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Opinión | Los Acuerdos de Abraham, 3 años después

El impacto de los Acuerdos de Abraham está resonando en toda la región, incluso en países con los que Israel no mantiene relaciones actualmente, destacó Eitan Na’eh, el embajador del Estado judío en Bahréin.

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Ceremonia de firma de los Acuerdos de Abraham en el Jardín Sur de la Casa Blanca, 15 de septiembre de 2020 | Foto: AP/Alex Brandon

Agencia AJN.- (Israel Hayom/Israel Kasnett/JNS) Transcurrieron casi tres años desde la firma de los Acuerdos de Abraham en los jardines de la Casa Blanca. Todo parecía progresar sin problemas hasta el mes pasado, cuando una visita prevista del ministro israelí de Asuntos Exteriores, Eli Cohen, a Bahréin fue aplazada por «problemas de agenda».

Esto desató la preocupación de que la relación de Israel con Manama fuera inestable. Los críticos de entonces achacaron el supuesto enfriamiento de las relaciones a la política de seguridad de Israel en Cisjordania, a los conflictos entre israelíes y palestinos en Huwara y a incidentes como la subida de ministros del gobierno israelí al Monte del Templo.

Sin embargo, la realidad parece divergir de esta narrativa. Aunque no se dio ninguna explicación concreta sobre el aplazamiento de la visita de Cohen, es evidente que los lazos diplomáticos, económicos y de seguridad entre ambas naciones progresan de forma mutuamente satisfactoria.

Eitan Na’eh, embajador de Israel en Bahréin, declaró a Jewish News Syndicate (JNS) que, aunque sigue habiendo oposición a los Acuerdos en el Estado del Golfo, «estamos viendo que esas cifras disminuyen».

Además, los opositores al acuerdo de normalización «suelen alzar la voz debido al resultado positivo de los Acuerdos, por lo que optamos por mirarlo a través de una lente positiva», agregó.

El impacto de los Acuerdos de Abraham está resonando en toda la región, incluso en países con los que Israel no mantiene relaciones actualmente, afirmó Na’eh.

«Hay un nuevo discurso y una nueva narrativa sobre Israel, en la que algunos líderes árabes de opinión e incluso funcionarios del gobierno hablan y escriben sobre cómo Israel forma parte de esta región y de su arquitectura económica, energética, de comunicaciones y de seguridad», aseguró el embajador de Israel en Bahréin.

Los recientes titulares sobre un inminente acuerdo de normalización entre Israel y Arabia Saudita fueron acompañados de titulares sobre la relación saudí-palestina y las exigencias y condiciones que los palestinos intentan establecer respecto a cualquier futuro acuerdo saudí con Israel.

Más allá de esto, una encuesta realizada por el Washington Institute for Near East Policy y otra hecha en julio por el Centro Palestino de Opinión Pública muestra un contraste significativo entre los puntos de vista palestinos y los de la población de los países árabes, así como diferencias entre los propios palestinos.

Según una encuesta realizada en abril, una media de sólo el 16% de los encuestados en los países árabes consideraba los Acuerdos de Abraham «algo» o «muy» positivos para la región. En particular, las actitudes en Gaza y Jerusalem oriental eran muy diferentes, con un 47% en Gaza y un 63% en Jerusalem oriental que expresaban una opinión positiva del impacto regional de los Acuerdos.

Por otro lado, según Frances McDonough, asistente de investigación de WINEP, en la encuesta de julio «una sólida mayoría en los tres lugares -58% en Gaza, 61% en Cisjordania y 64% en Jerusalem Este- estaba de acuerdo con la siguiente afirmación: ‘Los gobiernos árabes están desatendiendo a los palestinos y empezando a hacer amigos con Israel, porque piensan que los palestinos deberían estar más dispuestos a transigir'».

Curiosamente, según McDonough, «un número significativo de habitantes de Gaza y algunos de Cisjordania están de acuerdo en que los dirigentes palestinos deberían normalizar sus relaciones con Israel si Arabia Saudita lo hiciera».

Aunque la encuesta de abril mostraba una menor aprobación de los Acuerdos, parece que eso está cambiando lentamente y que cada vez más personas en los países árabes y musulmanes se están acercando a la idea de que Israel es un aliado, no un enemigo.

Houda Nonoo, ex embajadora de Bahréin en Estados Unidos, señaló a JNS que «como con cualquier cambio, algunas personas tardan más en aclimatarse que otras, y eso también lo vimos aquí». A pesar de eso, Nonoo mencionó que la atención debe centrarse en el «impulso positivo», y «cómo hay entusiasmo en el aire y la anticipación de todo lo que los Acuerdos de Abraham puede traer a la gente de Bahréin e Israel.»

«Creo que el objetivo de los Acuerdos de Abraham sigue siendo el mismo: traer paz y prosperidad para todos. Seguiremos centrándonos en las asociaciones económicas y empresariales, así como en el turismo y las actividades interpersonales», añadió la ex embajadora de Bahréin en Estados Unidos.

Nonoo declaró al JNS que está entusiasmada por el creciente interés en los intercambios académicos entre ambos países: «Estamos viendo más colaboración e intercambios en el sector sanitario, lo que también es muy prometedor» De cara a la próxima fase de la relación entre Bahréin e Israel, me entusiasma la oportunidad de seguir compartiendo conocimientos y recursos».

Nonoo es optimista respecto al futuro. «Cada día, a medida que más bahreiníes e israelíes interactúan entre sí, más personas se sienten cómodas con el cambio, ¡y eso es una victoria!», destacó.

«Creo que el tercer aniversario de los Acuerdos de Abraham es el más significativo hasta la fecha. Los dos primeros años sirvieron para sentar las bases de la diplomacia, los negocios, el turismo y las relaciones interpersonales, pero este último año se trató de impulsar esas relaciones para crear una región más integrada», aseguró Nonoo, quien expresó su esperanza de que el cuarto año continúe el impulso.

La ex embajadora concluyó que «los Acuerdos de Abraham abrieron un nuevo capítulo para Medio Oriente y estamos viendo su impacto positivo no sólo en los países firmantes, sino en la región en general. Una región más integrada nos ofrece más oportunidades a todos, especialmente a los jóvenes de la región».

Según Na’eh, la pandemia de coronavirus desempeñó un papel importante en algunos de los contratiempos a los que se enfrentaron Israel y Bahréin, «ya que provocó un comienzo más lento al paralizarse las economías durante periodos de tiempo».

«Sin embargo», prosiguió, «fue emocionante que, una vez levantados los cierres y reanudados los negocios, Israel tuviera acceso a tres nuevos mercados gracias a los Acuerdos: Bahréin, Marruecos y Emiratos Árabes Unidos. Del mismo modo, estos tres tuvieron acceso al mercado israelí».

Los Acuerdos de Abraham son el primer paso hacia un Medio Oriente más integrado, celebró el embajador israelí en Bahréin

«En los últimos tres años, vimos el impacto que los viajes a Israel tuvieron en los bahreiníes. A veces me reúno con ellos después de sus viajes, y comparten historias sobre su experiencia al reunirse con israelíes, probar la cocina israelí y aprender sobre su cultura. Observan cómo cambió su percepción de Israel y su gente tras su visita, y espero que cada vez más gente de Bahréin -y de la región en general- visite y vea lo que es el verdadero Israel», agregó Na’eh.

El embajador israelí dijo que, al mirar hacia el futuro, lo inspira la cantidad de jóvenes entusiasmados con las oportunidades que los esperan, y la gran cantidad de empresarios que viajan de un lado a otro.

«Pronto veremos más esfuerzos para aumentar el turismo de ambas partes, más asociaciones empresariales y comercio, y conectividad por tierra, mar y aire. Para nuestro éxito es fundamental la colaboración, el aprovechamiento de la tecnología y otras capacidades para resolver los problemas actuales y futuros y crear nuevas oportunidades», sentenció Na’eh.

Otros países también cosecharon éxitos gracias a los Acuerdos de Abraham.

Según la teniente de alcalde de Jerusalem, Fleur Hassan-Nahoum, «mientras que los dos primeros años se dedicaron a celebrar las numerosas ‘primicias’, este último año se trató de concretar las relaciones establecidas y centrarse en una región más integrada».

La primera cohorte de FemForward MENA reunió a mujeres del sector tecnológico de Marruecos e Israel. El programa se puso en marcha hace tres años para hacer frente a la falta de oportunidades de promoción profesional para las mujeres.

Ahmed Bin Sulayem, Presidente Ejecutivo y Consejero Delegado del Dubai Multi Commodities Centre (DMCC), afirmó que Dubai «se está convirtiendo rápidamente en el próximo gran centro mundial para que los israelíes hagan negocios».

«Esto se refleja en el creciente número de empresas israelíes que se establecen en Dubai, y vemos el impacto cada día en el DMCC, donde ha habido un aumento del 42% de nuevos miembros israelíes desde principios de este año», expresó Bin Sulayem.

Dorian Barak, cofundador del Consejo Empresarial EAU-Israel, también parece optimista sobre la futura relación de Israel con los países del Golfo.

«Superaremos con creces los 3.000 millones de dólares en comercio bilateral en 2023, y esto sin contar gran parte del comercio que los israelíes realizan a través de EAU con contrapartes de todo el mundo árabe, el sur de Asia y más allá», aseguró Barak.

El cofundador del Consejo Empresarial EAU-Israel predijo que »el comercio de Israel con EAU, en EAU y a través de EAU -es decir, la medida completa de la relación comercial- superará sin duda los 5.000 millones de dólares en 2025″.

Finalmente, Avi Melamed, antiguo funcionario de los servicios de inteligencia israelíes, declaró que «Israel tiene ahora verdaderos socios en Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, lo que dio lugar a muchas colaboraciones empresariales orgánicas entre israelíes y ciudadanos de otros países del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo».

»Es cuestión de cuándo -no de si- Omán, Qatar y Arabia Saudita establecerán relaciones con Israel mientras todos trabajamos juntos hacia esta visión de un Medio Oriente integrado», concluyó Melamed.

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The Jerusalem Post | Opinión: ¿Los ciudadanos de Gaza que mantienen rehenes en sus casas son un objetivo militar legítimo?

El discurso sobre los civiles «implicados» y «no implicados» en la Franja está presente en Israel. ¿Qué convierte a los civiles en un objetivo legítimo en la guerra? La cuestión requiere definiciones claras y prácticas.

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Gazatíes en Rafah sobre las ruinas (Crédito de la foto: ATIA MOHAMMED/FLASH90)

Agencia AJN.- (Dr. Ido Rosenzweig – The Jerusalem Post) A principios de esta semana se anunció la muerte de decenas de civiles en Gaza en una contramedida destinada a eliminar al alto cargo de Hamás Raad Saad. Lamentablemente, en los últimos meses, los informes sobre civiles muertos durante un ataque en la Franja se volvieron habituales.

Una de las preguntas que siempre surge es si las víctimas eran ciudadanos «implicados» o «no implicados». En el mismo contexto, los ministros israelíes, los miembros de la Knesset (Parlamento israelí) y las figuras públicas señalan repetidamente que «no hay personas no implicadas en Gaza».

Es difícil precisar si esta afirmación general es cierta o incierta, pero su significado práctico no es tan general como intentan presentarlo quienes la expresan.

Parecería que la base del discurso sobre ciudadanos «implicados» y «no implicados» tiene su origen en la larga experiencia de juristas y expertos militares en intentar aclarar que, incluso durante el combate, no existe legitimidad legal o moral para el uso arrollador de la fuerza contra civiles que no forman parte de las fuerzas combatientes.

Por esta razón, se hizo una distinción simplista entre civiles. El propósito de este discurso no era necesariamente asegurar que los ciudadanos «implicados» son un objetivo legítimo, sino hacer hincapié en que los ciudadanos «no implicados» no son un objetivo legítimo para un ataque directo.

El uso de estos términos en los últimos meses nos obliga a profundizar en su significado. Según las leyes de la guerra, está prohibido atacar directamente a civiles a menos que tomen parte directa en los combates.

Es importante aclarar que existe una diferencia significativa entre los ciudadanos implicados y los ciudadanos que participan directamente en los combates.

Si bien todo ciudadano que participe directamente en los combates es sin duda un ciudadano «implicado», no todo ciudadano «implicado» participa necesariamente de forma simultánea en los combates. Muchas veces, esto último es difícil de comprender.

Un ataque dirigido contra civiles que no participan directamente en los combates es una grave violación de las leyes de la guerra, que constituye un crimen de guerra en sí mismo, incluso si estos civiles están «implicados» en los combates en ciertos aspectos.

Por ejemplo, los ciudadanos palestinos que festejaron repartiendo caramelos en Gaza el 7 de octubre pueden estar «implicados» en su apoyo al grupo terrorista Hamás, pero es un hecho que eso no los hace participar de manera activa o directa en los combates.

Por otro lado, los ciudadanos palestinos que secuestraron y colaboraron activamente en la masacre del 7 de octubre participaron directamente en los combates en el momento del propio secuestro.

El abanico intermedio entre estas dos diferenciaciones es muy amplio y complejo y no puede tratarse de forma exhaustiva.

El caso de los ciudadanos «implicados» y «no implicados» en el enclave costero palestino

Dos ejemplos más complejos son el de un ciudadano en cuya casa se guardan armas de Hamás bajo las camas de los niños y el de un ciudadano que mantiene cautivos a rehenes en su casa o ayuda a Hamás a trasladarlos de un lugar a otro.

No caben dudas de que se trata de casos de ciudadanos «implicados» que apoyan y ayudan al grupo terrorista. Sin embargo, sin adoptar una posición respecto a estos casos, que participen o no de manera directa en los combates -lo que los convertiría en objetivo legítimo de ataque-, depende de la totalidad de los datos y de las circunstancias de cada caso concreto.

Es decir, la discusión es más compleja que la simplicidad con la que se trata de presentar en la mayoría de las ocasiones.

Quienes sostienen que «no hay personas no implicadas en Gaza», en general, pretenden justificar como legal cualquier uso de la fuerza y cualquier matanza en la Franja. Al mismo tiempo, puede considerarse que esta declaración incita al genocidio o incluso establece la intención de cometerlo, porque legitima de antemano la matanza generalizada de civiles en Gaza (sin diferenciar, por ejemplo, entre los que distribuyera caramelos o votan a Hamás de los que secuestraron personas y las mantuvieron en sus hogares).

En los argumentos que presentó Sudáfrica en su caso contra Israel en la Corte Penal Internacional, se citó a altos funcionarios israelíes diciendo que no hay civiles no implicados en Gaza, describiendo tales enunciaciones como incitación y aliento al genocidio.

Al entender la distinción entre objetivos «implicados» y objetivos legítimos, también queda claro que no todas las declaraciones de políticos y figuras públicas deben considerarse como incitación al genocidio (a menos que esa fuera realmente su intención, lo cual es obviamente ilícito y peligroso).

Los combates en el enclave costero palestino son complejos y los retos a los que se enfrentan las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) para llevar a cabo la misión no tienen precedentes.

Nuestra tendencia a simplificar las normas en un marco binario de ciudadanos «implicados» y «no implicados» es comprensible. Más allá de esto, es importante entender que sólo los civiles que participan directamente en los combates son objetivos legítimos de ataque.

Las relaciones de Israel en el ámbito internacional, especialmente en el ámbito jurídico mundial, exigen tener cuidado con las afirmaciones inexactas y generales que terminan siendo más perjudiciales que útiles.

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The Jerusalem Post | Opinión: Los desafíos a los que se enfrentan los estudiantes judíos en las universidades norteamericanas

Los recientes acontecimientos en las universidades norteamericanas dejaron en claro los retos a los que se enfrentan los estudiantes judíos debido a las narrativas sesgadas y la retórica antisemita.

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Imágenes: AFP/Getty Images/Zuma Press Composite: Mark Kelly

Agencia AJN.- (Maxine Khalfon* – The Jerusalem Post) Como estudiante universitaria, reconozco la importancia de mantener un entorno que fomente la inclusión y la seguridad de todas las personas, independientemente de su raza, religión o sexo.

Sin embargo, este no fue el caso en el campus desde los actos violentos del 7 de octubre, perpetrados en Israel por la organización terrorista Hamás. Mi pueblo -los judíos de Israel y de la diáspora- sufrió ataques selectivos en sus hogares y ahora se enfrenta a amenazas similares en lo que debería ser un espacio que promueva la inclusividad y la seguridad.

El artículo publicado por The Peak, una publicación estudiantil de la Universidad Simon Fraser (Burnaby, Canadá), titulado «See Palestine from children’s eyes» («Mira Palestina con ojos de niño»), es un recordatorio de los retos a los que se enfrentan los estudiantes judíos para sentirse bien acogidos en el campus.

El lenguaje y el tono del artículo son antisemitas, con falsas narrativas sobre el pueblo judío que afectan directamente a estudiantes como yo, no sólo en la Universidad Simon Fraser, sino en escuelas de todo el mundo.

Tiene un enfoque que es fundamentalmente erróneo y profundamente perjudicial por varias razones: Tergiversa los hechos, utiliza un lenguaje antisemita y carece de integridad intelectual y rigor académico.

Este artículo menosprecia la existencia misma de los sobrevivientes del Holocausto y trata de establecer paralelismos entre lo incomparable. El Holocausto fue un genocidio que se saldó con el asesinato de seis millones de judíos.

El genocidio incluyó la creación de guetos, campos de trabajos forzados y campos de exterminio en los que se llevaron a cabo asesinatos en masa utilizando cámaras de gas y otros métodos crueles. El régimen nazi fue orquestado con la intención explícita de erradicar al pueblo judío.

En el conflicto palestino-israelí intervienen complejos factores geopolíticos, históricos y sociales. Desde el 7 de octubre, la guerra fue contra Hamás, una organización terrorista reconocida que tiene una carta que pide explícitamente la destrucción de Israel y el asesinato de judíos.

Entre afirmaciones infundadas de «bombardeo de alfombra», las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) envían soldados a Gaza para rescatar rehenes: civiles israelíes inocentes, uno de ellos de menos de 9 meses, que siguen retenidos y maltratados por Hamás.

Ni la escala ni la naturaleza del conflicto son comparables al Holocausto, hacerlo es ofensivo para el pueblo judío. Aunque la guerra provocó la desgraciada pérdida de vidas en ambos bandos, Israel no realiza un intento organizado de exterminar a todo un grupo étnico o religioso.

Como actor estatal, Israel sigue las leyes de guerra internacionales y hace todo lo posible por evitar víctimas civiles, como advertir a los gazatíes de que evacúen, anunciando así sus planes a Hamás.

Además, referirse continuamente a mi familia como «entidades coloniales-colonizadores» sin reconocer los lazos históricos y culturales que el pueblo judío tiene con Israel, desprecia a todos los judíos en su conjunto, borrando nuestra propia existencia del mapa como tantos intentaron antes.

El término «entidades coloniales-colonizadoras» se refiere a las poblaciones que establecen su presencia en un territorio desplazando a las poblaciones indígenas, en ocasiones con el apoyo de una potencia colonial. Esto suele implicar que los colonizadores imponen su cultura, gobierno y sistemas económicos, al tiempo que explotan la tierra y los recursos en su beneficio.

Este término no sólo es inexacto, sino extremadamente perjudicial para la nación judía. La conexión judía con la tierra de Israel es antigua, se remonta a más de 3.000 años.

El sionismo moderno, el movimiento por la autodeterminación judía, surgió a finales del siglo XIX como respuesta al antisemitismo y la persecución generalizados en Europa y Rusia.

El sionismo buscaba el restablecimiento de una patria judía. Zach Beauchamp lo describe perfectamente: «Los judíos merecen su Estado del mismo modo que los franceses merecen Francia o los chinos deberían tener China».

Israel es un Estado diverso en el que viven judíos de diversos orígenes, incluidos árabes, drusos, beduinos y otros grupos minoritarios. Los ciudadanos árabes de Israel tienen derecho a votar, a presentarse a las elecciones y a disfrutar de los mismos derechos ante la ley.

El artículo de la publicación estudiantil selecciona información, ignora puntos de vista opuestos y presenta una narrativa sesgada que se ajusta a una agenda ideológica específica.

La desinformación, la retórica antisemita y la distorsión de las realidades históricas y geopolíticas en la publicación estudiantil de The Peaks son engañosas y violan la integridad académica y la honestidad intelectual. Tales publicaciones impiden un entendimiento genuino, promueven la hostilidad y obstaculizan debates significativos.

Como estudiantes, debemos cuestionar las falsedades, hacer frente a la intolerancia y esforzarnos por lograr debates más empáticos y veraces sobre cuestiones tan complejas.

Las publicaciones que refuerzan los estereotipos negativos y restan importancia al sufrimiento histórico del pueblo judío contribuyen a crear un ambiente hostil en el campus. Estos relatos hacen que los estudiantes judíos se sientan incómodos y amenazados.

 

*Maxine Khalfon es estudiante de la Universidad Metropolitana de Toronto y colaboradora de Allied Voices for Israel y Honest Reporting Canada.

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