La organización Generaciones de la Shoá en Argentina lleva adelante un programa que contacta a un sobreviviente del Holocausto con un joven que se compromete a contar la historia sobre lo sufrido por los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
“El proyecto Aprendiz es algo creado y desarrollado en la Argentina, no existía en otro lugar en el mundo. Ya hemos terminado con dos grupos y en el 2011 vamos a comenzar con el tercero y con cada grupo estamos aprendiendo para mejorarlo”, contó Diana Wang, presidenta de Generaciones de la Shoá en Argentina, en declaraciones a la Agencia Judía de Noticias (AJN).
El proyecto Aprendiz generó una importante repercusión en Yad Vashem de Israel, según comentó Wang, quien precisó que la iniciativa incluye a un joven, de no menos de 20 años y no más de 30, que quiera asumir “la voz y la memoria de un sobreviviente”.
“Hay un joven y un sobreviviente, se forma una pareja, se conocen y hay un programa, una estructura que tenemos armada y una vez que culmina todo este proceso, el aprendiz, el joven, firma un compromiso por el que se compromete a contar esta historia durante las décadas futuras”, precisó la presidenta de Generaciones de la Shoá.
Pero la iniciativa no se detiene sino que la intención es que “estos aprendices el día de mañana puedan generar otros aprendices”. “Es decir que si esto funciona puede ser una cadena de memoria viva”, agregó Wang.
“El aprendiz va a dar testimonio cuando ya no lo pueda hacer el sobreviviente y lo que estamos haciendo es que el aprendiz acompañe al sobreviviente. Muchos de los aprendices, que los buscamos con ese perfil, tienen que ver con ser líderes de grupos de chicos, con docentes. La idea es que tenga un efecto multiplicador”, aseveró.
La titular de Generaciones de la Shoá comentó que “se han hecho actividades muy impresionantes” a través de este programa.
“El que más nos impresionó por su creatividad es el aprendiz de Lea, que es un muchacho que se llama Bryan, que es muy creativo que trabaja en un conjunto de baile e hicieron una coreografía con la historia de Lea. Esto tiene un gran efecto multiplicador porque ya todo el elenco del ballet conoce esta historia que la tuvo que contar y esto se multiplica en cada espectáculo que hacen”, contó.
El proyecto Aprendiz dura entre dos o tres meses en total, y en el año 2010 se completaron dos grupos. “Ojalá que en el año 2011 podamos hacer tres grupos, por una cuestión de tiempo y que haya sobrevivientes dispuestos. En el primer grupo fueron 11 parejas y en el segundo, 13; así que ya tenemos 24 aprendices de 24 maestros, o sea que lo que era 24 ya son 48”, puntualizó Wang.
La dirigente aseguró que la convocatoria tuvo “muchísima respuesta”, y reconoció que “no se da a basto porque esta organización está formada por voluntarios”. “Dedicamos tiempo de nuestra vida y de nuestro trabajo para hacer esto y ninguno de nosotros cobra, por ejemplo, yo soy psicóloga y le robó tiempo a mi trabajo en el consultorio. Entonces con lo que tenemos es lo que podemos hacer pues no poseemos más estructura”, agregó.
Wang explicó que a estos grupos con los que se trabaja requieren que se los “pilotee”, se los controle y se los supervise, además de brindar mucho apoyo.
“El aprendiz tiene que seguir la estructura que establecimos pero tiene la libertad de hacer lo que quiera, puede grabar, filmar, fotografiar. Eso tiene que ver con la creatividad de la pareja que se constituye. Hay parejas en las que esto se dio y en otras no se dio. No ha habido casos de rechazo, pero sí, en casi todos los casos, situaciones de adopción mutua, es decir uno adopta al otro como abuelo o como nieto; y hay casos en los que se han producido vinculaciones de las familias de uno con las familias del otro”, comentó.
La presidenta de Generaciones de la Shoá expresó que está “sorprendida” por las cosas que generó el proyecto, porque “el sobreviviente está acostumbrado a dar testimonio ante un grupo de 7 personas y no es lo mismo hablarle a 10 ó 100 personas que hablarle a una ojo a ojo”.
“Es otra cosa lo que pasa, hay un flujo emocional y además las preguntas que surgen, en esta relación íntima, son más comprometidas y más personales que en un grupo y entonces se produce una intimidad, una proximidad diferente”, agregó.
Wang explicó el trabajo que se realiza desde Generaciones de la Shoá. “Los que trabajamos con la temática de la Shoá, que vamos a instituciones o distintos lados y damos charlas, lo hacemos con distintos materiales: damos conferencias, los sobrevivientes escriben sus libros de testimonios, llevamos películas y cosas con distintos soportes técnicos, fotografías y se trabaja educativamente”.
“Todo esto es muy interesante, formativo, importante y tiene que seguir existiendo, pero cuando viene un sobreviviente vivo y se para, aunque hable mal el castellano, no tenga fluidez en su vocabulario, este nervioso y no le salgan las palabras; el sobreviviente vivo genera una emotividad, un ida y vuelta con la gente, un lazo tan personal que es inolvidable”, explicó.
Siempre en diálogo con AJN, Wang comentó que cuando se encuentra con gente, que ya son adolescentes grandes, “se acuerdan que cuando eran chiquitos fue un sobreviviente a la escuela y se acuerdan de la historia aunque no se acuerden el nombre del sobreviviente, pero se acuerdan de esa experiencia de haber escuchado y compartido un ámbito”.
“La voz, la persona y la presencia del sobreviviente generan un lazo emocional que hace que la historia permanezca en la memoria, porque uno se puede identificar con lo que cuenta el sobreviviente”, agregó.
Wang consideró que “si cuentan los horrores del Ghetto de Varsovia o como funcionaba un crematorio o la mecánica industrial de la muerte de Auschwitz, está tan alejado de la experiencia cotidiana que es algo ajeno que no dice nada porque no tiene lazos emocionales con quien lo escucha”.
“Entonces advertimos la potencia que tiene el testimonio del sobreviviente. Yo les digo a los sobrevivientes, y ellos se ríen, que son como el Sargento Cabral contando como se cayó del caballo, donde le dolió…”, agregó.
Por eso, Wang destacó la importancia del testimonio del sobreviviente, que según comentó es tratado “como un estrella del rock” en cada encuentro que participa.
“El sobreviviente genera afecto y uno se comienza a preguntar que pasa con el paso del tiempo, que pasará cuando ya no haya sobrevivientes que puedan contar porque ya no estén o sean muy mayores y no puedan estar de pie o estén enfermos. Para eso se diseñó el proyecto Aprendiz”, concluyó la presidenta de Generaciones de la Shoá.
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