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Opinión | ¿Preferimos perder a nuestros hijos o a nuestro país?

En la guerra no puede haber dos objetivos principales. ¿Qué dice el Talmud sobre la guerra frente a la redención de rehenes?

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El sábado por la noche se celebró una manifestación en la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv. Según la ley judía, la liberación de cautivos es el mayor acto que se puede realizar y, sin embargo, la ley judía también prohíbe el rescate de cautivos por "más de su valor", señala el escritor. (Crédito de la foto: AVSHALOM SASSONI/FLASH90)

Agencia AJN.-  (Pesach Wolocki* – The Jerusalem Post) Hace poco estuve en Estados Unidos en uno de mis frecuentes viajes para visitar comunidades cristianas y medios de comunicación para hablar sobre la guerra. Pasé el fin de semana con amigos en una gran comunidad judía. Casi todos los judíos que encontré estaban conmocionados y furiosos por los acontecimientos del 7 de octubre. Los judíos que conocí durante el Shabat (día del descanso), todos de la comunidad ortodoxa, estaban firmemente decididos a que Israel debe destruir a Hamás o arriesgarse a una derrota que socavaría nuestra seguridad nacional en los años venideros.

Tuve una conversación que nunca olvidaré. Estaba hablando con una mujer cuyo hijo había servido recientemente en una unidad de combate del ejército israelí. Me decía que, aunque su hijo había sido entrenado como soldado de combate, no quería que volviera a Israel para servir en una unidad de combate en esta guerra. Aunque comprendía su sentimiento, le contesté con suavidad, recordándole que yo tenía tres hijos y un yerno que estaban sirviendo en unidades de combate en Gaza y sus alrededores en ese momento. Pero entonces dijo algo que me dejó atónito.

«Mira», me dijo. «Soy madre. Ningún país vale la vida de mi hijo».

«No lo sé», le respondí. «Si me dijeras que todos mis hijos sobrevivirían a la guerra pero que Israel perdería, no es un trueque que esté dispuesto a aceptar».

Pensé en esta conversación el otro día mientras leía los titulares diarios aquí en Israel. Un familiar de uno de los rehenes retenidos actualmente por Hamás dijo que Israel podría tener que hacer serios compromisos para recuperar a los rehenes. El contexto era el supuesto acuerdo negociado por Egipto y Qatar para garantizar la liberación de todos los rehenes a cambio del fin de la guerra. Este representante de las familias de los rehenes criticó al Primer Ministro Benjamín Netanyahu por no aceptar el acuerdo.

Las familias de los rehenes siguen presionando al primer ministro para que acepte el acuerdo

Según la ley judía, la liberación de los cautivos es el mayor acto que se puede realizar, la mitzvá (mandamiento) que tiene prioridad sobre todas las demás. Y sin embargo, la ley judía también prohíbe el rescate de cautivos por «más de su valor». El Talmud (Libro que contiene la tradición oral, doctrinas, ceremonias y preceptos de la religión judía) explica que la razón para no pagar de más por los cautivos es no animar al enemigo a tomar más cautivos en el futuro.

En otras palabras, aunque no hay acto más noble y necesario que la redención de cautivos, se nos prohíbe redimirlos si ello significa que el peligro para la comunidad judía se exacerbará como resultado.

En los primeros días después del 7 de octubre, los dirigentes de Israel dejaron muy claro que el objetivo de esta guerra era la destrucción de Hamás, y punto. Sólo como resultado de la presión de muchas de las familias de los rehenes se añadió el rescate de los rehenes como segundo objetivo «principal». Y éste ha sido el mensaje de la oficina del portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) y del gobierno desde entonces.

Seamos claros. No existe tal cosa como tener dos objetivos «primarios». Debería ser obvio que si hay dos objetivos distintos, sólo uno puede ser «primario». Más en relación con nuestra crisis actual, ¿qué ocurre cuando los dos objetivos entran en conflicto?

En una guerra no puede haber dos objetivos primarios

Al momento de escribir estas líneas, 556 soldados de las IDF perdieron la vida desde el 7 de octubre. Estos soldados dieron sus vidas para asegurar la victoria sobre un enemigo genocida que supone una amenaza existencial para la nación de Israel. Si ese objetivo no se logra debido a los compromisos alcanzados para salvar a los rehenes, Hamás declarará la victoria. Y tendrán razón al hacerlo. Detenerse antes de destruir a Hamás para salvar a los rehenes confirmaría la estrategia de Hamás. Les diría a los enemigos de Israel que la toma de rehenes funciona, que es el camino a la derrota de Israel. Esto es exactamente contra lo que advertía el Talmud.

Cuando Abraham pasó la prueba de Dios y ofreció voluntariamente a su hijo Isaac en el altar, Abraham recibió una bendición de Dios.

«Por mí mismo he jurado, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haber retenido a tu hijo, tu único hijo, te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena de la playa; y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos. Y por tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra, porque has obedecido Mi voz.» (Génesis 22:16-18)

La bendición tiene tres componentes. El primero y el tercero, las bendiciones de una descendencia abundante y de que todas las naciones serán bendecidas a través de la descendencia de Abraham, ya le habían sido dichas a Abraham con anterioridad (Gn 12:3, 15:5). La única bendición nueva que Abraham recibió como resultado de ofrecer obedientemente la vida de su hijo a Dios es que sus «descendientes poseerán la puerta de sus enemigos». En otras palabras, la lección del Lazo de Isaac es que para ganar guerras, debemos estar dispuestos a poner en juego la vida de nuestros hijos.

La situación de los rehenes es horrible. El peligro y el sufrimiento que soportan son terribles. La angustia de sus familias es una pesadilla inimaginable. Yo, como cualquier otro israelí y partidario de Israel, rezo a diario y anhelo el regreso de todos los rehenes sanos y salvos. Pero creo que hablo en nombre de muchos israelíes que se sienten incómodos pronunciando las palabras que tantos de nosotros pensamos.

Parafraseando mi respuesta a mi amiga de Estados Unidos, permítanme plantear una pregunta. Si todos los rehenes pudieran salvarse, pero eso significara que Hamás no sería derrotado, ¿es un trueque que estarías dispuesto a aceptar?

 

*El rabino Pesach Wolicki es educador, escritor, columnista, conferencista y orador público.

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Por Jorge Knoblovits: Hoy más que nunca: estamos acá

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Agencia AJN.- (Jorge Knoblovits* – LA NACION) El 8 de mayo conmemoramos junto con el Museo del Holocausto, el Acto Central por Iom Hashoá en el CCK. Ocasión en la que junto a los sobrevivientes del nazismo y la sociedad argentina toda, recordamos el impacto de esa terrible experiencia que sufrió el pueblo judío.

Es también una oportunidad para advertir las señales de odio y desprecio de la actualidad que siempre constituyen la antesala de experiencias traumáticas.

El discurso del odio predispone a las mentes y a los cuerpos para naturalizar el racismo y sus mecanismos de exterminio.

La Argentina cuenta con importantes herramientas para advertir y hacer frente a la diseminación de manifestaciones discriminatorias o que reivindiquen al nazismo.

La Constitución Nacional, contiene dos normas que se refieren a la libertad de las ideas. El artículo 14 dispone que todos los habitantes de la Nación gozan del derecho “de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa”. A su vez el art. 32 dispone que “El Congreso Federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”.

También, nuestro país adhirió a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio que es imprescriptible. Allí se describen las acciones que lo modelan: “Actos perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”.

De estas normas constitucionales e internacionales, podemos destacar que, si los delitos de genocidio cometidos durante la Segunda Guerra Mundial contra los judíos, no se encuentran prescriptos, mal se puede permitir que los propios Estados firmantes toleren el aliento de la ideología nazi apologéticamente.

La Convención antes citada hace hincapié en otro aspecto a tener especialmente en cuenta y es el concepto de instigación. Ningún genocidio es posible sin una escalada previa de marcaje y de construcción de otredades negativas. La aniquilación de seis millones de judíos en la Shoá pudo suceder por estratégicos condicionamientos ideológicos. Sería hacer andar libremente el material del que se nutren los verdugos y ejecutores de planes siniestros.

El claro ejemplo lo constituye Mein kampf, el libro escrito por Adolf Hitler mucho antes de acceder al poder absoluto de Alemania.

Por todo ello, se debe tener en cuenta lo imprescindible de la protección a los derechos humanos, cosmovisión inspirada en la vivencia del Holocausto y los resortes de prevención que debemos articular.

De allí que toda la literatura, propaganda, ideas, videos, mensajes, caricaturas que instiguen en los términos de la Convención de Genocidio los actos que se describen, deben ser expuestas para impedir su viralización.

No sólo el Derecho es capaz de obstaculizar la discriminación. La educación, los medios masivos de comunicación y los vínculos sociales en general deben ser dispositivos de sensibilización y empatía.

Hoy más que nunca, “Estamos acá” tras los sucesos del 7 de octubre pasado en el Estado de Israel, en los que la Shoá y su odio antisemita se hizo presente con saña.

El terrorismo y su despiadado modus operandi acechan los valores de la democracia y la seguridad del mundo libre.

Hoy más que nunca debemos resignificar ese ataque a la dignidad de un pueblo que tiene derecho a su territorio y a vivir en paz.

Ocasión también para exigir la liberación de los 133 secuestrados por el régimen terrorista de Hamás y la Jihad Islámica desde ese fatídico día. Sillas vacías que agudizan el dolor.

Que vuelvan a casa.

Recordar y no olvidar para que la Shoá no se repita.

“Hoy más que nunca. Estamos acá “.

“Mir zainen do”.

 

 

*Dr. Jorge Knoblovits, presidente de la DAIA

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Vamos a volver a bailar, por Delia Sisro*

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Agencia AJN.- Ningún pueblo, ninguna persona ni ningún animal sobrevivió llorando. No hubo líder en la historia que levantara una bandera desde un rincón y en silencio.

Eurípides decía que la valentía es prudencia. Y es tiempo que una vez más los judíos seamos prudentes, es decir, que despleguemos el coraje necesario, porque los que están en frente no tienen piedad, y sus cómplices, testigos callados, no van a hacerlo.

Voy a dar clases a la Universidad de Buenos Aires cada semana. Hace poco me acerqué a una de las mesas que tenía banderas de #Palestina para preguntarles por qué, de mínima, no repudiaban los secuestros, violaciones y asesinatos del 7 de octubre y al mismo tiempo reclamaban por un Estado palestino. Un alumno que estaba a cargo de esa mesa apenas balbuceó unas palabras sin poder explicarme el conflicto ni por qué lo hacían. No tenía la menor idea de lo que estaba promoviendo. Era la mañana y es el momento de menor circulación de gente. Mientras intentaba explicarle lo que yo sabía del conflicto y compartirle mi postura, se acercó otra alumna y me dijo: “es la primera vez que escucho a una docente en esta facultad defender a Israel”. La corregí: no era solamente a Israel. Era a mi país, la Argentina y el mundo civilizado. Las Naciones Unidas ya reconocieron el derecho del Estado de Israel a existir en la votación 181 en 1947 y nuestro país, si bien se abstuvo en esa votación, mantiene relaciones con él desde 1948. Pedir un Estado palestino (desde el río hasta el mar) es pedir la aniquilación de Israel.

Le dije que quería escribir esta nota y me pidió encarecidamente que no dijera su nombre porque iba a perder su trabajo.

Cuando entré a clase conté lo que me había pasado y dije que me iba a hacer una remera con la bandera de Israel y las caras de quienes todavía están secuestrados, es decir, desaparecidos. Este martes 8 así voy a ir a dar mi clase. Y por supuesto sé que las autoridades de la facultad van a garantizar mi seguridad como la de cada alumno judío o no que desee apoyar al Estado de Israel con una bandera o una carpa como se garantiza la presencia de carpas que reivindican la aniquilación de Israel sin repudiar el secuestro de civiles.

Y algo más. Estoy esperando saber dónde va a ser la fiesta local del 7 de octubre. Ahí voy a estar, porque así empezó la masacre y no van a lograr que nos guardemos. No sé si soy la primera que propone esta fiesta y que va a exigir a las autoridades locales que nos cuiden, solo espero no ser la última y que seamos muchísimos los que como hace miles de años, a pesar de la juedeofobia con cualquiera de sus nombres, sigamos bailando.

*Delia Sisro es licenciada en Comunicación Social, asesora en temas de escritura, política y comunicación, y docente de Derecho a la Información en Ciencias Sociales, UBA. Publicó “Vidas pesadas” y “Asesinaron al Fiscal” junto a Waldo Wolff.

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