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Opinión

Jerusalem, capital del Estado de Israel. Por Eduardo Kohn*

Agencia AJN.- La destacada periodista Ana Beris pone todos los puntos sobre las íes en su artículo de esta semana sobre Jerusalem.

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Agencia AJN.- Primer punto: en 1947, cuando la ONU votó en favor de la creación de un Estado judío y otro árabe, determinó que Jerusalem sería un «corpus separatum» bajo gobierno internacional. El liderazgo judío lo aceptó, los árabes rechazaron la resolución y se lanzaron a la guerra. Jerusalem quedó dividida y la Ciudad Vieja, con todos sus santuarios, del lado jordano. Fue esa guerra iniciada por los árabes para impedir la creación de Israel, la que dividió Jerusalem por primera vez en la historia.

Segundo punto: en 1967, cuando estalló la guerra de los Seis Días por la inminencia del ataque de Egipto y Siria, Israel advirtió a Jordania que no intervenga, que no ataque. El Rey Hussein no escuchó y comenzó a cañonear Jerusalem. Fue recién entonces que Israel respondió, rechazando el ataque, y conquistó la Ciudad Vieja de Jerusalem, además de Cisjordania, levantando las divisiones y reabriendo la ciudad a todos, judíos y árabes por igual.

Tercer punto: desde el 5 de diciembre de 1949, Jerusalem es la capital de Israel. En ella funcionan el Parlamento, la Suprema Corte de Justicia, todos los ministerios del gobierno (menos el de Defensa) y en la residencia oficial del Presidente ubicada en el barrio Talbíe de la ciudad, presentan credenciales todos los Embajadores extranjeros. En la práctica, también quienes no le reconocen formalmente como tal, tienen clarísimo que Jerusalem es la capital.

O sea que los casi 90 países que mantienen vínculos diplomáticos con Israel aceptan y admiten la realidad. Las cartas credenciales se presentan en Jerusalem; los Embajadores que tienen que conversar con cualquier Ministro van a Jerusalem; los convenios bilaterales se firman en Jerusalem. Los Presidentes, Ministros y otras autoridades nacionales de los países que visitan Israel en forma oficial se entrevistan con el Primer Ministro y cualquier otro Ministro de Israel en Jerusalem; colocan una corona de flores en Iad Vashen en Jerusalem. Esa es la vida diaria. Los discursos altisonantes que pasan por alto la realidad de la vida diaria son para la tribuna (si es que alguna tribuna escucha hoy ese tipo de discursos).

La decisión del gobierno de Estados Unidos es su decisión. El Congreso ya la había aprobado hace 22 años, y ahora el gobierno de turno decidió implementarla. Escriben varios analistas (y probablemente de buena fe aunque bastante despistados) que es un momento “inoportuno” y que proviene de un Presidente “como Trump”. Considerando que todos los países de la Liga Arabe no han considerado en 70 años oportuno reconocer siquiera la mera existencia de Israel, salvo Egipto y Jordania, parece realmente inadecuado pensar que la inoportunidad eventual es un argumento para discutir sobre la legitimidad de Jerusalem como capital de Israel.

La excusa que esta situación “es creada” por la Administración Trump también es débil y pobre. Opinar es un derecho indiscutible, por lo que cualquier analista puede escribir lo que le parezca sobre el gobierno de EEUU. Pero el debate sobre el Presidente comenzó desde el mismo día que ganó las elecciones, o sea, hace más de un año. Que su Administración reconozca una decisión del Congreso de su país de 1995 no “crea” una situación, sino que sienta la postura de Estados Unidos en un tema complejo. Entonces, discútase sobre el tema de fondo que ya tiene 70 años: salvo dos países, los otros 20 de la Liga Arabe ni siquiera aceptan que Israel ya tiene siete décadas. ¿Quiénes “crean” la situación que se vive en esa zona del mundo?

Como la estridencia no parece ser suficiente, se agrega la falta de ética política. El gobierno de Turquía ha amenazado “con romper relaciones con Israel”. O sea que Turquía está en desacuerdo con una decisión del gobierno de Estados Unidos, pero dice que va a “castigar” a Israel. Un brulote.

Aunque el Consejo de Seguridad se reúna esta semana porque algunos países creen que la decisión de EEUU sobre Jerusalem es más grave que la desintegración física, política, económica y social de Siria, Yemen, Sudán; aunque Hamás anuncie violencia (algo que nunca ha dejado de practicar en su existencia terrorista), la realidad la podrá cambiar algún día el medidor del odio. Desde que nació el Estado de Israel, los Estados árabes (salvo dos y desde hace apenas 30 años) proclaman la destrucción del Estado judío. Y ni hablar de las amenazas de Irán.

Destrucción. No construcción. Es hora que la multiplicación de discursos en los foros internacionales que no han logrado nada en 70 años salvo mantener latente un conflicto,logren por los menos apagar el medidor del odio. Y que hagan algo por la paz. Pero en serio.

*Director B´nai B´rith América Latina.

Opinión

En el centro de las protestas que recorren las universidades estadounidenses está la exigencia de que dejen de invertir en Israel

Las manifestaciones en las universidades estadounidenses en medio de la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza dieron una fuerza nueva al movimiento BDS, con estudiantes que piden retirar fondos de empresas que trabajan con Israel e incluso del propio país.

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Los estudiantes que protestan acamparon en los jardines de la Universidad de Columbia de Nueva York, que denominan «zona liberada». (Imagen: AFP)

Agencia AJN.- (Times of Israel) Los estudiantes de un número cada vez mayor de universidades estadounidenses se están reuniendo en campamentos de protesta con una demanda unificada a sus escuelas: Dejar de hacer negocios con Israel o con cualquier empresa que apoye su guerra contra Hamás en Gaza.

Esta exigencia tiene sus raíces en el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), una campaña de décadas de antigüedad contra las políticas de Israel hacia los palestinos.

El movimiento obtuvo cada vez más fuerza a medida que la guerra entre Israel y Hamás supera la marca de los seis meses y las historias de sufrimiento en el enclave costero palestino dan lugar a una creciente presión internacional sobre el Estado judío para que ponga fin a los combates.

Inspirados por las protestas en curso y la detención la semana pasada de más de 100 estudiantes en la Universidad de Columbia, estudiantes de Massachusetts a California se reúnen ahora por centenares en los campus, comprometiéndose a no moverse hasta que se cumplan sus demandas.

«Queremos ser visibles», expresó el líder de la protesta en Columbia, Mahmoud Khalil, quien señaló que los estudiantes de la universidad estuvieron presionando por la desinversión de Israel desde 2002.

Khalil advirtió que «la universidad debería hacer algo por lo que estamos pidiendo, por el genocidio que está ocurriendo en Gaza. Deberían dejar de invertir en este genocidio».

Las protestas en el campus comenzaron tras el devastador ataque del 7 de octubre de Hamás contra el sur de Israel, en el que los terroristas mataron a unas 1.200 personas, la mayoría civiles, y tomaron 253 rehenes.

Durante la guerra subsiguiente, Israel mató a más de 34.000 palestinos en la Franja, según el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por el grupo terrorista Hamás, una cifra no verificada que incluye a unos 13.000 hombres armados de Hamás que Israel dice haber matado en combate.

Jerusalem, por su parte, asegura haber eliminado a unos 1.000 terroristas dentro de Israel el 7 de octubre. Además, 261 soldados israelíes murieron desde el comienzo de la ofensiva terrestre de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en Gaza.

Doscientos sesenta y un soldados de las FDI han muerto en la ofensiva terrestre en Gaza.

¿Qué quieren los estudiantes de las universidades estadounidenses?

Los estudiantes piden que las universidades se desvinculen de las empresas que apoyan los esfuerzos militares de Israel en la Franja y, en algunos casos, del propio Israel.

Las protestas en muchos campus fueron organizadas por coaliciones de grupos estudiantiles, que en ocasiones incluyen secciones locales de organizaciones como Estudiantes por la Justicia en Palestina -que elogió las masacres del 7 de octubre dirigidas por Hamás que iniciaron la guerra- y la antisionista Voz Judía por la Paz.

Estas organizaciones se están agrupando como grupos paraguas, como la Coalición contra el Apartheid del MIT y la Coalición Tahrir de la Universidad de Michigan.

Los grupos actúan en gran medida de forma independiente, aunque hubo cierta coordinación.

Después de que los estudiantes de Columbia formaran su campamento la semana pasada, realizaron una llamada telefónica con otras 200 personas interesadas en iniciar sus propios campamentos.

Sin embargo, en su mayor parte se produjo de forma espontánea, con escasa colaboración entre campus, según los organizadores.

Las reivindicaciones varían de un campus a otro. Entre ellas:

– Dejar de hacer negocios con fabricantes de armamento militar que suministran armas a Israel.

– Dejar de aceptar fondos de investigación de Israel para proyectos que contribuyan a los esfuerzos militares del país.

– Dejar de invertir las dotaciones de las universidades en gestores de fondos que se benefician de empresas o contratistas israelíes.

– Ser más transparentes sobre qué dinero se recibe de Israel y para qué se utiliza.

En este contexto, los gobiernos estudiantiles de algunas universidades aprobaron en las últimas semanas resoluciones que piden el fin de las inversiones y las asociaciones académicas con Israel. Dichas resoluciones fueron aprobadas por los órganos estudiantiles de Columbia, Harvard Law, Rutgers y American University.

¿Cómo están respondiendo las universidades?

Los responsables de varias universidades afirmaron que desean mantener una conversación con los estudiantes y respetar su derecho a protestar.

Al mismo tiempo, también reconocen la preocupación de muchos estudiantes judíos de que algunas de las palabras y acciones de los manifestantes equivalen a antisemitismo, y dicen que ese comportamiento no será tolerado.

 

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Opinión

The Jerusalem Post | Visitando comunidades cristianas pro Israel en Estados Unidos

Jonathan Feldstein, escribe con regularidad en importantes sitios web cristianos sobre Israel y comparte experiencias de su vida como judío ortodoxo en Israel. Recientemente estuvo en Estados Unidos y escribió acerca del viaje, en el que, a pesar de lo que esperaba, no sufrió el antisemitismo.

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La mayor reunión de autores de «Israel, el milagro» (de izq. a dcha.): Pastores Jim y Rosemary Garlow; Dr. Juergen Bueler; el escritor; Dr. Brad Young; Dr. Wayne Hilsden. (Crédito de la foto: Jonathan Feldstein)

Agencia AJN.- (Por Jonathan Feldstein – The Jerusalem Post) «¿Cómo te fue?», me preguntaron mis amigos cuando volví a casa. «¿Sufriste el antisemitismo?».

Este fue el tono de algunas de las preguntas que recibí tras mi reciente viaje por Estados Unidos y Alemania. En plena guerra en Israel, amigos y colegas que conocían mi singular trabajo con los cristianos querían conocer mi experiencia, como si acabara de escapar de Auschwitz y tuviera que dar testimonio al mundo.

En esas conversaciones, colegas que viajaban al «viejo continente» y trabajaban con organizaciones judías relataban sus experiencias de antisemitismo, directo e indirecto.

Muchos hombres llevaban gorros de béisbol sobre la kipá para no parecer abiertamente judíos. «¿Te pusiste la kipá?», me preguntaban mis amigos.

La verdad los sorprendió. Efectivamente, viajé por Alemania y Estados Unidos sin sacarme la kipá, y no experimenté ni un momento de antisemitismo. De hecho, fue todo lo contrario.

Esperaba tener algunos encuentros desagradables y me imaginé diferentes situaciones para estar preparado en caso de agresión verbal o incluso física. Visité nueve estados, manejé más de 3.800 kilómetros, tomé siete vuelos y pasé medio día en Alemania.

No sólo no me quité la kipá ni sufrí antisemitismo, sino que mi kipá se convirtió en un pararrayos de expresiones viscerales de apoyo a Israel y al pueblo judío.

La razón principal fue que, allá donde iba, mi objetivo era comprometerme y tender puentes con cristianos que aman y apoyan a Israel y al pueblo judío, haciéndolo bajo los auspicios de la Fundación Génesis 123 (www.genesis123.co).

Fui a participar en el lanzamiento retrasado del libro y en la gira mediática del nuevo libro Israel the Miracle (www.IsraeltheMiracle.com), que salió justo antes de la guerra.

Con un hijo y un yerno llamados a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) el 7 de octubre, esta fue mi primera oportunidad de ir al extranjero para promover Israel el Milagro, una recopilación de 75 ensayos de líderes cristianos de todo el mundo que explican por qué Israel es tan significativo para ellos y para todos los cristianos.

Como resultado de la guerra, muchas de sus palabras parecían casi proféticas y ahora son mucho más relevantes.

Mientras que mi anterior visita a Alemania, la primera, me dejó inspirado -algo inusual para un judío asquenazí cuyos familiares fueron asesinados en el Holocausto-, esta vez no estaba entre amigos cristianos y, por lo tanto, un poco más inquieto.

Si bien Alemania está a la cabeza de las naciones que asumen su responsabilidad y reparan el Holocausto, en los últimos años importó erróneamente el antisemitismo, junto con cerca de un millón de inmigrantes árabes y musulmanes.

Alemania no sólo no fue un problema, sino que me relacioné con muchos empleados árabes en el hotel, todos ellos educados y respetuosos.

También conocí a Bob -mi primer nuevo amigo en este viaje- mientras esperaba para embarcar en el avión que me llevaría a Estados Unidos. Como yo era identificable como judío, Bob se empeñó en decirme que millones de cristianos como él apoyaban a Israel.

El hecho de que ni siquiera supiera que yo era israelí lo hizo aún más extraordinario, ya que simplemente me asoció con Israel y necesitaba hacerme saber que a él y a millones de personas les importaba.

No sólo les importa, sino que también conocen la verdad sobre Israel, la guerra contra Hamás en la Franja de Gaza y la amenaza más amplia de nuestros vecinos.

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