AJN.- “El Papa está llevando un modelo de convivencia, que es el argentino, a otros lugares. No creo que su santidad ponga en mí la representación del islam. En la Argentina el diálogo interreligioso no es casualidad, esto es una construcción voluntaria”, aseguró a la Agencia Judía de Noticias (AJN) el copresidente del instituto de diálogo interreligioso y director en la corporación Buenos Aires Sur, Omar Abboud, antes de viajar para acompañar al Pontífice a Tierra Santa.

-¿El viaje que van a hacer en unos días es un sueño hecho realidad?

-Si fuese un sueño, hubiese sido algo que uno planteó alguna vez, en términos de fantasía diurna o de haber tenido una visión al respecto. Esto es un honor inesperado, porque hace mucho que vengo trabajando en el diálogo interreligioso y teniendo visiones que en un punto a veces son muy cuestionadas. Es muy difícil explicar en términos de nuestra identidad cómo aproximarse a los demás, cuando a veces hay algunas diferencias de orden político, que tienen que ver con conflictividad. Entonces, en los muchos años de trabajar en esto, de alguna manera es no sólo inesperado, sino que para mí en lo personal es un signo de esperanza. Es como cambiar el aire para seguir adelante en esta empresa.

-¿Cómo se puede definir tu relación con Jorge Bergoglio?

-En tiempos del arzobispo de la ciudad de Buenos Aires fue un vínculo intelectual. Más de aprendizaje mío en cuanto al de él. Hemos charlado cantidad de temas relacionados con el islam, el islam en el mundo, en la coyuntura y cómo se presenta en la modernidad. Desde ese tipo de charla y en organización de algunos eventos, hasta generar, como indefectiblemente para cualquiera que lo conoce a Bergoglio, que cuando vos te sentás mucho con él no podés evitar quererlo. Más allá de la brillantez intelectual, es una persona de un tipo de calidez y predicación con el ejemplo constante y de vivencia en estado de peregrinaje. A cualquier persona se le despierta un tipo de afecto. Yo no voy a definir en términos de amistad, esto es algo que me guardo.

-¿Cómo fueron vuestros diálogos acerca del islam?

-Él conoce y conocía, por supuesto, cuáles son las reglas, el pensamiento, parte de la historia de los musulmanes, la doctrina. Fueron visiones de coyuntura en cuanto a que el islam se presenta no en un todo homogéneo, sino que muchas veces es noticia a través de grupos que se denominan islámicos y que de pronto tienen actitudes fuera del marco de la doctrina. Tenía que ver con visiones de esos grupos por algo que nos desvela y nos desveló mucho, a mí en particular y de haberlo charlado con él, es tratar de alguna manera de decodificar la visión fundamentalista de la vida. Porque la visión fundamentalista de la vida no es privativa de los musulmanes. Sino que es cómo uno se para delante de cierto acontecimiento. Creo que fueron charlas muy interesantes y productivas, porque el fundamentalismo en todo caso, en el orden que aparezca, ya sea en el religioso, que es tremendo, sea en el político, que es causal de desmanes, sea en el deportivo o en el económico, en general es una tendencia constante del ser humano a aislarse, a pararse en un ámbito de soberbia, a desvincularse de la realidad. En ese sentido, hablamos de la cuestión islámica, del fundamentalismo en general y charlas que tuvieron que ver con la visión de los signos de los tiempos, de los tiempos proféticos, mesiánicos, del fin de los tiempos en términos de la segunda venida de Jesús, que plantea el islam y de la parusía en términos cristianos. La sociedad islámica, cómo está integrada, las características de cada uno de los países, todo eso.

-Entonces él elige en su primer viaje ir a Medio Oriente, ¿qué simboliza esta decisión?

-Es muy difícil ser exegeta de Francisco en cuanto lo que hace. Al mundo y a la propia Argentina le llama la atención cosas que Jorge (Bergoglio) viene sosteniendo desde diferentes enfoques ideológicos, siempre con la mentalidad y con la doctrina cristiana en la mano, pero con diferentes palabras o presentaciones del tema las cuestiones relacionadas con justicia social, trata de personas, narcotráfico, juego, educación, nosotros las venimos escuchando hace más de 12 o 13 años. La visión relacionada con Medio Oriente y el anhelo de paz y justicia fue un tema que también fue recurrente. Más de una vez, cuando hubo algún despertar en términos de volver a la violencia, es preferible la tensa calma a la violencia siempre. Porque en la tensa calma a lo sumo uno puede aguantarse broncas, ver la mejor manera de negociar, mientras que en la violencia en general se pierden vidas. Cada vez que hubo algún problema relacionado con eso Bergoglio siempre convocó desde la catedral a uno oración por la paz. La última fue en diciembre de 2012, justamente que se había suscitado un incoveniente y Bergoglio nos llamo para orar por la paz y la justicia. A (el rabino) Abraham Skorka, al patriarca griego, a protestantes y a mí nos convoca para pedir por la paz en Medio Oriente. O sea que es un tema que a él en algún momento le haya pasado inadvertido. Es la particularidad también de la situación de los cristianos en la región. No sólo de los católicos sino de la cristiandad en general. Creo que este viaje no lo podría explicar en términos técnicos o racionales, sí con algo que tiene bien desarrollado que es su corazón místico. Su corazón en términos perceptivos y en relación a la necesidad de las personas.

-¿Qué significa esto?

-Significa que llega un momento en el que él es un incansable luchador por la paz. Y esa zona del planeta en particular necesita tipo de mensajes. No es su rol pacificar, no es su rol asumir el de la política, él es un pastor, no está en condiciones ni tiene las herramientas para hacerlo él. Pero sí tiene la cabeza y el corazón para recomendarlo a través de lo que predica él. Hablándole no al hecho de lo político estrictamente racional, sino al alma de las personas.

-Él te elije para acompañarlo, ¿por qué?

-(Reflexiona en silencio). No lo sé. De traductor no le sirvo porque mi árabe es pobre y es muy de pueblo. Obviamente sí conozco la religión islámica en sus múltiples perspectivas pero hay gente que conoce mucho más que yo del tema. Y de teólogo tampoco, porque aparte él tiene traductores y teólogos, no me necesita para eso. Prefiero dejar que cada uno interprete los motivos. Creo que esto cierra un círculo del trabajo interreligioso. No somos Daniel Goldman, Guillermo Marcó y yo los inventores de nada. Nosotros recibimos la suerte de tener el impulso de Bergoglio en su momento para crear el instituto y fuimos generando actividades. Pero hubo también un montón de gente que en una u otra mesa ha colaborado y ha llevado este mensaje, que en definitiva es lo que importa. Nosotros somos absolutamente nada más que una mera circunstancia de gente que ha sufrido, porque tanto Goldman, como Marcó y yo en algún momento de la historia sufrimos algún embate porque es de difícil comprensión, ya que cuando vos te acercás lo primero que te gritan es ‘querés mezclar’ o hasta ‘traidor’, en la ignorancia de no entender que la mejor forma de reafirmar tu propia identidad es justamente teniendo una visión del otro. Cada uno de los tres hemos permanecido fieles a nuestras tradiciones mientras trabajamos en esto. Entonces, para todos ellos que conocen el vínculo que había, quizás la respuesta va a estar más que clara, para los que lo desconocen lo quiero poner en términos de que es un regalo del destino, un regalo de Dios.

-¿Él está poniendo en tu persona la representación del Islam?.

-En todo caso él está llevando un modelo de convivencia, que es el argentino, a otros lugares. No creo que su santidad ponga en mí la representación del islam, porque yo a duras penas puedo representarme a mí mismo. Yo no estoy en condiciones de representar a los musulmanes del mundo, porque de hecho muchos de los musulmanes del mundo piensan distinto de lo que pienso yo. Con una u otra variable, unos pensarán más o menos parecido y culturalmente, si bien leemos el mismo libro, hacemos las mismas prácticas y desayunamos el mismo mes, existe una distancia que tiene que ver con el hecho cultural del día a día. No me gustaría que se ponga en términos de representatividad, porque no es así. Sí puede ser una visión en cuanto a que en la Argentina el diálogo no es casualidad, acá no nos llamaron a todos un día para que hagamos esto, esto es una construcción voluntaria. Por eso, tuvo momentos preciosos que recién ahora se están comprendiendo y tuvo momentos durísimos para nosotros. Y cada una de las tradiciones de los que participamos te lo puede contar.

-Entonces se trata de un modelo…

-Sí, este formato de vincularnos es un modelo argentino. Nosotros dejamos en desuso la definición que tenía que ver con el crisol de raza. Nosotros hablamos siempre del mosaico de cultura, del respeto, de la otredad, pero volviendo al crisol de razas, nada más que en términos alegóricos, el crisol es un horno donde los alquimistas medievales fundían con la idea de convertir el plomo en oro. Bueno, eso nunca fue una reacción de orden químico. Siempre fue una reacción de orden espiritual. El hombre, que hay que moldearlo y es un material vil, mezclándose y tomando cosas en términos de aprendizaje y enseñanza, que no es de otro lado que no sea de los otros, puede convertirse en un metal superior, en un metal noble como es el oro. Yo creo que el modelo nacional es un modelo construido y preventivo. Nosotros alguna vez con Daniel (Goldman) nos tocó parar broncas que se podían armar entre un dirigente y otro. Porque quizás alguna declaración desafortunada a veces importa un conflicto. La sangre a veces puede más que la razón. Y cuando la sangre puede más que la razón en general el resultado no es bueno. Primero hay que razonar y después hay que dejar fluir la sangre si el razonamiento de alguna manera concluye que hubo algún tipo de mala intención. Pero a veces en términos de distinción, y por esa torpeza de decir que hay que marchar adelante. El liderazgo en todo caso implica tomar decisiones y enfrentar los conflictos con sapiencia. A veces no se puede en pos de un posicionamiento de a lo mejor de una próxima elección comunitaria decir cualquier estupidez.

-Estás próximo a vivir un momento histórico. ¿Ya pudiste imaginarlo?.

-No, no tengo ganas de pensar demasiado en el tema. Prefiero vivirlo. Aparte, el primer viaje que hicimos fue muy bueno. Fue un grupo de 46 personas completamente heterogéneo donde había empresarios exitosísimos y gente que sacó un crédito para ir al viaje. Gente del PRO y gente del Frente para la Victoria. Judíos, musulmanes, católicos y cristianos de diferentes etnias. Con diferentes posiciones sociales, en relación a la vida, a la política, a las profesiones. Y yo les decía la última vez que nos reunimos en un breve discurso: ninguno de nosotros es perfecto, pero el grupo es perfecto. Porque la intención es perfecta. La perfección deviene de equilibrio. Y la paz no es otra cosa que equilibrio, hasta si se quiere etimológicamente. A veces Daniel (Goldman) lo explica desde el Shalom, como equilibrio. Y nosotros también el estado de equilibrio humano, donde se compatibiliza su relación con la divinidad con los demás hombres con su interior y con el resto de la creación es un estado de equilibrio. Entonces de ahí deviene la paz. Como grupo y como intención tuvo un grado de perfección más allá de la suma de imperfecciones que representaba cada uno de nosotros.

-¿Qué significa para vos viajar con el rabino Abraham Skorka?

-Nos tenemos mucha confianza, compartimos muchas mesas de foros en diferentes universidades, hemos hablado en la catedral juntos. Es una persona a la cual le tengo muchísimo respeto, no sólo como el director de Seminario Rabínico sino como un hombre de Dios.

-Por último, ¿querés agregar algo más sobre el viaje que no te haya preguntado?

-Creo que es un mensaje para nosotros. Vos sos judío, yo soy musulmán, Guillermo Marcó es católico… pero el todo es superior a las partes. De alguna manera me parece que en nuestro país y antes todos estos hechos que vemos de violencia, de desdén, de desencuentro, acá el material humano para hacer una gran nación está. Nosotros somos capaces de hacer cosas grotescas, pero también somos capaces de lo excelso. ¿Por qué no mirarnos dentro de nuestro propio corazón para, como diría Jauretche, barajar y dar de nuevo? Se lo merecen nuestros hijos, no sé si nosotros.