AJN.- El analista político y ex director de la Comisión de Derechos Humanos de la B’Nai B’Rith Sammy Eppel en diálogo con AJN afirmó: “En Miami tenemos con una comunidad trasplantada”.

Este jueves 13 de abril se conmemora el Día del Exiliado Venezolano, ya pasaron más de cinco años desde que se cerró el consulado de Venezuela en Miami, cuestión que afecta a los más de 200.000 venezolanos exiliados en Florida.

-¿Cómo se vive el día a día con noticias constantes de la crisis en Venezuela, teniendo en cuenta las dos muertes que ocurrieron luego de las últimas protestas?
-No solamente fueron esas dos muertes: ha habido muertes que tienen que ver con gente anciana que ha sido afectada por los gases y eso les provocó un infarto. Pero claro, el forense no puede poner como causa de la muerte una bomba lacrimógena. Simplemente puede decir que tuvo un ataque de asma. Esto ha ocurrido con bastante regularidad.

-¿Qué significa que el secretario general de OEA participe en el Día del Exiliado Venezolano?
-El secretario Luis Almagro está hoy en Miami y va a recibir un premio en el Centro Comunitario por su tratamiento del exilio venezolano, que ya suma en el sur de La Florida a 200 mil personas. Es un reconocimiento a lo que él está haciendo, porque mi experiencia con estos exiliados en Miami es que muchos quieren regresar. No necesariamente se hallan a sí mismos en otro país. Algunos son de verdad refugiados políticos, son exiliados, y otros son desplazados económicos. Muchos estudiantes, que son el gran valor de un país, han tenido que irse porque son perseguidos políticamente por su actividad dentro de las universidades.

-¿Hay líderes o ex dirigentes judíos venezolanos que organizan algún tipo de ayuda para los judíos en Venezuela?
-Sí, hay una actividad que se va a hacer junto con The Jewish Federation y la organización judía “Iajad”, donde se va a hablar sobre la ayuda a la comunidad judía venezolana o a miembros de la comunidad judía venezolana que están sufriendo necesidades y penurias. No todo el mundo se ha ido de Venezuela: todavía queda un número grande de judíos en Venezuela y hay algunos que están pasando por tiempos difíciles.

-¿Cómo están viviendo aquellos jóvenes que ya llevan varios años exiliados en Miami?
-La juventud tiene capacidad de adaptación. La juventud llega a otro país, se pone a estudiar, trabajar, formar familia y entonces “van para adelante”. A mí, en verdad, la juventud no me preocupa, porque el joven que llega a otro país normalmente tiende a poder arreglarse. Esa energía de la juventud le permite adaptarse. Para otra persona de otra edad no es tan fácil la adaptación, porque ya está acostumbrado a otra forma de vida.

-Pero respecto a la juventud, ¿qué piensa de un joven judío que soñaba con casarse en una sinagoga en Caracas y luego esos sueños fueron frustrados porque tuvo que exiliarse?
-Eso pasa, es una cuestión que no tiene remedio. Nosotros en Caracas tuvimos, y todavía queda, una comunidad muy especial. Una comunidad que no era sefardí ni asquenazí, sino que era una comunidad unida. Todo el mundo se conocía en los colegios, todos éramos amigos, todos nos ayudábamos. Obviamente dejar eso es una gran pérdida, desde el punto de vista humano. Pero a la juventud no le queda más remedio. Yo tengo familia e hijos. Son jóvenes que recientemente se casaron, pero no tuvieron opción. Ellos podían intentar regresar para casarse en Caracas, pero el problema allí es cómo van a tomar la responsabilidad de llevar invitados a una ciudad peligrosa, que no da garantías. Entonces, hasta los mismos padres prefieren hacer la ceremonia en Miami, donde hay una gran comunidad venezolana. Nos sentimos bastante en casa cuando hacemos una celebración, una boda, un bar mitzvá. Estamos con una comunidad trasplantada. Hasta nuestros rabinos ofician muchas de nuestras bodas en Miami. La capacidad de adaptación de un ser humano se pone de manifiesto cuando tienes que exiliarte. Nos duele mucho no estar más en nuestra comunidad, en Venezuela, un país generoso que recibió a nuestros padres y abuelos con los brazos abiertos. Ahora nos encontramos con una realidad totalmente diferente.

-¿Sus hijos tienen el deseo de regresar a Venezuela o ya están asentados y van a seguir en Miami?
-La añoranza de Venezuela continúa, no solamente en ellos, sino en los ancianos también. Yo siento mucho no estar en Venezuela y creo que renunciamos a mucho. Creo que es posible que ocurra un reencuentro futuro de personas de la comunidad que regresen a Venezuela. No lo veo como algo actual porque la situación ahora no permite ese tipo de planes. Pero estoy seguro de que si hay una situación que lo permita, muchos van a regresar no solamente por el tema comunitario, sino también por temas de trabajo, académicos, profesionales, que hoy en día no ven un futuro en Venezuela. Esto no es un sentimiento de los judíos particularmente, sino de los venezolanos en general.

-¿Es posible una apertura en la relación entre Venezuela e Israel?
-Desde los consulados es una posibilidad, la reanudación de relaciones con Nicaragua ocurrió hace apenas un mes. Ideológicamente es complicado para Venezuela dado la gran dependencia de Irán, esa influencia va a ser decisiva en una decisión final.