Una árabe musulmana fue aceptada por primera vez en la historia de Israel como miembro de un kibutz.
Amal Carmiya, de la ciudad israelí Qalansawe, y otras cuatro familias fueron admitidas como integrantes del kibutz Nir Eliyahu, ubicado al noroeste de Kfar Saba.
Neta Be´eri, el coordinador de crecimiento demográfico del movimiento, rechazó referirse al episodio como algo histórico. "Este no es un acto simbólico o demostrativo. Es un proceso que maduró de manera natural", comentó al portal Ynet.
Los lazos entre Carmiya y Nir Eliyahu comenzaron 18 años atrás, cuando ella envió a sus dos hijos (Aya y Adam) al jardín del kibutz, igual que lo hacían otras familias de las comunidades árabes cercanas.
Luego el kibutz la contrató como enfermera, en 1997 se mudó, y unos años después se convirtió en residente.
En septiembre de 2007, el asentamiento agrario, que se dedica a producir envoltorios de plástico a través de su empresa Plastnir, con clientes en Israel, Europa y Estados Unidos, fue privatizado y abrió las puertas para la absorción de miembros. Los nuevos residentes debían ser aceptados y construir sus propias viviendas.
"La idea de aceptar a Amal evolucionó simultáneamente en su mente y en la nuestra, y se volvió clara el año pasado", explicó Be’eri. 
Y agregó: "Después de tantos años de conocimiento, estamos satisfechos y la queremos. No creemos que represente algo, es solamente una persona excepcional que se adaptó maravillosamente a la vida en el kibutz".
"Es parte de nosotros, así como sus hijos Aya y Adam", continuó el coordinador. "Los miembros del kibutz votaron por la elección de Amal como persona y no como árabe", explicó.
Carmiya se siente parte de la comunidad: "Con la complicada situación que se vive en Israel, siento que éste es el lugar, ésta es la gente y ésta es la manera que mejor me queda", dijo.
Su familia tiene emociones encontradas respecto a su forma de vida. "Ya aprendieron a aceptarme como soy. Comentan sobre la educación de mis hijos y piensan que mi hija necesita regresar al pueblo a buscar un marido, pero nada de eso va a cambiar mi decisión de vivir en el kibutz", comentó.
"No negamos el hecho de que somos musulmanes, Ayunamos en Ramadan, celebramos las festividades. Los niños disfrutan de los dos mundos, son universales", concluyó.
LM-MP