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Aniversario/democracia. Ex presidente DAIA: “No se superaron escollos y no es fácil ser judío»

 AJN.- Mario Gorenstein tiene 80 años y dirigió esa entidad en los últimos años de la sangrienta dictadura militar, que recuerda vívidamente. El triunfo de Raúl Alfonsín “me agarró siendo presidente del Congreso Judío Latinoamericano”, recordó antes de contar algunas anécdotas personales con el ex mandatario. También se refirió a la victoria de Sergio Bergman.

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 Mario Gorenstein (foto) es argentino, abogado y viudo. Tiene 80 años, dos hijas, cuatro nietos, una bisnieta y otro por nacer.

Actualmente preside el Tribunal de Ética de la Comunidad Judía, pero en la década del ’70 encabezó la AMIA y, luego, la DAIA, así que vivió desde esos altos cargos comunitarios el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y la consecuente dictadura militar.

Pero el retorno de la democracia y el triunfo de Raúl Alfonsín hace hoy justo tres décadas “me agarró siendo presidente del Congreso Judío Latinoamericano”, recordó en una entrevista con la Agencia Judía de Noticias (AJN).

MG- Aun en los tiempos más difíciles, de los que fui protagonista, cuando no existía una estructura política ni la democracia de cuya recuperación celebramos treinta años, siempre la firmeza de convicciones en el desempeño de la función por la calidad de vida judía fue reconocida y respetada, con o sin gusto. Me han tocado enfrentamientos muy difíciles con el poder militar. Hay situaciones que a uno lo dejan marcado en la vida, y una de ellas fue mi entrevista no deseada con (el entonces jefe de la Policía Federal, Ramón) Camps durante la dictadura militar, en la casa de (Máximo) Gainza Castro, el director del diario La Prensa. Su objetivo era traer el interrogatorio que le habían hecho a (el director y fundador del diario La Opinión, Jacobo) Timerman para demostrarme que no había connotaciones antisemitas. Fui con tres o cuatro integrantes de la DAIA y el jefe de gabinete de la Cancillería, que era amigo mío y estaba como testigo, al igual que GainzaCastro. Ante todo le pregunté si había sido teniente en el Regimiento 1 de Caballería de Tandil en tal año. Me dijo que sí y me preguntó cómo lo sabía. Le dije que había sido soldado de ese regimiento y quedó medio sorprendido. Mi metamensaje era que estaba hablando con un presidente de la DAIA que no era el ruso que peyorativamente podía creer, sino el ‘colimba’ argentino que, como judío, estaba desempeñando una función representativa de su comunidad. Le dije: “Voy a escuchar las entrevistas, pero si quiere demostrarme que no hubo connotaciones antisemitas en el interrogatorio, le va a resultar difícil. Le aclaro que no vengo como abogado de Timerman, sino como presidente de la DAIA y que tengo testimonios de detenidos que tuvieron la suerte de salir en libertad y me dijeron que la condición judía fue agravante en sus interrogatorios y durante su detención, así que considero que Timerman no habrá sido la excepción”. Esa reunión duró más de cinco horas y a la tarde Gainza Castro me llamó para felicitarme porque él quedó impactado. Me dijo: “Usted se le plantó con fuerza, pero sin faltarle el respeto, y ese tipo de personalidades lo toman muy en cuenta”. A la grabación no le di mucho crédito porque podía estar camuflada. Al día siguiente me habló Camps por teléfono y me dijo que sabía que yo iba a viajar a los Estados Unidos y quería mandarme un casete con un resumen de lo que había escuchado en la reunión para que se lo llevase a la comunidad judía. Le dije que hiciera como le pareciera, y me lo mandó, pero no se lo dejé a la comunidad judía de los Estados Unidos. Con esto quiero decir que aun en situaciones adversas hay que tener la valentía de plantarse como corresponde.

P- ¿Siempre fue difícil ser presidente de la DAIA o la AMIA?

MG- Con diversidad de matices, sí. Por supuesto que nada es comparable con ese período de la dictadura, donde teníamos detenidos y les arranqué una serie sobre el Holocausto que estaba prohibida y se exhibió durante una semana en Canal 9. Esa semana tuve que estar custodiado porque recibí amenazas terribles por haber obtenido esa exhibición.

P- ¿Cuál es la síntesis de lo que vivió la comunidad judía durante el proceso militar?

MG- No podemos evitar decir que es una época cuyo análisis tiene controversias, de acuerdo a cómo se lo enfoque. Había una base común de oprobio, ya que estaban cercenadas todas las libertades y sin duda alguna la comunidad tenía una dificultad adicional por el hecho de ser judíos. Tuvimos que afrontar programas antisemitas en televisión, como un interrogatorio que me hizo (el periodista Enrique) Llamas de Madariaga. Hicimos lo que pudimos, y seguramente se podría haber hecho mucho más. También hay que decir que tuvimos gente dolorida y desagradecida: obtuve la libertad de médicos judíos que estaban en un penal del sur, recibí el agradecimiento de sus padres y a la salida, uno de ellos me dijo que nada tenía que agradecerle a la comunidad judía porque la discriminación que tuvieron fue como troskistas o maoístas y no como judíos y que les pidieron (ayuda) a la Iglesia y al partido radical, no a la comunidad. También cabe decir un aspecto no transitado en la historia de esa época: nuestra comunidad era la contramarcha con respecto a la falta de democracia y sirvió para que las generaciones jóvenes vieran la práctica democrática. Nadie analiza que en la comunidad siguieron existiendo las instituciones y había partidos políticos y elecciones. Eso fue una gimnasia formativa para muchos jóvenes, que se acercaron a la comunidad judía porque en el contexto social general les faltaba el oxígeno de la práctica democrática. Era un refugio y tenemos que resaltarlo. Muchos de ellos después pasaron a la actividad política en distintos partidos. También hicimos un trabajo muy duro e importante para sacar gente a Israel, con o sin pasaporte, y hemos obtenido la posibilidad de que muchos se afincaran en Israel de forma definitiva sin haberlo tenido programado. A otros simplemente les sirvió para liberarse de su situación…

P- …Se encontraron con una realidad complicada y no todos vienen con una práctica como para hacer frente a esa situación…

MG- Empecé mi militancia de muy joven. Mi primera función en la AMIA fue secretario del Departamento de Juventud y luego secretario general. Cuando asumí la presidencia había un gobierno democrático, y después vino la dictadura. ¿Cuántos de nuestros críticos se postularon para reemplazarnos por creer que lo podían hacer mejor? Hubo protestas y críticas, sobre todo las posteriores, más exacerbadas como para demostrar… Soy enemigo de sacar pecho con la adversidad, pero con mayor o menor eficiencia, ser dirigente comunitario en esa época implicaba riesgos. No vivía en un barrio cerrado, sino en uno de la Ciudad de Buenos Aires con hijas chiquitas y tuve atentados en mi casa, con manchas de alquitrán en la puerta. Es el precio que uno paga por la dirigencia, y no es por hacer ostentación. No había una lucha por el poder, sino ambiciones de cierto círculo…

P- ¿Qué no pudiste hacer en esa época tan terrible que vivió la Argentina?

MG- Entre lo pendiente está el no haber podido concretar más libertades (de desaparecidos), que obtuvimos parcialmente. La comunidad judía no cerró por vacaciones, ni bajó sus persianas, sino que siguió con su función. Pedíamos libertades e íbamos con (información sobre) desaparecidos en un bolsillo y con detenidos identificados en otro. Hemos tenido éxitos y fracasos. Nuestro deseo hubiese sido obtener todas las libertades. Nuestros mayores éxitos fueron el haber salvado vidas de quienes ni siquiera llegaron a ser detenidos, para que pudieran llegar a Israel, por ejemplo.

P- ¿Respecto de qué cosas creés que cometiste algún error?

MG- Es difícil… El error, que es colectivo, podría ser la evaluación psicológica del tema: quizás habría que haber arbitrado algún consejo psicológico para que, aun con impotencia, pudiéramos haberles dado mayor satisfacción a los familiares que recababan libertades o identificaciones y no las obtenían. En ese fárrago de entrevistas se dio la imagen -a veces equivocada- de que no se les dio la debida atención. Yo tomé la etapa final y más corta en la DAIA, la mayor fue la anterior, (cuyo presidente era Benito) Resnisky. Mi satisfacción fue que ocupé la presidencia del Congreso Judío Latinoamericano en el año (del retorno) de la democracia. Siempre estamos expuestos a los cuestionamientos, pero una vez electo tuve diálogo con la democracia y los partidos políticos. Costa Rica, con una democracia de muchos años, tenía la tradición que cuando había un cambio presidencial, se invitaba al titular del Congreso Judío Latinoamericano para representar a todas las comunidades del continente. Como tenía buen acceso a la Cancillería, le avisé al jefe de gabinete que iba a viajar a la asunción de mando (de Oscar Arias, en 1986). A los pocos días me llamó y me dijo: “Si no tenés inconveniente, consulté con (el presidente Raúl) Alfonsín y me dijo que te invita a viajar en el (avión presidencial) Tango con él”. Había diputados y senadores, y en el viaje de regreso también venía (Julio María) Sanguinetti, el presidente uruguayo. Me contó que volvía de Israel y que había estado en contacto con argentinos en kibutzim. Allá no podían entender cómo Alfonsín, con la democracia reinstaurada, no iba a Israel. Me dijo que estaba tratando de decirle que estaba cometiendo un error por la obcecación del canciller (Dante) Caputo y de convencerlo de su importancia. Después, cuando éramos ex presidentes, Alfonsín decidió viajar a Europa e Israel y antes me invitó a su departamento de la calle Santa Fe. Cuando lo conocí y era candidato, no era muy ducho en política exterior; después aprendió mucho. Estuvo en Israel solo 36 horas, pero fue un gesto de buena voluntad. La influencia de Caputo fue por una mezcla de ideología y su pretensión de ser presidente de la Asamblea (General) de las Naciones Unidas porque la sumatoria de votos árabes era más que el de Israel.

P- Dentro del proceso democrático tuvimos el atentado a la AMIA, ¿qué opinás?

MG- Con respecto al atentado tengo una opinión muy clara: no es casual que se haya elegido la AMIA por dos motivos, el estado de indefensión de la Argentina en el contexto sociopolítico de seguridad y porque, como comunidad judía y sionista, siempre estuvo totalmente identificada con Israel. Era un blanco preferido por el enemigo. No tengo duda que el terrorismo iraní tuvo la connivencia de factores antisemitas de la Argentina. Otro aspecto, que llega hasta nuestros días y se extiende al Memorándum (de Entendimiento firmado) con Irán, demuestra con dolor la división y politización ideológica de la comunidad judía, lo cual es legítimo, incluso entre familiares que perdieron gente en el atentado. El espectáculo desde el escenario político, donde tenemos que es un canciller judío el que firmó el memorándum, y otros judíos que votaron a favor del mismo. Y el otro aspecto es el de la Plaza del Congreso, cuando todos protestaban contra el memorándum, pero no invocando la misma bandera: algunos estaban en contra porque decían que era una complicidad de Estados Unidos e Israel para relajar tensiones, lo cual me parece muy injusto… La historia se repite: no hay que juzgar con todos los parámetros del pasado, pero tenemos que ser conscientes de que todos los pasos no se superan en forma automática, y algunos, a veces siendo enemigos de nuestras propias causas, terminan siendo víctimas. Tenemos el espectáculo de la división de las agrupaciones de familiares de víctimas. Las respeto a todas, pero sugeriría escudriñar un poco cuáles son las auténticas motivaciones de cada una ante un hecho tan cruel como la pérdida de vidas y la de la AMIA como símbolo político de antisemitismo en un país como la Argentina y con un gobierno democrático, cualquiera sea su color. Fue un atentado antisemita emparentado con el terrorismo que padece Israel hace mucho tiempo. Es la estrategia que el terrorismo no se practica solamente dentro de las fronteras de Medio Oriente, sino que se exporta, y la AMIA fue víctima de esa política. (Con la democracia) no se han superado todos los escollos y no es fácil ser judío, estamos expuestos. El mundo está muy interconectado y el ser judío tiene un riesgo adicional, y la prueba está en de la AMIA.

P- ¿Cómo estás viendo a la actual dirigencia judía?

MG- No me corresponde evaluarla.

P- ¿Tu paso por la comunidad fue en soledad o te sentiste acompañado en esa época tan

difícil?

MG- Hubo mucho acompañamiento. No solo en el plano internacional o de Israel, sino que en el marco institucional de las entidades judías locales tuvimos un respaldo total. El mundo judío apoyaba totalmente. Se debatía en el marco formal de las organizaciones y si la delicadeza del tema requería un viso de privacidad, se hacían reuniones en domicilios particulares. La AMIA y la DAIA nos reunimos con el rabino Marshall Meyer, y podíamos tener diferencias en las formas y estrategias, pero estaba absolutamente claro que teníamos objetivos comunes.

P- ¿Cuál fue el momento más difícil?

MG- Fue una continuidad: la presión fue hasta los últimos días y tuvimos momentos difíciles durante todo ese período. Pese a la dictadura, cuando teníamos un momento difícil, como lo de la serie sobre el Holocausto o lo de Llamas de Madariaga, salíamos a la prensa general y obteníamos su solidaridad.

P- ¿El reclamo de los familiares de los desaparecidos judíos y de las víctimas del atentado a la AMIA es el mismo?

MG- Para un familiar es lo mismo porque cuando uno pierde a un ser querido, quiere justicia, ya sea encontrarlo o ajusticiar como corresponde, con la ley, a quien sea el responsable. Pero los hechos son totalmente distintos porque el atentado a la AMIA fue un hecho traumático y terrorista cuya reivindicación es encontrar a los responsables y juzgarlos como corresponde. Lo de los desaparecidos es más difícil discriminar: también se pide justicia y hay una mayor identificación porque no hay dudas de que eran de acá los militares responsables.

P- ¿Qué sensación te genera ver que el rabino Sergio Bergman llegue al Congreso?

MG- Como calificación política me parece sumamente positivo que alguien que ejerce su rol como rabino participe de la estructura democrática desde un partido político y que haya accedido a ser diputado nacional. Eso no significa que no haya habido diputados judíos en el pasado, pero nunca hubo un rabino. No encontré aspectos de discriminatorio por su candidatura y me parece que es una buena señal de democracia. Tendremos que ver cómo compatibiliza su función rabínica con la de diputado porque hay matices que son muy delicados, pero me parece que tiene la capacidad intelectual para hacerlo. Esto forma parte de un contexto que ha cambiado totalmente, si hacemos una comparación cualitativa y política entre aquel entonces (por la última dictadura militar) y ahora.

DB-JC-CGG

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Israel: ministro Ben Gvir sufrió un accidente automovilístico

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Agencia AJN.- El ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben Gvir, estuvo involucrado en un accidente de tránsito en la ciudad de Ramla, a la que había llegado a raíz de un atentado previo.

El funcionario fue trasladado a un control médico y su estado es leve. Un testigo del accidente contó: «Vi que el ministro cruzó en rojo, el otro coche pasó en verde».

El ministro Ben Gvir había llegado a Ramla a raíz de un atentado ocurrido previamente en el que una joven de 18 años resultó herida de gravedad al ser apuñalada.

Desde la oficina de Ben Gvir indicaron: «Durante el viaje desde el lugar del atentado en Ramla, el vehículo del ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben Gvir estuvo involucrado en un accidente de tránsito. El ministro está en buen estado, consciente y fue trasladado para recibir atención médica al hospital Assas HaRofé».

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Israel solicita la liberación de 33 rehenes en un nuevo intento de acuerdo de alto el fuego

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Agencia AJN.- Una delegación egipcia se reunió el viernes con responsables israelíes, en busca de una forma de reanudar las conversaciones para poner fin a la guerra en Gaza y devolver a los rehenes israelíes restantes, según declaró un funcionario informado de las reuniones.

El funcionario, que habló bajo condición de anonimato, dijo que Israel no tenía nuevas propuestas que hacer, aunque estaba dispuesto a considerar una tregua limitada en la que 33 rehenes serían liberados, en lugar de los 40 previamente en discusión.

«Actualmente no hay conversaciones sobre rehenes entre Israel y Hamás, ni hay una nueva oferta israelí en ese sentido», dijo el funcionario. «Lo que hay es un intento de Egipto de reiniciar las conversaciones con una propuesta egipcia que implicaría la liberación de 33 rehenes: mujeres, ancianos y enfermos».

Funcionarios de inteligencia israelíes creen que quedan 33 rehenes mujeres, ancianos y enfermos con vida en Gaza, de un total de 133 que siguen retenidos por Hamás y otros grupos terroristas palestinos.

No se ha decidido cuánto durará la tregua, pero si se acuerda el intercambio, la pausa en los combates será «definitivamente inferior a seis semanas», dijo el funcionario.

La visita de la delegación egipcia se produjo después de que los medios de comunicación israelíes informaran de la visita a El Cairo el jueves del jefe del ejército israelí, el teniente general Herzi Halevi, y de Ronen Bar, jefe del Shin Bet, el servicio de inteligencia nacional de Israel.

Egipto, preocupado por una posible afluencia de refugiados palestinos de la vecina Gaza si la guerra continúa con la largamente prometida ofensiva israelí en la ciudad meridional de Rafah, ha asumido un papel cada vez más activo en las negociaciones.

«Los egipcios están tomando realmente el relevo en esto. Egipto quiere ver avances, entre otras cosas porque está preocupado por una posible operación en Rafah», declaró el funcionario.

Según el funcionario, Qatar, el principal intermediario anterior, había quedado cada vez más excluido tras no responder a las exigencias israelíes de expulsar a los dirigentes de Hamás de su territorio o frenar sus finanzas.

«Qatar sigue participando, pero en menor medida», afirmó el funcionario. «Está claro para todos que no cumplieron, ni siquiera cuando se trató de expulsar a Hamás o incluso de cerrar sus cuentas bancarias».

La visita de la delegación egipcia se produjo un día después de que Estados Unidos y otros 17 países hicieran un llamamiento a Hamás para que liberara a todos sus rehenes como vía para poner fin a la crisis de Gaza. Hamás prometió no ceder ante la presión internacional.

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