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Opinión

Análisis: El gobierno de Netanyahu no está cerca de colapsar, el despido del ministro de Defensa lo demuestra

Agencia AJN.- Al remover a Gallant tan rápidamente, Netanyahu está enviando un fuerte mensaje a aquellos dentro de su propio partido que podrían querer ayudar a frenar el plan de reforma judicial.

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Gallant Netanyahu

Agencia AJN.- La decisión del primer ministro Benjamín Netanyahu de despedir al ministro de Defensa Yoav Gallant no sorprende a quienes lo escucharon hablar mientras estaba en Londres.

De hecho, no debería sorprender a nadie que haya estado siguiendo el dramático impulso del gobierno para acelerar la legislación de reforma judicial durante los últimos tres meses.

Los expertos financieros han advertido que es un desastre económico. Los líderes occidentales han expresado su preocupación y los altos mandos militares han dicho que la agitación en el ejército es una amenaza para la seguridad.

Los cientos de miles de manifestantes contra el plan no han hecho mella, a medida que crece la claridad de que los medios más efectivos para detener la reforma judicial vendrán desde adentro, principalmente del Likud.

Al remover a Gallant tan rápidamente, Netanyahu está enviando un fuerte mensaje a aquellos dentro de su propio partido que podrían querer ayudar a frenar el plan de reforma judicial, que él cree que fortalecerá la democracia israelí y que sus oponentes temen que la transforme en una dictadura.

Junto a esos dos campos fuertemente divididos, hay un tercero, que cree, como lo hizo Gallant, que el proceso en sí mismo se ha convertido en una amenaza para la seguridad.

Seamos claros, Gallant es un fuerte político de derecha, que pertenece a ese campo político, del tipo que debería tener la libertad de expresar sus puntos de vista sobre seguridad y votar según su conciencia.

Para que Netanyahu dé este paso, solo tres meses después de su mandato, también tendría que estar dispuesto a permitir que su estrategia con Irán se vea afectada, dado que los aliados que recién comenzaban a trabajar con Gallant en una estrategia militar conjunta, ahora tendrían que empezar de nuevo con otro ministro de Defensa.

Si Netanyahu quisiera subrayar cuán importante es para él el tema de la reforma judicial, no podría haber elegido un movimiento simbólico más fuerte.

Netanyahu se ha mantenido firme frente a la presión interna y externa.
Hubo un momento hace menos de tres días, cuando la agitación que rodeaba el proceso de reforma casi pareció abrumar a Netanyahu.

En Londres se podían escuchar los cánticos de los manifestantes, ondeando banderas israelíes y sosteniendo carteles que advertían que Netanyahu estaba transformando a Israel de una democracia a una dictadura.

Netanyahu inicialmente parecía solemne, con la cabeza gacha como si le pesara el ruido exterior. Luego levantó la cabeza y esbozó una sonrisa al ver al primer ministro británico, Rishi Sunak, abrir la puerta de Downing Street y salir para saludarlo.

Esos segundos casi parecían ilustrar una imagen de un líder israelí aislado, tan sumido en la agitación que lo siguió hasta Londres. Las persistentes protestas de un pequeño grupo de activistas en su mayoría israelíes que a menudo gritaban en hebreo palabras como “¡democracia!” y “¡vergüenza!”, lo persiguió durante todo el viaje, subrayando la imagen.

Incluso cuando se fue, rodearon su transporte a ambos lados de la pequeña calle fuera del hotel Savoy.

Netanyahu, sin embargo, a menudo ha sido un líder israelí dispuesto a mantenerse firme frente a la enorme presión nacional e internacional.

No hace falta mirar más allá de la decisión de Netanyahu en 2015 de instar al Congreso a no apoyar el acuerdo con Irán del presidente estadounidense, Barack Obama.

Una posición solitaria para Netanyahu no significa una posición débil. Cuando se sentó a hablar con los periodistas en el hotel Savoy después de su conversación con el primer ministro británico, no pareció alterado por la turbulencia que lo rodeaba.

Para él, el problema era el creciente fenómeno de los reservistas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) que han amenazado con dejar de servir en el ejército para protestar contra el plan de reforma judicial.

Gallant estaba tan preocupado de que tal negativa representara una amenaza para la seguridad que arriesgó su puesto como ministro de Defensa, por el que trabajó toda su vida, para instar a Netanyahu a suspender el proceso legislativo.

Netanyahu dijo a los periodistas que el fenómeno es una “amenaza a la seguridad” que, explicó, era la razón por la cual el alto nivel militar debe mantenerse firme y no puede ceder ante él. Tales amenazas no convencieron a Netanyahu de querer detener el proceso de reforma. Por el contrario, consideró que tal negativa de las FDI no puede convertirse en una herramienta política estándar para influir en la política del gobierno.

“El Estado no puede existir sin el ejército. No vas a tener un Estado. Es muy simple. Aquí se han cruzado todas las líneas rojas”, enfatizó.

Netanyahu habló como un hombre seguro de su camino y seguro de que el plan de reforma, una vez aprobado, probaría que su afirmación de que fortalecería al Estado era correcta.

Explicó que pausar el proceso de reforma no terminaría con las protestas que cree que continuarían a pesar de todo.

Netanyahu no está huyendo, está a la ofensiva. No tiene intención de retroceder.

Su decisión de despedir a Gallant lo demuestra.

Por Tovah Lazaroff – Fuente: Jerusalem Post

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Independencia del Estado de Israel. Del duelo a la esperanza. Por Mattanya Cohen*

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Este año, Israel celebra 76 años de independencia, lo que normalmente sería una ocasión festiva, este año es una ocasión sombría, empañada por un gran dolor. Este año, junto con nuestro gran aprecio por nuestra renovada independencia en nuestra patria, contemplamos la profunda devastación que hemos experimentado como nación y lloramos la pérdida de más de 1.200 nuevas víctimas del terrorismo que se agregaron de la noche a la mañana, el 7 de octubre. ¿Cómo podemos celebrar la libertad de nuestra nación cuando nuestros hermanos y hermanas están aún en cautiverio? ¿Cómo podemos regocijarnos en nuestra independencia cuando amigos y familiares todavía no han retornado del campo de batalla?

La proximidad del Día de los Caídos y del Día de la Independencia, dos días significativos en el calendario israelí, ubicados intencionadamente uno detrás del otro, siempre ha suscitado debate-¿cómo podemos pasar tan rápidamente de tanta tristeza a la celebración? Estas dos jornadas, con sus caracteres tan diferentes, están unidas por la sangre de nuestros soldados y de las víctimas del terrorismo quienes han sacrificado sus vidas por nuestra nación.

Lamentablemente, este año, mientras la sirena de conmemoración paralice a todo el Estado en un silencioso homenaje, nos focalizaremos en los acontecimientos en curso. Los ataques de Irán y sus organizaciones terroristas afines como Hamás, Hezbolá y los Hutíes han unido nuevamente a nuestra nación, un pueblo unido por nuestra resiliencia frente a un horrendo ataque terrorista.

Este año, nuestra reverencia por el Día de los Caídos está envuelta en un nuevo dolor y nuestro aprecio por la libertad en nuestro propio país es más profundo que nunca. Pero en medio del dolor, tenemos mucho de lo que estar orgullosos. Como nación hemos desplegado una gran solidaridad, valentía y camaradería entre todos los ciudadanos de Israel, independientemente de su religión, opinión política o diferencias sociales.

Mientras se desarrollaba el ataque de Hamás en el sur de Israel, acompañado simultáneamente de cientos de andanadas de cohetes lanzados indiscriminadamente contra objetivos en todo el país, los civiles se lanzaron inquebrantablemente hacia las llamas, no alejándose de ellas, para salvar tantas vidas como fuera posible. Muchos de estos héroes perdieron sus vidas en su intento de salvar a otros. En las primeras horas del 7 de octubre, cuando quedó claro que no se trataba solo de un ataque más, jóvenes israelíes en el exterior se agolparon en los aeropuertos para regresar y participar en la defensa del país.

Durante 2.000 años, los judíos recordaron a Jerusalén y a la Tierra de Israel en todas sus plegarias, tanto en momentos de celebración como de duelo-hasta que pudimos restablecer un Estado judío en nuestra patria. Actualmente, mientras la horrible cabeza del antisemitismo se eleva a máximos históricos en todo el mundo, experimentamos una sensación cada vez más intensa de unidad de nosotros como pueblo y destino compartido en el único Estado judío.

Nuestro joven país ha tenido una historia plena y colorida. En apenas unas décadas desde el establecimiento hemos proporcionado un refugio seguro al pueblo judío en su tierra ancestral, hemos creado una sociedad dinámica y diversa de ciudadanos de múltiples creencias y orígenes, hemos transformado una tierra antigua en una tierra de innovación y creatividad, hemos convertido a vecinos de enemigos en aliados y hemos demostrado que estamos aquí para quedarnos. Ha habido desafíos y conflictos, junto con muchos éxitos. A pesar de todo, hemos conservado y mantenido nuestra fe tanto en nuestra nación como en nuestro pueblo, seguros de que nuestro futuro está en nuestras manos, y lo estamos construyendo juntos.

Este año, mientras el Día de los Caídos se transforma en el Día de la Independencia, nuestros hermanos y hermanas aún languidecen en cautiverio. A pesar de que este año nuestras celebraciones distan mucho de ser alegres, y nuestros corazones aún no están enteros, nos fijamos en israelíes fuertes como Rachel Goldberg-Polin, considerada por la

revista Time como una de las personas más influyentes del mundo, la madre de Hersh Goldberg-Polin, quien aún permanece cautivo en Gaza, y que continua difundiendo su mantra de que “la esperanza es obligatoria” en todo el mundo.

Este gran país fue construido sobre numerosos valores y principios, pero el singular valor que brilla por encima de las dificultades, es nuestra esperanza colectiva como nación de que algún día podremos vivir en paz con nuestros vecinos.

Hasta entonces, y particularmente ahora, “la esperanza es obligatoria”, y nunca renunciaremos a ella.

*Director Adjunto de la oficina de América Latina y el Caribe de la Cancillería israelí. Ex embajador de Israel en Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice.

 

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Por Jorge Knoblovits: Hoy más que nunca: estamos acá

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Agencia AJN.- (Jorge Knoblovits* – LA NACION) El 8 de mayo conmemoramos junto con el Museo del Holocausto, el Acto Central por Iom Hashoá en el CCK. Ocasión en la que junto a los sobrevivientes del nazismo y la sociedad argentina toda, recordamos el impacto de esa terrible experiencia que sufrió el pueblo judío.

Es también una oportunidad para advertir las señales de odio y desprecio de la actualidad que siempre constituyen la antesala de experiencias traumáticas.

El discurso del odio predispone a las mentes y a los cuerpos para naturalizar el racismo y sus mecanismos de exterminio.

La Argentina cuenta con importantes herramientas para advertir y hacer frente a la diseminación de manifestaciones discriminatorias o que reivindiquen al nazismo.

La Constitución Nacional, contiene dos normas que se refieren a la libertad de las ideas. El artículo 14 dispone que todos los habitantes de la Nación gozan del derecho “de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa”. A su vez el art. 32 dispone que “El Congreso Federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”.

También, nuestro país adhirió a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio que es imprescriptible. Allí se describen las acciones que lo modelan: “Actos perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”.

De estas normas constitucionales e internacionales, podemos destacar que, si los delitos de genocidio cometidos durante la Segunda Guerra Mundial contra los judíos, no se encuentran prescriptos, mal se puede permitir que los propios Estados firmantes toleren el aliento de la ideología nazi apologéticamente.

La Convención antes citada hace hincapié en otro aspecto a tener especialmente en cuenta y es el concepto de instigación. Ningún genocidio es posible sin una escalada previa de marcaje y de construcción de otredades negativas. La aniquilación de seis millones de judíos en la Shoá pudo suceder por estratégicos condicionamientos ideológicos. Sería hacer andar libremente el material del que se nutren los verdugos y ejecutores de planes siniestros.

El claro ejemplo lo constituye Mein kampf, el libro escrito por Adolf Hitler mucho antes de acceder al poder absoluto de Alemania.

Por todo ello, se debe tener en cuenta lo imprescindible de la protección a los derechos humanos, cosmovisión inspirada en la vivencia del Holocausto y los resortes de prevención que debemos articular.

De allí que toda la literatura, propaganda, ideas, videos, mensajes, caricaturas que instiguen en los términos de la Convención de Genocidio los actos que se describen, deben ser expuestas para impedir su viralización.

No sólo el Derecho es capaz de obstaculizar la discriminación. La educación, los medios masivos de comunicación y los vínculos sociales en general deben ser dispositivos de sensibilización y empatía.

Hoy más que nunca, “Estamos acá” tras los sucesos del 7 de octubre pasado en el Estado de Israel, en los que la Shoá y su odio antisemita se hizo presente con saña.

El terrorismo y su despiadado modus operandi acechan los valores de la democracia y la seguridad del mundo libre.

Hoy más que nunca debemos resignificar ese ataque a la dignidad de un pueblo que tiene derecho a su territorio y a vivir en paz.

Ocasión también para exigir la liberación de los 133 secuestrados por el régimen terrorista de Hamás y la Jihad Islámica desde ese fatídico día. Sillas vacías que agudizan el dolor.

Que vuelvan a casa.

Recordar y no olvidar para que la Shoá no se repita.

“Hoy más que nunca. Estamos acá “.

“Mir zainen do”.

 

 

*Dr. Jorge Knoblovits, presidente de la DAIA

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