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Ataques a “Charlie Hebdo” y la tienda kosher: ataques a la libertad de expresión y a los judíos

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Por Eduardo Alberto Chernizki

Agencia AJN.- Comenzó el juicio a los 14 acusados de haber brindado presunto apoyo logístico a los tres autores materiales de los ataques terroristas a la revista satírica “Charlie Hebdo” y al supermercado judío los días 7, 8 y 9 de enero de 2015 en París, donde murieron 17 personas, hubo una importante cantidad de heridos y la policía abatió a los tres asesinos.

Esos ataques fueron el inicio de una serie de atentados terroristas yihadista que produjo en Francia más de 250 víctimas mortales, de los cuales 131 ocurrieron en el mes de noviembre de ese año en la masacre de la sala de conciertos Bataclan, y el resto en distintos bares de Paris.

Quien presidía Francia en enero de 2015, François Hollande, afirmó: “El juicio establecerá y confirmará que los dos ataques fueron coordinados. Uno fue un ataque a la libertad de expresión y el otro contra judíos por ser judíos”.

El miércoles 7 de enero, en horas del mediodía francés, dos terroristas encapuchados, los hermanos Cherif y Saïd Kouachi, fuertemente armados ingresaron a las oficinas de la revisa “Charlie Hebdo” y asesinaron a 12 personas e hirieron a otras 11, en su gran mayoría integrantes de la redacción.

Al día siguiente en uno de los barrios parisinos fue asesinada una joven policía, por otro terrorista yihadista, Amédy Coulibaly, quien el viernes 9 de enero poco antes del mediodía ingresó, también fuertemente armado, al supermercado judío “Hyper Cacher”, tomando prisioneros a todos los que se encontraban en su interior, y asesinó a cuatro de ellos cuando la policía procedió a ingresar al local, antes de ser abatido.

Casi simultáneamente, a unos 30 kilómetros de distancia, los hermanos Kouachi, ingresaron a una imprenta, desde donde a los tiros repelieron a las fuerzas policiales que los perseguían y que terminaron abatiéndolos.

Coincidiendo con el inicio del juicio a los presuntos cómplices, quienes asumieron la responsabilidad de seguir publicando Charlie Hebdo decidieron publicar en la tapa de la edición semanal las ilustraciones de Mahoma que generaron el ataque del 7 de enero de 2015, manteniendo la postura asumida en aquel momento: “Nunca nos doblegaremos, nunca renunciaremos”.

Teniendo en cuenta la cantidad de incidentes terroristas, muchos de ellos netamente antisemitas, que se han producido en Francia en el último lustro, es evidente que la afirmación del entonces presidente François Hollande “Uno fue un ataque a la libertad de expresión y el otro contra judíos por ser judíos”, siguen siendo vigentes.

Y es algo que en parte ha sostenido el actual presidente de Francia, Emanuel Macrom, al brindar su respuesta a la requisitoria de una periodista en El Líbano, horas antes del inicio del juicio en París, sobre la decisión de los responsables de la revista Charlie Hebdo de publicar “los polémicos dibujos”. El presidente francés habría respondido: «En nuestro país desde el inicio de la Tercera República, hay en Francia una libertad de blasfemar que está ligada a la libertad de conciencia. Y desde donde yo estoy, estoy ahí para proteger esas libertades», dijo Macron, quien recordó que existe también «el deber de no tener un discurso de odio y de respetar». Pero para el presidente francés «una caricatura no es un discurso de odio», según lo publicado por el medio español “El Mundo”, en su página web a las 11:22 hs del 2 de septiembre de 2020. https://www.elmundo.es/internacional/2020/09/02/5f4f635b21efa0bc5b8b46d0.htm

Pero si analizamos esa respuesta nos encontramos que, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, “blafemar” tiene dos acepciones: la primera decir blasfemias y la segunda maldecir, vituperar. Decir blasfemia es una “expresión injuriosa contra alguien o algo sagrado”, por lo tanto, las personas tendrían la libertad de injuriar, por ejemplo, a los judíos, y por más que sostenga “el deber de no tener un discurso de odio y de respetar», la persona podría elegir tener la libertad de blasfemar.

Por otra parte, de acuerdo a las informaciones periodísticas, los acusados de haber colaborado con los hermanos Kouachi y con Coulibaly se defenderán de las penas de prisión que podrían corresponderle, de 20 a 30 años de cárcel, sosteniendo que no sabían para que iban a utilizar lo que ellos les brindaron.

Por otra parte, ninguno de los tres era un desconocido para las fuerzas de seguridad francesas, ya que habían estado involucrados en causas penales y purgaron condenas relacionadas con actos violentos llevados a cabo por yihadistas, pero pudieron cometer sus crímenes al igual que quienes llevaron a cabo los ataques terroristas que continuaron azotando a la sociedad francesa, muchos de ellos, como decimos más arriba, de neto corte antisemita, pues se calcula que por lo menos el 50% de los incidentes racistas de 2015 estuvieron dirigidos contra los judíos; y que en los años 2016 y 2017 el porcentaje estuvo en el 40%. Por este motivo, el gobierno francés en 2018 lanzó un plan para combatir el racismo y el antisemitismo, si bien pese a ello continuaron produciéndose incidentes antisemitas.

Volviendo a la iniciación del juicio, el mismo está previsto que culmine el próximo 10 de noviembre y seguramente la sentencia que se produzca será motivo de análisis por parte de los medios y apelaciones por parte de los acusados y la fiscalía. Pero hay algo que no deja de llamar la atención y es que habiéndose esclarecido tanto quiénes ejecutaron ambos atentados terroristas como detenido a los presuntos colaboradores, la iniciación del juicio se haya demorado más de cinco años. Quizás el fallo también brinde la respuesta a este interrogante, pero lo que sí debe quedar muy en claro es que en este juicio lo que se juzgará es el accionar de quienes colaboraron con lo yihadistas que no respetaron la libertad de expresión y atacaron a los judíos.

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Independencia del Estado de Israel. Del duelo a la esperanza. Por Mattanya Cohen*

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Este año, Israel celebra 76 años de independencia, lo que normalmente sería una ocasión festiva, este año es una ocasión sombría, empañada por un gran dolor. Este año, junto con nuestro gran aprecio por nuestra renovada independencia en nuestra patria, contemplamos la profunda devastación que hemos experimentado como nación y lloramos la pérdida de más de 1.200 nuevas víctimas del terrorismo que se agregaron de la noche a la mañana, el 7 de octubre. ¿Cómo podemos celebrar la libertad de nuestra nación cuando nuestros hermanos y hermanas están aún en cautiverio? ¿Cómo podemos regocijarnos en nuestra independencia cuando amigos y familiares todavía no han retornado del campo de batalla?

La proximidad del Día de los Caídos y del Día de la Independencia, dos días significativos en el calendario israelí, ubicados intencionadamente uno detrás del otro, siempre ha suscitado debate-¿cómo podemos pasar tan rápidamente de tanta tristeza a la celebración? Estas dos jornadas, con sus caracteres tan diferentes, están unidas por la sangre de nuestros soldados y de las víctimas del terrorismo quienes han sacrificado sus vidas por nuestra nación.

Lamentablemente, este año, mientras la sirena de conmemoración paralice a todo el Estado en un silencioso homenaje, nos focalizaremos en los acontecimientos en curso. Los ataques de Irán y sus organizaciones terroristas afines como Hamás, Hezbolá y los Hutíes han unido nuevamente a nuestra nación, un pueblo unido por nuestra resiliencia frente a un horrendo ataque terrorista.

Este año, nuestra reverencia por el Día de los Caídos está envuelta en un nuevo dolor y nuestro aprecio por la libertad en nuestro propio país es más profundo que nunca. Pero en medio del dolor, tenemos mucho de lo que estar orgullosos. Como nación hemos desplegado una gran solidaridad, valentía y camaradería entre todos los ciudadanos de Israel, independientemente de su religión, opinión política o diferencias sociales.

Mientras se desarrollaba el ataque de Hamás en el sur de Israel, acompañado simultáneamente de cientos de andanadas de cohetes lanzados indiscriminadamente contra objetivos en todo el país, los civiles se lanzaron inquebrantablemente hacia las llamas, no alejándose de ellas, para salvar tantas vidas como fuera posible. Muchos de estos héroes perdieron sus vidas en su intento de salvar a otros. En las primeras horas del 7 de octubre, cuando quedó claro que no se trataba solo de un ataque más, jóvenes israelíes en el exterior se agolparon en los aeropuertos para regresar y participar en la defensa del país.

Durante 2.000 años, los judíos recordaron a Jerusalén y a la Tierra de Israel en todas sus plegarias, tanto en momentos de celebración como de duelo-hasta que pudimos restablecer un Estado judío en nuestra patria. Actualmente, mientras la horrible cabeza del antisemitismo se eleva a máximos históricos en todo el mundo, experimentamos una sensación cada vez más intensa de unidad de nosotros como pueblo y destino compartido en el único Estado judío.

Nuestro joven país ha tenido una historia plena y colorida. En apenas unas décadas desde el establecimiento hemos proporcionado un refugio seguro al pueblo judío en su tierra ancestral, hemos creado una sociedad dinámica y diversa de ciudadanos de múltiples creencias y orígenes, hemos transformado una tierra antigua en una tierra de innovación y creatividad, hemos convertido a vecinos de enemigos en aliados y hemos demostrado que estamos aquí para quedarnos. Ha habido desafíos y conflictos, junto con muchos éxitos. A pesar de todo, hemos conservado y mantenido nuestra fe tanto en nuestra nación como en nuestro pueblo, seguros de que nuestro futuro está en nuestras manos, y lo estamos construyendo juntos.

Este año, mientras el Día de los Caídos se transforma en el Día de la Independencia, nuestros hermanos y hermanas aún languidecen en cautiverio. A pesar de que este año nuestras celebraciones distan mucho de ser alegres, y nuestros corazones aún no están enteros, nos fijamos en israelíes fuertes como Rachel Goldberg-Polin, considerada por la

revista Time como una de las personas más influyentes del mundo, la madre de Hersh Goldberg-Polin, quien aún permanece cautivo en Gaza, y que continua difundiendo su mantra de que “la esperanza es obligatoria” en todo el mundo.

Este gran país fue construido sobre numerosos valores y principios, pero el singular valor que brilla por encima de las dificultades, es nuestra esperanza colectiva como nación de que algún día podremos vivir en paz con nuestros vecinos.

Hasta entonces, y particularmente ahora, “la esperanza es obligatoria”, y nunca renunciaremos a ella.

*Director Adjunto de la oficina de América Latina y el Caribe de la Cancillería israelí. Ex embajador de Israel en Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice.

 

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Por Jorge Knoblovits: Hoy más que nunca: estamos acá

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Agencia AJN.- (Jorge Knoblovits* – LA NACION) El 8 de mayo conmemoramos junto con el Museo del Holocausto, el Acto Central por Iom Hashoá en el CCK. Ocasión en la que junto a los sobrevivientes del nazismo y la sociedad argentina toda, recordamos el impacto de esa terrible experiencia que sufrió el pueblo judío.

Es también una oportunidad para advertir las señales de odio y desprecio de la actualidad que siempre constituyen la antesala de experiencias traumáticas.

El discurso del odio predispone a las mentes y a los cuerpos para naturalizar el racismo y sus mecanismos de exterminio.

La Argentina cuenta con importantes herramientas para advertir y hacer frente a la diseminación de manifestaciones discriminatorias o que reivindiquen al nazismo.

La Constitución Nacional, contiene dos normas que se refieren a la libertad de las ideas. El artículo 14 dispone que todos los habitantes de la Nación gozan del derecho “de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa”. A su vez el art. 32 dispone que “El Congreso Federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”.

También, nuestro país adhirió a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio que es imprescriptible. Allí se describen las acciones que lo modelan: “Actos perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”.

De estas normas constitucionales e internacionales, podemos destacar que, si los delitos de genocidio cometidos durante la Segunda Guerra Mundial contra los judíos, no se encuentran prescriptos, mal se puede permitir que los propios Estados firmantes toleren el aliento de la ideología nazi apologéticamente.

La Convención antes citada hace hincapié en otro aspecto a tener especialmente en cuenta y es el concepto de instigación. Ningún genocidio es posible sin una escalada previa de marcaje y de construcción de otredades negativas. La aniquilación de seis millones de judíos en la Shoá pudo suceder por estratégicos condicionamientos ideológicos. Sería hacer andar libremente el material del que se nutren los verdugos y ejecutores de planes siniestros.

El claro ejemplo lo constituye Mein kampf, el libro escrito por Adolf Hitler mucho antes de acceder al poder absoluto de Alemania.

Por todo ello, se debe tener en cuenta lo imprescindible de la protección a los derechos humanos, cosmovisión inspirada en la vivencia del Holocausto y los resortes de prevención que debemos articular.

De allí que toda la literatura, propaganda, ideas, videos, mensajes, caricaturas que instiguen en los términos de la Convención de Genocidio los actos que se describen, deben ser expuestas para impedir su viralización.

No sólo el Derecho es capaz de obstaculizar la discriminación. La educación, los medios masivos de comunicación y los vínculos sociales en general deben ser dispositivos de sensibilización y empatía.

Hoy más que nunca, “Estamos acá” tras los sucesos del 7 de octubre pasado en el Estado de Israel, en los que la Shoá y su odio antisemita se hizo presente con saña.

El terrorismo y su despiadado modus operandi acechan los valores de la democracia y la seguridad del mundo libre.

Hoy más que nunca debemos resignificar ese ataque a la dignidad de un pueblo que tiene derecho a su territorio y a vivir en paz.

Ocasión también para exigir la liberación de los 133 secuestrados por el régimen terrorista de Hamás y la Jihad Islámica desde ese fatídico día. Sillas vacías que agudizan el dolor.

Que vuelvan a casa.

Recordar y no olvidar para que la Shoá no se repita.

“Hoy más que nunca. Estamos acá “.

“Mir zainen do”.

 

 

*Dr. Jorge Knoblovits, presidente de la DAIA

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