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Opinión. El muro entre Israel y los judíos de Estados Unidos. Por Sal Emergui*

AJN.- La comunidad judía estadounidense, mayoritariamente no ortodoxa, acusa a Netanyahu de ceder ante la presión política de los ultraortodoxos en Israel.

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Entre los 10.000 deportistas de 80 países que participaron en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos judíos (Macabeada) en Jerusalén, Avi Steinberg tenía el plan más atrevido.

«Es un loco o un suicida», nos decía entre risas un miembro de su delegación antes de que su compañero pidiera la mano a su novia en un evento retransmitido en prime time en Israel. Rachel Dixon dijo sí. Su sorpresa se multiplicó cuando le trajeron un vestido blanco y el rabino canadiense Avi Poupko para una boda express.

Decenas de miles de personas de Israel y la Diáspora se unieron en la emoción del enlace. Más allá de ser una primera oportunidad para talentos como el mítico nadador Mark Spitz (Macabeadas del 65 y 69) y para entablar relaciones románticas, la Macabeada estrecha los lazos entre Israel y los judíos de todo el mundo.

Pero los lazos asisten hoy a la fractura sin precedentes entre el liderazgo de Israel bajo una coalición de seis partidos -incluyendo dos ultraortodoxos- y de los judíos estadounidenses (el 70% pertenecen a las corrientes reformistas y tradicionalistas).

¿El detonante? La cesión del primer ministro Benjamín Netanyahu ante los ultraortodoxos para afianzar su monopolio en dos sensibles campos: la ley de conversión y la suspensión del plan que él mismo aprobó en 2016 para que los reformistas tengan un espacio propio para rezar según su ritual ante el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén (Kotel).

Netanyahu encendió la mecha del incendio que ahora intenta sofocar para salvar los sólidos puentes políticos, económicos e incluso emocionales entre el Estado judío y la comunidad más influyente y numerosa de la Diáspora.

Lazos firmes que podrían debilitarse

Los consulados israelíes en EE.UU se han llenado de mensajes de rabia de judíos. Netanyahu, que suele acudir a sus líderes para pedir ayuda ante el Congreso y la Casa Banca, fue el objeto de su ira. En la comunidad reformista, algunos amenazan con reducir e incluso cerrar el grifo que surte numerosos proyectos sociales en Israel. Un país que, a diferencia de sus inicios, no necesita la ayuda del «Tío de América». Sin embargo, las ayudas de millonarios judíos extranjeros, sobre todo de EE.UU, constituyen el 6.35% de la economía israelí y el 50% de las donaciones en proyectos educativos. La crisis podría dejar a Israel sin más de mil millones de dólares en contribuciones anuales. Al sentirse ninguneado por el Gobierno, el filántropo «Ike» Fisher, por ejemplo, se plantea retirar ayudas en el campo social y educativo en la periferia israelí.

Los dedos de los 13 diputados de la bancada ultraortodoxa pueden hacer caer a Netanyahu del poder pero el divorcio con la comunidad judía estadounidense puede dañar el paraguas del gran aliado de Israel.

Netanyahu entendió el mensaje. Primero aclaró que el «pacto del Kotel» solo ha sido congelado mientras existe ya un lugar cerca del último vestigio del Templo donde los reformistas ofician sus ceremonias. No cuenta que es un espacio reducido. Después, aplazó en seis meses la ley que evitaría el reconocimiento israelí de las conversiones hechas en el extranjero por rabinos no autorizados por el Gran Rabinato de Israel. Un proyecto que podría evitar la emigración de muchos judíos a Israel aprovechando la «Ley del Retorno».

En la sede de la Agencia Judía -nexo de unión con los casi nueve millones de judíos de la Diáspora- no ahorran críticas. Su presidente Natan Sharansky medió para aprobar el «pacto del Kotel» y ahora se siente decepcionado con Netanyahu.

«El enfado de las comunidades judías, en especial en EE.UU, Brasil, Australia y Sudáfrica, es enorme y real. De momento, se dicen cosas propias del enfado, pero está claro que reduce su motivación a favor de Israel», asegura el director de comunicación de la Agencia Judía, Yigal Palmor.

A sólo tres kilómetros de su sede, el Muro de las Lamentaciones reúne rezos y lamentos. «Si reformistas de Miami quieren decidir lo que hace Israel que vengan a vivir aquí y voten», afirma Isaac con una barba tan negra como colorida es la kipá (solideo) de un joven de Nueva York que replica: «El Kotel pertenece a todos los judíos del mundo y no a una minoría en Israel que sabe presionar a Netanyahu. Como ha dicho el ministro israelí de Defensa, es una decisión antisionista».

En el Parlamento, escuchamos duras denuncias de la oposición. «Dar la espalda a grandes sectores de la comunidad judía en EE.UU es dañar la seguridad nacional», avisa el líder centrista Yair Lapid.

Volvemos a los Macabeos del siglo XXI. Los judíos españoles se centran en la competición. «Es el evento deportivo más importante para las comunidades judías en el que se vive un clima de hermandad con Israel», comenta a EL MUNDO el director de Maccabi España, Kevin Estiz al frente de 50 deportistas.

Netanyahu, que dio la bienvenida a los deportistas judíos en las Macabeadas, sabe que su fuerza va mucho más allá de sus canastas o goles.

*Sal Emergui, periodista español

Opinión

En el centro de las protestas que recorren las universidades estadounidenses está la exigencia de que dejen de invertir en Israel

Las manifestaciones en las universidades estadounidenses en medio de la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza dieron una fuerza nueva al movimiento BDS, con estudiantes que piden retirar fondos de empresas que trabajan con Israel e incluso del propio país.

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Los estudiantes que protestan acamparon en los jardines de la Universidad de Columbia de Nueva York, que denominan «zona liberada». (Imagen: AFP)

Agencia AJN.- (Times of Israel) Los estudiantes de un número cada vez mayor de universidades estadounidenses se están reuniendo en campamentos de protesta con una demanda unificada a sus escuelas: Dejar de hacer negocios con Israel o con cualquier empresa que apoye su guerra contra Hamás en Gaza.

Esta exigencia tiene sus raíces en el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), una campaña de décadas de antigüedad contra las políticas de Israel hacia los palestinos.

El movimiento obtuvo cada vez más fuerza a medida que la guerra entre Israel y Hamás supera la marca de los seis meses y las historias de sufrimiento en el enclave costero palestino dan lugar a una creciente presión internacional sobre el Estado judío para que ponga fin a los combates.

Inspirados por las protestas en curso y la detención la semana pasada de más de 100 estudiantes en la Universidad de Columbia, estudiantes de Massachusetts a California se reúnen ahora por centenares en los campus, comprometiéndose a no moverse hasta que se cumplan sus demandas.

«Queremos ser visibles», expresó el líder de la protesta en Columbia, Mahmoud Khalil, quien señaló que los estudiantes de la universidad estuvieron presionando por la desinversión de Israel desde 2002.

Khalil advirtió que «la universidad debería hacer algo por lo que estamos pidiendo, por el genocidio que está ocurriendo en Gaza. Deberían dejar de invertir en este genocidio».

Las protestas en el campus comenzaron tras el devastador ataque del 7 de octubre de Hamás contra el sur de Israel, en el que los terroristas mataron a unas 1.200 personas, la mayoría civiles, y tomaron 253 rehenes.

Durante la guerra subsiguiente, Israel mató a más de 34.000 palestinos en la Franja, según el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por el grupo terrorista Hamás, una cifra no verificada que incluye a unos 13.000 hombres armados de Hamás que Israel dice haber matado en combate.

Jerusalem, por su parte, asegura haber eliminado a unos 1.000 terroristas dentro de Israel el 7 de octubre. Además, 261 soldados israelíes murieron desde el comienzo de la ofensiva terrestre de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en Gaza.

Doscientos sesenta y un soldados de las FDI han muerto en la ofensiva terrestre en Gaza.

¿Qué quieren los estudiantes de las universidades estadounidenses?

Los estudiantes piden que las universidades se desvinculen de las empresas que apoyan los esfuerzos militares de Israel en la Franja y, en algunos casos, del propio Israel.

Las protestas en muchos campus fueron organizadas por coaliciones de grupos estudiantiles, que en ocasiones incluyen secciones locales de organizaciones como Estudiantes por la Justicia en Palestina -que elogió las masacres del 7 de octubre dirigidas por Hamás que iniciaron la guerra- y la antisionista Voz Judía por la Paz.

Estas organizaciones se están agrupando como grupos paraguas, como la Coalición contra el Apartheid del MIT y la Coalición Tahrir de la Universidad de Michigan.

Los grupos actúan en gran medida de forma independiente, aunque hubo cierta coordinación.

Después de que los estudiantes de Columbia formaran su campamento la semana pasada, realizaron una llamada telefónica con otras 200 personas interesadas en iniciar sus propios campamentos.

Sin embargo, en su mayor parte se produjo de forma espontánea, con escasa colaboración entre campus, según los organizadores.

Las reivindicaciones varían de un campus a otro. Entre ellas:

– Dejar de hacer negocios con fabricantes de armamento militar que suministran armas a Israel.

– Dejar de aceptar fondos de investigación de Israel para proyectos que contribuyan a los esfuerzos militares del país.

– Dejar de invertir las dotaciones de las universidades en gestores de fondos que se benefician de empresas o contratistas israelíes.

– Ser más transparentes sobre qué dinero se recibe de Israel y para qué se utiliza.

En este contexto, los gobiernos estudiantiles de algunas universidades aprobaron en las últimas semanas resoluciones que piden el fin de las inversiones y las asociaciones académicas con Israel. Dichas resoluciones fueron aprobadas por los órganos estudiantiles de Columbia, Harvard Law, Rutgers y American University.

¿Cómo están respondiendo las universidades?

Los responsables de varias universidades afirmaron que desean mantener una conversación con los estudiantes y respetar su derecho a protestar.

Al mismo tiempo, también reconocen la preocupación de muchos estudiantes judíos de que algunas de las palabras y acciones de los manifestantes equivalen a antisemitismo, y dicen que ese comportamiento no será tolerado.

 

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Opinión

The Jerusalem Post | Visitando comunidades cristianas pro Israel en Estados Unidos

Jonathan Feldstein, escribe con regularidad en importantes sitios web cristianos sobre Israel y comparte experiencias de su vida como judío ortodoxo en Israel. Recientemente estuvo en Estados Unidos y escribió acerca del viaje, en el que, a pesar de lo que esperaba, no sufrió el antisemitismo.

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La mayor reunión de autores de «Israel, el milagro» (de izq. a dcha.): Pastores Jim y Rosemary Garlow; Dr. Juergen Bueler; el escritor; Dr. Brad Young; Dr. Wayne Hilsden. (Crédito de la foto: Jonathan Feldstein)

Agencia AJN.- (Por Jonathan Feldstein – The Jerusalem Post) «¿Cómo te fue?», me preguntaron mis amigos cuando volví a casa. «¿Sufriste el antisemitismo?».

Este fue el tono de algunas de las preguntas que recibí tras mi reciente viaje por Estados Unidos y Alemania. En plena guerra en Israel, amigos y colegas que conocían mi singular trabajo con los cristianos querían conocer mi experiencia, como si acabara de escapar de Auschwitz y tuviera que dar testimonio al mundo.

En esas conversaciones, colegas que viajaban al «viejo continente» y trabajaban con organizaciones judías relataban sus experiencias de antisemitismo, directo e indirecto.

Muchos hombres llevaban gorros de béisbol sobre la kipá para no parecer abiertamente judíos. «¿Te pusiste la kipá?», me preguntaban mis amigos.

La verdad los sorprendió. Efectivamente, viajé por Alemania y Estados Unidos sin sacarme la kipá, y no experimenté ni un momento de antisemitismo. De hecho, fue todo lo contrario.

Esperaba tener algunos encuentros desagradables y me imaginé diferentes situaciones para estar preparado en caso de agresión verbal o incluso física. Visité nueve estados, manejé más de 3.800 kilómetros, tomé siete vuelos y pasé medio día en Alemania.

No sólo no me quité la kipá ni sufrí antisemitismo, sino que mi kipá se convirtió en un pararrayos de expresiones viscerales de apoyo a Israel y al pueblo judío.

La razón principal fue que, allá donde iba, mi objetivo era comprometerme y tender puentes con cristianos que aman y apoyan a Israel y al pueblo judío, haciéndolo bajo los auspicios de la Fundación Génesis 123 (www.genesis123.co).

Fui a participar en el lanzamiento retrasado del libro y en la gira mediática del nuevo libro Israel the Miracle (www.IsraeltheMiracle.com), que salió justo antes de la guerra.

Con un hijo y un yerno llamados a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) el 7 de octubre, esta fue mi primera oportunidad de ir al extranjero para promover Israel el Milagro, una recopilación de 75 ensayos de líderes cristianos de todo el mundo que explican por qué Israel es tan significativo para ellos y para todos los cristianos.

Como resultado de la guerra, muchas de sus palabras parecían casi proféticas y ahora son mucho más relevantes.

Mientras que mi anterior visita a Alemania, la primera, me dejó inspirado -algo inusual para un judío asquenazí cuyos familiares fueron asesinados en el Holocausto-, esta vez no estaba entre amigos cristianos y, por lo tanto, un poco más inquieto.

Si bien Alemania está a la cabeza de las naciones que asumen su responsabilidad y reparan el Holocausto, en los últimos años importó erróneamente el antisemitismo, junto con cerca de un millón de inmigrantes árabes y musulmanes.

Alemania no sólo no fue un problema, sino que me relacioné con muchos empleados árabes en el hotel, todos ellos educados y respetuosos.

También conocí a Bob -mi primer nuevo amigo en este viaje- mientras esperaba para embarcar en el avión que me llevaría a Estados Unidos. Como yo era identificable como judío, Bob se empeñó en decirme que millones de cristianos como él apoyaban a Israel.

El hecho de que ni siquiera supiera que yo era israelí lo hizo aún más extraordinario, ya que simplemente me asoció con Israel y necesitaba hacerme saber que a él y a millones de personas les importaba.

No sólo les importa, sino que también conocen la verdad sobre Israel, la guerra contra Hamás en la Franja de Gaza y la amenaza más amplia de nuestros vecinos.

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