Más de 60 mil personas disfrutaron del primer episodio de "La próxima voz", un reality show Haredi (ultra-ortodoxo) que imita el formato del estadounidense "American Idol", un programa que elige al mejor cantante entre una decena de postulantes.
La iniciativa tiene algunas diferencias respecto de su par americano: a excepción de la productora Gili Levenstein, no hay ninguna otra mujer que forme parte del elenco y los jueces que integran el staff, solo "tienen cosas buenas para decir".
Según publicó el diario Haaretz, se trata de "la búsqueda para el nuevo gran acto en la música ultra-ortodoxa", dado que el cantante que obtenga la mayoría de los votos de los televidentes, será coronado ganador de la serie y estrenará un single producido de manera profesional.
La elección del nombre del programa televisivo se debe a que la religión judía se opone a la idolatría, por lo tanto no podría haberse llamado "El ídolo Haredi".
En cambio, los productores optaron por la alternativa "religiosamente correcta" y lo llamaron al show "La próxima voz".
El locutor ultra-ortodoxo de radio, Menajem Toker, aseguró que el éxito del show es una muestra de la manera en que la comunidad ultra-ortodoxa se tornó "hambrienta de probar lo mejor de la cultura secular". 
"Siempre me interesa mirar qué hay en el mundo exterior, sacar lo mejor de allí y hacerlo kosher (apto). Esto resulta ser un formula extremadamente popular", le dijo a la prensa israelí.
Sin embargo, el "La próxima voz" fue más fácil en las palabras que en los hechos.
Para la comunidad ultra-ortodoxa, varios elementos de la televisión significan un problema e incluso algunos rabinos ultra-ortodoxos prohíben la televisión.
Por otro lado, el formato suponía someter a los participantes a los jueces y a sus críticas, y los líderes espirituales prohíben exponer a sus fieles a la vergüenza.
En tanto, Toker presentó una solución al primer problema. El presentador distribuyó mensualmente en todo el país un CD, lo cual permitió a los Haredim disfrutar de sus "deliciosos espectáculos en la pantalla chica pero en las computadoras de sus hogares". En cuanto a la prohibición de avergonzar a los participantes, los jueces minimizan los errores y los bloopers de los soñadores.
 Varias veces durante la filmación, el productor ordenó editar los errores.
Uno de los miembros del jurado es Ken Burgess, compositor y productor de Tomorrow (mañana), una banda de rock de los años 60. Burgess, que se convirtió al judaísmo y migró a Israel, se preguntó "¿por qué criticaría a alguno de los concursantes?".
"Lo que hacemos es una mitzvah (mandamiento), es decir, darle a los jóvenes la chance de desarrollar su talento", afirmó.
Los participantes del show son hombres, debido a que la voz de las mujeres podría ser potencialmente erótica.
Además, la conducta de los concursantes es modesta. En la gala, no hubo atuendos especiales, sino que los soñadores estuvieron vestidos con la ropa típica de los ultra-ortodoxos: camisa blanca y kipá (gorro ritual) de terciopelo negro.
 "La música es un área de crecimiento, una gran cosa en la comunidad, dado que otras formas de arte tales como el teatro y el cine, no están permitidas", indicó Toker.
Otro de los jueces, el reconocido músico ortodoxo Yanky Alfa, sostuvo que el concurso  es necesario para dar notoriedad a los nuevos talentos de una comunidad "que se enorgullece de sus estudiantes y no de sus estrellas de rock".
"En la comunidad Haredi no es fácil convertirse en cantante" señaló.
Otro de los concursantes, Assaf Shefer, destacó que la experiencia "es muy apasionante" aunque recalcó que "es por un buen propósito". El joven de 29 años, admitió que "puede haber un poco de interés en conseguir fama" pero enfatizó que quiere desarrollar su canto y hacer a los novios felices en sus casamientos".
"Se trata de una mitzvá", concluyó.
BK-ND