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Opinión

The New York Times | La otra guerra: cómo busca Israel pistas sobre los rehenes en la Franja de Gaza

El rescate de cuatro israelíes en Gaza durante el fin de semana ofreció una visión de una ambiciosa operación de inteligencia destinada a traer a casa a los retenidos por Hamás.

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Un altar en memoria de las personas asesinadas y secuestradas el 7 de octubre en el lugar donde se celebró el festival de música Nova en Israel. Créditos: Avishag Shaar-Yashuv para The New York Times

Agencia AJN.- (Por Julián E. Barnes, Ronen Bergman, Eric Schmitt y Adam Entous – The New York Times -NYT-) Hamás traslada a los rehenes de un departamento a otro para ocultar su paradero, incluso se cree que algunos se encuentran en túneles subterráneos.

Mientras tanto, en una ‘‘célula de fusión’’ formada discretamente en Israel recientemente, los analistas militares y de inteligencia estadounidenses e israelíes comparten imágenes de aviones no tripulados y satélites, junto con interceptaciones de comunicaciones y cualquier otra información que les llegue y que pueda ofrecer pistas sobre la ubicación de los rehenes.

En la Franja de Gaza se libra más de una guerra

En su mayor parte, el mundo ve los ataques aéreos y la invasión terrestre, que según Israel busca desmantelar Hamás y reducir a escombros gran parte del territorio, desencadenando una crisis humanitaria. Pero el rescate del sábado de cuatro rehenes fue un recordatorio de que Israel y Hamás están librando otra batalla menos visible.

Los militantes palestinos están decididos a retener a los rehenes que tomaron durante la masacre del 7 de octubre para utilizarlos como moneda de cambio. Los israelíes están decididos a traerlos a casa.

Durante más de ocho meses, los militantes dominaron la situación.

Las autoridades israelíes y estadounidenses afirman desconocer dónde se encuentran retenidos muchos rehenes. Incluso cuando lo saben, en muchos casos no es posible llevar a cabo una misión de rescate.

Hasta el momento, Israel rescató a siete rehenes, pero la cruda realidad es que, desde que comenzó la guerra, murieron más rehenes, ya sea en los combates o a manos de Hamás. Israel recuperó muchos más cadáveres que rehenes vivos.

A pesar de las grandes celebraciones que los rescates del sábado provocaron en el Estado judío, funcionarios israelíes y estadounidenses afirman que la complejidad de la operación en sí y la violencia que la acompañó dejaron en claro los retos que genera encontrar y extraer rehenes. En la operación murió un soldado israelí, mientas que los comandos israelíes mataron a muchos combatientes de Hamás y muchos civiles murieron en el fuego cruzado. Hamás también aseguró que otros tres rehenes murieron por ataques aéreos israelíes, una afirmación negada por un portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF).

Y no está claro cuántas oportunidades más habrá de realizar incursiones de rescate, al menos aéreas. Los rehenes que se salvaron hasta el momento solo fueron rescatados en departamentos. Ahora, según funcionarios israelíes y estadounidenses actuales y anteriores, es probable que Hamás cambie de táctica y trate de trasladar a más rehenes a los túneles y, potencialmente, fuera del alcance de las fuerzas de comandos.

La realidad, dicen los funcionarios estadounidenses e israelíes, es que las operaciones de rescate serán la excepción. Sólo por medios diplomáticos se podrá traer a casa a la mayoría de los rehenes restantes. Las autoridades estadounidenses están presionando a Israel y Hamás para que lleguen a un acuerdo que permita la devolución de los rehenes como parte de una tregua.

‘‘Hay que recordar que la liberación de los cuatro rehenes es, en última instancia, un logro táctico que no cambia el aspecto estratégico’’, expresó el teniente coronel de las reservas de las IDF, Avi Kalo, que en su momento dirigió un departamento de inteligencia militar que se ocupaba de prisioneros de guerra y desaparecidos.

Kalo agregó que ‘‘Hamás sigue teniendo docenas de rehenes, la gran mayoría de los cuales, si no todos, no serán liberados en operaciones, sino que sólo podrán ser rescatados como parte de un acuerdo de alto el fuego’’.

Si bien liberar a los rehenes ha sido una prioridad desde que comenzó la guerra, algunos funcionarios estadounidenses aseguran que el nivel de atención israelí a ese objetivo fue variando. El asesinato involuntario de tres rehenes en diciembre, cuando las IDF dispararon por error a tres hombres que habían escapado de sus captores al norte de Gaza, dejó en claro que las tropas israelíes no siempre estuvieron atentas a la caza de rehenes. Los militares aprendieron de ese error, dicen los funcionarios israelíes.

Además, funcionarios israelíes señalaron que se cree que 251 personas fueron capturadas durante los ataques terroristas del 7 de octubre. Un acuerdo entre Israel y Hamás el pasado noviembre permitió la liberación de 105 de ellos.

Desde entonces, 43 de los rehenes restantes fueron declarados oficialmente muertos; se cree que muchos de ellos, aunque no todos, murieron en cautiverio. Off the récord, funcionarios israelíes mencionaron que creen que menos de 60 siguen vivos. Funcionarios estadounidenses, por su parte, destacaron que hay cinco ciudadanos con doble nacionalidad en Gaza que siguen vivos, y tres cadáveres de estadounidenses retenidos por Hamás.

A lo largo de su historia, Israel hizo todo lo posible por traer a casa a los rehenes. El principio establecido desde hace tiempo es utilizar la fuerza militar como primera opción para intentar rescatar a un israelí. Si el rescate es imposible, Israel llega a un acuerdo: a veces entrega más de mil prisioneros palestinos por un solo soldado israelí capturado.

El seguimiento de los movimientos de los rehenes, una operación en la que Gran Bretaña también desempeña un papel importante, no consiste sólo en determinar su ubicación. Los militares y los servicios de inteligencia están buscando pautas, tratando de averiguar cuánto tiempo retiene Hamás a las personas en un lugar antes de trasladarlas a otro. Si pueden discernir un patrón, podrán determinar mejor el margen de tiempo para llevar a cabo una operación de rescate.

La información recopilada suele ser fragmentaria. Un indicio de que un rehén en particular sigue vivo, o una pista sobre qué grupo podría retener al cautivo, puede no revelar una ubicación exacta, pero podría dar una pista en relación a en qué parte de Gaza intensificar los esfuerzos de recopilación de información. Aunque nadie puede estar seguro de la calidad de esa información, una vez que los israelíes fijan una ubicación con cierto grado de confianza, y creen que un rehén puede estar allí durante algún tiempo, comienza una intensa planificación.

Al principio de la guerra, algunos funcionarios de inteligencia creían que la mayoría de los rehenes estaban retenidos en túneles. Pero vivir bajo tierra resultó difícil para los comandantes de Hamás, siendo más sencillo mantener a los rehenes en departamentos de simpatizantes de la organización.

A medida que la guerra fue avanzando, la información israelí sobre los rehenes mejoró notablemente, gracias a los documentos capturados y a los interrogatorios de combatientes de Hamás detenidos, así como a la ayuda estadounidense y británica.

Funcionarios israelíes y estadounidenses creen que algunos rehenes pueden estar moviéndose más ahora que al principio de la guerra. Pero teniendo en cuenta el devastador bombardeo israelí sobre el minúsculo territorio y que las zonas en las que Hamás puede esconder rehenes se redujeron, las oportunidades de detectarlos aumentaron, dijeron funcionarios estadounidenses e israelíes.

Por otro lado, al dificultarse los movimientos en Gaza, se interrumpieron las comunicaciones entre las brigadas de Hamás y su dirección central, según funcionarios estadounidenses. Como consecuencia, algunos rehenes permanecieron más tiempo escondidos.

Aunque los funcionarios estadounidenses creen que Hamás tiene algo que ver en el trato dado a todos los rehenes, algunos no están en manos del grupo, sino de organizaciones militantes aliadas, como la Yihad Islámica Palestina (PIY). Debido a esto, los dirigentes de Hamás no parecen estar seguros de cuántos rehenes hay en Gaza, según funcionarios estadounidenses e israelíes, que están cada vez más preocupados por la salud de los rehenes, sometidos a abusos mentales y físicos durante su largo cautiverio.

‘‘Tras ocho meses de cautiverio, los rehenes se encuentran en un estado muy degradado mental y físicamente. Es posible que sus rescatadores ni siquiera puedan reconocerlos’’, declaró el general Richard D. Clarke, jefe retirado del Mando de Operaciones Especiales de Estados Unidos.

Por mucho que Israel busque a los rehenes, los dirigentes de Hamás se esfuerzan por mantenerlos ocultos, conscientes de que son su mejor opción para las conversaciones de alto el fuego.

Pero también cumplen otra función. Se cree que un pequeño grupo de rehenes están retenidos cerca de Yahya Sinwar, líder de Hamás en Gaza. Son escudos humanos y dificultan que Israel pueda atacarlo.

Los estadounidenses y los israelíes tuvieron problemas para determinar la ubicación exacta de Sinwar y de esos rehenes. El líder de Hamás se movió por toda Gaza, incluso se escondió bajo Rafah durante un tiempo, y ahora es probable que esté de nuevo bajo Khan Younis, la segunda ciudad más grande de la Franja, según los funcionarios estadounidenses. La red de túneles es enorme y ni Estados Unidos ni Israel fueron capaces de determinar su ubicación exacta, según un funcionario estadounidense.

Los dirigentes de Hamás también dieron órdenes permanentes a sus combatientes con rehenes de que, si creen que se acercan fuerzas israelíes, lo primero que deben hacer es disparar a los cautivos, según funcionarios israelíes. Si algunos rehenes murieron el sábado, como afirma Hamás, podría haber sido a manos de los militantes, no a causa de un ataque aéreo israelí. Sin embargo, por ahora, las autoridades israelíes y estadounidenses no pueden confirmar ni refutar los informes de Hamás.

Desde los primeros días luego de la masacre del 7 de octubre contra, el ejército estadounidense sobrevoló el enclave costero palestino con aviones no tripulados de vigilancia para ayudar en las tareas de rescate de rehenes, según informaron las autoridades estadounidenses. Al menos seis MQ-9 Reaper controlados por las fuerzas de Operaciones Especiales participaron en misiones de vuelo para vigilar en busca de señales de vida, dijeron los funcionarios.

Un alto funcionario israelí dijo que los drones británicos y estadounidenses proporcionaron información que los drones de Israel son incapaces de recoger. Los drones de vigilancia estadounidenses llevan a bordo prácticamente los mismos sensores que los británicos e israelíes, según explicaron oficiales militares estadounidenses, pero el gran número de aviones estadounidenses permite vigilar más territorio con mayor frecuencia y durante más tiempo.

Los aviones no tripulados no pueden cartografiar la vasta red de túneles subterráneos de Hamás.

Los drones no son capaces de hacerlo -Israel utiliza para ello sensores terrestres altamente clasificados-, pero su radar de infrarrojos puede detectar las señales de calor de los combatientes y otras personas que entran o salen de los túneles a la superficie, dijeron los funcionarios.

Inicialmente, el intercambio de inteligencia entre Washington y Jerusalem se centró en las labores de recuperación de rehenes, pero con el tiempo la colaboración se amplió, según afirmaron tres altos funcionarios estadounidenses actuales o anteriores.

‘‘Forman parte del mayor esfuerzo de inteligencia jamás realizado en Israel, y probablemente jamás realizado en general’’, concluyó el coronel Kalo, refiriéndose a los estadounidenses y los británicos.

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The Jerusalem Post | La primera presidenta judía de México: Quién es Claudia Sheinbaum

La mayoría de los judíos mexicanos no votaron por ella, principalmente porque “representa a un partido político que está tratando de construir un régimen autoritario en México sin equilibrio de poderes”.

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Agencia AJN.- (Darcie Grunblatt – The Jerusalem Post) Claudia Sheinbaum fue elegida el domingo como la próxima presidenta de México, convirtiéndose así en la primera mujer en el cargo en la historia del país, y también la primera de origen judío.

Sheinbaum no es observante religiosa, pero se identifica con el judaísmo desde el punto de vista cultural.

‘‘Crecí sin religión. Así es como mis padres me criaron’’, expresó Sheinbaum, de 61 años, en 2018 en una reunión organizada por una organización judía en la Ciudad de México, informó NBC News. ‘‘Pero obviamente la cultura, eso está en tu sangre’’, agregó.

Sus abuelos maternos emigraron de Bulgaria a México antes del Holocausto, mientras que sus abuelos paternos habían escapado de Lituania en la década de 1920 debido a los pogromos. Los padres de Sheinbaum nacieron en México.

Antes de ser elegida Presidenta fue Alcaldesa de Ciudad de México. Antes de dedicarse a la política, Sheinbaum era física y climatóloga. Su padre era ingeniero químico y su madre bióloga celular, según la NBC.

Sheinbaum está afiliada al partido de izquierda Morena, el mismo al que pertenece el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El propio partido se describe como un partido antineoliberal y populista.

Sheinbaum afirmó que el gobierno tiene la responsabilidad de abordar la desigualdad económica y proporcionar una red de seguridad social, similar a AMLO, quien era conocido por su programa de bienestar.

Sus logros como alcaldesa de la Ciudad de México

Como alcaldesa de la Ciudad de México, la presidenta electa redujo a la mitad la tasa de homicidios al aumentar el gasto en seguridad con una fuerza policial ampliada y con salarios más altos.

Además, prometió replicar la estrategia en todo el país para combatir la influencia generalizada de los cárteles, informó Reuters.

El impacto de su triunfo en la comunidad judía de México

La Ciudad de México alberga una gran población judía, de aproximadamente 50.000 personas, según NBC. Sin embargo, como la comunidad es en gran medida conservadora, la mayoría no votó por ella.

En una conversación con el Jerusalem Post, un residente judío de la Ciudad de México llamado Federico que prefirió permanecer en el anonimato, admitió que su principal preocupación con su presidencia es que si comete un error, la sociedad verá su identidad judía como un factor.

Federico también agregó que la gente pensará que ‘‘si puedo criticar a la presidenta por ser judía, también es políticamente correcto ser antisemita al menos de manera sutil, en público’’.

La mayoría de los mexicanos judíos no votaron por ella, sobre todo porque ‘‘representa a un partido político que está tratando de construir un régimen autoritario en México sin contar con un equilibrio de poderes», opinó Federico.

Otro judío residente de la Ciudad de México que también quiso ser identificado sólo por su nombre de pila, Shlomo, remarcó al Post que desde que Morena obtuvo la mayoría en el Congreso, todo el poder ahora es para ella y su partido.

Shlomo advirtió que esto les permitirá cambiar leyes sin ninguna oposición y comparó la situación con lo que ocurrió ‘‘en otros países latinoamericanos como Venezuela’’, en términos de ‘‘equilibrio de poder en un solo partido grande’’. Aunque agregó que aún ‘‘México está lejos de ser como Venezuela’’.

Shlomo también compartió que ‘‘mucha gente en México y en la comunidad [judía] piensa que ella será un títere del actual presidente AMLO’’.

A pesar de ello, Shlomo concluyó que no sentía que su presidencia impactará en lo absoluto a la comunidad judía en México.

Tanto Federico como Shlomo coincidieron en que la presidenta electa no es parte de la comunidad judía en México a pesar de ser judía por parte de madre y padre.

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The Jerusalem Post | Opinión: Las naciones de los Acuerdos de Abraham influyen en Gaza en el plan para el »día después» de Hamás

Ningún plan para un »día después» en Gaza puede formularse, planificarse y acordarse adecuadamente sin conocer los hechos exactos sobre el terreno una vez finalizada la batalla.

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Agencia AJN.- (Bobby Rechnitz* – The Jerusalem Post) A lo largo de la historia, los planes para »el día después» sólo se elaboraron una vez finalizadas las guerras.

El ejemplo relativamente reciente más famoso es el Plan Marshall, una iniciativa estadounidense para ayudar a Europa a recuperarse económicamente tras la Segunda Guerra Mundial.

Se formuló en 1948, tres años después del final de la guerra, y no hace falta mucha imaginación para comprender las implicaciones de la puesta en marcha de un Plan Marshall mientras los nazis seguían luchando, ocupando grandes partes de Europa y asesinando judíos en masa.

Esa es la realidad de la guerra y sus consecuencias.

Primero se lucha hasta que el enemigo se rinde, y sólo después se puede hablar de paz y de soluciones a largo plazo.

Ningún plan para un »día después» en Gaza puede formularse, planificarse y acordarse adecuadamente sin conocer los hechos exactos sobre el terreno cuando la batalla haya terminado.

En primer lugar, da a Hamás la esperanza de que el final está cerca y lo único que tiene que hacer es sobrevivir unos días o semanas más hasta que se imponga una solución política, y no militar, que le permita matar, violar y secuestrar de nuevo.

En segundo lugar, ningún actor interno o externo aceptará formar parte abierta y públicamente del gobierno de la Franja de Gaza, ya que los seguidores e integrantes de Hamás seguirán siendo capaces de impartir su propio tipo de justicia parapolicial, como hicieron durante toda la guerra.

Si no que se lo pregunten al poderoso clan Doghmush de la ciudad de Gaza, cuyo líder fue supuestamente asesinado porque Hamás sospechaba que intentaba cooperar con Israel para dispensar ayuda a la población civil.

La Autoridad Palestina (AP) no puede participar por varias razones. La última vez que la AP gobernó la Franja fue en 2007, sólo dos años después de que Israel entregara Gaza a la AP, cuando Hamás derrocó a sus líderes desde altos edificios con una facilidad pasmosa.

Y lo que es más importante, la AP demostró que no es mucho mejor que Hamás. Sus organizaciones miembros, Fatah y las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, afirman haber participado en la masacre del 7 de octubre. Sus dirigentes la elogiaron, pidieron que se repitiera y pagan sin dudarlo salarios mensuales a los implicados en el asesinato, violación y secuestro de israelíes.

Cambiar Hamás por Fatah no cambia nada.

La única solución posible, y que sólo debería implicar un acercamiento preliminar por debajo del radar antes de que la guerra haya terminado, es que los Acuerdos de Abraham gobiernen el enclave costero palestino.

Las naciones árabes que firmaron acuerdos de paz y normalización con el Estado judío, y esperemos que haya más en preparación, serían los candidatos ideales para ayudar a gobernar Gaza una vez que Hamás haya sido completamente derrotado.

Estas naciones firmaron la paz con Israel porque comprendieron que es permanente, así como un activo para la paz y la seguridad regionales. También comprendieron que la verdadera amenaza en la región es el »Eje de la Resistencia» dirigido por Irán y que Israel y los pragmáticos Estados árabes suníes tienen un gran interés en sofocar la malévola influencia iraní.

Igual de importante es que comprenden el peligro del islamismo radical y saben cómo combatirlo, infundiendo tolerancia y paz.

Los dirigentes de los EAU, Bahréin y Marruecos, que se enfrentaron a sus propios extremistas con firmeza, tienen tolerancia cero con quienes buscan la violencia y el derramamiento de sangre.

Estos dirigentes también desarrollaron e hicieron progresar sus sistemas educativos hacia la tolerancia, la aceptación de los judíos y la paz.

Es importante destacar que el sistema educativo de Arabia Saudita también realizó avances impresionantes y el año pasado eliminó todas las representaciones negativas de los judíos de los materiales educativos.

Como sabemos, toda una generación palestina necesita una educación diferente, alejada del odio, el antisemitismo y la Yihad Islámica Palestina (YIP).

La AP, por su parte, a pesar de algunas protestas en sentido contrario, siguió incitando el odio contra Israel y los judíos, y esto es parte del problema, no la solución.

Por supuesto que Jerusalem debe mantener la seguridad general de la Franja en un futuro previsible hasta que las semillas del cambio estén bien asentadas.

No obstante, los más capacitados para llevar a cabo este cambio necesario, con la experiencia correcta y la motivación y comprensión adecuadas de las implicaciones regionales, son estas naciones de los Acuerdos de Abraham.

Basta decir que cualquier nación que alcance la paz en un futuro próximo puede y debe asumir un papel en la gobernanza de Gaza.

Sin embargo, ninguna nación como Qatar, que sigue siendo aliada de la República Islámica de Irán, hogar de Hamás y nido de radicalismo, antisemitismo y terrorismo, debería participar de ninguna manera.

Los Acuerdos de Abraham surgieron del entendimiento de que Israel y las naciones árabes suníes moderadas tienen intereses profundos y compartidos, que están mejor unidos que divididos, y que los terroristas palestinos no deberían tener derecho de veto sobre estas relaciones mutuamente beneficiosas.

A esta nueva constelación regional le interesa asegurarse que el enclave costero deje de ser utilizado como otro frente en la batalla iraní por la supremacía regional.

Esto enviaría un mensaje claro a los ayatolás de Teherán y a sus apoderados en el Líbano, Siria, Irak y Yemen de que existe una unidad de propósito contra ellos y que una nueva alianza regional garantizará la caída de la primera ficha de dominó en la ofensiva radical chií por el dominio de Medio Oriente.

Independientemente de las declaraciones públicas, los líderes nacionales suníes moderados quieren que Israel salga victorioso frente a Hamás. Una vez que Hamás haya sido derrotado, podrán decir públicamente lo que ahora sólo se dice a puertas cerradas.

Entonces, y sólo entonces, podrán formar parte de una solución de gobierno sólida y duradera para Gaza, que proporcionaría un futuro mejor al pueblo gazatí y la necesaria seguridad a largo plazo para Israel.

 

*Bobby Rechnitz es un filántropo y promotor inmobiliario radicado en Los Ángeles que preside la Mesa Redonda de los Acuerdos de Abraham y el Comité de la Moneda Conmemorativa Golda Meir en Washington, DC.

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