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Argentina

Atentado a la AMIA: a 29 años, el ex presidente Alberto Crupnicoff criticó la falta de condenados

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Agencia AJN.- Alberto Crupnicoff accedió a la presidencia de la AMIA en 1981 y tuvo la responsabilidad de dirigirla en el momento más doloroso como fue el atentado terrorista ocurrido el 18 de julio de 1994, que dejó 85 muertos y cientos de heridos.

En una entrevista con la Agencia AJN, Crupnicoff recordó las medidas que se tomaron en los primeros minutos tras el brutal ataque, el más sangriento que sufrió la Argentina en su historia, y lamentó la falta de condenas para los iraníes que participaron en el hecho. «Algunos de estos nefastos personajes andan dando vueltas por el mundo y las condenas terminan en una cuestión casi literaria», dijo.

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También se refirió a la conexión local y el dirigente expresó que si bien tenía esperanza en que se avanzaría en la Justicia eso tampoco ocurrió. «Por ahora fracasamos en eso, la comunidad argentina lo puede anotar como un fracaso», aseveró.

A continuación la entrevista con Alberto Crupnicoff :

-¿Cómo fueron aquellos momentos posteriores al atentado?

-Después de esa mañana del 18 de julio de 1994 para la que ni yo ni nadie estaba preparado, y de vivir esa conmoción tan extrema para la que uno no tiene entrenamiento y de la cual uno tiene que recuperarse, hubo que empezar a fijar prioridades. Me acuerdo que había que definir hacia dónde apuntar en la gestión. La situación era caótica y cuando nos pudimos acomodar en algún lugar -hablo en plural porque éramos algunos miembros de la comisión y gente que estaba alrededor- tenía que dar las directivas de hacia dónde teníamos que apuntar nuestra acción. Todo esto fue a las 11:30 de la mañana del 18 de julio, no de meses después.
Cuando uno tiene la responsabilidad que yo tenía, no por esas circunstancias sino como presidente de la institución que yo había asumido en 1993, tuve que pensar a ver qué hacíamos. Y lo primero que se me ocurrió fue que la AMIA tenía que cumplir servicios ese mismo día y al día siguiente. Los servicios de comidas a domicilio, los servicios de sepelios, cosas que no se podían detener. En ese momento asigné a algunos colegas de la comisión directiva para que se ocupen de ese tema.
La otra cuestión tenía que ver con qué pasaba con la gente que no encontraba a sus familiares y seres queridos. Había que tratar de generar un espacio para ordenar el desorden y que esa gente pudiese encontrar algún tipo de contención, aquellos que fueron seleccionados dramáticamente por el destino. Esas circunstancias caóticas fueron los dos ejes principales del accionar de las primeras horas, pero cuando vino la noche y después de todo ese día farragoso que uno ni sabía dónde estaba, me acuerdo que me fui a mi casa a ducharme para volver y pensé qué pasaba al otro día, si ganaba la bomba o si ganaba la vida, la continuidad de la institución y la comunidad. Recuerdo que dije que la única forma que teníamos de demostrar que la bomba no había ganado era llevar todo a la normalidad, es decir, hacer que todo vuelva a funcionar. Y esto que parece tan sencillo decirlo, había que transmitirlo, porque una cosa es tomar una actitud en lo personal pero otra es dar un mensaje.
Recuerdo que convocamos a los presidentes de las escuelas y de las instituciones para decirles que tenían que tener abiertas las instituciones. La consigna que a mi medio me atormentaba era decirles que no podíamos darles un espacio y que alguien piense que el terrorismo podía cambiar nuestro rumbo. Desgraciadamente cambió el rumbo y la vida, fundamentalmente de todos los que padecieron, los que fueron asesinados allí y de mucha gente que quedó herida, mutilada o con problemas, pero a nivel institucional, y no hablo del daño humano porque ese es el irreparable, desde las instituciones, el mensaje era ‘‘la vida continúa, la bomba no ganó’’.Esa era la consigna y había que dar ese mensaje más allá de las palabras, había que hacerlo con el funcionamiento normal, porque no podíamos pensar que no se podía seguir yendo al colegio o que no se podía abrir un templo o una institución socio deportiva, que no iban a funcionar los grupos juveniles, que la AMIA no iba a hacer sus programas sociales como estaban establecidos, o que la AMIA no iba a seguir dando el servicio de entierros comunitarios. La consigna era clara, que todo tenía que volver a la normalidad.

-¿Usted dimensionó lo que ocurría? ¿Fue una situación límite?

-Sí, eso surge del análisis posterior, porque si me decís cuál era mi sensación, yo no tuve oportunidad de medir mi sensación. Sabía que tenía que gestionar en todos los frentes, había mucho desconcierto y sentía el peso de que todos me decían: ‘¿qué hacemos?’ Nunca estuve preparado para eso, mi actividad tiene que ver más con el aspecto profesional, intelectual, pero nunca el estar preparado para tener que liderar una circunstancia de esa naturaleza. Además, después se fue haciendo muchísimo más compleja por las implicancias que esto tuvo en todos los órdenes. Por ejemplo, nunca en mi vida había entrado en un juzgado. Sí, por supuesto que sabía profesionalmente, conozco los términos de las leyes, pero nunca había entrado a un juzgado. Y de repente tuve que tomar decisiones estratégicas no jurídicas, pero sí de la estrategia de lo que se iba a hacer con nuestra oposición en el apoyo de la investigación, en todo lo que tenía que ver con todos los aspectos que después hubo que hacer. Reconstruir. Todo ese mundo, que fue un mundo desconocido, que fue una prueba muy difícil y que tenía un sólo objetivo. Por eso la AMIA está hoy en Pasteur 633.

-¿Siempre se pensó en Pasteur 633?

-En realidad no es lo que siempre se pensó. Yo no pensaba que podía hacerse en otro lado, por lo mismo que estuvimos hablando al principio, porque recuerdo que en ese acto que hubo en la plaza frente al Congreso, que seguramente tiene que ver un poco con el día de hoy, un día gris, lluvioso, frío. Me acuerdo algunos de los conceptos que motivaron lo que dije en ese momento, y que decía y sostenía, que nadie piense que nosotros como pueblo no tenemos el entrenamiento de reconstruir. Porque muchas veces surgimos de las cenizas. Ahora nos tocaba ser los protagonistas, como concepto general, y particularmente porque nunca me consideré, en mi condición de argentino y de judío, que tenía que pedir permiso para vivir dignamente. Siempre pensaba que nadie suponga que la comunidad judía es un inquilino con un contrato de locación vencido. Y por eso siempre sostuve que lo que ahí estaba, debería volver a estar ahí. Hubo muchas opiniones encontradas, diferentes, todas respetables, pero yo insistí y dije que debía hacerse en ese lugar, y logré el acuerdo de la Comisión Directiva de la institución para que ahí se haga. Eso fue un poco la motivación, muchas de las acciones que se realizaron o casi todas tenían el propósito de restablecer la vida. Cumplir con las funcionalidades para las cuales la institución fue creada y que la vida judía en general no tuviese una afectación. Quedaron ahí frente a las puertas esos pilotes de cemento, no es lo que uno quisiera, pero es un mal que tenemos hoy a nivel universal y en la Argentina también en particular. No fue la bomba de la AMIA el estreno en esta materia. Ya dos años antes había sucedido lo de la Embajada de Israel, que tuvo el mismo grado de dramatismo. Después nos tocó en la AMIA. Pero creo que en ese sentido podemos decir que tanto la AMIA como las demás instituciones de la comunidad estuvieron a la altura de las circunstancias y todo el mundo se encolumnó a través de esa idea, más cuando uno se recupera de la conmoción inicial y las instituciones siguieron funcionando. Es más, ahora que te estoy contando, me acuerdo que decidimos ir cada día a otra institución a dar este mensaje. Ese domingo siguiente al 18 de julio, fui a Hacoaj, al Club de Campo en el Tigre, a hablar sobre el estado de la situación, pero yo decía que más importante que lo que decíamos era el hecho de estar y de decir: mañana, el lunes y cada día las instituciones siguen funcionando. Y me acuerdo que el club estaba lleno de gente, el salón también, pero había más gente afuera haciendo sus actividades. Y hablando con las autoridades de entonces dijimos: lo más importante no es lo que está sucediendo dentro de este salón. Es lo que está sucediendo afuera, que la gente sigue en sus actividades, las actividades siguieron y eso se replicó. A mí me tocó estar ahí, a otros de la Comisión les tocó estar en otro lado, pero eso me pareció valioso.

-En aquel momento, el tema de la conexión local, el tema internacional, ¿cómo lo atravesó eso?

-Lamentablemente, lo que sostenía en ese momento era fruto de mi intuición más que de mi conocimiento. Vuelvo a repetir, no tenía experiencia en este tipo de circunstancias. Cuando había que fijar una estrategia, primero tomé la decisión de que teníamos que ser querellantes en la causa. Al día siguiente, el 19 de julio, nosotros designamos un abogado que me fue recomendado. No lo conocía de antes, para que se haga cargo de la causa y nos represente como querellantes. Hasta el 19 de julio no lo conocía. Y en el transcurrir de las semanas, pensando ya en los temas que tenían que ver con la estrategia a seguir, decía que nosotros tenemos que insistir en la conexión local. Porque todo lo que tenga que ver con la conexión internacional, mi temor era que cualquier condena de carácter internacional sea incumplible. Y bueno, creo que en eso no me equivoqué, porque en qué terminan estas cuestiones internacionales, aunque no haya condena, pero hay firmemente pruebas o sospechas. Desde el punto de vista jurídico, está demostrado que acá Irán tuvo una participación activa. Creo que hay cinco o siete personas que tienen alertas rojas de Interpol y cada tanto leemos en el diario que algunos de estos nefastos personajes, andan dando vueltas por el mundo y las condenas terminan en eso, en una cuestión casi literaria y no terminan en condenas efectivas. Y decía que nosotros teníamos que insistir en la conexión local, porque era la única que iba a poder prosperar, en mi esperanza, aquellos que tuvieron que ser partícipes, los que tuvieron que ayudar, tuviesen una condena. O sea que hubiese habido justicia en ese sentido. Bueno, por ahora fracasamos en eso, lo podemos anotar como un fracaso. Cuando digo que lo podemos anotar como un fracaso, digo que la comunidad argentina lo puede anotar como un fracaso, porque nadie por fin investiga la AMIA ni ninguno de nosotros es un investigador, ni tiene tales facultades ni atributos ni condiciones. Son las instituciones del Estado, las instituciones de la Nación las que tienen que actuar. Y el resultado que tenemos hasta hoy no hace falta ser un experto.

-¿Coincidimos que hay una gran deuda en este sentido?

-Sí, hay una deuda de nosotros como sociedad. Toda la sociedad argentina con nosotros mismos. Porque, ¿cómo funcionaron las instituciones? Dónde está el resultado de la gestión. No sé cuántos kilos de papel escrito debe haber, aunque ahora estará digitalizado todo. ¿Dónde está el resultado? ¿Dónde están los que participaron, los culpables de Argentina o de otro lugar del mundo? ¿Dónde está la sanción? ¿Dónde está el imperio de la justicia? No hay nada. Lo digo con escepticismo, porque el sistema no funcionó o funcionó mal. Cada uno de nosotros profesionalmente, cada uno de nosotros en nuestra actividad, cualquiera, desde la actividad menos intelectual hasta la más importante, cuando tenés una función y la función no la cumplís, o la cumplís mal, o no tenés resultados. ¿Cómo se llama eso? Hay ineficiencia. Atrás de eso puede haber motivaciones de todo tipo. Políticas, intereses. Pero no funcionó. No hay ningún preso, ningún condenado. Y acá fue un crimen mayor, no fue una cosa circunstancial. Fue un acto premeditado de terrorismo.

-¿Le genera angustia, enojo en algún momento de su vida, ante estos 29 años?

-Me genera decepción. Porque yo quiero para mí, para mi familia, para toda la sociedad argentina, que podamos vivir en un país donde estos hechos extremos… Acá se mataron 85 vidas, personas. Podrían haber sido 150.

-La silla vacía en cada familia es irrecuperable…

-Sin duda. Yo siempre sostenía en aquel momento que las piedras se reconstruyen, el edificio ahí está. Es más moderno tecnológicamente, una maravilla, todo perfecto. Todo se reconstruye. Lo único que no se puede reconstruir, que es una pérdida imposible de construir, son las 85 víctimas. Entonces yo dije, vamos a hacer un homenaje y un acto de recuerdo por la importancia que tiene eso, hicimos editar un libro, y que no tiene literatura, tiene una foto y la historia simple de la vida de cada uno de los 85 que murieron en el atentado. Se llama “Sus nombres y sus rostros”. Y es un testimonio de 85 personas, que las eligió el azar, el destino, como víctimas de esta tremenda masacre que hicieron ahí. Esto es lo único irrecuperable, por eso entiendo la actitud de los familiares y que tienen que ver con esa imposibilidad de poder tener una razón por la cual alguien decide matar, así a mansalva, y estar impune. Es muy terrible, eso que sucede. Yo digo que después la vida continúa y cada uno está preocupado por otros temas. Pero no se puede soslayar. Ese es el valor que tiene que recordar aunque sea el 18 de julio. Uno no puede vivir en el atrás, la vida tiene una continuidad, una dinámica, pero tener ese espacio de recordación a mí me parece que es muy importante, que cada uno sabrá para qué, pero fundamentalmente para recordar que este es un tema que está ahí pendiente, en muchos aspectos, y que no tienen que ver con los aspectos materiales, sino con los aspectos humanos y de justicia. Que me parece que por más cambios y evoluciones que haya en cualquier sociedad, y hoy estamos viviendo una época vertiginosa de cambios, pero hay cuestiones a las que la humanidad no puede resignar, ni la santidad de la vida ni el imperio de la justicia. Todo lo demás, uno se va a pelear por un modelo económico, otro por el otro. Bueno, son cuestiones que después la historia va dejando en el recuerdo, pero no puede haber permiso para algo que tenga que ver con lo esencial, que es el respeto de la vida humana, respeto de lo que tiene que ser una sociedad encolumnada a través de un cuerpo legal, que tiene que ver con el cumplimiento de normas que hacen al contrato de toda sociedad para que pueda vivir civilizadamente.

-Comenzamos la entrevista hablando del primer día después del atentado, pero no le pregunté nunca cómo llegó al lugar de la tragedia, ya que de casualidad no estabas en el edificio.

-Yo no iba nunca a la mañana a la institución, porque a la mañana atendía mi oficina, mi trabajo. Pero esa mañana temprano se inauguraban unas transmisiones con Israel de radio JAI. Habíamos ido con el presidente de la DAIA y el presidente de la OSA a Radio JAI por el Once. No me acuerdo exactamente la calle, creo que era Ecuador, que tenían los estudios, para estar presente. Porque nos habían invitado para un hecho simpático, agradable, que era establecer una conexión o un programa. Y cuando salimos, me volví a mi oficina, que estaba en la calle Montevideo, entre Viamonte y Tucumán, a unas ocho cuadras de la AMIA, y estaba trabajando cuando me llamó una persona conocida que tiene una oficina cerca de la AMIA y me dice ‘pusieron una bomba en la AMIA’. Habían pasado 10, 15 minutos. No podía entender bien. Salí, tomé un taxi en la puerta, en la calle Montevideo, cuando tomó por Tucumán, ya cuando cruzó Callao ya no se podía avanzar, porque el tránsito estaba cortado. Me bajé, corrí hasta la AMIA. En esa época, hace 29 años, tenía otro estado físico y llegué… no podía creer lo que veía. No lo podía creer. Ya había visto algo parecido cuando había sido el atentado a la Embajada de Israel, que había llegado también al rato. Y no podía creer que otra vez sentía eso mismo, que es como estar… no sé… uno había visto películas, series en la televisión, pero es como imposible. Y bueno, ahí cambió la vida. Para algunos se terminó, para otros nos cambió. Mi misión en la comunidad tenía que ver con los propósitos que tenía la AMIA: educación, cultura asistencia social. Todo lo referidos a los temas internos de la comunidad, y ahí empezó otro mundo. Hubo que afrontarlo y si me preguntás qué quería hacer en ese momento, te digo, me quería ir a mi casa. Pero no pude, me tuve que quedar ahí, como lo hubiese hecho cualquier otro. Yo creo que cualquiera en esa situación hubiese hecho lo mismo que hice yo: afrontarla y tratar de hacer lo mejor que se puede. Después seguramente que me habré equivocado en muchísimas cosas, pero lo cierto es que mi propósito era que se reconstruya la actividad. Y con errores y con aciertos, creo que junto a mis compañeros de Comisión Directiva, junto al personal, junto a todos los miembros de la comunidad también, una gran mayoría de gente que se acercó, que quiso colaborar. Había una muy sincera expresión de la mayoría de la sociedad argentina. Lo que yo pude sentir fue solidaridad, acompañamiento, bronca, angustia, pero como sentimiento colectivo y ahí creo que se vivió en todos los sectores de la comunidad argentina, no solo de la comunidad judía. Bueno, por supuesto habrá sectores que no, pero miro lo que sí, que es lo importante y que es el reservorio de nosotros como sociedad. Siempre se rescatan acciones nobles y buenas que te dan optimismo y que te dan fuerza para la gestión.

Entrevista (audio) de Eduardo Feinnmann a Alberto Crupnicoff por Radio Mitre

AMIA

AMIA: Irán calificó como ilegal el pedido argentino para arrestar al ministro del Interior buscado por la Justicia

Agencia AJN.- La Cancillería solicitó la detención internacional de Ahmad Vahidi en el marco de los viajes oficiales que el funcionario realizó a Pakistán y Sri Lanka.

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Vahidi Ahmad

Agencia AJN.- Irán consideró “ilegal” la orden de captura solicitada por Argentina contra el ministro del Interior Ahmad Vahidi por su participación en el atentado de 1994 a la AMIA, que dejó 85 muertos.

Según reprodujo la agencia internacional de noticias AFP, la República Islámica aseguró a través del portavoz de la Cancillería, Nasser Kanani, que la petición del gobierno argentino se basa en “mentiras” de los jueces que intervinieron en el caso.

Sin embargo, hay pruebas contundentes contra Vahidi y el resto de los acusados. El 12 de abril, la justicia argentina determinó que los atentados a la embajada de Israel en 1992 y a la mutual judía fueron ordenados por Irán e instrumentados por Hezbollah.

En ese contexto, la Cancillería recordó que existe alertas vigentes de Interpol para la detención internacional de Vahidi, quien se encuentra cumpliendo funciones para el gobierno y recientemente viajó a junto al presidente iraní a Pakistan. El viaje continuará en Sri Lanka aunque ya sin Vahidi en la delegación.

Una vez publicado el reclamo argentino, la agencia oficial de noticias iraní IRNA informó que Vahidi había regresado a Irán el martes para asistir a una ceremonia de investidura de un gobernador provincial.

Como Irán no acata las órdenes de detención emitidas por la justicia argentina e Interpol, la única oportunidad que tiene la Argentina de lograr las capturas es cuando los acusados salen del país.

En 2006, tribunales argentinos pidieron la extradición de ocho iraníes, entre ellos el expresidente Akbar Hashemi Rafsanjani, el exagregado cultural de Irán en Buenos Aires, Mohsen Rabbani, y Vahidi, quien fue ministro de Defensa durante la presidencia de Mahmud Ahmadinejad.

Luego de ocupar este cargo en Defensa, el teniente general Vahidi fue nombrado ministro del Interior en 2021. Pero para el momento del ataque de Buenos Aires, el funcionario era comandante de la Fuerza Quds, la unidad de operaciones encubiertas de la Guardia Revolucionaria Islámica.

Ayer, la Cancillería argentina, recordó que Vahidi continúa cumpliendo funciones para el gobierno con total impunidad.

“Este individuo es actualmente ministro del Interior de la República Islámica de Irán e integra una comitiva gubernamental que se encuentra en Pakistán y Sri Lanka en estos días. En ese marco, a pedido de las autoridades argentinas, la oficina Central de Interpol con sede en Lyon emitió una Circular Roja para su detención. Con motivo de su viaje, Argentina ha solicitado a los gobiernos de Pakistán y Sri Lanka su detención de acuerdo a los mecanismos previstos por Interpol”, indica el texto difundido por el Gobierno.

Además, se informó que “paralelamente al trabajo que están haciendo el Ministerio de Seguridad y la Cancillería Argentina con la intervención de las Embajadas de nuestro país en Pakistán y la India, la Oficina Central Nacional Buenos Aires (OCN) de Interpol de la Policía Federal Argentina pidió a su contraparte OCN Islamabad que proceda a la detención preventiva del causante con fines de extradición a la Argentina”.

Vahidi, además de haber sido uno de los autores intelectuales del atentado, habría participado en una supuesta reunión en 1993 en la ciudad iraní de Mahshad, en la que, según la UFI AMIA, se habría decidido el atentado.

“No se limitó a participar pasivamente del cónclave, sino que además cumplió un rol protagónico al proponer que nuestro país fuera el objetivo del ataque. Su sugerencia tuvo éxito ya que, efectivamente, dicha propuesta fue la que se sometió a examen del Comité de Asuntos Especiales”, dice el dictamen firmado en 2006 por el fiscal Alberto Nisman.

Fuente: Infobae.

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Argentina

Canciller israelí agradeció al presidente, Javier Milei, y a la cancillería argentina por solicitar el arresto de Ahmad Vahidi

Agencia AJN.- El canciller israelí, Israel Katz, agradeció al gobierno argentinopor pedir la detención de Ahmad Vahidi a quien acusó de «asesino y un terrorista»

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Agencia AJN.- Recientemente, la cancillería argentina presentó una solicitud oficial para detener al ministro del Interior iraní y ex comandante de la Fuerza Quds, Ahmad Vahidi, por su participación en el atentado contra la AMIA de 1994.

El Ministro de Relaciones Exteriores, Israel Katz, agradeció el llamado de la Cancillería argentina para arrestar a Ahmad Vahidi, acusándolo de ser responsable del ataque al edificio de la comunidad judía en 1994.

«El Ministro del Interior iraní es un asesino y un terrorista» Expresó el canciller.

«Gracias al presidente Javier Milei y a la canciller Diana Mondino por el pedido de emitir una orden para su detención por el atentado contra la comunidad judía (AMIA) – un pedido que fortalece a las comunidades judías y a los familiares de las víctimas y envía un mensaje claro: el mundo libre está decidido a detener al régimen terrorista iraní y a Jamenei (Itamar Eichner)»

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