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El heredero: Al-Qaeda se reconvierte de la mano del hijo de Ben Laden

AJN.- El ascenso de Hamza, de 28 años, deja en evidencia los cambios de la red, que estaría intentando sacar ventaja de los problemas de Estado Islámico para recuperar su liderazgo

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WASHINGTON.- Es una voz suave de un joven de 28 años, pero el mensaje es un clásico de Osama ben Laden , dando la orden de salir a matar. Hace dos semanas, cuando la grabación empezó a circular en los sitios web de los jihadistas, fue como si el espectro del líder terrorista muerto hubiese encarnado en su hijo favorito.

«Prepárense con diligencia para infligir terribles pérdidas a los incrédulos», dice Hamza ben Laden, vástago del cerebro detrás del ataque del 11 de septiembre de 2001, con una voz de barítono que recuerda inquietantemente la de su padre. «Sigan los pasos de quienes los precedieron en el camino del martirio.»

La grabación, difundida el 13 de este mes, forma parte de una seguidilla de recientes pronunciamientos del hombre a quien muchos expertos consideran el heredero de la red global Al-Qaeda . El mensaje incluye un llamado específico a atacar ciudades de Europa y América del Norte para vengar las muertes de chicos durante los ataques aéreos en Siria.

La grabación suministra evidencia fresca de los ominosos cambios que se están produciendo dentro de la asediada organización que le declaró la guerra a Occidente hace casi dos décadas. Al-Qaeda parece haber dado la señal de largada de un nuevo capítulo de violencia en la historia de la organización, con un nuevo Ben Laden a la cabeza, que además ha perjurado vengar la muerte de su padre.

Alentada por los reveses sufridos por Estado Islámico (EI) en Irak y Siria, Al-Qaeda parece buscar ahora la lealtad de los seguidores desafectados de EI y de legiones de simpatizantes en todo el mundo. El ascenso de una joven figura con un apellido icónico parece ser un elemento central del intento de relanzar la marca que también incluye la adopción del estilo terrorista de EI, con ataques contra sus adversarios en todo Medio Oriente, Europa y América del Norte.

«Al-Qaeda está tratando de aprovechar el momento. Con EI asediado, les ofrece una nueva alternativa a los jihadistas», dice un funcionario de seguridad de Medio Oriente que pidió preservar su anonimato. «¿Y qué más efectivo para eso que un Ben Laden?»

Hamza no es nuevo en el mundo de las milicias islamistas. Su coronación como cabeza visible de Al-Qaeda ya viene al menos desde 2015, cuando otro líder histórico del grupo, Ayman al-Zawahiri, lo presentó en un videomensaje como «un león del cubil» de la red terrorista de su padre. Pero en los últimos meses se ha convertido en la estrella en ascenso de todos los sitios web a favor de Al-Qaeda, donde publica grabaciones en las que urge a los seguidores a perpetrar atentados o comenta hechos de actualidad.

«Hamza es el individuo más carismático y potente de la próxima generación de jihadistas, simplemente por su linaje y por su historia», dice Bruce Riedel, que pasó 30 años en la CIA y que actualmente dirige el proyecto de inteligencia de la Brookings Institution. «Al mismo tiempo, mientras Al-Zawahiri y Al-Baghdadi parecen opacarse, Hamza asciende como su obvio heredero.»

Pero Hamza ben Laden no aboga por el estilo de jihad de su padre. Osama ben Laden era famoso por ambiciosas y minuciosamente planeadas operaciones terroristas, dirigidas por los generales de Al-Qaeda contra blancos estratégicos. Su hijo, por el contrario, insta a los seguidores a aprovechar cualquier oportunidad de atentar contra intereses judíos, estadounidenses, europeos y hasta de países musulmanes proeuropeos utilizando cualquier arma que encuentren disponible.

«No hace falta que sea una herramienta militar», dice en su grabación del 13 de mayo. «El que pueda acceder a un arma, mejor; de lo contrario, las opciones son muchas.»

Sorprendentemente para un hombre que aspira a convertirse en la estrella de rock del mundo jihadista, Hamza ben Laden mantiene la mayor parte de su información personal oculta de la opinión pública. Incluso su cara. Se cree que está casado, que tiene al menos dos hijos y que vivió un tiempo en la región tribal del noroeste de Paquistán, aunque se desconoce su paradero.

Lo que se sabe de Hamza proviene de sus numerosas grabaciones, así como de informes de inteligencia y de una gran cantidad de documentos incautados durante la incursión de 2011 de los Navy Seals norteamericanos en el refugio seguro de Osama en Abbottabad, Paquistán.

Los documentos revelan un vínculo especial entre Hamza y su padre, que se mantuvo a pesar de los largos períodos de separación entre ambos. Hamza es el 15° de los alrededor de 20 hijos que tuvo Osama, y es el único nacido de su unión con su tercera esposa, según muchos su favorita, Khairiah Sabar, una saudita proveniente de una familia cuyo linaje se remonta hasta el profeta Mahoma.

Hamza pasó su primera infancia con sus padres, primero en Arabia Saudita y más tarde en Sudán y Afganistán.

«Era un joven muy inteligente, al que le gustaba mucho montar a caballo, como a su padre», dice un amigo, también simpatizante de la red Al-Qaeda, que pudo ser contactado a través de las redes sociales. «Sus padres querían mantenerlo alejado del campo de batalla, y siempre se peleaban por ese motivo.»

Después llegaron los ataques del 11 de Septiembre. Osama envió a varias de sus esposas e hijos a Irán, confiando en que los líderes de la república islámica les darían protección de los ataques aéreos norteamericanos.

Después de eso, Hamza rara vez vio a su padre, y hasta es posible que no haya vuelto a verlo. Cuando tenía 20 años, seguía viviendo en Irán en una especie de arresto domiciliario, hasta que le escribió una carta a su padre para quejarse sobre su vida «detrás de los barrotes» y expresándole su deseo de sumarse a las filas de su padre como «mujaidín», o guerrero sagrado.

«Hamza es uno de los mujaidines, y comparte sus ideas y sus preocupaciones», escribió Osama en una carta escrita a sus colaboradores poco antes de morir. «Y al mismo tiempo, puede interactuar con la nación musulmana.»

Con la muerte de su padre y de su medio hermano Khalid a manos de los comandos norteamericanos, la sensación de destino personal de Hamza no hizo más que profundizarse.

En 2015, cuando Al-Zawahiri le presentó al mundo a Hamza como el «león» de Al-Qaeda, el por entonces joven de 26 años ya tenía la voz de un veterano miliciano islamista, urgiendo a sus seguidos a infligir en «mayor número posible de dolorosos ataques» contra ciudades de Occidente.

Un año después, emitió un mensaje más personal como tributo a la muerte de su padre, al que tituló «Todos somos Osama».

«La voz de Hamza trae la seguridad de que a pesar de los golpes recibidos por Al-Qaeda en los últimos años la red terrorista sigue en buenas manos, con un joven Ben Laden a la cabeza, en situación ideal de relevar a su padre y encaminar la lucha», dice Bruce Hoffman, ex asesor de antiterrorismo del gobierno norteamericano y actual director del Centro de Estudios en Seguridad de la Universidad de Georgetown. «Desde muy temprana edad, Hamza quiso seguir los pasos de su padre. Y desde la perspectiva de Al-Qaeda, éste es el momento crucial para que Hamza reemplace a su padre y tome las riendas de la organización.»

Los estilos de Al-Qaeda y EI

Ambas organizaciones tienen como fin proclamar el califato

Los líderes
Al-Qaeda: Surgió en los ochenta, durante la guerra de Afganistán, cuando las tropas soviéticas se retiraron de ese país. Su objetivo es expulsar a los norteamericanos de los lugares sagrados del islam y luego instaurar el califato

Estado Islámico: Los dirigentes de Estado Islámico (EI) pertenecen a una generación más joven que empezó a luchar en Irak y en Siria. Su fuente de financiación depende de actividades ilícitas, como la venta de petróleo

El territorio
Al-Qaeda: De acuerdo con la ideología de Al-Qaeda, el objetivo es la educación de los musulmanes para construir una base para la formación paulatina del califato, que no tiene ningún marco territorial

Estado Islámico: EI optó por otra estrategia: proclamó el califato ya en el momento en que conquistó sus primeros territorios en 2014. Por estas razones EI se involucra en conflictos armados con los gobiernos musulmanes vecinos

El ejército
Al-Qaeda: Al-Qaeda suele operar desde la clandestinidad y no dispone de un ejército propio. Era una organización mucho mas cerrada y muy difícil de predecir. Generalmente opera mediante células

Estado Islámico: Estado Islámico cuenta con un mínimo de 30.000 combatientes procedentes de 90 países, un 10% de ellos europeos. Además es más popular entre los jóvenes al adoptar las redes sociales como medio de reclutamiento

La crueldad
Al-Qaeda: Posiblemente, en el único aspecto en el que convergen es en su desprecio por la vida de sus víctimas, que normalmente eligen de forma indiscriminada y sólo sirven al terrorista para generar el mensaje

Estado Islámico: EI no sólo esclaviza y practica ejecuciones en masa y quema a personas vivas, sino que además difunde las imágenes en sus canales en las redes sociales para aterrorizar a la comunidad internacional y sumar fieles

 

AUTORES: Joby Warrick y S. Mekhennet

FUENTES: The Washington Post y La Nación

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Opinión | Israel tiene un problema mayor que un grupo de estudiantes despistados

El antisemitismo no sólo está vivo y coleando, sino que está más extendido de lo que se pensaba.

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Por Dan Perry*

Un elemento básico de las noticias israelíes en estos días es un resumen del antisemitismo global y el apoyo a Hamás. Las impactantes manifestaciones en la Universidad de Columbia ocuparon un lugar central esta semana.

Los espectadores podrían concluir que estamos reviviendo la Alemania de los años 30, con el odio a los judíos en espiral mientras las fuerzas de la civilización son derrotadas.

Sin duda, yo mismo me he burlado de los “progresistas” que despliegan narrativas selectivas, ignorantes y retorcidas de descolonización contra Israel. En entrevistas televisivas los he llamado los “idiotas útiles” de la yihad: una versión mucho más estúpida de los originales, intelectuales occidentales que simpatizaban con la (increíblemente) menos vil Unión Soviética.

También me he lamentado de la revelación indiscutible de que el antisemitismo no sólo está vivo y coleando, sino que está más extendido de lo que se pensaba.

Al mismo tiempo, se podría argumentar que mucho de lo que se etiqueta como antisemitismo es simplemente una oposición a la guerra (o tal vez al propio Israel), deliberadamente descarada y ruidosa para desconcertar a los judíos y mover la opinión pública.

Puede que no siempre me guste, pero un defensor de la libertad de expresión no puede impedirlo. También sé que muchos críticos no apoyan las acciones del gobierno israelí, que incluyen una guerra muy defectuosa que ha matado a muchos miles de inocentes y parece carecer de una estrategia.

Para comprender mejor cómo se desglosa el apoyo y la oposición de Estados Unidos a Israel, ofrezco el siguiente desglose de la postura de los estadounidenses al respecto.

Musulmanes estadounidenses pro-Hamás o anticolonialistas progresistas extremos: quizás el 5%.

Muchos de ellos no creen o no les importan las atrocidades del 7 de octubre y esperan que Hamás abrume a Israel sin tener en cuenta el destino de los judíos. Este grupo debe ser monitoreado cuidadosamente ya que sus actividades antiisraelíes y antisionistas apenas enmascaran el hecho de que odian a los judíos, y algunos de ellos son peligrosos.

Progresistas pro palestinos y jóvenes liberales: alrededor del 20%. Este grupo muestra diversos grados de apoyo a los palestinos y está expuesto a información real y falsa que resalta el mal comportamiento israelí en Gaza.

Generalmente les molesta que el dinero de los impuestos estadounidenses se gaste para ayudar a los bombardeos masivos, el hambre y, potencialmente, en su opinión, el genocidio. Israel los ha perdido porque su historia actual es la de una guerra eterna y un castigo a las mujeres y niños palestinos, con extremistas en Israel que quieren matarlos y expulsarlos.

Muchos de ellos están profundamente influidos por la cultura de las redes sociales que hace que todo sea una batalla de narrativas y actualmente Israel está siendo “cancelado” sustancialmente con una iniciativa regional de paz y cooperación que incluya a los palestinos y sea generosa con los civiles mientras continúa luchando agresivamente contra Hamás.

Esto allanaría el camino para una mayor legitimidad para luchar contra Hamás hasta el final, ahora o en el futuro, pero diferenciándolo de cualquier cosa que se parezca a una guerra contra los palestinos.

En cambio, Netanyahu los ahuyentó con políticas escandalosas, incluido el esfuerzo de putinización de 2023, una burlona indiferencia hacia la alianza tradicional de Israel con el Occidente democrático y una obstinada negativa a participar en el plan del día después de la comunidad mundial.

Liberales proisraelíes, incluidos algunos judíos: alrededor del 25%.

Este grupo reconoce el derecho fundamental de Israel a defenderse, no cree que Israel deba tener carta blanca pero definitivamente no apoya a los radicales islámicos y entiende que están locos y hay que tratar con ellos. Pero lamentan que Israel no haya aprovechado las oportunidades para escapar de este ciclo, odian a Netanyahu y sus interminables maquinaciones contra la paz, y no quieren que Israel arrastre a Estados Unidos a una guerra regional o incluso global.

No obstante, todavía apoyan a Israel, distinguen entre el gobierno ignorante y el pueblo israelí, y esperan que Estados Unidos encuentre una manera de empujar a Israel en la dirección correcta, apoyando en gran medida las políticas del presidente Joe Biden.

Conservadores clásicos y “cristianos preocupados”: alrededor del 15%. Estos apoyan en gran medida a Israel, pero están preocupados por las enormes cantidades de dinero, la destrucción y la muerte en Gaza y el riesgo de que Estados Unidos pierda el control.

Algunos de ellos están preocupados por la forma en que se utiliza la tecnología estadounidense para dañar a los palestinos, incluidos los cristianos en Gaza. Puede que Tucker Carlson ya no sea lo que alguna vez fue en términos de influencia, pero debería ser una señal de advertencia cuando lo pierdes, como parece haberle sucedido a Israel.

También hay que recordar que este tipo de conservadores no eran necesariamente proisraelíes. Cuando George W. Bush ganó la Casa Blanca hace 24 años, había una preocupación real de que sus compañeros de viaje fueran tan proempresariales que sólo se preocuparan por los aspectos prácticos y se pusieran del lado de los árabes, aunque sólo fuera por los intereses petroleros que pudieran servir.

La historia, por supuesto, tomó un rumbo diferente.

Republicanos de Trump, evangelistas y judíos de derecha, religiosos y de “un solo tema” (la supervivencia de Israel): alrededor del 35%.

Este grupo presenta un apoyo total a Israel, poco amor o confianza en el Islam y un odio saludable hacia grupos extremistas como Hamás.

Creen que Biden y Estados Unidos nunca deberían sancionar ni limitar a Israel y que el gobierno de Israel (preferiblemente de derecha) debería poder hacer lo que quiera.

La mayoría probablemente apoyaría un acuerdo de paz, dependiendo de los términos, pero están abrumadoramente a favor de la guerra.

Pero este grupo es volátil. Si Donald Trump regresa al poder, no se sabe qué podría hacer.

Si se declara en contra de la guerra con Irán o se vuelve contra Israel por cualquier motivo, gran parte de su culto abandonará a Israel más rápido de lo que usted puede decir «Yahya Sinwar». Esto se debe en parte a que la extrema derecha puede enseñar a los progresistas despistados un par de cosas sobre el verdadero antisemitismo.

Si bien se podría profundizar más y llegar a diferenciaciones más granulares, esta parece una forma razonable de agrupar el cuerpo político, que también se alinea aproximadamente con patrones de votación más amplios en Estados Unidos.

No puedo probar que los desgloses sean exactamente como los he esbozado; por lo tanto, mi mejor estimación se basa en más de medio siglo de seguimiento de la política estadounidense y dos décadas de observar cómo se desmoronaba el espectáculo de fenómenos impulsado por lo digital.

Si se mira con atención, se verá que las cifras que propongo se alinean con las encuestas que muestran que, aunque muchos quieren que la guerra termine, cuando se los empuja a una elección binaria, una gran mayoría de los estadounidenses respalda a Israel, mientras que aproximadamente la mitad de los jóvenes no lo hace.

Es un panorama complejo, no tan sombrío como los catastrofistas y propagandistas podrían hacernos creer. Y en Israel el movimiento es posible. Para entender por qué, consideremos cuán radicalmente cambió la visión del mundo de Estados Unidos con la elección de Donald Trump, como ha demostrado el Pew Research Center y como sabe cualquiera que haya viajado.

Y así como hay versiones muy diferentes de Estados Unidos en función de qué lado logra una victoria electoral, lo mismo ocurre con Israel.

La forma más fácil de cambiar el sentimiento estadounidense es ganar la guerra y buscar la paz regional, en lugar de caer en un descenso hacia la locura que dura décadas.

Y es posible: en gran parte gracias a la fe compartida. Los Estados árabes moderados y los palestinos moderados se unirían a Occidente y a una versión benigna de Israel.

El presidente Biden ha propuesto una versión de esto, que incluiría restaurar la Autoridad Palestina en Gaza y lograr la paz con Arabia Saudita. Netanyahu parece haber rechazado todo esto.

Lo ha hecho principalmente para mantener a la extrema derecha cómoda y segura en su coalición. En opinión de las masas israelíes, también busca prolongar la guerra, porque mientras se pueda decir que hay una guerra, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu puede planear retrasar el inevitable ajuste de cuentas hasta el 7 de octubre y su probable defenestración.

Pocas veces una guerra eterna ha servido tanto a un propósito político.

Este camino pone en peligro a los judíos globales y estadounidenses al combinar estar en contra de la guerra con ser antisemita. Y sus defensores están jugando con fuego, ya que la conflagración resultante no perdonará a los pirómanos.

Si incluso una parte de este análisis es correcta, entonces el comportamiento del gobierno podría ser calificado de traición. Visto a través de ese prisma, Israel tiene un problema mayor que un grupo de estudiantes despistados.

Publicado en The Jerusalem Post *Ex editor jefe de The Associated Press en Europa, África y Medio Oriente, ex presidente de la Asociación de Prensa Extranjera en Jerusalem y el autor de dos libros sobre Israel. Siga su boletín informativo en danperry.substack.com.

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Opinión

En el centro de las protestas que recorren las universidades estadounidenses está la exigencia de que dejen de invertir en Israel

Las manifestaciones en las universidades estadounidenses en medio de la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza dieron una fuerza nueva al movimiento BDS, con estudiantes que piden retirar fondos de empresas que trabajan con Israel e incluso del propio país.

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Los estudiantes que protestan acamparon en los jardines de la Universidad de Columbia de Nueva York, que denominan «zona liberada». (Imagen: AFP)

Agencia AJN.- (Times of Israel) Los estudiantes de un número cada vez mayor de universidades estadounidenses se están reuniendo en campamentos de protesta con una demanda unificada a sus escuelas: Dejar de hacer negocios con Israel o con cualquier empresa que apoye su guerra contra Hamás en Gaza.

Esta exigencia tiene sus raíces en el movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS), una campaña de décadas de antigüedad contra las políticas de Israel hacia los palestinos.

El movimiento obtuvo cada vez más fuerza a medida que la guerra entre Israel y Hamás supera la marca de los seis meses y las historias de sufrimiento en el enclave costero palestino dan lugar a una creciente presión internacional sobre el Estado judío para que ponga fin a los combates.

Inspirados por las protestas en curso y la detención la semana pasada de más de 100 estudiantes en la Universidad de Columbia, estudiantes de Massachusetts a California se reúnen ahora por centenares en los campus, comprometiéndose a no moverse hasta que se cumplan sus demandas.

«Queremos ser visibles», expresó el líder de la protesta en Columbia, Mahmoud Khalil, quien señaló que los estudiantes de la universidad estuvieron presionando por la desinversión de Israel desde 2002.

Khalil advirtió que «la universidad debería hacer algo por lo que estamos pidiendo, por el genocidio que está ocurriendo en Gaza. Deberían dejar de invertir en este genocidio».

Las protestas en el campus comenzaron tras el devastador ataque del 7 de octubre de Hamás contra el sur de Israel, en el que los terroristas mataron a unas 1.200 personas, la mayoría civiles, y tomaron 253 rehenes.

Durante la guerra subsiguiente, Israel mató a más de 34.000 palestinos en la Franja, según el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por el grupo terrorista Hamás, una cifra no verificada que incluye a unos 13.000 hombres armados de Hamás que Israel dice haber matado en combate.

Jerusalem, por su parte, asegura haber eliminado a unos 1.000 terroristas dentro de Israel el 7 de octubre. Además, 261 soldados israelíes murieron desde el comienzo de la ofensiva terrestre de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) en Gaza.

Doscientos sesenta y un soldados de las FDI han muerto en la ofensiva terrestre en Gaza.

¿Qué quieren los estudiantes de las universidades estadounidenses?

Los estudiantes piden que las universidades se desvinculen de las empresas que apoyan los esfuerzos militares de Israel en la Franja y, en algunos casos, del propio Israel.

Las protestas en muchos campus fueron organizadas por coaliciones de grupos estudiantiles, que en ocasiones incluyen secciones locales de organizaciones como Estudiantes por la Justicia en Palestina -que elogió las masacres del 7 de octubre dirigidas por Hamás que iniciaron la guerra- y la antisionista Voz Judía por la Paz.

Estas organizaciones se están agrupando como grupos paraguas, como la Coalición contra el Apartheid del MIT y la Coalición Tahrir de la Universidad de Michigan.

Los grupos actúan en gran medida de forma independiente, aunque hubo cierta coordinación.

Después de que los estudiantes de Columbia formaran su campamento la semana pasada, realizaron una llamada telefónica con otras 200 personas interesadas en iniciar sus propios campamentos.

Sin embargo, en su mayor parte se produjo de forma espontánea, con escasa colaboración entre campus, según los organizadores.

Las reivindicaciones varían de un campus a otro. Entre ellas:

– Dejar de hacer negocios con fabricantes de armamento militar que suministran armas a Israel.

– Dejar de aceptar fondos de investigación de Israel para proyectos que contribuyan a los esfuerzos militares del país.

– Dejar de invertir las dotaciones de las universidades en gestores de fondos que se benefician de empresas o contratistas israelíes.

– Ser más transparentes sobre qué dinero se recibe de Israel y para qué se utiliza.

En este contexto, los gobiernos estudiantiles de algunas universidades aprobaron en las últimas semanas resoluciones que piden el fin de las inversiones y las asociaciones académicas con Israel. Dichas resoluciones fueron aprobadas por los órganos estudiantiles de Columbia, Harvard Law, Rutgers y American University.

¿Cómo están respondiendo las universidades?

Los responsables de varias universidades afirmaron que desean mantener una conversación con los estudiantes y respetar su derecho a protestar.

Al mismo tiempo, también reconocen la preocupación de muchos estudiantes judíos de que algunas de las palabras y acciones de los manifestantes equivalen a antisemitismo, y dicen que ese comportamiento no será tolerado.

 

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