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Día uno: el verdadero comienzo del caso Nisman. Por Héctor Gambini

Agencia AJN.- Ayer fue el día uno en que la enigmática muerte del fiscal Alberto Nisman fue investigada como un asesinato.

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Agencia AJN.- A poco de despertarse, ayer, Lagomarsino escuchó llorar a su mamá.

Fue la señal más contundente que recibió el experto informático acerca de que el extenso letargo en que se había hundido la investigación por la muerte del fiscal Nisman acababa de terminar.

La primera reacción fue lógica: la defensa de Lagomarsino corrió a Comodoro Py a presentar un pedido de eximición de prisión. Es el estudio de Maximiliano Rusconi, uno de los abogados estrella del poder, que se especializa en vender tiempo.

Rusconi está representando ahora a Julio De Vido, pero se ha topado una y otra vez contra los muros cuando pidió postergar el juicio del ex superministro K por la tragedia de Once, luego eximirlo de prisión por el desfalco en Río Turbio y más tarde apeló cada uno de los reveses que su estrategia de prorrogar, extender, posponer, viene sufriendo.

En el caso de Lagomarsino, la idea fue anticiparse a una sugestiva frase del fiscal Taiano que pidió tomar “los recaudos necesarios” contra el experto informático deslizando que podría “entorpecer la investigación”. Llevada al empedrado, la frase significa que habría que detenerlo.

Fue una tarde vertiginosa: el pedido de excarcelación de los abogados casi se chocó con la orden del juez Ercolini de ponerle a Lagomarsino una tobillera electrónica con GPS para controlarlo hasta el martes, cuando lo tenga frente a frente en su despacho.

¿Qué cambió para volver a zamarrear las fichas inmóviles del caso, al punto de que el juez volviera a decretar un secreto del sumario que sólo suele darse cuando se incorpora nueva prueba?
Ayer fue el día uno en que la enigmática muerte del fiscal Alberto Nisman fue investigada como un asesinato.

La pericia de Gendarmería -hecha por 28 expertos en distintas disciplinas- habló de homicidio y el fiscal podía hacer tres cosas: desestimarla, ampliarla a otras opiniones o convalidarla.

Eligió esta última opción -llamó “trascendental” al trabajo hecho por esta junta interdisciplinaria- y entonces la averiguación de muerte pasó a ser, en su consideración, un homicidio formal, hecho y derecho.

Es lo que dicen los peritos que sucedió aquel 18 de enero de 2015, cuando apenas transcurrían un par de horas del domingo, en el piso 13 de las torres Le Parc. Que hace ya 1.025 días a Nisman lo golpearon, lo drogaron y lo ejecutaron en el baño.

Paradoja brutal y lógica de hierro: el caso avanza porque vuelve al principio.

La estrategia del estudio de Rusconi para Lagomarsino también fue la de ganar todo el tiempo que pudieran. Casi logran, incluso, que la causa se quedara en la justicia ordinaria, donde tenía ya puesto un rótulo inamovible de suicidio.

Salió de ahí por obra y gracia de la querella, que fue empujando el expediente hacia la justicia federal, a pesar de las empecinadas maniobras de los jueces de Justicia Legítima que se aferraban a la causa para negar una y otra vez que la muerte de Nisman pudiera estar relacionada al menos remotamente con su función de fiscal. Un capricho ideológico que dio vergüenza ajena.

Independientemente de esa estrategia curiosa (Lagomarsino quedó pegado a la posición más ultrakirchnerista del caso, aunque Cristina dijera hace dos semanas que el sospechoso era un “furioso opositor” a su gobierno), la cuestión central es que Lagomarsino sólo quedaba afuera del círculo más comprometedor sobre la muerte si se probaba el suicidio.

Cada paso en dirección al asesinato lo atraparía más. Es exactamente lo que está pasando ahora.
Él siempre lo supo, y por eso empeñó toda su energía inicial primero a que se cerrara el caso rápidamente como un suicidio y luego al juego eterno de las chicanas judiciales que postergaran, extendieran, prorrogaran.

Lagomarsino dice que en este caso mienten todos menos él.

Ya dijo en la causa, les dice a sus allegados y probablemente le dirá al juez Ercolini el martes, que Nisman le mintió. Que él no sabía que las hijas del fiscal estaban en Europa cuando este le pidió el arma “para proteger a sus hijas”.

Es difícil creer que quien tenía un apreciable grado de cercanía con su jefe, de quien conocía claves de sus computadoras y hasta de una cuenta bancaria en el exterior, no supiera lo básico de un comentario que sería habitual en la oficina más insignificante: que el jefe se iba a Europa a festejarle el cumpleaños de 15 a su hija mayor, algo que habían programado con meses de anticipación.
Para aquella soñada aventura familiar, Nisman había sacado los pasajes el 27 de agosto de 2014.

Tampoco les faltaba una comunicación fluida: en menos de 10 meses -entre abril de 2014 y enero de 2015- Lagomarsino y Nisman hablaron por teléfono 362 veces.

Lagomarsino conocía también a las hijas y a Sandra Arroyo Salgado, la ex mujer del fiscal, y trabajó arreglando las computadoras de todas ellas aun cuando Nisman y Arroyo ya estaban separados.

También trabajó en la computadora personal de Arroyo Salgado en el Juzgado Federal N° 1 de San Isidro. Esa circunstancia hizo que, desde la muerte de Nisman hasta hoy, la jueza utilizara esa computadora sin acceso a Internet, por temor a ser hackeada.

Intercaladas entre los muchos puntos centrales que tendrá que explicar el martes, Lagomarsino debería responder también cuestiones laterales. Pequeños detalles que hacen al todo.

La ausencia de sus huellas en el arma asesina que él mismo entregó; la bala de punta hueca con la que estaba cargada; por qué aparece registrado su ingreso a Le Parc cuando el propio vigilador que estaba de turno dijo que él no lo cargó en el sistema porque Nisman le ordenó que Lagomarsino pasara directamente, y, sobre todo, los pormenores de su enigmático trabajo de acceso remoto a los archivos de Nisman.

Tras la muerte del fiscal, se manipularon datos de su computadora de escritorio y se borraron los últimos mensajes de WhatsApp de su celular.

La investigación avanza también sobre los custodios que debían cuidar a Nisman justamente el fin de semana en que hallaron su cadáver.

Dos del sábado -los que hablaron con Nisman y le fueron a comprar sushi- y dos del domingo, los que tardaron diez horas y cuarenta minutos en entrar al departamento para encontrarlo muerto.

Néstor Durán y Rubén Benítez estuvieron el sábado. Durán subió al departamento con Lagomarsino y luego se fue solo. Benítez trabajó todo ese día sin su celular, porque dijo que se lo olvidó.

Benítez era el jefe de los diez custodios que tenía asignados Nisman y un hombre meticuloso y detallista a quien Nisman había felicitado por escrito ante los jefes de la Federal. Pero trabajó el día antes de la muerte del fiscal sin celular. El teléfono hubiese sido un instrumento eficaz para descifrar sus movimientos durante ese fin de semana.

Luis Miño y Armando Niz son los que lo buscaron infructuosamente todo el domingo, con el celo que hubiesen puesto dos adolescentes distraídos.

Niz halló el cuerpo en el baño aunque no debía estar trabajando ese día: a las 48 horas le hicieron un trasplante de riñón que tenía programado desde varias semanas atrás.

Miño se quedó abajo cuando Niz subió con la madre de Nisman y una amiga, tras buscarlo con una parsimonia exasperante toda la tarde. ¿Lo buscaron todo el día y cuando subieron con el cerrajero se quedó abajo, como si fuese un trámite sin importancia?

Un dato que enumera el fiscal Taiano es crucial para pensar en una zona liberada: Nisman quedó sin ningún tipo de custodia durante 15 horas, entre las 8 de la noche del sábado y las 11 de la mañana del domingo.

Según las pericias, en esa ventana temporal lo asesinaron. Más claro: cuando mataron a Nisman, no tenía custodia.

El verdadero caso Nisman, el de su asesinato atroz cuatro días después de denunciar a la ex presidenta, recién empieza.

Tarde o temprano, la propia Cristina Kirchner tendrá que explicar cómo se enteró de aquella muerte emblemática y qué órdenes dio para que unas horas después caminaran por el lugar, sin control, medio centenar de personas que no sólo no preservaron pruebas sino que actuaron como si hicieran todo lo posible para borrarlas.

FUENTE: CLARÍN

AUTOR: HÉCTOR GAMBINI

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Opinión | Mensaje de un ciudadano de Gaza a los manifestantes universitarios: Están dañando la causa palestina

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Por Hamza Howidy*

Las protestas que se están extendiendo por todo Estados Unidos en los campus universitarios, donde los estudiantes se reúnen en nombre de los derechos de los palestinos y ocupan espacios en los campus con carpas, lamentablemente aunque dicen apoyar a los palestinos no están realmente interesados en salvaguardar nuestros derechos.

Me duele decir esto como palestino de Gaza. Mientras mi casa está destruida y hay miles de muertos, nunca pensé que me encontraría criticando a quienes hablaban. Y, sin embargo, no puedo guardar silencio sobre lo que estoy viendo. La verdad es que la manera en que muchos se reúnen para expresar su apoyo a los palestinos perjudica más nuestra causa que ayudarla.

¿Saben qué ayudaría a los palestinos en Gaza? Condenar las atrocidades de Hamás. En cambio, los manifestantes corean habitualmente su deseo de «Globalizar la Intifada». Aparentemente no se dan cuenta de que las Intifadas fueron desastrosas tanto para los palestinos como para los israelíes, del mismo modo que el 7 de octubre fue devastador para el pueblo de Gaza.

Deberían hablar en nombre de las víctimas inocentes de Hamás, tanto palestinas como israelíes. En cambio, respaldan la ideología de Hamás con carteles que anuncian resistencia “por cualquier medio necesario” y cánticos de «del río al mar», glorificando efectivamente a las brigadas Al-Qassam, el ala militar de Hamás, cuya ideología se basa enteramente en la eliminación de más de 6 millones de israelíes de la tierra.

Supuse que las personas que iniciaron estos lemas no estaban informadas sobre lo que defendían. Vi la bandera LGBTQ ondear con frecuencia entre personas que cantaban líneas de los estatutos de Hamás, e inicialmente quise educarlos, advertirles que el grupo al que están honrando probablemente los arrojaría desde lo alto de un edificio o los asesinaría como lo hicieron con Mahmoud Ishtiwi, un comandante de Hamás acusado de homosexualidad. Hamás acosa a las mujeres que no se cubren la cabeza. Hamás tortura a quienes se manifiestan contra su gobierno autoritario, como lo hicieron conmigo cuando protesté.

Todo esto parece pasar desapercibido para las personas que, para nuestra desgracia, se han autoproclamado nuestros aliados.

El discurso de odio en los campus universitarios, empezando por el de Columbia, ha alcanzado recientemente un nivel aterrador. He visto gente gritando cosas antisemitas a estudiantes judíos, incluyendo «los judíos regresen a Polonia» y otras frases horribles. Se ha deteriorado hasta el punto de que los judíos ya no asisten a clases universitarias debido al ambiente hostil actual y asisten a sus clases de modo online para evitar a los manifestantes.

Es inconcebible. Pero no es sólo el antisemitismo lo que me desespera. Es la hipocresía. ¿Dónde estaban estos jóvenes solidarios cuando Hamás se apoderó de Gaza y masacró a cientos de habitantes de Gaza, o cuando Hamás mantuvo cautivos a 2 millones de habitantes de Gaza durante más de 17 años? ¿Por qué no hablaron sobre el hecho de que Hamás condujo a los habitantes de Gaza a este conflicto, que resultó en más de 30.000 muertos y 80.000 heridos, según las autoridades municipales de Gaza? ¿Dónde estaban cuando los misiles fallidos de Hamás cobraron la vida de cientos de habitantes de Gaza el 17 de octubre, o cuando Hamás asesinó a jóvenes para robar ayuda y revenderla a los habitantes de Gaza a precios enormemente inflados?

La única conclusión que se puede sacar del silencio de estos manifestantes respecto de las atrocidades de Hamás y sus cánticos antisemitas es que no les preocupa proteger a los palestinos. Están en sus carpas por odio a judíos e israelíes.

Como ciudadano de Gaza y como palestino, quiero que los manifestantes y los organizadores de estas protestas sepan que su discurso de odio nos perjudica. La persona judía o israelí a la que están intimidando durante su manifestación puede ser la nieta de un sobreviviente del Holocausto o un familiar de un israelí asesinado o secuestrado por Hamás el 7 de octubre. Estas personas serían sus socios si las protestas fueran para lograr una paz duradera y justicia para palestinos e israelíes.

No acepto discursos de odio ni cánticos terroristas, y todos estos sueños tontos sobre la erradicación de Israel son repugnantes y nunca se harán realidad. Ambos, palestinos e israelíes, estamos aquí para quedarnos.

A los manifestantes no les interesa la paz. Algunos de los grupos han estado bloqueando a activistas palestinos por la paz como yo, ¡y soy de Gaza, el mismo lugar que dicen que les importa! En lugar de bloquear a los activistas por la paz, deberían invitarnos a unirnos a estas protestas y guiarlos en la dirección correcta: un lugar sin odio centrado en pedir la liberación de los rehenes que han estado cautivos en manos de Hamás durante más de 200 días.

Si los manifestantes se preocuparan por los palestinos, tendrían una exigencia central: Hamás debe rendirse, porque todos hemos sufrido a causa de Hamás y ya no podemos vivir bajo el gobierno de un grupo terrorista. Sólo entonces se podrá lograr un alto el fuego.

*Hamza Howidy es un palestino de la ciudad de Gaza. Es contador y defensor de la paz.

Publicado en www.newsweek.com

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Opinión

The New York Times | Israel planeó un ataque mayor contra Irán, pero lo redujo para evitar la guerra

El ataque contra Irán del viernes pasado iba a tener un alcance mucho mayor, pero tras la intensa presión de los aliados, los dirigentes israelíes acordaron reducirlo.

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Tras el ataque iraní a Israel, una valla publicitaria en Teherán celebra el ataque. Créditos: Arash Khamooshi para The New York Times

Agencia AJN.- (Por Ronen Bergman y Patrick Kingsley, con la contribución de Eric Schmitt y Farnaz Fassihi – The New York Times -NYT-) Israel abandonó los planes de un contraataque mucho más amplio contra Irán tras la presión diplomática de Estados Unidos y otros aliados extranjeros, y también porque se había frustrado la posibilidad de un ataque iraní contra suelo israelí, según tres altos funcionarios del Estado judío.

Los dirigentes israelíes debatieron en un principio bombardear varios objetivos militares en todo Irán la semana pasada, incluidos los alrededores de Teherán, en represalia por el ataque de la República Islámica del 13 de abril, señalaron los funcionarios, que hablaron con el NYT bajo condición de anonimato para describir las delicadas discusiones.

Un ataque tan amplio y dañino habría sido mucho más difícil de pasar por alto para Irán, aumentando las posibilidades de un contundente contraataque iraní que podría haber llevado a Medio Oriente al borde de un conflicto regional de gran envergadura.

Al final -después de que el presidente Biden, junto con los ministros de Asuntos Exteriores británico y alemán, instaran al primer ministro Netanyahu a evitar una guerra más amplia- Jerusalem optó por un ataque más limitado el viernes que evitó daños significativos, disminuyendo la probabilidad de una escalada, al menos por ahora.

A pesar de esto, en opinión de los funcionarios israelíes, el ataque mostró a Irán la amplitud y sofisticación del arsenal militar israelí.

En lugar de enviar aviones de combate al espacio aéreo iraní, Israel disparó el viernes un pequeño número de misiles desde aviones situados a varios cientos de kilómetros al oeste, según los funcionarios israelíes y dos altos funcionarios occidentales informados del ataque. Israel también envió pequeños drones de ataque, conocidos como cuadricópteros, para confundir a las defensas aéreas iraníes, explicaron los funcionarios israelíes.

Las instalaciones militares iraníes fueron atacadas varias veces por este tipo de aviones no tripulados en los últimos años, y en varias ocasiones Teherán admitió que no sabía a quién pertenecían los aviones no tripulados, una afirmación interpretada como reticencia iraní a responder.

Un misil alcanzó el viernes una batería antiaérea en una zona de importancia estratégica del centro de Irán, mientras que otro cohete explotó en el aire, agregaron los funcionarios.

Además, un funcionario israelí destacó que la Fuerza Aérea israelí (IAF) destruyó intencionadamente el segundo misil una vez que quedó claro que el primero había alcanzado su objetivo, para evitar causar demasiados daños. Un funcionario occidental, por su parte, aclaró que era posible que el misil simplemente hubiera funcionado mal.

Los funcionarios argumentaron que la intención de Israel era permitir a Irán seguir adelante sin responder de la misma manera, mientras que la señal de que el Estado judío había desarrollado la capacidad de atacar a la República Islámica sin entrar en su espacio aéreo o incluso activar sus baterías de defensa antiaérea.

Jerusalem también esperaba demostrar que podía alcanzar esas baterías en una parte del centro de Irán que alberga varias instalaciones nucleares importantes, incluido un centro de enriquecimiento de uranio en Natanz, insinuando que también podría haber llegado a esas instalaciones si lo hubiera intentado.

Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) se negaron a realizar comentarios al ser consultadas por el NYT.

El camino hacia este ataque comenzó el 1º de abril, cuando Israel atacó un complejo de la embajada iraní en Damasco, Siria, matando a siete funcionarios iraníes, entre ellos tres altos mandos militares. Irán no había tomado represalias después de varios ataques similares en el pasado, lo que llevó a los funcionarios israelíes, dicen, a creer que podrían seguir realizando este tipo de ataques sin provocar una respuesta iraní significativa.

Sin embargo, esta vez fue diferente: una semana después, Teherán informó en privado a sus vecinos y diplomáticos extranjeros que su paciencia había llegado a un límite y que respondería con un ataque de gran envergadura contra Israel, el primero directo contra suelo israelí.

Durante la semana del 8 de abril, Israel comenzó a preparar dos importantes respuestas militares, según los funcionarios israelíes.

La primera era una operación defensiva para bloquear el esperado ataque iraní, coordinada con el Mando Central de Estados Unidos -su máximo comandante, el general Michael E. Kurilla, visitó Israel esa semana-, así como con los ejércitos británico, francés y jordano.

La segunda era una gran operación ofensiva que se llevaría a cabo si se materializaba el ataque iraní. Inicialmente, la inteligencia israelí creía que Irán planeaba atacar con un «enjambre» de grandes aviones no tripulados y hasta 10 misiles balísticos, dijeron los funcionarios israelíes. A medida que avanzaba la semana, esa estimación aumentó a 60 misiles, lo que acrecentó el deseo israelí de un fuerte contraataque.

Los líderes militares y políticos israelíes comenzaron a discutir un contraataque que podría comenzar tan pronto como Irán disparara los aviones no tripulados, incluso antes de que se supiera cuánto daño, si lo hubiera, habían causado.

Un funcionario israelí aseguró que el jefe del estado mayor de las IDF, teniente general Herzi Halevi, y el jefe de la IAF, Tomer Bar, presentaron el plan al gabinete de guerra a primera hora del viernes 12 de abril, dos días antes del ataque de Irán.

Pero las intenciones de Israel cambiaron después del ataque de Irán, añadieron los funcionarios. El ataque fue incluso mayor de lo esperado: Con más de 100 misiles balísticos, 170 aviones no tripulados y unos 30 misiles de crucero, en una de las mayores andanadas de este tipo en la historia militar.

Gracias a la defensa israelí, coordinada con pilotos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Jordania, se derribaron la mayoría de los misiles y drones, y los daños sobre el terreno fueron limitados, lo que redujo la necesidad de una respuesta rápida. Incluso hubo dudas acerca de si Israel debía arriesgarse a dejar de centrarse en la defensa mientras el ataque seguía en curso, dijeron dos funcionarios.

El punto de inflexión, sin embargo, fue una llamada telefónica a primera hora de la mañana entre el primer ministro Netanyahu y el presidente Biden, durante la cual el mandatario estadounidense señaló al premier israelí que tome el éxito de la defensa como una victoria que no requería más respuesta, según tres funcionarios israelíes y occidentales, que describieron esas conversaciones bajo condición de anonimato.

Las fuentes israelíes afirmaron al NYT que Netanyahu finalizó la llamada oponiéndose a una represalia inmediata.

Al día siguiente, el gobierno israelí empezó a enviar señales a sus aliados extranjeros de que seguía planeando responder, pero de una forma contenida que distaba mucho de lo que había planeado anteriormente, según uno de los altos funcionarios occidentales.

En lugar de un amplio contraataque que podría dejar a los líderes iraníes creyendo que no tenían más remedio que responder de la misma manera, los funcionarios israelíes remarcaron que se estableció un plan que buscaba evitar la humillación pública  a sus homólogos iraníes.

Inicialmente planearon el ataque para la noche del lunes, explicaron los funcionarios israelíes, cambiando de opinión a último momento por miedo a que Hezbollah -el grupo terrorista libanés respaldado por Irán que viene intercambiando misiles con Israel desde el 7 de octubre en apoyo a Hamás- aumente significativamente la intensidad de sus ataques contra el norte del Estado judío.

Según un funcionario israelí y otro occidental, los funcionarios de Asuntos Exteriores occidentales siguieron buscando convencer sin éxito a Israel a que no respondiera de ninguna manera, y cedieron y aceptaron un ataque israelí que dejara a Irán la opción de seguir adelante sin responder.

Después de que Israel finalmente llevara a cabo su ataque a primera hora de la mañana del viernes, los funcionarios iraníes hicieron exactamente eso: centrarse en los pequeños aviones no tripulados en lugar de en los misiles y desestimar su impacto.

Los funcionarios de Teherán también evitaron en gran medida culpar a Israel por el ataque. Esto, unido a la decisión de Israel de no reivindicar la autoría del ataque, contribuyó a reducir el riesgo de una escalada.

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