Agencia AJN.- Moran Stella Yanai recuperó la libertad este miércoles después de 54 días en cautiverio en manos de Hamás que la secuestró el 7 de octubre y la llevó a la Franja de Gaza.

Moran tiene 40 años y es diseñadora de joyería que llegó a vender sus productos al festival Nova, la fiesta Rave que se celebró a metros de la frontera entre Israel y Gaza.

De relatos de gente que estuvo en la fiesta, se desprende que Moran comenzó a escapar cuando oyó disparos de armas de fuego, y en un momento quedó sola y se escondió hasta que fue capturada por miembros del palestino Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás).

En la noche del sábado su familia quedó horrorizada al ver un vídeo en el que se ve a Moran llevada por una patota de Hamás que la llamaban «perra judía», ella imploraba por su vida. Esas imágenes fueron sus últimas pruebas de vida.

Anoche, cuando sus familiares comprendieron que Moran era una de las secuestradas que regresaba a Israel, señalaron: «Estamos respirando aliviados, Nuestra Moran está acá. Ella volverá finalmente. Después de 54 días de pesadilla, dolor e impotencia llegó el momento. Estamos agradecidos».

Kineret Shatran, prima de Moran, contó lo que su familia vivió en los 54 días en cautiverio en manos de Hamás: «Durante la terrible experiencia, Moran resultó herida en una pierna, al parecer una quebradura. Los terroristas la capturaron y la llevaron a la Franja de Gaza y, a falta de un tratamiento adecuado, su condición sanitaria empeoró en cautiverio, tuvo fiebre y una infección. Moran nos contó que no estuvo sola, había otros secuestrados».

«Ella y el resto de los secuestrados no estuvieron en túneles subterráneos, sino que eran trasladados entre edificios», relató.

«Ella contó que se sintió como si estuviera en prisión, en la que los terroristas armados de Hamás eran los guardias. No los dejaban ir al baño solos, siempre acompañados. La condiciones sanitarias eran muy difíciles. Alimento y agua en cantidades muy pequeñas. Medicamentos y tratamientos inadecuados, y a veces sin lugar para dormir», dijo.

«Era una cárcel, con muchas horas muertas de pensamientos. Ella estuvo sin saber cuándo era día y cuándo noche, qué hora era y cuántos días estuvo», describió.

«Moran además contó que lo que le ayudó en esta etapa oscura era estar con otros secuestrados, concentrarse en el aquí y ahora, rezar mucho y que todo iba a terminar. Pese a esto, tuvo muchos momentos de desesperanza, tenía cero capacidad de manejar la situación en la que estaba», dijo.

Según relató, cuando comenzó el cese de fuego entre Hamás e Israel, y los cañones dejaron de tronar, los secuestrados comenzaron a entender que algo estaba cambiando. «Durante el cautiverio, Moran y los otros secuestrados oyeron los combates, explosiones y bombardeos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) sobre la Franja de Gaza, pero de repente un día, comenzó el silencio. Entendieron que algo había cambiado, que tal vez había negociaciones para liberarlos o cese de fuego. Tuvieron esperanzas y rezaron de que esto sea señal de algo bueno, pero no hablaron de esto entre ellos porque temían pensar positivo y que llegue la decepción», contó.

«En el momento que comenzó la primera ronda de liberación, y algunos de los secuestrados fueron separados y trasladados a otro lugar, entonces comprendieron el resto que regresarían a Israel, y que pronto les llegaría el turno. Paralelamente, algunos secuestrados que estuvieron con Moran y regresaron a Israel nos dieron información sobre su situación», relató. En otras tandas de liberación, finalmente le llegó el turno a Moran.

«El martes, a las 0230 de la madrugada, nos informaron que ella estaba en la lista, y que pronto iba a estar con nosotros. Anoche la vimos por primera vez. Está muy delgada y débil. Todavía está en el hospital, le realizan chequeos, sigue herida y no puede pisar con su pierna. Está con mucha adrenalina desde su regreso, pero al mismo tiempo sentimos que está muy dolida por lo que atravesó. Creo que hay cosas que va a atravesar y nosotros estamos aquí para ella, para apoyarla. Por el momento está muy consciente, pero todavía no sabe lo que pasó en Israel mientras ella estuvo en cautiverio en Gaza», contó.

Con el regreso de su prima, es importante para Kineret resaltar que no se debe olvidar al resto de los secuestrados. «El regreso de Moran nos deja claro que debemos seguir y hacer todo lo necesario para que todos los secuestrados vuelvan, las condiciones son muy duras. Si bien Moran está acá, y nosotros fuimos bendecidos, no olvidamos que hay familias que todavía esperan la unión con sus seres amados. No debemos quedarnos en silencio hasta que todos vuelvan a casa. La gran luz dentro de la oscuridad en la que nos encontramos es el verdadero amor y unión del pueblo de Israel», concluyó.