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Opinión

Sugerencia a las figuras públicas chilenas que condenan a Israel. Por Ana Jerozolimski*

Agencia AJN.- La mejor forma de defender a los palestinos no pasa por la demonización de Israel y el invento de mentiras en su contra, sino por la condena al terrorismo y el aliento a volver a negociar. Sería lo mejor, para israelíes y palestinos.

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Agencia AJN.- Optamos por partir de la base que los actores y otros personajes públicos chilenos que participaron en el reciente video de condena del “plan de anexión” de Israel, hablaron mal guiados por quienes los llenaron de información falsa, que falta a la verdad. No sería lógico suponer que están dispuestos a desprestigiarse pronunciándose sobre un tema importante, con datos totalmente distorsionados, que no reflejan la verdad.

Es lamentable que repitan un libreto evidentemente dictado por quien tiene interés en distorsionar la realidad, una realidad que está claro que ellos no conocen, y sobre la que hablan tragándose lo que otros les mintieron. Salvo una excepción puntual, estos voceros no conocen la situación en el terreno ni han estado en el escenario de los hechos, lo cual no les impide manifestarse como si dominaran el tema, aunque lejos están de hacerlo.

Por ende, nos permitimos sugerir que no se arriesguen a abrir juicio tan tajante, sino dominar los hechos.

1) El conocido actor Benjamín Vicuña es quien abre el video advirtiendo que el 1° de julio está por cometerse “uno de los abusos más grandes de los últimos tiempos”. ¿Se refiere a otra de tantas matanzas en Siria? ¿En Irak? ¿En Irán? Ah…no…era a la “anexión”. Dicho sea de paso, este 1° de julio no ocurrió nada, pero digamos que puede que sea una mera postergación. La fecha exacta no es el punto central.

2)“Israel, desafiando las advertencia de la comunidad internacional, anexará gran parte de lo que se define como territorio palestino”, dicen quienes suceden al actor.

Pues fíjense que no. Ante todo, la supuesta definición de la zona como “territorio palestino” no está basada en el Derecho internacional. Nadie determinó que eso es territorio palestino, salvo los palestinos mismos y quienes les apoyan. Es territorio en disputa, que estuvo durante 500 años gobernado por el imperio Otomano, luego por el Mandato Británico, luego ocupado por Jordania y luego fue conquistado por Israel. De hecho, en la conferencia de San Remo, de la que se cumplieron hace poco 100 años, se determinó que ese territorio sería parte de un Estado judío.

Pero más allá de este trasfondo histórico, eso de “anexará gran parte” no es cierto. Según el plan de Trump, se reconocería soberanía israelí en hasta el 30% del territorio, parte de la zona “C”, que según el acuerdo de Oslo, está bajo control de Israel hasta que un acuerdo definitivo entre las partes determine su estatuto final. Pero también está la opción que Israel, si resuelve dar este paso, declare soberanía sólo en el 6% del territorio de Cisjordania (Judea y Samaria), o sea los bloques de asentamientos, en los que reside la enorme mayoría de los habitantes judíos de la zona, y poquísimos palestinos. De todos modos, lejos se está de tratarse de “la mayor parte”.

3) “Dejando sin hogar a cientos de miles de palestinos”, dice otro de los participantes.

Mentira. Aún si Israel concreta el plan de aplicar su soberanía en los asentamientos, eso no incluye en absoluto la expulsión de los palestinos. Simplemente es falso. En el plan de Trump, en el cual se contempló precisamente el reconocimiento de la soberanía israelí en la zona, dice explícitamente que nadie deberá abandonar su casa, ni israelíes ni palestinos.

Pero además, cabe dar algunos números. El 90% de la población palestina de Cisjordania (que en total parece que es de un poco más de 2 millones y medio de personas, aunque no ha habido un censo claro), está desde enero de 1996 bajo gobierno de la Autoridad Palestina, en las zonas A y B , que también fueron determinadas por el acuerdo de Oslo.

4) “Quitándoles sus tierras y tomando posesión de sus recursos naturales”, agregan. No es cierto. Falso. La aplicación de la soberanía israelí en el terreno, es parte del plan de Trump, que por otro lado planea reconocer a un Estado palestino que cumpla ciertas condiciones, en el 70% del territorio. Sobre los recursos, lamentablemente no hay en esta zona recursos naturales de valor, salvo el agua, que escasea, y que Israel suministra en gran medida a la Autoridad Palestina.

5) “Los palestinos serán desplazados y no formarán parte de ningún estado”, dice otro participante. Los palestinos no serán desplazados a ningún lado, por lo ya dicho antes. Y el tema no es que “no formarán parte de ningún Estado”, sino que nunca formaron parte de un Estado. O sea, no existió en la historia, jamás, un Estado palestino independiente. Es más: la primera vez que pudieron gobernarse en forma autónoma, fue justamente a raíz de los acuerdos de Oslo suscriptos con Israel. Fueron esos acuerdos los que crearon la Autoridad Palestina que los gobierna hoy.

Ah, además…si hubieran aceptado diversas propuestas que les fueron presentadas a lo largo de los años, inclusive antes de la creación de Israel, ya tendrían su Estado independiente. Dicho sea de paso, yo lamento que no lo tengan. Rechazar las propuestas fue nocivo para ellos y por ende, para la opción de paz con Israel. Lamentable.

6) “Quedarán en territorios aislados es decir en un verdadero apartheid…”

La eventual declaración de soberanía israelí en los asentamientos no “aisla” a los palestinos. Tanto localidades palestinas como asentamientos israelíes, tienen en determinadas zonas un problema de continuidad territorial. Este, dicho sea de paso, es mucho más grave para los israelíes, al menos según el mapa de Trump. Unos 15 asentamientos quedarían como enclaves rodeados de territorio gobernado por los palestinos.

¿Y apartheid? La palabra es efectista y demonizadora, pero no tiene nada que ver con la realidad. La enorme mayoría de la población palestina quedaría bajo autogobierno de la Autoridad Palestina y la población judía bajo gobierno israelí. Precisamente hoy entrevisté a un ex General israelí que defiende la opción de soberanía en los asentamientos y me dijo claramente que en su opinión, en el futuro aquellos palestinos que viven en la zona de soberanía israelí, que son la pequeña minoría, deberán recibir ciudadanía israelí. No es un plan oficial aún, pero no fue él el primero en mencionarlo. También el ex ministro de Defensa Bennett había hablado claramente en esos términos. Apartheid, el régimen de segregación racial de Sudáfrica, no tiene nada que ver con esta situación.

7) Y acá viene una de las peores mentiras, porque va acompañada de un simbolismo mal intencionado de quienes nutrieron a estas figuras públicas de información deformada. “Son más de 6 millones de personas viviendo en Palestina”, dice una de las figuras. Es tan fácil inventar números confiando en que nadie revisa ¿no? Hay aproximadamente 2.5 millones de palestinos en Cisjordania y algo menos de 2 millones en la Franja de Gaza (que nada tiene que ver con el plan de soberanía). En mis cuentas, 4.5 millones no son 6.

¿Estarán agregando a los 2 millones de ciudadanos árabes de Israel, cuyo voto al parlamento israelí-al que también pueden ser electos- vale exactamente como el de un ciudadano judío? Qué mala intención…

Pero lo peor no es el mero intento de deformar la realidad, sino eso de 6 millones, exactamente la cantidad de judíos asesinados por los nazis en el Holocausto. ¿Habrá sido un intento de fijar en la percepción de quien mire el video la sensación de que los palestinos son víctimas de un genocidio? O sea, en este video no lo dicen explícitamente, pero como la propaganda palestina ha usado el motivo en repetidas ocasiones, reconocemos que tenemos cierta sensibilidad al respecto.

8) Ya nos hemos extendido en demasía, por lo cual optamos por resumir, sin hacer referencia a cada uno de los puntos. El video exige justicia. Nos parece bien. Yo la quiero, para todos. Por lo tanto, no quiero que la Autoridad Palestina continúe efectuando pagos a terroristas responsables de atentados, y que desde sus páginas oficiales no se elogie a los terroristas ni se incite a la violencia. Eso sería justo para ambas partes, sin envenenar la mente de nadie.

“Más de 70 años de sufrimientos palestinos ha sido suficientes”, afirman casi al final. Más que cierto. Y la primera queja al respecto debe ser a sus líderes, que han rechazado una y otra vez propuestas para llegar a un acuerdo con Israel. Varias de ellas incluían la fórmula de un Estado palestino independiente. Oportunidades desperdiciadas que nada aportaron a los palestinos.

En tono personal, quisiera agregar: estoy a favor de un Estado palestino independiente que viva en paz junto a Israel, y no apoyo la declaración de soberanía. Pero no por ello voy a deformar las cosas ni decir que la historia fue distinta de la que fue. De esa forma, no se defiende dignamente ninguna causa.

La mejor forma de defender a los palestinos no pasa por la demonización de Israel y el invento de mentiras en su contra, sino por la condena al terrorismo y el aliento a volver a negociar.Sería lo mejor, para israelíes y palestinos.

*Periodista uruguaya-israelí y directora de Semanario Hebreo Jai

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Independencia del Estado de Israel. Del duelo a la esperanza. Por Mattanya Cohen*

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Este año, Israel celebra 76 años de independencia, lo que normalmente sería una ocasión festiva, este año es una ocasión sombría, empañada por un gran dolor. Este año, junto con nuestro gran aprecio por nuestra renovada independencia en nuestra patria, contemplamos la profunda devastación que hemos experimentado como nación y lloramos la pérdida de más de 1.200 nuevas víctimas del terrorismo que se agregaron de la noche a la mañana, el 7 de octubre. ¿Cómo podemos celebrar la libertad de nuestra nación cuando nuestros hermanos y hermanas están aún en cautiverio? ¿Cómo podemos regocijarnos en nuestra independencia cuando amigos y familiares todavía no han retornado del campo de batalla?

La proximidad del Día de los Caídos y del Día de la Independencia, dos días significativos en el calendario israelí, ubicados intencionadamente uno detrás del otro, siempre ha suscitado debate-¿cómo podemos pasar tan rápidamente de tanta tristeza a la celebración? Estas dos jornadas, con sus caracteres tan diferentes, están unidas por la sangre de nuestros soldados y de las víctimas del terrorismo quienes han sacrificado sus vidas por nuestra nación.

Lamentablemente, este año, mientras la sirena de conmemoración paralice a todo el Estado en un silencioso homenaje, nos focalizaremos en los acontecimientos en curso. Los ataques de Irán y sus organizaciones terroristas afines como Hamás, Hezbolá y los Hutíes han unido nuevamente a nuestra nación, un pueblo unido por nuestra resiliencia frente a un horrendo ataque terrorista.

Este año, nuestra reverencia por el Día de los Caídos está envuelta en un nuevo dolor y nuestro aprecio por la libertad en nuestro propio país es más profundo que nunca. Pero en medio del dolor, tenemos mucho de lo que estar orgullosos. Como nación hemos desplegado una gran solidaridad, valentía y camaradería entre todos los ciudadanos de Israel, independientemente de su religión, opinión política o diferencias sociales.

Mientras se desarrollaba el ataque de Hamás en el sur de Israel, acompañado simultáneamente de cientos de andanadas de cohetes lanzados indiscriminadamente contra objetivos en todo el país, los civiles se lanzaron inquebrantablemente hacia las llamas, no alejándose de ellas, para salvar tantas vidas como fuera posible. Muchos de estos héroes perdieron sus vidas en su intento de salvar a otros. En las primeras horas del 7 de octubre, cuando quedó claro que no se trataba solo de un ataque más, jóvenes israelíes en el exterior se agolparon en los aeropuertos para regresar y participar en la defensa del país.

Durante 2.000 años, los judíos recordaron a Jerusalén y a la Tierra de Israel en todas sus plegarias, tanto en momentos de celebración como de duelo-hasta que pudimos restablecer un Estado judío en nuestra patria. Actualmente, mientras la horrible cabeza del antisemitismo se eleva a máximos históricos en todo el mundo, experimentamos una sensación cada vez más intensa de unidad de nosotros como pueblo y destino compartido en el único Estado judío.

Nuestro joven país ha tenido una historia plena y colorida. En apenas unas décadas desde el establecimiento hemos proporcionado un refugio seguro al pueblo judío en su tierra ancestral, hemos creado una sociedad dinámica y diversa de ciudadanos de múltiples creencias y orígenes, hemos transformado una tierra antigua en una tierra de innovación y creatividad, hemos convertido a vecinos de enemigos en aliados y hemos demostrado que estamos aquí para quedarnos. Ha habido desafíos y conflictos, junto con muchos éxitos. A pesar de todo, hemos conservado y mantenido nuestra fe tanto en nuestra nación como en nuestro pueblo, seguros de que nuestro futuro está en nuestras manos, y lo estamos construyendo juntos.

Este año, mientras el Día de los Caídos se transforma en el Día de la Independencia, nuestros hermanos y hermanas aún languidecen en cautiverio. A pesar de que este año nuestras celebraciones distan mucho de ser alegres, y nuestros corazones aún no están enteros, nos fijamos en israelíes fuertes como Rachel Goldberg-Polin, considerada por la

revista Time como una de las personas más influyentes del mundo, la madre de Hersh Goldberg-Polin, quien aún permanece cautivo en Gaza, y que continua difundiendo su mantra de que “la esperanza es obligatoria” en todo el mundo.

Este gran país fue construido sobre numerosos valores y principios, pero el singular valor que brilla por encima de las dificultades, es nuestra esperanza colectiva como nación de que algún día podremos vivir en paz con nuestros vecinos.

Hasta entonces, y particularmente ahora, “la esperanza es obligatoria”, y nunca renunciaremos a ella.

*Director Adjunto de la oficina de América Latina y el Caribe de la Cancillería israelí. Ex embajador de Israel en Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice.

 

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Por Jorge Knoblovits: Hoy más que nunca: estamos acá

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Agencia AJN.- (Jorge Knoblovits* – LA NACION) El 8 de mayo conmemoramos junto con el Museo del Holocausto, el Acto Central por Iom Hashoá en el CCK. Ocasión en la que junto a los sobrevivientes del nazismo y la sociedad argentina toda, recordamos el impacto de esa terrible experiencia que sufrió el pueblo judío.

Es también una oportunidad para advertir las señales de odio y desprecio de la actualidad que siempre constituyen la antesala de experiencias traumáticas.

El discurso del odio predispone a las mentes y a los cuerpos para naturalizar el racismo y sus mecanismos de exterminio.

La Argentina cuenta con importantes herramientas para advertir y hacer frente a la diseminación de manifestaciones discriminatorias o que reivindiquen al nazismo.

La Constitución Nacional, contiene dos normas que se refieren a la libertad de las ideas. El artículo 14 dispone que todos los habitantes de la Nación gozan del derecho “de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa”. A su vez el art. 32 dispone que “El Congreso Federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”.

También, nuestro país adhirió a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio que es imprescriptible. Allí se describen las acciones que lo modelan: “Actos perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”.

De estas normas constitucionales e internacionales, podemos destacar que, si los delitos de genocidio cometidos durante la Segunda Guerra Mundial contra los judíos, no se encuentran prescriptos, mal se puede permitir que los propios Estados firmantes toleren el aliento de la ideología nazi apologéticamente.

La Convención antes citada hace hincapié en otro aspecto a tener especialmente en cuenta y es el concepto de instigación. Ningún genocidio es posible sin una escalada previa de marcaje y de construcción de otredades negativas. La aniquilación de seis millones de judíos en la Shoá pudo suceder por estratégicos condicionamientos ideológicos. Sería hacer andar libremente el material del que se nutren los verdugos y ejecutores de planes siniestros.

El claro ejemplo lo constituye Mein kampf, el libro escrito por Adolf Hitler mucho antes de acceder al poder absoluto de Alemania.

Por todo ello, se debe tener en cuenta lo imprescindible de la protección a los derechos humanos, cosmovisión inspirada en la vivencia del Holocausto y los resortes de prevención que debemos articular.

De allí que toda la literatura, propaganda, ideas, videos, mensajes, caricaturas que instiguen en los términos de la Convención de Genocidio los actos que se describen, deben ser expuestas para impedir su viralización.

No sólo el Derecho es capaz de obstaculizar la discriminación. La educación, los medios masivos de comunicación y los vínculos sociales en general deben ser dispositivos de sensibilización y empatía.

Hoy más que nunca, “Estamos acá” tras los sucesos del 7 de octubre pasado en el Estado de Israel, en los que la Shoá y su odio antisemita se hizo presente con saña.

El terrorismo y su despiadado modus operandi acechan los valores de la democracia y la seguridad del mundo libre.

Hoy más que nunca debemos resignificar ese ataque a la dignidad de un pueblo que tiene derecho a su territorio y a vivir en paz.

Ocasión también para exigir la liberación de los 133 secuestrados por el régimen terrorista de Hamás y la Jihad Islámica desde ese fatídico día. Sillas vacías que agudizan el dolor.

Que vuelvan a casa.

Recordar y no olvidar para que la Shoá no se repita.

“Hoy más que nunca. Estamos acá “.

“Mir zainen do”.

 

 

*Dr. Jorge Knoblovits, presidente de la DAIA

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