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A 30 años de la democracia, David Fleischer resalta la entrada «por la puerta grande» de Alfonsín al conocimiento de la comunidad

 AJN.- "En aquella época Hebraica era indudablemente el peldaño y escenario que la sociedad argentina visualizaba como el más notorio de nuestra comunidad. Nos han visto de esa manera y hemos participado de la apertura democrática con un gran acto de homenaje al Congreso de la Nación" dijo el entonces presidente de la Sociedad Hebraica Argentina en diálogo con la Agencia Judía de Noticias.

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 Cuando la Argentina retomó la democracia el 30 de octubre de 1983 luego de casi siete años de dictadura militar, David Fleischer era uno de los dirigentes que ocupaba un cargo de máxima responsabilidad en una de las instituciones más importantes de la comunidad judía: era el presidente de la Sociedad Hebraica Argentina, donde cumplió su función siendo el dirigente en este puesto más joven de la organización de 1972 a 1976, cargo que volvió a ocupar de 1980 a 1984. En diálogo con la Agencia Judía de Noticias reflexionó sobre los años oscuros que tuvo que atravesar la comunidad y destacó la vuelta a la democracia de la mano de Raúl Alfonsín.

 

¿Qué puede decir sobre la situación de la comunidad en la época cercana al 30 de octubre de 1983?

En el 1973 Hebraica sufrió un ataque que presuntamente correspondía a la Triple A cuando pusieron una bomba en el foyer de la entrada al teatro. Este no causó víctimas, sino que lo hicieron a la madrugada para amedrentar a toda la comunidad. Nosotros realmente hemos sufrido bastante la persecución. No nos olvidemos que estaba López Rega como mandamás en la época de Isabelita Perón y Hebraica era una institución que estaba en la mira del fascismo y nazismo de esta gente.

Después, desde la presidencia de Hebraica pude, de alguna manera, cubrir a algunos muchachos de la comunidad que estaban sospechosamente perseguidos y que encontraron refugio dentro de la institución durante algunos días hasta que salieron o los ayudaron a salir del país.

Llegó el año de la terminación de la dictadura y entonces los políticos recurrieron a Hebraica, donde me vieron en mi despacho y me dijeron que deseaban presentar al candidato radical ante la comunidad. Allí nos pidieron autorización para hacer un acto dentro de nuestra institución. Accedimos y el séptimo piso, nuestro salón más amplio, se colmó de gente para escuchar la palabra de Raúl Alfonsín, que de esa manera entró por la puerta grande al conocimiento de nuestra comunidad. Ese es el hecho más emblemático.

En aquella época Hebraica era indudablemente el peldaño y escenario que la sociedad argentina visualizaba como el más notorio de nuestra comunidad. Nos han visto de esa manera y hemos participado de la apertura democrática con un gran acto de homenaje al Congreso de la Nación, previo a la asunción de senadores y diputados nacionales, al que concurrieron los máximos dirigentes electos de ese entonces, invitados por nuestra institución,

 

¿Qué pasaba con el resto de las instituciones?

En la DAIA había situaciones muy controvertidas. Se señalaba al fallecido doctor Nehemías Resnizki, que estaba sospechado de favoritismo. Se decía que para rescatar la vida de su hijo que había sido secuestrado había agachado la cabeza y puesto a la comunidad al servicio de no denunciar las atrocidades que cometía la dictadura militar. Esto no está de ninguna manera demostrado pero indudablemente todas estas versiones, fundadas o no, daban lugar a que la DAIA perdiera su solvencia ética y moral de alguna manera.

 

También se decía algo parecido de Mario Gorenstein.

Este caso era distinto. Tengo entendido que había sido invitado a una sesión del Congreso Judío Latinoamericano en Centroamérica y aceptó volar en un lugar preferencial. También se acusaba a Marshall de no actuar abiertamente denunciando las atrocidades de la dictadura. Pero, por otro lado, nos consta a algunos cercanos a esta circunstancia que el doctor Gorenstein actuó en forma muy silenciosa protegiendo la vida de muchos miembros de nuestra comunidad, quienes lograron salir del país a través y con el esfuerzo de la embajada de Israel y de los Estados Unidos. Tenemos entendido que él actuaba encubriendo todas estas gestiones.

 

 ¿Qué pasaba en las instituciones sociodeportivas?

Cuando ocurrió la pretensión de Argentina de recuperar las Malvinas, la federación de los clubes, es decir FACCMA, convocó a un acto en el estadio de Obras Sanitarias, al que concurrieron masivamente varios miles de personas, la mayoría de ellas pertenecientes a las instituciones sociodeportivas. Allí se manifestó una adhesión a la recuperación de las islas. En aquella oportunidad quedó grabado el discurso de uno de los oradores que no se sometió a la euforia general sino que se permitió denunciar realmente lo que estaba ocurriendo: la persecución, asesinato y desaparición de personas.

 

Los familiares de los desaparecidos acusan a la DAIA de no ser atendidos y hubo algunas situaciones incomodas, ¿qué visión tiene de todo eso? 

Tengo la impresión de que la situación para los dirigentes que ocupaban la cúpula de la institución era sumamente difícil y sus acciones no eran lo que los familiares esperaban. Desde mi óptica tampoco fueron acciones cobardes. En aquella época pensé que realmente hacían todo lo más que podían y un poco más. No olvidemos el riesgo tremendo que corrían aquellos que habían aceptado ocupar cargos representativos y de responsabilidad dentro de la DAIA. Yo personalmente no integraba los marcos de ella pero, estando al frente de Hebraica durante la época de la dictadura, tuve que tomar algunas decisiones sumamente dramáticas. Hay momentos en los que se reciben denuncias, por ejemplo de una bomba en la institución o una telefónica, y el presidente tiene que tomar una decisión personal inmediata: evacuar o no. Al evacuar se crea un pánico general, lo que implica una estampida de socios y miembros de la comunidad, con todo lo que eso puede significar. Sino se toma la decisión de ignorar la denuncia  y dejar en riesgo una situación y la sospecha de que quizás la denuncia es por un artefacto explosivo realmente instalado. Frente a todas esas circunstancias yo personalmente tuve que tomar decisiones inmediatas hacía una u otra postura y me imagino que la gente de la DAIA también tenía ese tipo de situaciones y presiones pero mucho más que en Hebraica. Allí esa situación debe haber sido permanente.

 

En 1982 hubo un acto por la recuperación de las Islas Malvinas y después de la derrota militar la comunidad sintió el efecto.

Años después se exteriorizaron los reclamos de aquellos jóvenes judíos movilizados hacía las Malvinas y que a su regreso reclamaban que la comunidad los ignoraba, los marginaba. Ellos decían que no les había dado el marco de reconocimiento que ellos merecían. En ese sentido creo que sí es real y muchos años después la comunidad tomó conciencia de esa carencia.

 

¿Hubo problemas en la sede Pilar durante toda esa época?

En una oportunidad una columna de vehículos militares ingresó al campo de deportes, desfiló por dentro y salió. Fue un sábado o domingo, un día de mucha concurrencia de asociados. Además a la salida instalaron un nido de ametralladoras en la zanja. Pienso que con la misma intención de amedrentar a la comunidad.

 

Fuera de los dos actos que mencionó, ¿se hablaba sobre lo que estaba pasando o había silencio?

Se ignoraba lo que estaba ocurriendo. En términos populares se ignoraba a tal punto que los viajeros que venían del extranjero y contaban en su círculo de amistades que habían recibido comentarios sobre la persecución que sufría la sociedad argentina por parte de la dictadura militar era no solamente desconocida sino hasta no creíble, y el marco de la Hebraica no era ajeno a lo que pasaba en la sociedad en general.

 

¿Y a nivel de la Comisión Directiva?

Estábamos ignorando, pero no a propósito sino por falta de información precisa de lo que realmente ocurría.

 

¿Fue una sorpresa enterarse?

Sí. Toda la acción de protección a jóvenes que presuntamente estaban perseguidos la hacíamos de manera muy callada, reservada y de conocimiento casi personal, ni siquiera puedo hablar de varias personas. La protección que ofrecíamos era casi individual y parte de ésta era no trasmitir la realidad de nuestro accionar como una manera de protegerlos. La misma actitud que nosotros teníamos dentro de Hebraica se daba en otros marcos, en los que también lo hacían de manera silenciosa y extremadamente reservada. Es por esto que la población en general desconocía las circunstancias dramáticas que se estaban viviendo debajo del  nivel cero. Como también quiero destacar la actividad de Hermán Schiller y Marshall Meyer, que fueron héroes durante esos años.

 

Pero la gente no tomaba conciencia pese a lo que ellos decían.

Recibíamos información del extranjero y la sociedad en general, no lo podía admitir como cierto. El accionar de ellos, a pesar de ser tan cercano e inmediato, también era poco creíble.

 

Alfonsín  asume y decide el juicio a las Juntas, ¿qué sensación había sobre esto? 

La sociedad argentina vivió momentos de euforia y dentro de ésos no alcanzaba a dimensionar la realidad del drama que se había superado, que se había vivido durante la dictadura, a pesar de lo que se exteriorizo a través de este juicio. La euforia que se vivía en democracia sirvió, de alguna manera, para que la sociedad en general se sintiera aliviada sin tomar conciencia del terrible drama que se había vivido en los años anteriores al ’82.

 

¿Cuál es su balance de todo este período? 

La comunidad se encerró en sí misma y las instituciones se fortalecieron. La vida fuera de los marcos comunitarios era muy difícil y, de alguna manera y a pesar de la inconciencia general, había una percepción y sentimiento de padres y abuelos de que los hijos y los nietos debían ser protegidos dentro del marco comunitario, lo cual hizo que haya un desarrollo interno.

 

EACh.

 

www.agenciajudiadenoticias.com

 

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