La comunidad judía de Jamaica emprendió la difícil tarea de reconstruir un cementerio abandonado, cuyas tumbas habían quedado en un área poco segura de Kingston, y que ahora son restauradas en conjunto con especialistas.
El cónsul honorario de Israel y secretario de la Unión de Congregaciones Judías de América Latina y el Caribe (UCJL), Ainsley Henriques, comentó que "el inventario de las tumbas está siendo llevado a cabo y será publicado" prontamente.
En diálogo con la Agencia Judía de Noticias (AJN), Henriques explicó que "las inscripciones, fotografías y medidas fueron realizadas por Voluntarios del Caribe, y todavía falta inspeccionar si quedan restos no identificados en la superficie. Es un trabajo en construcción".
Además, crearon para la reconstrucción la Fundación Beth Haim de Jamaica, encargada de recaudar fondos que permitan asegurar que "este cementerio cerrado sea mantenido de manera profesional".
Alrededor de 150 judíos viven hoy en Jamaica, incluidos los israelíes que trabajan en empresas en el país y se quedan "por un par de años".
La mayoría de la comunidad vive en Kingston, donde se encuentra la sinagoga de la congregación, Sha’are Shalom (puertas de paz). La Bahía de Montego aloja a los israelíes, y sólo unos pocos viven en algún otro pueblo.
"Sólo tenemos una organización comunitaria nacional, la Unión de Congregaciones Israelitas creada a partir de la fusión de dos congregaciones en 1921", relató Henriques.
Además, la comunidad jamaiquina es miembro de la UJCL (Unión de Congregaciones Judías de América Latina y el Caribe) y acaba de celebrar la XI conferencia anual.
"Creamos y manejamos la academia Hillel, una escuela primaria y secundaria secular", continuó el cónsul de Israel.
La relación con el gobierno nacional es "excelente". "Estamos en el país desde hace más de 350 años y participamos de lleno en todos los aspectos de la vida nacional. Yo mismo hasta hace poco fui presidente del Fondo de Patrimonio Nacional", contó el cónsul honorario.
Respecto del cementerio, Henriques aseguró que siempre supieron "que el cementerio estaba allí, pero está ubicado en un área considerada como insegura y nunca estuvo claro cómo se iba a mantener".
"Estos conflictos tuvieron que ser superados por una serie de razones. Una fue la posibilidad de compartir la emoción con la audiencia mundial, que permite crear una energía para este propósito", señaló.
Y concluyó: "Es una mitzvah (mandato) reconocer y mantener los restos de nuestros ancestros".
LM