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Por qué son fundamentales las revelaciones sobre los archivos de Twitter

Esto es importante cuando se trata de temas controvertidos debatidos en las redes sociales, así como la incitación y el antisemitismo.

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Agencia AJN.- En las últimas dos semanas una serie de revelaciones sobre operaciones internas en Twitter, apodadas los «archivos de Twitter», proporcionaron una visión sin precedentes de cómo toma decisiones esta importante empresa de medios sociales.

Varios periodistas publicaron los archivos de Twitter, dando a conocer la historia, entre ellos Matt Taibbi, Bari Weiss y Michael Shellenberger.

Los archivos muestran cómo Internet pasó de ser en gran medida un mercado libre a un mercado fuertemente comisariado en el que personas y algoritmos tratan de amplificar ciertas ideas y evitar que otras se difundan.

Los documentos internos arrojan algo de luz sobre importantes polémicas en el periodo previo y posterior a las elecciones estadounidenses de 2020. Se espera que en las próximas semanas salga a la luz más información.

Es una historia frankensteiniana de un mecanismo construido por el hombre que creció fuera del control de su diseñador», expresó Taibbi, mientras que Weiss tuiteó que la «investigación revela que equipos de empleados de Twitter elaboran listas negras, impiden que los tuits desfavorecidos sean trending y limitan activamente la visibilidad de cuentas enteras o incluso de trending topics, todo ello en secreto, sin informar a los usuarios».

Dado que esta información está relacionada con decisiones controvertidas en la política estadounidense, no es novedad que muchos hayan reaccionado a los archivos con la sensación de que esto confirmaba sus sospechas.

Para quienes creen que los gigantes de las redes sociales como Twitter, Facebook, YouTube o Instagram tienen razón al desempeñar un papel importante en la persecución de la «desinformación» y en la selección de las noticias, Twitter estaba en lo cierto.

Para quienes piensan que las grandes tecnológicas se descontrolaron, censuraron la «libertad de expresión» o suprimieron las voces conservadoras, los archivos confirman sus sospechas: que dentro de la empresa no sólo había capas de personas dedicadas a ocuparse de la «seguridad», sino que las decisiones eran personales y parecían violar las propias directrices de Twitter a la hora de evitar la difusión de desinformación.

La verdadera historia de los archivos de Twitter y su importancia probablemente se extienda mucho más allá de las elecciones estadounidenses de 2020. En las últimas décadas, el panorama de Internet cambió mucho.

Con el tiempo, pasamos de AOL Instant Messenger y Geocities, los primeros intentos de permitir a los usuarios comunicarse y crear sus propios sitios web en la década de 1990, a MySpace y luego a Facebook. Entonces era raro encontrar el término «desinformación». Por supuesto, eso no se debe a que no la hubiera.

Existían sitios web dedicados al odio, el racismo y el apoyo al terrorismo. Pero como en aquella época no había grandes empresas de redes sociales con miles de millones de usuarios ni «bots» u otros métodos no auténticos con los que los usuarios pudieran «jugarse las estadísticas», no había necesidad de «moderar» fuertemente los contenidos.

Con el tiempo, a medida que las empresas crecían, también lo hacían las preguntas sobre cómo se difundía esta información.

La mayoría de los primeros usuarios recuerdan cuando los «videos de gatos» y similares se «hacían virales». Las personas que promocionaban productos podían manipular fácilmente las plataformas con los métodos que más tarde se desarrollaron en la optimización de motores de búsqueda.

Con el tiempo, los empresarios que estaban detrás de estos sitios vieron cómo sus empresas alcanzaban una inmensa riqueza y poder, lo que dio lugar a fusiones: Facebook adquirió Instagram en 2014 y Google compró YouTube en 2006.

Esto creó un monopolio en el que un puñado de empresas dominaba no solo las búsquedas en línea, sino también la forma en que las personas interactuaban en sus plataformas. Esto significaba que las noticias que se regurgitaban y compartían a través de estas plataformas tenían poderosos guardianes.

 An image of Elon Musk is seen on a smartphone placed on printed Twitter logos in this picture illustration taken April 28, 2022. (credit: REUTERS/DADO RUVIC/ILLUSTRATION/FILE PHOTO)

Los estadounidenses constituyen un gran número de usuarios de las redes sociales, especialmente en Twitter, que se fundó en 2006 y en 2011 contaba con 100 millones de usuarios activos. En 2014, cuando el grupo terrorista ISIS estaba cometiendo un genocidio en Irak, estaba claro que las empresas de redes sociales no estaban haciendo lo suficiente para eliminar los contenidos radicalizadores, lo que generó que los gobiernos se interesaran por la forma en que estas empresas respondían a una crisis de seguridad nacional muy real. Al fin y al cabo, el ISIS reclutaba online a través de las redes sociales.

A los gobiernos no les importan mucho los videos de gatos, pero sí los contenidos terroristas. Este interés personal vino acompañado de un interés por el control que estas empresas tenían sobre la privacidad de las personas, lo que llevó a un aumento masivo de personal en estas empresas.

En el momento de las elecciones estadounidenses de 2016, los gigantes de las redes sociales dedicaban cada vez más personal a temas como la «seguridad», la «política» y la «confianza.»

Parece que este intento de moderación de contenidos fue mucho más allá de la mera penalización de las cuentas que infringían las normas auto declaradas y siempre cambiantes de las empresas.

Por ejemplo, una cosa es que una empresa penalice a un usuario que utiliza términos racistas o  a los usuarios que son falsos. Otra cosa es que una empresa cree capas masivas de formas de «amplificar» y «desamplificar» cuentas para que los usuarios ni siquiera sepan que el contenido que comparten no se puede ver ni buscar.

Estas empresas hicieron mucho de esto sin ninguna transparencia y no ofrecieron ninguna oportunidad a los usuarios de apelar. No había controles ni equilibrios. Cuanto más dominaban estos gigantes de las redes sociales el acceso a la información, menos transparentes eran y más controlaban lo que veían los usuarios.

Hoy en día, la mayoría de los usuarios de las redes sociales lo saben. Saben que, aunque sigan cientos o miles de cuentas o den «me gusta» a diferentes cuentas, en realidad sólo ven parte del contenido.

El argumento era que se trataba de crear conversaciones «sanas» y no de alimentar a los trolls o el extremismo. Los críticos consideraron que se creaban silos ideológicos. Pero lo que sucedió en los últimos años va mucho más allá de crear un silo: si a un usuario «le gusta» el contenido de otros cinco usuarios, se le muestra ese contenido con mayor frecuencia.

Se podría argumentar que el intento de amplificar ciertas causas mientras se empuja a otras a las sombras convirtió a los gigantes de las redes sociales en un brazo de la política pública gubernamental. Aquí es donde los archivos de Twitter, y cualquier otro intento de proporcionar transparencia, son importantes.

Mientras algunos afirman que las empresas tienen derecho a hacer lo que quieran, otros sostienen que, dado que la mayoría de los usuarios obtienen ahora su información de una o dos empresas, éstas forman parte en gran medida de nuestro paisaje público.

Es en este punto en el que el público y los funcionarios electos necesitan escrutar más a estas empresas. Si bien los gigantes de las redes sociales pueden pensar que están sirviendo al bien público reprimiendo la «desinformación», ¿qué ocurre cuando cometen errores? ¿Qué ocurre si los regímenes autoritarios consiguen acceder a los datos?

Se trata de una cuestión importante en un mundo en el que el autoritarismo va en aumento. Tras las elecciones estadounidenses de 2016, se dijo a los gigantes de las redes sociales que podrían ser víctimas de la intromisión de gobiernos extranjeros en futuras elecciones. Fue bajo ese pretexto que estos gigantes tecnológicos impidieron que se compartiera una controvertida historia sobre una notebook en 2020.

El problema para el público es que es muy difícil obtener información sobre lo que hacen estos gigantes tecnológicos y cuestionar sus decisiones.

Los archivos dejan entrever que algunas decisiones que se tomaron fueron arbitrarias. Llevará tiempo saber qué otro tipo de decisiones se tomaron.

Esto es importante cuando se trata de temas controvertidos debatidos en las redes sociales, así como la incitación y el antisemitismo.

Independientemente de la postura política de una persona, la gente debería querer saber cómo operan las empresas que manejan la mayor parte de la información que existe en el mundo hoy en día y si los usuarios obtendrán algún día la transparencia que merecen.

Opinión

Opinión | Mensaje de un ciudadano de Gaza a los manifestantes universitarios: Están dañando la causa palestina

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Por Hamza Howidy*

Las protestas que se están extendiendo por todo Estados Unidos en los campus universitarios, donde los estudiantes se reúnen en nombre de los derechos de los palestinos y ocupan espacios en los campus con carpas, lamentablemente aunque dicen apoyar a los palestinos no están realmente interesados en salvaguardar nuestros derechos.

Me duele decir esto como palestino de Gaza. Mientras mi casa está destruida y hay miles de muertos, nunca pensé que me encontraría criticando a quienes hablaban. Y, sin embargo, no puedo guardar silencio sobre lo que estoy viendo. La verdad es que la manera en que muchos se reúnen para expresar su apoyo a los palestinos perjudica más nuestra causa que ayudarla.

¿Saben qué ayudaría a los palestinos en Gaza? Condenar las atrocidades de Hamás. En cambio, los manifestantes corean habitualmente su deseo de «Globalizar la Intifada». Aparentemente no se dan cuenta de que las Intifadas fueron desastrosas tanto para los palestinos como para los israelíes, del mismo modo que el 7 de octubre fue devastador para el pueblo de Gaza.

Deberían hablar en nombre de las víctimas inocentes de Hamás, tanto palestinas como israelíes. En cambio, respaldan la ideología de Hamás con carteles que anuncian resistencia “por cualquier medio necesario” y cánticos de «del río al mar», glorificando efectivamente a las brigadas Al-Qassam, el ala militar de Hamás, cuya ideología se basa enteramente en la eliminación de más de 6 millones de israelíes de la tierra.

Supuse que las personas que iniciaron estos lemas no estaban informadas sobre lo que defendían. Vi la bandera LGBTQ ondear con frecuencia entre personas que cantaban líneas de los estatutos de Hamás, e inicialmente quise educarlos, advertirles que el grupo al que están honrando probablemente los arrojaría desde lo alto de un edificio o los asesinaría como lo hicieron con Mahmoud Ishtiwi, un comandante de Hamás acusado de homosexualidad. Hamás acosa a las mujeres que no se cubren la cabeza. Hamás tortura a quienes se manifiestan contra su gobierno autoritario, como lo hicieron conmigo cuando protesté.

Todo esto parece pasar desapercibido para las personas que, para nuestra desgracia, se han autoproclamado nuestros aliados.

El discurso de odio en los campus universitarios, empezando por el de Columbia, ha alcanzado recientemente un nivel aterrador. He visto gente gritando cosas antisemitas a estudiantes judíos, incluyendo «los judíos regresen a Polonia» y otras frases horribles. Se ha deteriorado hasta el punto de que los judíos ya no asisten a clases universitarias debido al ambiente hostil actual y asisten a sus clases de modo online para evitar a los manifestantes.

Es inconcebible. Pero no es sólo el antisemitismo lo que me desespera. Es la hipocresía. ¿Dónde estaban estos jóvenes solidarios cuando Hamás se apoderó de Gaza y masacró a cientos de habitantes de Gaza, o cuando Hamás mantuvo cautivos a 2 millones de habitantes de Gaza durante más de 17 años? ¿Por qué no hablaron sobre el hecho de que Hamás condujo a los habitantes de Gaza a este conflicto, que resultó en más de 30.000 muertos y 80.000 heridos, según las autoridades municipales de Gaza? ¿Dónde estaban cuando los misiles fallidos de Hamás cobraron la vida de cientos de habitantes de Gaza el 17 de octubre, o cuando Hamás asesinó a jóvenes para robar ayuda y revenderla a los habitantes de Gaza a precios enormemente inflados?

La única conclusión que se puede sacar del silencio de estos manifestantes respecto de las atrocidades de Hamás y sus cánticos antisemitas es que no les preocupa proteger a los palestinos. Están en sus carpas por odio a judíos e israelíes.

Como ciudadano de Gaza y como palestino, quiero que los manifestantes y los organizadores de estas protestas sepan que su discurso de odio nos perjudica. La persona judía o israelí a la que están intimidando durante su manifestación puede ser la nieta de un sobreviviente del Holocausto o un familiar de un israelí asesinado o secuestrado por Hamás el 7 de octubre. Estas personas serían sus socios si las protestas fueran para lograr una paz duradera y justicia para palestinos e israelíes.

No acepto discursos de odio ni cánticos terroristas, y todos estos sueños tontos sobre la erradicación de Israel son repugnantes y nunca se harán realidad. Ambos, palestinos e israelíes, estamos aquí para quedarnos.

A los manifestantes no les interesa la paz. Algunos de los grupos han estado bloqueando a activistas palestinos por la paz como yo, ¡y soy de Gaza, el mismo lugar que dicen que les importa! En lugar de bloquear a los activistas por la paz, deberían invitarnos a unirnos a estas protestas y guiarlos en la dirección correcta: un lugar sin odio centrado en pedir la liberación de los rehenes que han estado cautivos en manos de Hamás durante más de 200 días.

Si los manifestantes se preocuparan por los palestinos, tendrían una exigencia central: Hamás debe rendirse, porque todos hemos sufrido a causa de Hamás y ya no podemos vivir bajo el gobierno de un grupo terrorista. Sólo entonces se podrá lograr un alto el fuego.

*Hamza Howidy es un palestino de la ciudad de Gaza. Es contador y defensor de la paz.

Publicado en www.newsweek.com

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The New York Times | Israel planeó un ataque mayor contra Irán, pero lo redujo para evitar la guerra

El ataque contra Irán del viernes pasado iba a tener un alcance mucho mayor, pero tras la intensa presión de los aliados, los dirigentes israelíes acordaron reducirlo.

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Tras el ataque iraní a Israel, una valla publicitaria en Teherán celebra el ataque. Créditos: Arash Khamooshi para The New York Times

Agencia AJN.- (Por Ronen Bergman y Patrick Kingsley, con la contribución de Eric Schmitt y Farnaz Fassihi – The New York Times -NYT-) Israel abandonó los planes de un contraataque mucho más amplio contra Irán tras la presión diplomática de Estados Unidos y otros aliados extranjeros, y también porque se había frustrado la posibilidad de un ataque iraní contra suelo israelí, según tres altos funcionarios del Estado judío.

Los dirigentes israelíes debatieron en un principio bombardear varios objetivos militares en todo Irán la semana pasada, incluidos los alrededores de Teherán, en represalia por el ataque de la República Islámica del 13 de abril, señalaron los funcionarios, que hablaron con el NYT bajo condición de anonimato para describir las delicadas discusiones.

Un ataque tan amplio y dañino habría sido mucho más difícil de pasar por alto para Irán, aumentando las posibilidades de un contundente contraataque iraní que podría haber llevado a Medio Oriente al borde de un conflicto regional de gran envergadura.

Al final -después de que el presidente Biden, junto con los ministros de Asuntos Exteriores británico y alemán, instaran al primer ministro Netanyahu a evitar una guerra más amplia- Jerusalem optó por un ataque más limitado el viernes que evitó daños significativos, disminuyendo la probabilidad de una escalada, al menos por ahora.

A pesar de esto, en opinión de los funcionarios israelíes, el ataque mostró a Irán la amplitud y sofisticación del arsenal militar israelí.

En lugar de enviar aviones de combate al espacio aéreo iraní, Israel disparó el viernes un pequeño número de misiles desde aviones situados a varios cientos de kilómetros al oeste, según los funcionarios israelíes y dos altos funcionarios occidentales informados del ataque. Israel también envió pequeños drones de ataque, conocidos como cuadricópteros, para confundir a las defensas aéreas iraníes, explicaron los funcionarios israelíes.

Las instalaciones militares iraníes fueron atacadas varias veces por este tipo de aviones no tripulados en los últimos años, y en varias ocasiones Teherán admitió que no sabía a quién pertenecían los aviones no tripulados, una afirmación interpretada como reticencia iraní a responder.

Un misil alcanzó el viernes una batería antiaérea en una zona de importancia estratégica del centro de Irán, mientras que otro cohete explotó en el aire, agregaron los funcionarios.

Además, un funcionario israelí destacó que la Fuerza Aérea israelí (IAF) destruyó intencionadamente el segundo misil una vez que quedó claro que el primero había alcanzado su objetivo, para evitar causar demasiados daños. Un funcionario occidental, por su parte, aclaró que era posible que el misil simplemente hubiera funcionado mal.

Los funcionarios argumentaron que la intención de Israel era permitir a Irán seguir adelante sin responder de la misma manera, mientras que la señal de que el Estado judío había desarrollado la capacidad de atacar a la República Islámica sin entrar en su espacio aéreo o incluso activar sus baterías de defensa antiaérea.

Jerusalem también esperaba demostrar que podía alcanzar esas baterías en una parte del centro de Irán que alberga varias instalaciones nucleares importantes, incluido un centro de enriquecimiento de uranio en Natanz, insinuando que también podría haber llegado a esas instalaciones si lo hubiera intentado.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) se negaron a realizar comentarios al ser consultadas por el NYT.

El camino hacia este ataque comenzó el 1º de abril, cuando Israel atacó un complejo de la embajada iraní en Damasco, Siria, matando a siete funcionarios iraníes, entre ellos tres altos mandos militares. Irán no había tomado represalias después de varios ataques similares en el pasado, lo que llevó a los funcionarios israelíes, dicen, a creer que podrían seguir realizando este tipo de ataques sin provocar una respuesta iraní significativa.

Sin embargo, esta vez fue diferente: una semana después, Teherán informó en privado a sus vecinos y diplomáticos extranjeros que su paciencia había llegado a un límite y que respondería con un ataque de gran envergadura contra Israel, el primero directo contra suelo israelí.

Durante la semana del 8 de abril, Israel comenzó a preparar dos importantes respuestas militares, según los funcionarios israelíes.

La primera era una operación defensiva para bloquear el esperado ataque iraní, coordinada con el Mando Central de Estados Unidos -su máximo comandante, el general Michael E. Kurilla, visitó Israel esa semana-, así como con los ejércitos británico, francés y jordano.

La segunda era una gran operación ofensiva que se llevaría a cabo si se materializaba el ataque iraní. Inicialmente, la inteligencia israelí creía que Irán planeaba atacar con un «enjambre» de grandes aviones no tripulados y hasta 10 misiles balísticos, dijeron los funcionarios israelíes. A medida que avanzaba la semana, esa estimación aumentó a 60 misiles, lo que acrecentó el deseo israelí de un fuerte contraataque.

Los líderes militares y políticos israelíes comenzaron a discutir un contraataque que podría comenzar tan pronto como Irán disparara los aviones no tripulados, incluso antes de que se supiera cuánto daño, si lo hubiera, habían causado.

Un funcionario israelí aseguró que el jefe del estado mayor de las IDF, teniente general Herzi Halevi, y el jefe de la IAF, Tomer Bar, presentaron el plan al gabinete de guerra a primera hora del viernes 12 de abril, dos días antes del ataque de Irán.

Pero las intenciones de Israel cambiaron después del ataque de Irán, añadieron los funcionarios. El ataque fue incluso mayor de lo esperado: Con más de 100 misiles balísticos, 170 aviones no tripulados y unos 30 misiles de crucero, en una de las mayores andanadas de este tipo en la historia militar.

Gracias a la defensa israelí, coordinada con pilotos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Jordania, se derribaron la mayoría de los misiles y drones, y los daños sobre el terreno fueron limitados, lo que redujo la necesidad de una respuesta rápida. Incluso hubo dudas acerca de si Israel debía arriesgarse a dejar de centrarse en la defensa mientras el ataque seguía en curso, dijeron dos funcionarios.

El punto de inflexión, sin embargo, fue una llamada telefónica a primera hora de la mañana entre el primer ministro Netanyahu y el presidente Biden, durante la cual el mandatario estadounidense señaló al premier israelí que tome el éxito de la defensa como una victoria que no requería más respuesta, según tres funcionarios israelíes y occidentales, que describieron esas conversaciones bajo condición de anonimato.

Las fuentes israelíes afirmaron al NYT que Netanyahu finalizó la llamada oponiéndose a una represalia inmediata.

Al día siguiente, el gobierno israelí empezó a enviar señales a sus aliados extranjeros de que seguía planeando responder, pero de una forma contenida que distaba mucho de lo que había planeado anteriormente, según uno de los altos funcionarios occidentales.

En lugar de un amplio contraataque que podría dejar a los líderes iraníes creyendo que no tenían más remedio que responder de la misma manera, los funcionarios israelíes remarcaron que se estableció un plan que buscaba evitar la humillación pública  a sus homólogos iraníes.

Inicialmente planearon el ataque para la noche del lunes, explicaron los funcionarios israelíes, cambiando de opinión a último momento por miedo a que Hezbollah -el grupo terrorista libanés respaldado por Irán que viene intercambiando misiles con Israel desde el 7 de octubre en apoyo a Hamás- aumente significativamente la intensidad de sus ataques contra el norte del Estado judío.

Según un funcionario israelí y otro occidental, los funcionarios de Asuntos Exteriores occidentales siguieron buscando convencer sin éxito a Israel a que no respondiera de ninguna manera, y cedieron y aceptaron un ataque israelí que dejara a Irán la opción de seguir adelante sin responder.

Después de que Israel finalmente llevara a cabo su ataque a primera hora de la mañana del viernes, los funcionarios iraníes hicieron exactamente eso: centrarse en los pequeños aviones no tripulados en lugar de en los misiles y desestimar su impacto.

Los funcionarios de Teherán también evitaron en gran medida culpar a Israel por el ataque. Esto, unido a la decisión de Israel de no reivindicar la autoría del ataque, contribuyó a reducir el riesgo de una escalada.

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