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En Israel, un argentino realizó un importante homenaje al espía Eli Cohen

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Agencia AJN.- Leo Gleser nació en la Argentina, tiene 72 años, y desde hace 54 vive en Israel, donde en las últimas semanas trascendió no sólo al inaugurar un coqueto hotel en las Alturas del Golán sino también por haber sido el argentino que rindió homenaje al espía Eli Cohen.

Al acto en homenaje a Eli Cohen, quien trascendió como miembro de los servicios de inteligencia israelí Mossad al lograr logró infiltrase en las más altas esferas del gobierno de la República Árabe Siria al principios de la década del ’60, asistieron su esposa Nadia, su hermana y su hermano Abraham. También participaron miembros de la elite de la unidad del Mossad de inteligencia.

«La gente que estuvo en el acto a nivel de la formalidad parte de lo que es la Mohatza Hagolán. Fue un día muy especial, donde los americanos pusieron con signo de pregunta sí el Golán pertenece a Israel o no, una declaración del Departamento de Estado, entonces fue un momento muy especial hacer este acto justo ese día, pero nosotros no teníamos conocimiento, yo no tenía conocimiento de que iba a suceder esa declaración americana», contó Gleser en diálogo con la Agencia AJN.

En este contexto, comentó que a la ceremonia asistieron «los directores, los vicedirectores, la gente de la Moatza, estuvo gente del l Keren Kayemet LeIsrael, porque toda la plantación de árboles que hicimos después con los chicos tiene que ver con Keren Kayemet».

«En los años ’50, ’60, hasta el año ’64 eso era parte de una unidad que se llamaba “188” y Elí Cohen, su código era “566”. De él no se hablaba como Elí Cohen, no se decía su nombre, ni se mencionaba el nombre que usaba en árabe sino que era prácticamente un número, un código, el ‘566’. Entonces dentro de esa unidad 188, cuando se llega al año ’64 se unifica lo que es la inteligencia militar, que era la 188 con la unidad especial de inteligencia externa, que es el Mossad, y se crea la unidad de Quesarea, que es la unidad elite de esa agencia. Entonces por supuesto que la Agencia estuvo, gente de la edad de Elí Cohen, muy mayores, de 80, 90 años y gente joven que pertenece a esas cuestiones. Fue un evento muy emocionante», completó.

La esposa de Eli Cohen en el homenaje.

 

El acto se desarrolló en las puertas del hospedaje que se construyó al modificar un viejo edificio que entre 1928 y 1946, cuando Siria estaba bajo el dominio francés, sirvió como aduana para los comerciantes que entraban y salían de la Palestina del Mandato Británico. Incluso, entre 1948 y 1967, cuando los Altos del Golán estaban bajo el dominio sirio, se transformó en un centro de comando militar y campo de lanzamiento para ataques ocasionales en el norte de Israel.

Una vez concluida la Guerra de los Seis Días, el entonces primer ministro israelí Levi Eshkol definió a Cohen como el hombre que aportó información que fue de vital importancia para que las tropas israelíes vencieran a las fuerzas sirias apostadas en el Golán. La historia cuenta que cuando fue invitado a recorrer las fortificaciones sirias en las Alturas del Golán, Eli Cohen sugirió plantar árboles de eucaliptus alrededor de cada fortificación, y así lo hicieron los sirios, lo que permitió que la aviación israelí los identificaran fácilmente durante el conflicto.

Respecto del homenaje, Gleser destacó la figura de la familia de Cohen. «Pienso que la familia de Eli Cohen ha tenido una gran amargura por lo que ellos pasaron, porque es una vida truncada, la de una persona muy joven, con una mujer muy joven y con tres hijos chiquitos», expresó aún emocionado.

Leo Gleser

 

«La actividad de ese hombre creo que fue la que preparó una gran situación de ventaja a favor de Israel en la Guerra del ’67. Es decir una sola persona enviada a tal lugar logró dar informaciones tan buenas, que permitieron que a partir de ese momento –la Guerra de los Seis Días- todos nosotros festejáramos, pero hay gente que quedó muy dolida. Para mí era muy importante mostrar que tanto nuestra gente aprecia a esa familia a través de lo que hizo su marido, su hermano, el padre de esa familia», relató el argentino.

Cuando AJN le preguntó por qué eligió ese sitio para construir su hotel, Gleser respondió: «Creo que la victoria o la capacidad nuestra de sobrepasar a los sirios, que eran superiores a nosotros en las alturas, en todo lo que sea, se pudo hacer por eso que él hizo, que tiene un gran valor, y no es algo que se olvida». «Quiero que los chicos lo sepan. Ayer había un grupo, inmenso, de chicos que trajimos, que tienen 18 años y vinieron a Israel solos, no son chicos que nacieron aquí, son como yo llegué a Israel de la misma forma: solos, y van a entrar ahora al ejército. Entonces le pedí a la viuda de Elí Cohen que les contara a los chicos esa historia. Tenías que ver los rostros de los oyentes, lagrimas en los ojos y en unos meses esos chicos entrarán al Ejército», comentó.

Consultado sobre los motivos por los qué un argentino decidió levantar la figura de Eli Cohen, Gleser respondió: «Uno de de los muchachos que habló en la inauguración tiene 9 años más que yo, y estuvo en la institución mucho más años, de los que yo estuve, y se puso a llorar. Elí Cohen nació en Alejandría, son una familia jalabí (oriundos de Alepo) que desde Siria llegaron a Egipto, se cría en la zona de Cairo, donde en esos años es estudiante y se dedica todo lo que es la parte comunitaria. Llega la Guerra de Liberación, Iom Haatzmaut, y toda la familia viene a Israel en el año 1949, pero él no, se queda para seguir haciendo cosas. Qué hacía, lo que yo hice en la Argentina cuando era jovencito, y que han hecho otros muchachos, mucha gente de la comunidad: la protección de las comunidades nuestras y él empieza a dedicarse a sacar familias judías que vengan a Israel. Las sacan y las llevan a través de Italia, a través de Grecia, a través de Francia, distintos lugares y vienen a Israel. Cuando él llega a Israel, después de un tiempo muy corto, es reclutado dentro del Mossad».

En su relato, Gleser resaltó que Cohen «en su primera función fue tener una nueva personalidad y a finales de 1960, llega por una cantidad de meses, 9 meses, a Argentina, donde él recibe una nueva personalidad, que no es un judío: otro nombre, otra forma y es designado para estar en Siria». «Entonces yo siento muchas cosas muy similares: estuvo donde yo nací, Argentina, hizo en su país natal cosas que nosotros hicimos en distintos lados, especialmente en Argentina, vino a la institución. Pienso que hay una identificación muy grande con su misión, lo que fue a hacer: Y la muerte trágica de él es terrible, es algo que genera una gran discusión entre lo que siente la familia y lo que siente la institución (Mossad)», sostuvo. «La familia siente que de alguna forma él fue forzado a regresar allí y la institución dice que no, que no lo forzaron, al contrario, él se sintió muy importante de seguir haciendo su trabajo aún cuando había un riesgo muy grande porque ya habían capturado a distinta gente que tenía relación con él. En Siria eso fue al final del año ’64, él regresa a Siria en enero del ’65 y en marzo es cuando prácticamente es colgado», resumió.

Gleser contó que hizo aliá (emigrar a Israel) en enero del ’67 y aclaró que pese a no ser de una familia judía religiosa, al llegar a Buenos Aires en el ’65 entró a Hashomer Hatzair (guardia de la juventud), en momentos que existía un importante auge del antisemitismo en la Argentina. «Los problemas más grandes nuestros son una identificación muy grande con lo que había pasado en Europa, en la Shoá, con Mordejai Anilevich, no había pasado SheShet Haiamim (Guerra de los 6 Días) y teníamos una ideología muy fuerte de izquierda, de ir al kibutz, de realizarnos allí. El problema de antisemitismo estaba en otras manos, antisemitas eran gente de derecha, de Tacuara, de la Guardia Restauradora, que hacían distintas actividades que después cambia totalmente el panorama, es decir donde Argentina está todavía con un antisemitismo de derecha, con toda la ideología fascista que provenía de Italia, España y esos eran los problemas más graves«, recordó. «No era intelectual, no era como mis hermanos, yo era de de estar con los pies en la tierra, y por eso es que estuve involucrado en varias cosas que fueron bastante predominantes para mi aliá. Nosotros éramos una familia de padres separados, yo ya tenía a mi hermana y a mi papá viviendo en Israel, y eso me hizo también a mí hacer alía: y mi hermano y mi mamá llegaron después de la Guerra del ’67», completó.

El hotel que Leo Gleser construyó en los Altos del Golán.

 

En este contexto, Gleser explicó el origen del nombre de su hotel llamado Beit Hameshej Haelion. «Eran las aduanas francesas, el Ar se llama Shumbro. Shumbro es las aduanas, después de la Primera Guerra Mundial se van los otomanos y los franceses quedan en la parte de arriba del Golán y los ingleses en la parte de abajo, donde está el río Jordán. Entonces para entrar a Siria si venías de Palestina, que estaba en manos de los ingleses y subías a una revisación de la maison douane casa de las aduanas, e ingresabas a Siria y de ahí la gente seguía a Damasco o se iba a la Mesopotamia, iba a Bagdad, a toda esa zona».

El hospedaje está abierto para todo el mundo y llegan visitantes judíos, religiosos y no religiosos; árabes; cristianos; musulmanes, drusos, quienes son recibidos por Gleser, que mantiene la tradición argentina de realizar grandes costillares, invitar a sus amigos y tomar un buen vino.

A pesar de vivir hace tantos años en Israel, Gleser mantiene sus costumbres argentinas, como hacer asados.

«Este un gran desafío. Primero porque el turismo en Israel está muy enfocado a las ciudades muy importantes, como Jerusalem, como Tel Aviv. El desafío mío se llama la periferia, es ir justamente a un lugar que estratégicamente es la entrada al Golán, con una historia impresionante, que no todos la conocen- A todos les gusta venir en el invierno, ver el agua y subir al Hermón, y estar en la nieve, pero cuando entras en detalle es una zona en la que había 34 comunidades judías, cada una de ellas con un templo mucho más lindo que el otro», comentó.

Finalmente, Gleser dijo que llevar al turista a conocer los Altos del Golán «no es solo por 10 minutos o 4 horas, sino que es ir por 3 días, ir por una semana, y ver la belleza y la vida con la naturaleza. Es decir no es el estar en Tel Aviv, bajar a la calle Dizengoff y estar apretándose el uno con el otro en el Shuk Hacarmel, esto es estar vos, la naturaleza, los animales, la vista, los paisajes, los caminos, la historia».

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Kristallnacht. Para el sobreviviente Pedro Schmoller, «lo acontecido debe quedar grabado en la memoria de la humanidad»

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Agencia AJN/Itongadol.- Se cumple hoy un nuevo aniversario de la «Noche de los Cristales Rotos» y recordamos el diálogo mantenido en 2013 con Pedro Schmoller, sobreviviente del pogrom denominado «Kristallnacht», quien aseguró: «Agradezco su interés y su espacio. Con mis 93 años encima, es bueno saber que mis recuerdos no desaparecerán cuando no esté más presente en este mundo, y solo así, a través de la memoria mantendrán su vida por algún tiempo más».

La Kristallnacht dio inicio al Holocausto, diez meses antes de la Segunda Guerra Mundial. Schmoller contó en 2013 que él y su familia lograron salvarse de aquella trágica noche gracias a la secretaria de su padre que les ofreció refugio en su casa. «Nos escondimos en el pequeño departamento de la secretaria de mi padre, que era de fe protestante. Ella arriesgó su vida al darnos albergue ya que convivir con judíos era castigado con la pena de muerte», contó.

«Nos quedamos allí unos días hasta que volvió una relativa calma», relató y agregó: «Permanecimos encerrados en un ambiente muy chico, y en constante tensión. Llegué a fumar hasta 60 cigarrillos por día. Desde ese entonces no probé cigarrillo», añadió a modo de quiebre con su pasado oscuro. «Solo un mes y medio después pudimos escapar con destino Argentina», agregó.

El sobreviviente recordó que en su infancia vivió en «Berlín en un barrio de clase media alta y que actualmente sigue existiendo, Charlottenburg». «Recuerdo que en la planta baja de la casa de departamentos donde vivíamos había una librería que pertenecía a una familia judía, la misma fue totalmente destruida por una horda organizada. En la Kristallnacht, solo en Berlín, fueron incendiados una veintena de templos, y seguramente una centena en todo el país, junto con unos centenares de rollos de la Torá. En el caso de nuestro templo, el Friedenstempel, había más de 10 rollos, cada una con sus hermosos adornos artesanales», recordó.

Siempre en diálogo con la Agencia AJN, Schmoller expresó su deseo de contar una historia gratificante ante tanto horror, «se trata del arribo al templo NCI Emanu El de un rollo de la Torá, el mismo fue reconstruido y salvado en algún lugar de Europa». «Resulta que en uno de mis viajes a Londres, por casualidad me enteré de que existía un Comité de Reconstrucción de Torot (plural de Torá), donde escribas profesionales se dedicaban a reescribir las partes dañadas, para que puedan ser nuevamente usadas y enviados a países del tercer mundo a nuevos templos que carecían de rollos, o donde había pocos». Schmoller contó que «para solventar los gastos del Comité, buscaron donantes por sumas-no tan pequeñas- que tenían el privilegio de elegir el lugar, donde las Torot podían ser nuevamente usadas». Fue así que «juntando los ahorros de mi padre, mi hermano y los míos, pudimos donar la suma necesaria, y así llegó, por vía diplomática, una Torá a la Embajada de Israel en Argentina, y de allí partió al templo de Emanu El». «En un solemne servicio religioso, llevado por mi padre, y franqueado por mi hermano y por mí, la Torá fue introducida a su nuevo destino y hoy sigue estando en el templo de la calle Arcos, en la Ciudad de Buenos Aires».

En su relato, Schmoller no quiso dejar de mencionar a su padre quien, como muchos otros judíos alemanes, combatió durante la Primera Guerra Mundial en el ejército alemán y pese a haber sido condecorado con la Cruz de Hierro, años más tarde sería considerado un enemigo por el mismo país que le había reconocido su valor en el combate.

Respecto al negacionismo del Holocausto, Schmoller opinó: «Sólo un malvado, lleno de odio y resentimiento puede ignorar o negar lo ocurrido. Existen un sinfín de pruebas, fotos, películas y testimonios de sobrevivientes que no dejan duda alguna». Tras contar que en una visita a Berlín pudo ubicar la tumba de su bisabuelo en un cementerio, Schmoller expresó: «Los que niegan a la Shoá (Holocausto) son unos necios mentirosos. Es gente llena de un odio enfermizo». «Lo acontecido debe quedar grabado en la memoria de la humanidad, para que nunca vuelva a acontecer», dijo con un fuerte acento alemán.

Consultado sobre el genocida fallecido, Erich Priebke, el sobreviviente opinó que «debe dejarse de hablar de él». «Que no quede recuerdo alguno de sus hazañas criminales. Que quede totalmente olvidado. Que haya un total silencio. Como si nunca hubiera existido», puntualizó.

En la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, hordas nazis llevaron a cabo, con la anuencia de las autoridades alemanas y austríacas y ante la total inacción policial, el pogrom denominado “Kristallnacht”. Sobre esos días, Schmoller reflexionó: «Cada año hay menos gente que lo haya vivenciado en forma consciente».

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Por Mario Sinay. El Tranvía del Gueto de Varsovia fue completamente restaurado para convertirse en un objeto central del nuevo Museo

Montados con una estrella de David sobre la cabina del conductor en lugar de la línea de la ruta, la vista de estos vagones rodando por las calles llenas de gente se convirtió en uno de los recuerdos perdurables del Gueto.

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Agencia AJN.- “Trato de imaginar a las personas por las que este tranvía habría pasado alguna vez en el gueto y simplemente no puedo. Todos los días, este tranvía fue testigo de un enorme sufrimiento y una inmensa tragedia”.

Reconocido como el único de su tipo en el mundo, el tranvía de antes de la guerra que alguna vez recorrió el Gueto de Varsovia ha sido completamente restaurado y actuará como uno de los elementos centrales del futuro Museo del Gueto de Varsovia.

Se cree que el tranvía, data de 1907, construido en Alemania, se construyó originalmente en un momento en que Varsovia dependía de los tranvías tirados por caballos.

La introducción de este tranvía en la ciudad se produciría después de que Varsovia electrificara su transporte público.

Sin embargo, fue el tiempo de guerra lo que finalmente elevaría la importancia de este modelo de tranvía Tipo A.

Aunque la población judía de Varsovia se encontró encerrada en el Gueto en noviembre de 1940, la inmensidad del área exigía que fuera atendida por sus propias líneas de tranvía.

Montados con una estrella de David sobre la cabina del conductor en lugar de la línea de la ruta, la vista de estos vagones rodando por las calles llenas de gente se convirtió en uno de los recuerdos perdurables del Gueto.

Partiendo desde la plaza Muranowska, sus paradas programadas cubrían Muranowska, Dzika, Dzielna, Karmelicka, Leszno, Żelazna y Chłodna.

Sin embargo, la brutalidad de la represión del Levantamiento del Ghetto, junto con su posterior destrucción metódica, significó que pocos de estos vehículos sobrevivieran; de hecho, solo se sabe que uno ha sobrevivido hasta el día de hoy.

Indiscutible en su valor histórico, los historiadores creen que la última vez que este tranvía habría funcionado habría sido en julio de 1942; lo más probable, habría sido utilizado para transportar judíos a la Umschlagplatz mientras esperaban la deportación a las cámaras de gas de Treblinka.

Después de la guerra, los historiadores han teorizado que se utilizó para almacenar materiales necesarios para la reparación de tranvías. En años posteriores, quedó simplemente abandonado en medio de una maleza enmarañada.

Ahora que recibe una segunda vida, el trabajo de restauración se llevó a cabo por primera vez el año pasado. El proyecto, que involucró a 100 personas y costó 250.000 Zlotys, se llevó a cabo siguiendo una documentación de diseño que data de más de un siglo.

Además, los ingenieros que trabajaron en el chasis utilizaron las mismas técnicas que habrían estado disponibles para los trabajadores en ese período.

Llevado a cabo en la planta de reparación T3 de Varsovia, el óxido se eliminó minuciosamente mientras que los elementos faltantes se reemplazaron utilizando exactamente el mismo tipo de materiales que se habrían utilizado anteriormente.

Además, el tranvía se pintó de rojo y se adornó con una bocina de Varsovia en su exterior.

Financiado por el Ayuntamiento de Varsovia y la autoridad local de tranvías, el tranvía se colocará frente al Museo del Gueto de Varsovia una vez que se inaugure.

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