ortodoxa, la autoridad de certificación kosher más grande e influyente del mundo, reconoció como kosher los productos avícolas de la startup israelí SuperMeat, anunció la compañía el miércoles.

La certificación se produjo después de que SuperMeat recibiera a dos delegaciones rabínicas y las autoridades kosher mantuvieran una serie de debates sobre la halajá (ley judía) y la ciencia involucrada en la tecnología de la empresa.

Certificar la carne cultivada en laboratorio es complicado porque el proceso a menudo comienza con células madre de animales vivos, y la ley kosher prohíbe consumir cualquier parte de un animal vivo, explicó el rabino Menachem Genack, director ejecutivo de la División Kosher de la Unión Ortodoxa, a The Times of Israel.

La Unión Ortodoxa, con sede en Nueva York, dice que los productos cárnicos deben provenir de un animal sacrificado y que nada puede derivarse de una criatura viva.

Las aves de corral cultivadas en laboratorio de SuperMeat eluden este requisito al tomar células madre de los huevos, en un proceso que podría abrir la puerta a una certificación kosher de más productos avícolas.

“Espero que sea una puerta de entrada para tratar de encontrar un consenso entre las diferentes agencias supervisoras en términos de cuáles deberían ser los estándares” para la carne cultivada en laboratorio, dijo Genack. “Esperamos que esto marque la tendencia. Uno de nuestros objetivos que nos gustaría lograr es tener algo que sea universalmente aceptado”.

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“Alinear nuestra tecnología con las leyes kosher tiene una importancia inmensa para nosotros. Este paso representa nuestro compromiso con la inclusión y el respeto por las diversas necesidades dietéticas, haciendo que nuestra carne de pollo cultivada sea accesible al público de todo el mundo”, destacó Ido Savir, director ejecutivo de SuperMeat, en un comunicado.

El proceso de SuperMeat toma células de pollo de un óvulo fertilizado y las planta en un fermentador de carne, proporcionando a las células calor, oxígeno y alimento con un líquido de origen vegetal. Las células maduran hasta convertirse en tejido cárnico como lo harían en el cuerpo de un pollo.

La carne crece rápidamente y su masa se duplica en cuestión de horas, afirma la empresa. Cuando la carne está lista, se recoge del fermentador retirando el alimento líquido.

La compañía dice que sus productos de pollo tienen ventajas sobre la carne de granja porque el proceso es amigable con los animales, más ágil y ambiental, no utiliza antibióticos ni ingeniería genética, tiene un alto nivel de control de calidad y los productos tienen una larga vida útil porque eliminan el sacrificio, uno de los principales escenarios de contaminación.

La empresa, fundada en 2015, sirve sus productos al público en un restaurante llamado The Chicken en Ness Ziona, en el centro de Israel.

Además de Genack, SuperMeat recibió al rabino Hershel Schachter de la Universidad Yeshiva de Nueva York; al juez halájico israelí, el rabino Asher Weiss; y al rabino Yosef Zvi Rimon del Consejo Regional Gush Etzion y la Facultad de Tecnología de Jerusalem.

Esta nota es auspiciada por Diarco Barrio y sus sucursales con carne kosher en Buenos Aires, Argentina

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Cultura

Esta tarde comienza Jánuca, la festividad de las luminarias

Agencia AJN.- El ritual establecido para la celebración indica que al iniciarse el día hebreo, es decir a la noche, debe prenderse el primer día una vela o luminaria, el segundo día dos, y así sucesivamente hasta llegar a las ocho velas.

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Agencia AJN.- Desde el atardecer del 7 de diciembre y durante ocho días, el mundo judío celebrará Jánuca, la fiesta de las luminarias.

En el siglo II antes de la Era Común, la Tierra de Israel estaba bajo el gobierno greco-sirio de Antíoco, quien pretendió terminar con la observancia de los Bnei Israel (Hijos de Israel), para lo cual estableció una serie de leyes a fin de asimilarlos a la cultura griega de la época. Para ello declaró ilegal la observancia de las mitzvot (preceptos), en especial el Brit Milá (circuncisión), el Shabat y el estudio de la Torá, castigando a los transgresores con la pena de muerte.

No fueron pocos los miembros del pueblo judío que aceptaron esas disposiciones y comenzaron a “helenizarse”; es decir, asimilarse a la cultura griega abandonando la de su propio pueblo, mientras que otros trataban de adaptarse sin perder su peculiaridad.

Pero hubo un hecho que significó el inicio de una revuelta al poder de Antíoco, la profanación del Templo de Jerusalem, sacrificando un cerdo a un dios del panteón griego. Si bien en un comienzo fueron unos pocos, liderados por Matitiahu y luego por su hijo Yehuda el Macabeo, los que comenzaron a enfrentar al ejército griego acantonado en Eretz Israel (la Tierra de Israel) lo hicieron en forma de guerrillas desde las colinas de Judea, obteniendo un triunfo que puede considerarse milagroso debido a la disparidad de las fuerzas, que al cabo de tres años culminaron con la derrota del ejército más poderoso de aquella época y pudieron ingresar a la ciudad de Jerusalem, donde encontraron el Templo Sagrado en ruinas y profanado con ídolos.

Los macabeos lo limpiaron y el 25 de kislev, que de acuerdo al calendario hebreo es el sábado 28 de noviembre, al anochecer, lo reinauguraron. Debido a que la palabra inauguración en hebreo es Jánuca, a partir de ese momento anualmente comenzó a conmemorarse esa victoria. Este año la festividad continúa hasta el lunes 6 de diciembre, antes que anochezca.

El problema que les surgió a los macabeos fue el encendido de la Menorá, el sagrado candelabro del Templo, ya que no había aceite puro suficiente, pues solo encontraron una vasija que llevaba el sello del Sumo Sacerdote y que duraba un solo día, pero de acuerdo a los textos el contenido de esa única vasija de aceite puro milagrosamente duró 8 días, el tiempo necesario para producir un nuevo suministro.

El ritual establecido para la celebración indica que al iniciarse el día hebreo, es decir a la noche, debe prenderse el primer día una vela o luminaria, el segundo día dos, y así sucesivamente hasta llegar a las ocho velas o luminarias, añadiendo en la oración de Shajarit (de la mañana) el Halel completo, una oración de alabanza integrada por una serie de salmos del rey David, incluyendo las bendiciones anteriores y las que se encuentran a su término.

En la oración denominada Amidá, que se pronuncia a la noche, a la mañana y la tarde de estos ocho días, se agrega un texto especial: Veal Hanisim (Y por los milagros), una declaración de agradecimiento por los milagros ocurridos en Jánuca, en la sección de Avodá, que también está dedicada a expresar sentimientos de gratitud similares.

Al ser los días de Jánuca festivos, no se recita la oración Tajanún después de la Amidá de Shajarit (matutino) y de Minjá (de la tarde).

Durante los ocho días de la festividad se leen textos específicos del Séfer Bamidvar (Números), donde se relata cómo los dignatarios de Israel, que eran los jefes de las tribus, ofrecieron sus sacrificios inaugurales del Tabernáculo y el primer encendido de la Menorá por parte de Aarón.

El texto está dividido en 8 secciones, y los días de semana suben 3 personas a la Torá; en Shabat el texto correspondiente a ese día se lee como Maftir y en los días de Rosh Jodesh Tevet se lee primero la sección de Rosh Jodesh y luego la correspondiente a Jánuca, subiendo a la Torá 4 personas.

En Jánuca se puede trabajar normalmente como en el resto de los días hábiles. Se acostumbra que las mujeres no realicen labor alguna la primera media hora luego del encendido de la Januquiá (candelabro especial de esta festividad).

Es costumbre de Jánuca aumentar la tzedaká (caridad) y jugar, especialmente los niños, con el dreidl o sevivón, especie de perinola confeccionada para la festividad.

De acuerdo a la tradición, como los griegos habían prohibido el estudio de la Torá, los miembros del Am Israel los desobedecieron, pero cuando se acercaban los helenistas, escondían los textos y jugaban con un dreidl o sevivón.

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Se conmemoran 85 años de «La noche de los cristales rotos», el mayor pogrom de la historia

Agencia AJN.- A un mes de la masacre de Hamás que terminó con la vida de 1.400 israelíes, el mundo judío recuerda la noche en la que más de mil sinagogas fueron quemadas por el nazismo.

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Agencia AJN.- En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 se perpetró la Kristallnatch (La noche de los cristales rotos), el mayor pogrom de la historia, en manos de la Alemania nazi.

En aquella fatídica noche, se destruyeron y lincharon negocios y establecimientos de propiedad judía, así como sinagogas, por parte de las fuerzas de seguridad del nazismo y la población civil.

Presentado por los responsables nazis como una reacción espontánea de la población tras el asesinato, el 7 de noviembre de 1938, de Ernst vom Rath, secretario de la embajada alemana en París por un judío polaco de origen alemán, Herschel Grynszpan, los ataques fueron cometidos por miembros de la Sturmabteilung (SA), la Schutzstaffel (SS) y las Juventudes Hitlerianas, apoyadas por el Sicherheitsdienst (SD), la Gestapo y otras fuerzas de la policía.

Estos pogroms fueron dirigidos contra los ciudadanos judíos y sus propiedades, así como también contra las sinagogas de todo el país. Los ataques dejaron las calles cubiertas de vidrios rotos pertenecientes a los escaparates de las tiendas y a las ventanas de los edificios de propiedad judía, lo que le da el nombre al episodio.

Al menos 91 ciudadanos judíos fueron asesinados durante los ataques y otros 30.000 fueron detenidos y posteriormente deportados en masa​ a los campos de concentración de Sachsenhausen, Buchenwald y Dachau. Las casas de la población judía, así como sus hospitales y sus escuelas, fueron saqueadas y destruidas por los atacantes. ​Más de 1000 sinagogas fueron quemadas —95 solo en Viena— y más de 7000 tiendas de propiedad de judíos fueron destruidas o seriamente dañadas.

La Kristallnacht fue seguida por una persistente persecución política y económica a la población judía, y es considerada por los historiadores como parte de la política racial en la Alemania nazi y el paso previo del inicio de la Solución Final y del Holocausto.

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