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Opinión

Hoy, 50 años más tarde. Por Hernán Felman*

AJN.- «La paz, en nuestra región, será posible sólo cuando los palestinos, y el mundo árabe, comprendan que estamos aquí para siempre, que este pujante país, seguirá siendo el Estado Judío que el movimiento Sionista y sus líderes, Herzl, Jabotinsky, Ben Gurion y Menajem Beguin soñaron y ayudaron a construir».

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Mayo de 1967, los comentarios periodísticos anunciaban una Guerra inminente en el Medio Oriente, el movimiento Sionista en ebullición, una Guerra pondría en peligro la desaparición del Estado de Israel.

Nosotros, que nacimos con el Estado de Israel, no conocimos ninguna realidad fuera de la
existencia del Estado Judío, esa seguridad que hoy vemos como trivial, era de todos modos, una realidad relativamente nueva para nuestros padres y abuelos.

Y ahora, mayo de 1967, una vez más, una oscura nube, cubre el cielo del mundo judío y pone en duda la misma continuidad del Estado de Israel.

Los macabros chistes que rondaban en esos días en Israel decían que ya había un cartel en el
aeropuerto de Ben Gurión que pedía que «el último en abandonar el país, que apagase la luz…»
Veníamos de una época difícil para el judaísmo argentino, movimientos neo-nazis levantaban la
cabeza, Tacuara la GRN (guardia restauradora nacionalista) con sus vestimentas especiales, su
peinado «a la gomina» y el saludo Nazi, traían demasiados frescos recuerdos de la bestia nazi que hiciera estragos en nuestro pueblo. Aun así, cuando participábamos en sus manifestaciones para enterarnos que decían, cantábamos junto con ellos «judíos a Israel» era eso lo que nosotros, activistas sionistas en la Argentina, pensábamos que era el mejor futuro para nosotros, nuestras familias, y para el resto del Pueblo judío.

Ellos deseaban expulsarnos, nosotros pensábamos en la Aliá como el medio necesario para volver a ser un pueblo normal en su tierra.

Esos días de tensa espera en el mes de mayo nos sirvieron para tomar nuestra decisión, tomando en cuenta la situación; Qué alternativa teníamos? Solo una, prepararnos a viajar a Israel y ofrecernos de voluntarios y así reemplazar a las decenas de miles de Israelíes que deberían abandonar sus hogares y trabajos con el fin de servir al Estado de Israel y a sus fuerzas armadas.

Hablamos con nuestros padres, Tzipora Z»L (mi novia de esos tiempos, y luego mi querida mujer
por casi 40 años) y yo. Éramos menores de edad sin el permiso de nuestros padres no podríamos salir de la Argentina. Sus respuestas fueron claras, NO, no firmaremos los poderes para permitirles viajar… Pocos días más tarde ante nuestra insistencia, amenazas y llanto, empezamos a desmoronar los muros que nuestros padres construyeron. Sí, nos costó mucho, pero el día 5 de Junio nuestros padres firmaron el anhelado permiso. ¡Mis suegros firmaron el permiso a dos de sus hijas!, la hermana de Tzipora, se unió al viaje también.

Un párrafo debe ser dedicado a nuestros padres, una firma de ese tenor ante la proximidad de
una Guerra que podría «borrar del mapa» a Israel es una firma heroica que hasta hoy, admiro y
agradezco a mis padres y los que con el tiempo se convirtieron en mis suegros, por habernos
permitido cumplir con nuestros ideales. Imagino la preocupación y dolor con el que firmaron ante
un Escribano esos poderes en un momento de tanta incertidumbre.

Solo el 7 de junio, pudimos subir a un avión que nos llevara a Rio de Janeiro a fin de alcanzar el
barco Teodor Herzl que nos llevaría a Israel. Ese día se publicaba en la Argentina noticias que
hablaban de grandes daños a lo largo y ancho del Estado de Israel. ¡Nuestro país ardía en llamas!

Es importante destacar la solidaridad de la comunidad Judía de la Argentina que en 24 horas puso en marcha centros de distribución de ropas y artículos adecuados a los voluntarios, una corta visita y salimos equipados adecuadamente para nuestra misión.

La comunidad judía de Rio de Janeiro, nos recibió con los brazos abiertos y nos alojaron en sus
casas por la noche y nos llevaron a la mañana a abordar el barco.

Todo ello para llegar a Israel… Cuando todo había ya terminado con el triunfo impensable de
Tzahal a todos los ejércitos vecinos.

Ya las primeras buenas noticias nos alcanzaron al abordar el Teodor Herzl, y en un par de días
comenzamos a entender que todo había ya terminado. No podré ocultar, que en alguna medida
nos «desilusionamos» queríamos ser héroes y colaborar con el esfuerzo de nuestro pueblo y nos
encontramos en un paseo marítimo de 20 días por el mar Atlántico y el mar Mediterráneo.

La entrada a Haifa fue una de las experiencias sionistas másfuertes que viví en mi vida, la orquesta del barco, tocando el Hatikva y nosotros y los trabajadores del Puerto en firmes, entonando nuestro emocionante himno. Cuanto lloramos de emoción, cuan impacientes estábamos por comenzar nuestra tarea…

Fuimos destinados, por ser un garin del Movimiento Betar, a Mevoot Betar en las colinas de
Jerusalém, una Tiulit nos estaba esperando, debíamos apurar, era viernes y deberíamos llegar al meshek antes de Shabat.

Nos esperaban en Mevoot Betar con varias casas destinadas a nuestro alojamiento y una de ellas destinada a ser nuestro comedor. Para los voluntarios que fueron destinados a Kibutzim, las cosas eran más fáciles, nosotros, los únicos destinados a un Moshav Shitufi, debimos establecer una rutina distinta ya que no había un comedor comunitario, todos, en forma rotativa, nos hicimos cargo de cocinar para todo el grupo.

Al amanecer del Shabat, decidimos llegar de algún modo a Jerusalém, ya no teníamos paciencia, queríamosllegar a ella, recorrer sus calles, sentir sus olores, sentirnos en casa…

Afortunadamente tanto Tzipora como Dora sabían hebreo a la perfección, nos explicaron dónde ir a fin de viajar «a dedo» a Jerusalém, y así lo hicimos.

En ese cruce de caminos tuve mi primera experiencia con la sociedad israelí, dos jóvenes israelíes, aproximadamente de nuestra edad, esperando también a alguien que los llevase, preguntaron a las mujeres que hacíamos, a que vinimos, Pronto la conversación paso a gritos, yo no entendía una sóla palabra, quería saber de qué se trataba. Pero en vano, tanto Tzipora como Dora estaban furiosas.

En definitiva, cuando me explicaron lo que pasó, entendí que esos dos jóvenes no entendían quién nos necesitaba acá, todo nuestro viaje había sido un despilfarro de dinero, ellos no necesitaban ninguna ayuda de los judíos del mundo, prueba de ello, llegamos demasiado tarde!!

Al llegar a Jerusalém ya sabíamos que ser voluntarios no era tan heroico como nosotros
pensábamos. Ya no nos apuramos a informar a que vinimos a nuestros interlocutores.
¡Hasta hoy recuerdo la gran emoción de pasear por las calles de Jerusalém! A pesar de ser Shabat había un clima de fiesta por las calles difícil de explicar…

Al día siguiente, de acuerdo con las instrucciones recibidas, concluimos nuestro desayuno a las
cinco de la mañana y ya, de inmediato vinieron a buscarnos para cumplir nuestra primera misión
en el meshek.

En Mevoot Betar había una gran cantidad de gallineros productores de huevos, uno de los
productos integrantes de la dieta de las gallinas era la harina de pescado.

Acababa de llegar un camión cargado a tope de bolsas de 50 kilos de esa «simpática» harina, quien mejor que nosotros para descargar dicho camión?

Yo, que en total pesaba 58 Kilos, y que odiaba (hasta el día de hoy) pescado, fui el primero en
caerme cuando pusieron en mis hombres la primera bolsa. Ya alrededor nuestro habían más de
20 espectadores de entre los javerim del meshek, no pasó mucho tiempo hasta que todos se
revolcaran de risa ante ese espectáculo. Aun así concluimos nuestra misión de la que nos costó
recuperarnos un par de días, hasta hoy, en momentos de nostalgia recuerdo el olor del que me
costó desprenderme sólo al cabo de unos días con la ayuda de kilos de jabón.

Pero no todo fue bolsas de harina de pescado, también había un criadero de nutrias, plantaciones de duraznos y cerezas. Fui destinado a trabajar en el centro de selección y embalaje de las frutas y rápidamente me convertí en ayudante del responsable del lugar.

En definitiva, en efecto, reemplazamos a gran parte de los hombres del meshek que aún estaban enrolados. Si cumplimos una importante misión y aportamos nuestro grano de arena, llegamos tarde a la Guerra, pero a tiempo de ayudar y cumplir misiones civiles necesarias que no podían hacer aquellos que aún estaban en el ejército.

A los pocos días de nuestro arribo, fuimos informados que se efectuaría una marcha
del Movimiento Betar, la cual saldría de la puerta de Iaffo hasta el Muro de los Lamentos
encabezada por Menajem Beguin.

Esta inolvidable marcha con nuestros uniformes de Betar y acompañados por nuestro líder fue
también otro de los hitos de ese viaje. Shir Betar, Hatikva, el Kotel Hamaaravi. Nosotros éramos
parte de ese acto histórico!

Éramos parte de miles de voluntarios de todo el mundo que dejaron estudios, familias, en muchos casos parejas a fin de asegurar la continuidad judía y expresar nuestra solidaridad con nuestro Estado de Israel.

Pero no todas fueron experiencias «nacionales», junto a Felix (z»l) otro componente del garin,
decidimos hacer en Mevoot Betar el Bar Mitzva que no hiciéramos a los 13 años.

¡Hasta hoy recuerdo a todos los javerim del Moshav tirándonos caramelos al fin de nuestro Bar
Mitzva a los 18 años! Hasta hoy me conmuevo al memorarlo.

A los 6 meses retornamos a la Argentina, habíamos prometido a nuestros padres que volveríamos, los intentos de los javerim del Moshav de convencernos para quedarnos no nos hicieron fácil la decisión, pero no podíamos fallar a nuestros padres.

Volvimos con la seguridad que nos casaríamos en un par de años y volveríamos de inmediato a
Israel… Nuestra Aliá se concretó al fin, sólo al cabo de 15 largos años, con 2 hijos, Gustavo de 12 años y Carina de 8.

Sí, han pasado ya 50 años, toda una vida, el Estado de Israel, aun hoy está amenazado, las guerras no han terminado, lamentablemente yo no veo un horizonte de paz verdadera, nuestros
enemigos visten hoy ropas de anti-sionistas, pero la verdad es otra, sigue el antisemitismo en
muchos rincones del planeta levantando sus garras; Veo con preocupación lo que sucede en
EEUU, en Francia y en tantos otros lugares.

La paz, en nuestra región, será posible sólo cuando los palestinos, y el mundo árabe, comprendan que estamos aquí para siempre, que este pujante país, seguirá siendo el Estado Judío que el movimiento Sionista y sus líderes, Herzl, Jabotinsky, Ben Gurion y Menajem Beguin soñaron y ayudaron a construir.

El mismo sentimiento de voluntarismo sigue, hasta hoy día, marcando mis pasos.

No vine a este país únicamente a vivir, vine a Israel a cambiar la realidad, a mejorarla, a seguir
aportando para el fortalecimiento de nuestro país y así fomentar su desarrollo.

Mi actuación en el KKL es la cristalización del sueño de ser parte de esta mágica utopía la cual se convirtió en realidad, el Estado de Israel.

*vicepresidente de Keren Kayemet Lelsrael Mundial

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Opinión | Israel tiene un problema mayor que un grupo de estudiantes despistados

El antisemitismo no sólo está vivo y coleando, sino que está más extendido de lo que se pensaba.

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Por Dan Perry*

Un elemento básico de las noticias israelíes en estos días es un resumen del antisemitismo global y el apoyo a Hamás. Las impactantes manifestaciones en la Universidad de Columbia ocuparon un lugar central esta semana.

Los espectadores podrían concluir que estamos reviviendo la Alemania de los años 30, con el odio a los judíos en espiral mientras las fuerzas de la civilización son derrotadas.

Sin duda, yo mismo me he burlado de los “progresistas” que despliegan narrativas selectivas, ignorantes y retorcidas de descolonización contra Israel. En entrevistas televisivas los he llamado los “idiotas útiles” de la yihad: una versión mucho más estúpida de los originales, intelectuales occidentales que simpatizaban con la (increíblemente) menos vil Unión Soviética.

También me he lamentado de la revelación indiscutible de que el antisemitismo no sólo está vivo y coleando, sino que está más extendido de lo que se pensaba.

Al mismo tiempo, se podría argumentar que mucho de lo que se etiqueta como antisemitismo es simplemente una oposición a la guerra (o tal vez al propio Israel), deliberadamente descarada y ruidosa para desconcertar a los judíos y mover la opinión pública.

Puede que no siempre me guste, pero un defensor de la libertad de expresión no puede impedirlo. También sé que muchos críticos no apoyan las acciones del gobierno israelí, que incluyen una guerra muy defectuosa que ha matado a muchos miles de inocentes y parece carecer de una estrategia.

Para comprender mejor cómo se desglosa el apoyo y la oposición de Estados Unidos a Israel, ofrezco el siguiente desglose de la postura de los estadounidenses al respecto.

Musulmanes estadounidenses pro-Hamás o anticolonialistas progresistas extremos: quizás el 5%.

Muchos de ellos no creen o no les importan las atrocidades del 7 de octubre y esperan que Hamás abrume a Israel sin tener en cuenta el destino de los judíos. Este grupo debe ser monitoreado cuidadosamente ya que sus actividades antiisraelíes y antisionistas apenas enmascaran el hecho de que odian a los judíos, y algunos de ellos son peligrosos.

Progresistas pro palestinos y jóvenes liberales: alrededor del 20%. Este grupo muestra diversos grados de apoyo a los palestinos y está expuesto a información real y falsa que resalta el mal comportamiento israelí en Gaza.

Generalmente les molesta que el dinero de los impuestos estadounidenses se gaste para ayudar a los bombardeos masivos, el hambre y, potencialmente, en su opinión, el genocidio. Israel los ha perdido porque su historia actual es la de una guerra eterna y un castigo a las mujeres y niños palestinos, con extremistas en Israel que quieren matarlos y expulsarlos.

Muchos de ellos están profundamente influidos por la cultura de las redes sociales que hace que todo sea una batalla de narrativas y actualmente Israel está siendo “cancelado” sustancialmente con una iniciativa regional de paz y cooperación que incluya a los palestinos y sea generosa con los civiles mientras continúa luchando agresivamente contra Hamás.

Esto allanaría el camino para una mayor legitimidad para luchar contra Hamás hasta el final, ahora o en el futuro, pero diferenciándolo de cualquier cosa que se parezca a una guerra contra los palestinos.

En cambio, Netanyahu los ahuyentó con políticas escandalosas, incluido el esfuerzo de putinización de 2023, una burlona indiferencia hacia la alianza tradicional de Israel con el Occidente democrático y una obstinada negativa a participar en el plan del día después de la comunidad mundial.

Liberales proisraelíes, incluidos algunos judíos: alrededor del 25%.

Este grupo reconoce el derecho fundamental de Israel a defenderse, no cree que Israel deba tener carta blanca pero definitivamente no apoya a los radicales islámicos y entiende que están locos y hay que tratar con ellos. Pero lamentan que Israel no haya aprovechado las oportunidades para escapar de este ciclo, odian a Netanyahu y sus interminables maquinaciones contra la paz, y no quieren que Israel arrastre a Estados Unidos a una guerra regional o incluso global.

No obstante, todavía apoyan a Israel, distinguen entre el gobierno ignorante y el pueblo israelí, y esperan que Estados Unidos encuentre una manera de empujar a Israel en la dirección correcta, apoyando en gran medida las políticas del presidente Joe Biden.

Conservadores clásicos y “cristianos preocupados”: alrededor del 15%. Estos apoyan en gran medida a Israel, pero están preocupados por las enormes cantidades de dinero, la destrucción y la muerte en Gaza y el riesgo de que Estados Unidos pierda el control.

Algunos de ellos están preocupados por la forma en que se utiliza la tecnología estadounidense para dañar a los palestinos, incluidos los cristianos en Gaza. Puede que Tucker Carlson ya no sea lo que alguna vez fue en términos de influencia, pero debería ser una señal de advertencia cuando lo pierdes, como parece haberle sucedido a Israel.

También hay que recordar que este tipo de conservadores no eran necesariamente proisraelíes. Cuando George W. Bush ganó la Casa Blanca hace 24 años, había una preocupación real de que sus compañeros de viaje fueran tan proempresariales que sólo se preocuparan por los aspectos prácticos y se pusieran del lado de los árabes, aunque sólo fuera por los intereses petroleros que pudieran servir.

La historia, por supuesto, tomó un rumbo diferente.

Republicanos de Trump, evangelistas y judíos de derecha, religiosos y de “un solo tema” (la supervivencia de Israel): alrededor del 35%.

Este grupo presenta un apoyo total a Israel, poco amor o confianza en el Islam y un odio saludable hacia grupos extremistas como Hamás.

Creen que Biden y Estados Unidos nunca deberían sancionar ni limitar a Israel y que el gobierno de Israel (preferiblemente de derecha) debería poder hacer lo que quiera.

La mayoría probablemente apoyaría un acuerdo de paz, dependiendo de los términos, pero están abrumadoramente a favor de la guerra.

Pero este grupo es volátil. Si Donald Trump regresa al poder, no se sabe qué podría hacer.

Si se declara en contra de la guerra con Irán o se vuelve contra Israel por cualquier motivo, gran parte de su culto abandonará a Israel más rápido de lo que usted puede decir «Yahya Sinwar». Esto se debe en parte a que la extrema derecha puede enseñar a los progresistas despistados un par de cosas sobre el verdadero antisemitismo.

Si bien se podría profundizar más y llegar a diferenciaciones más granulares, esta parece una forma razonable de agrupar el cuerpo político, que también se alinea aproximadamente con patrones de votación más amplios en Estados Unidos.

No puedo probar que los desgloses sean exactamente como los he esbozado; por lo tanto, mi mejor estimación se basa en más de medio siglo de seguimiento de la política estadounidense y dos décadas de observar cómo se desmoronaba el espectáculo de fenómenos impulsado por lo digital.

Si se mira con atención, se verá que las cifras que propongo se alinean con las encuestas que muestran que, aunque muchos quieren que la guerra termine, cuando se los empuja a una elección binaria, una gran mayoría de los estadounidenses respalda a Israel, mientras que aproximadamente la mitad de los jóvenes no lo hace.

Es un panorama complejo, no tan sombrío como los catastrofistas y propagandistas podrían hacernos creer. Y en Israel el movimiento es posible. Para entender por qué, consideremos cuán radicalmente cambió la visión del mundo de Estados Unidos con la elección de Donald Trump, como ha demostrado el Pew Research Center y como sabe cualquiera que haya viajado.

Y así como hay versiones muy diferentes de Estados Unidos en función de qué lado logra una victoria electoral, lo mismo ocurre con Israel.

La forma más fácil de cambiar el sentimiento estadounidense es ganar la guerra y buscar la paz regional, en lugar de caer en un descenso hacia la locura que dura décadas.

Y es posible: en gran parte gracias a la fe compartida. Los Estados árabes moderados y los palestinos moderados se unirían a Occidente y a una versión benigna de Israel.

El presidente Biden ha propuesto una versión de esto, que incluiría restaurar la Autoridad Palestina en Gaza y lograr la paz con Arabia Saudita. Netanyahu parece haber rechazado todo esto.

Lo ha hecho principalmente para mantener a la extrema derecha cómoda y segura en su coalición. En opinión de las masas israelíes, también busca prolongar la guerra, porque mientras se pueda decir que hay una guerra, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu puede planear retrasar el inevitable ajuste de cuentas hasta el 7 de octubre y su probable defenestración.

Pocas veces una guerra eterna ha servido tanto a un propósito político.

Este camino pone en peligro a los judíos globales y estadounidenses al combinar estar en contra de la guerra con ser antisemita. Y sus defensores están jugando con fuego, ya que la conflagración resultante no perdonará a los pirómanos.

Si incluso una parte de este análisis es correcta, entonces el comportamiento del gobierno podría ser calificado de traición. Visto a través de ese prisma, Israel tiene un problema mayor que un grupo de estudiantes despistados.

Publicado en The Jerusalem Post *Ex editor jefe de The Associated Press en Europa, África y Medio Oriente, ex presidente de la Asociación de Prensa Extranjera en Jerusalem y el autor de dos libros sobre Israel. Siga su boletín informativo en danperry.substack.com.

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Opinión

En el centro de las protestas que recorren las universidades estadounidenses está la exigencia de que dejen de invertir en Israel

Las manifestaciones en las universidades estadounidenses en medio de la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza dieron una fuerza nueva al movimiento BDS, con estudiantes que piden retirar fondos de empresas que trabajan con Israel e incluso del propio país.

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Los estudiantes que protestan acamparon en los jardines de la Universidad de Columbia de Nueva York, que denominan «zona liberada». (Imagen: AFP)

Agencia AJN.- (Times of Israel) Los estudiantes de un número cada vez mayor de universidades estadounidenses se están reuniendo en campamentos de protesta con una demanda unificada a sus escuelas: Dejar de hacer negocios con Israel o con cualquier empresa que apoye su guerra contra Hamás en Gaza.

Esta exigencia tiene sus raíces en el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), una campaña de décadas de antigüedad contra las políticas de Israel hacia los palestinos.

El movimiento obtuvo cada vez más fuerza a medida que la guerra entre Israel y Hamás supera la marca de los seis meses y las historias de sufrimiento en el enclave costero palestino dan lugar a una creciente presión internacional sobre el Estado judío para que ponga fin a los combates.

Inspirados por las protestas en curso y la detención la semana pasada de más de 100 estudiantes en la Universidad de Columbia, estudiantes de Massachusetts a California se reúnen ahora por centenares en los campus, comprometiéndose a no moverse hasta que se cumplan sus demandas.

«Queremos ser visibles», expresó el líder de la protesta en Columbia, Mahmoud Khalil, quien señaló que los estudiantes de la universidad estuvieron presionando por la desinversión de Israel desde 2002.

Khalil advirtió que «la universidad debería hacer algo por lo que estamos pidiendo, por el genocidio que está ocurriendo en Gaza. Deberían dejar de invertir en este genocidio».

Las protestas en el campus comenzaron tras el devastador ataque del 7 de octubre de Hamás contra el sur de Israel, en el que los terroristas mataron a unas 1.200 personas, la mayoría civiles, y tomaron 253 rehenes.

Durante la guerra subsiguiente, Israel mató a más de 34.000 palestinos en la Franja, según el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por el grupo terrorista Hamás, una cifra no verificada que incluye a unos 13.000 hombres armados de Hamás que Israel dice haber matado en combate.

Jerusalem, por su parte, asegura haber eliminado a unos 1.000 terroristas dentro de Israel el 7 de octubre. Además, 261 soldados israelíes murieron desde el comienzo de la ofensiva terrestre de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en Gaza.

Doscientos sesenta y un soldados de las FDI han muerto en la ofensiva terrestre en Gaza.

¿Qué quieren los estudiantes de las universidades estadounidenses?

Los estudiantes piden que las universidades se desvinculen de las empresas que apoyan los esfuerzos militares de Israel en la Franja y, en algunos casos, del propio Israel.

Las protestas en muchos campus fueron organizadas por coaliciones de grupos estudiantiles, que en ocasiones incluyen secciones locales de organizaciones como Estudiantes por la Justicia en Palestina -que elogió las masacres del 7 de octubre dirigidas por Hamás que iniciaron la guerra- y la antisionista Voz Judía por la Paz.

Estas organizaciones se están agrupando como grupos paraguas, como la Coalición contra el Apartheid del MIT y la Coalición Tahrir de la Universidad de Michigan.

Los grupos actúan en gran medida de forma independiente, aunque hubo cierta coordinación.

Después de que los estudiantes de Columbia formaran su campamento la semana pasada, realizaron una llamada telefónica con otras 200 personas interesadas en iniciar sus propios campamentos.

Sin embargo, en su mayor parte se produjo de forma espontánea, con escasa colaboración entre campus, según los organizadores.

Las reivindicaciones varían de un campus a otro. Entre ellas:

– Dejar de hacer negocios con fabricantes de armamento militar que suministran armas a Israel.

– Dejar de aceptar fondos de investigación de Israel para proyectos que contribuyan a los esfuerzos militares del país.

– Dejar de invertir las dotaciones de las universidades en gestores de fondos que se benefician de empresas o contratistas israelíes.

– Ser más transparentes sobre qué dinero se recibe de Israel y para qué se utiliza.

En este contexto, los gobiernos estudiantiles de algunas universidades aprobaron en las últimas semanas resoluciones que piden el fin de las inversiones y las asociaciones académicas con Israel. Dichas resoluciones fueron aprobadas por los órganos estudiantiles de Columbia, Harvard Law, Rutgers y American University.

¿Cómo están respondiendo las universidades?

Los responsables de varias universidades afirmaron que desean mantener una conversación con los estudiantes y respetar su derecho a protestar.

Al mismo tiempo, también reconocen la preocupación de muchos estudiantes judíos de que algunas de las palabras y acciones de los manifestantes equivalen a antisemitismo, y dicen que ese comportamiento no será tolerado.

 

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