Por Oz Almog. La violencia a veces tiene razones culturales e ideológicas, que son independientes de un conflicto concreto entre dos lados. Debería destacarse, por ejemplo, que los nazis odiaban a los judíos y establecieron un mecanismo de aniquilación no por una disputa religiosa o nacional, sino porque los judíos eran parte de un objetivo mayor: destruir la cultura no aria.

 

En otras palabras, el Holocausto fue el resultado de un código ideológico distorsionado, más que un conflicto que podría haber sido arreglado con negociaciones y compromisos.

 

Debido a que la izquierda radical se rehúsa a ver la guerra de Hamas como una guerra cultural, tiende a ignorar el denominador común ideológico y organizacional entre el fundamentalismo de Gaza y el fundamentalismo global.

 

Según la percepción de la izquierda radical, Hamas y la Jihad Islámica son organizaciones terroristas locales con objetivos locales – en otras palabras, nacionales – más que una extensión de una red global de maldad. Su guerra es percibida como parte de una lucha legítima por la liberación nacional.

 

Y luego vino la Operación Margen Protector, y por primera vez se tiró un punto brilloso a la desilusión de la izquierda radical. De repente se hizo más difícil cortar las esquinas, golpear a Israel y no tener en cuenta la sensibilidad y moralidad de su liderazgo, ejército y mayoría de sus ciudadanos.

 

Desafortunadamente para la izquierda radical restante, Hamas también lanzó la ofensiva de misiles y, de hecho, comenzó el conflicto incluso antes con el secuestro y asesinato de los adolescentes israelíes. Hamas también reveló un gran arsenal de armas que ha estado apilando para asesinar a masas de israelíes, mientras gasta billones de shekels en lo que podría ser usado para mejorar el nivel de vida en Gaza. Hamas también demostró sus consideraciones irracionales al punto de la inanidad y el suicidio – porque, después de todo, está claro que es imposible derrocar a Israel con misiles, y está aún más claro que la respuesta tendrá un fuerte número de pérdidas para el agresor. Y Hamas también mostró que sus condiciones para restaurar la calma no pueden incluir ninguna sección sobre negociaciones de paz.

 

Pero lo más doloroso para la izquierda radical es ver al primer ministro Benjamin Netanyahu, su gran enemigo, actuando de manera moderada y con responsabilidad nacional y moral, aceptando cada pedido internacional de cese de fuego y posponiendo la invasión terrestre a último minuto, mientras se enfrenta firmemente con sus críticas internas.

 

La difícil disonancia de la izquierda dogmática se ha encontrado producida en los argumentos  "pero": Hamas de hecho se está comportando mal – pero la culpa la tiene el ocupa Israel; realmente son un poco violentos – pero ¿por qué referirse a ellos como un "estado terrorista?"; tenemos permitido defendernos – pero ¿por qué asesinar a tantas personas inocentes?; solo son buenos con guerras – pero ¿qué pasa con la paz?; hoy ustedes atacan – pero ¿qué pasa mañana?; pueden matar enemigos – pero ¿por qué relamerse?; un ataque aéreo está bien – pero ¿por qué agregar una operación terrestre?; Hamas realmente odia a los judíos – pero ¿qué pasa con los palestinos moderados?

 

El hecho de que el panorama del "bien" y el "mal" en esta guerra esté tan claro – cuando incluso el presidente de Egipto condenó a Hamas – hace que sea particularmente difícil para los márgenes de la izquierda radical.

 

También están angustiados a la luz de la realidad que los golpea en la cara, que están forzados a crear una simetría artificial entre nosotros y los luchadores de Hamas y la Jihad Islámica. Los pilotos israelíes son comparados con los lanzadores de misiles y ataques terroristas desde Gaza y son criticados con eslóganes difamatorios como "los malos se unen a la Fuerza Aérea" y "los asesinos se unen a la Fuerza Aérea".

 

La respuesta de la izquierda radical en esta guerra expone la falta de integridad intelectual por la que se caracteriza. La integridad de reconocer la realidad cultural en Medio Oriente y la naturaleza de las fuerzas que operan en la arena.

 

La izquierda radical se está negando a admitir su error, no solo porque es generalmente difícil para la gente – llenada principalmente por un odio y entusiasmo ideológico – admitir sus errores, pero porque sabe que esta guerra expone su desgracia moral.

 

JC