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Opinión

¿Podrá el éxito de la vacunación de Netanyahu superar las acusaciones de antidemocrático? Por David Horovitz*

Agencia AJN.- Amado y odiado, el primer ministro llega a las elecciones con un éxito rotundo en la vacunación y tras haber logrado la normalización con cuatro países árabes. Sin embargo, su accionar político, cuestionado por sus opositores y por una gran proporción de la población que lo acusa de antidemocrático y lo quiere fuera por las causas de corrupción que lo tienen como acusado, lo aleja de la contundencia que necesita para ser reelecto. Con sus rivales fragmentados, deberá negociar para mantenerse en el cargo.

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Agencia AJN.- Si Benjamín Netanyahu es reelegido la próxima semana, no habrá duda del papel central que ha desempeñado su gestión de la campaña de vacunación en Israel.

En una entrevista televisiva la semana pasada, el director general de Pfizer, Albert Bourla, admitió estar «impresionado, francamente, por la obsesión de su primer ministro» al tratar de persuadir a su empresa de que Israel era el campo de pruebas nacional perfecto para las vacunas de Pfizer. «Me llamó 30 veces», se maravilló Bourla.

Gracias a que Netanyahu se aseguró un suministro temprano y abundante, Israel ha liderado el mundo en vacunación per cápita, con apenas un millón de israelíes aptos que aún no han sido vacunados. Como consecuencia directa, Israel ha podido reabrir gradualmente la mayor parte de la economía en los últimos días sin que haya un aumento de los niveles de contagio y con el número de casos graves de COVID-19 disminuyendo día a día.

Los rivales de Netanyahu denuncian que Israel, con más de 6.000 víctimas mortales de COVID-19, no ha obtenido buenos resultados en cuanto a su tasa de mortalidad per cápita -está en el puesto 55 del mundo al momento de publicar este artículo, con unos 170 países que lo hacen mejor- y argumentan que esto se debe, al menos en parte, a su decisión politizada de no aplicar el llamado sistema de semáforos. Este sistema pretendía imponer cierres más restrictivos en las zonas de mayor contagio, pero como muchas de esas zonas eran pueblos y barrios ultraortodoxos densamente poblados, y como Netanyahu se cuidaba de no perder al electorado ultraortodoxo y a sus miembros de la Knesset (Parlamento), estos cierres diferenciados no se impusieron en general.

Críticos como Yair Lapid, de Yesh Atid, han citado a la cercana Chipre para destacar el ostensible fracaso de Netanyahu en este sentido: con una población de una décima parte de la de Israel, tiene un número de muertos, 240, que es aproximadamente una 25ª parte del de Israel. Y aunque Netanyahu ha replicado que Chipre, al ser una isla, es fácil de cerrar, Lapid señaló en una entrevista a principios de este mes que Israel sólo tuvo que cerrar un único aeropuerto -mientras que Chipre tiene dos- y sin embargo no lo hizo de forma efectiva.

No obstante, cuando se les pregunta en los últimos sondeos si están satisfechos con la gestión de la pandemia por parte del gobierno, una proporción cada vez mayor del electorado dice que sí: el 57% en una encuesta del Canal 12 realizada el martes por la noche, en comparación con el 44% cuando se hizo la misma pregunta hace dos semanas.

La mayoría de los israelíes siguen diciendo a los encuestadores que dudan de la afirmación de Netanyahu de que el COVID-19 ha quedado realmente atrás, pero si las estadísticas sobre el descenso de las tasas de contagio y el número de enfermos graves del virus se mantienen bajos hasta el martes, será un Israel cada vez más aliviado por el COVID el que acuda a las urnas, y eso sólo puede beneficiar a Netanyahu.

PRIME MINISTER BENJAMIN NETANYAHU

Netanyahu y el ministro de Salud Yuli Edelstein celebrando a la vacunada número 5 millones de Israel.

El dilema del rey

Ningún sondeo de opinión en esta campaña ha mostrado al bando pro-Netanyahu cerca de la cifra mágica de 61, que permite alcanzar mayoría en la Knesset de 120 miembros.

Más bien, el Likud, los dos partidos ultraortodoxos y el Sionismo Religioso parecen alcanzar 50 escaños entre ellos. Si bien es cierto que los encuestadores a veces subestiman al Likud y a los partidos ultraortodoxos, incluso Netanyahu duda de que esos cuatro partidos por sí solos le impulsen a la victoria. Más bien, apuesta por llegar a los 61 y más con el apoyo del Yamina de Naftali Bennett.

Varias encuestas sugieren que esto está aritméticamente al alcance, ya que Yamina está en las encuestas entre 10 y 12 escaños. La cuestión es si Bennett, que insiste en que Netanyahu tiene que irse y que él mismo debería ser primer ministro, aceptaría formar parte de un gobierno dirigido por Netanyahu y, en ese caso, en qué papel.

Netanyahu ha dicho explícitamente que no aceptará «rotar» el cargo de primer ministro con Bennett y, desde luego, no permitiría que Bennett fuera el primero en cualquier acuerdo de este tipo. Bennett, después de haber visto lo que fue la promesa de rotación de Netanyahu al «primer ministro suplente» de Azul y Blanco, Benny Gantz, casi seguro que no aceptaría ir de segundo.

Bennett insiste en que no servirá en una coalición liderada por Lapid de Yesh Atid. Dijo el martes que será el «adulto responsable» que garantice un gobierno de derechas tras las elecciones. Dijo que se acercará a Gideon Sa’ar, de Nueva Esperanza, para intentar garantizarlo. También dijo que «al final, el público decidirá».

Si, al final, el público deja a Bennett con la elección entre servir bajo Netanyahu, luchando por construir una coalición anti-Netanyahu enormemente improbable y muy diversa, o forzar a Israel a una quinta elección, ¿qué hará? ¿Qué querrían sus votantes que hiciera?

¿Quién está desperdiciando votos?

En el sistema multipartidista de Israel, las elecciones pueden ganarse o perderse por los votos desperdiciados, es decir, por los votos emitidos a favor de partidos que no superan el umbral del 3,25% y que, por tanto, no se contabilizan a la hora de asignar los escaños de la Knesset. En el momento de escribir este artículo, el bando pro-Netanyahu parece tener una gran ventaja sobre el bando anti-Netanyahu en este sentido.

De los partidos que apoyan a Netanyahu, sólo el partido Sionismo Religioso, liderado por Bezalel Smotrich, se acerca al umbral, pero la mayoría de las encuestas lo ven seguro en la Knesset, con 4-5 escaños. Por el contrario, los partidos contrarios a Netanyahu, Meretz y Azul y Blanco, se acercan peligrosamente al umbral. También está cerca Ra’am, un partido árabe que se separó de la Lista Conjunta y que Netanyahu ha descartado como socio o patrocinador de la coalición.

Si estos tres partidos no lo consiguen, se perderían varios cientos de miles de votos que no son de Netanyahu, una ventaja enorme y potencialmente determinante para él. (En las elecciones del año pasado se emitieron unos 4,6 millones de votos).

Todo sobre Bibi

Durante un breve período de 20 años, Israel experimentó con una elección de dos votos. El electorado emitía un voto para su primer ministro preferido y un segundo para su partido preferido. La «reforma» se abandonó rápidamente porque no tuvo el efecto deseado de fortalecer a los partidos más grandes y estabilizar así el sistema político.

Sin embargo, en estas elecciones, más incluso que en las tres anteriores, el electorado vota esencialmente por su primer ministro preferido, o más exactamente, elige entre los campos pro y anti-Netanyahu.

La ideología está más marginada que nunca. El campo declarado anti-Netanyahu, esta vez, incluye no sólo a los partidos ideológicamente opuestos de centro, izquierda y árabes y al veterano derechista anti-Bibi Avigdor Liberman, sino también al ex ministro Gideon Sa’ar, de Nueva Esperanza, y, aunque un poco más ambivalente, al firmemente derechista Yamina de Bennett. No en vano, Liberman, Sa’ar y Bennett trabajaron muy estrechamente con Netanyahu en sus vidas anteriores -antes de convertirse en miembros de la Knesset-, además de servir como ministros en sus gobiernos; todos ellos se muestran ahora firmes en que es malo para Israel.

De sus rivales de derecha, Liberman castiga a Netanyahu principalmente por su accionar ante los partidos ultraortodoxos. Sa’ar dice que el primer ministro está sesgando la formulación de políticas para servir a sus propios intereses. Bennett dice que no se puede confiar en él y que lleva demasiado tiempo en el cargo.

El relativo éxito de estos opositores a Netanyahu y de sus partidos confirma que sus críticas tienen cierta resonancia entre el electorado, pero el Likud sigue siendo, por mucho, el partido más grande, y Netanyahu una opción mucho más popular que sus rivales.

Hay una consternación generalizada por los implacables ataques retóricos de Netanyahu contra la policía y la fiscalía del Estado que han tenido la temeridad de juzgarle por corrupción, y su afirmación de que las fuerzas del orden están intentando un golpe político en alianza con los medios de comunicación y «la izquierda», un concepto cada vez más amplio para sus muchos y variados enemigos, incluidos los que se sitúan más rotundamente en la derecha política.

Es una figura divisiva, que alternativamente ataca y corteja al electorado árabe según le convenga, se exime de responsabilidad por las incendiarias actividades en las redes sociales de su hijo Yair, y ni siquiera pudo condenar los recientes incidentes de violencia de sus propios partidarios del Likud contra los candidatos rivales de Nueva Esperanza sin socavar esa condena refiriéndose con sorna al partido de Sa’ar como «irrelevante».

Netanyahu es también una figura de la que se desconfía profundamente. Al parecer, Benny Gantz fue una de las pocas personas en Israel que le creyó cuando prometió cumplir su acuerdo de rotación, e incluso Gantz dice ahora que ha aprendido la lección. Cuando se le pregunta una y otra vez si, en caso de ser reelegido, tiene la intención de intentar aprobar una legislación que bloquee su juicio por corrupción, Netanyahu lo niega, no se le cree y sabe perfectamente que no se le cree.

ISRAEL-VOTE-CAMPAIGN

Yair Lapid.

Sin embargo, frente a todo esto, Netanyahu es el primer ministro que ahora preside uno de los períodos de seguridad más tranquilos de la historia de Israel. Netanyahu, que ha dirigido a Israel (la mayoría de cuyos jóvenes están obligados a servir en el ejército) sin aventurarse militarmente durante 12 años de agitación regional. Netanyahu, que ha reunido pruebas creíbles del programa nuclear fraudulento de Irán, y que se ha paseado por la escena mundial destacando de forma articulada la amenaza que supone el régimen de los ayatolás. Netanyahu, que ha renunciado indefinidamente a la anexión de Cisjordania en favor de la normalización de las relaciones con los Emiratos Árabes Unidos, seguida de otros tres procesos de normalización (con Bahréin, Sudán y Marruecos), con la promesa de que habrá más.

La mayoría de los israelíes siguen diciendo a los encuestadores que no quieren que Netanyahu continúe como primer ministro: el 58% en una encuesta del Canal 13 de hace dos semanas; el 52% de los israelíes judíos y el 56% de los árabes en una encuesta del Canal 12 de la semana pasada. Pero cuando se les pregunta quién es su primer ministro favorito, sigue obteniendo una puntuación significativamente superior a la de cualquiera de sus posibles sucesores: el 37% en la encuesta del Canal 12 del martes, frente al 21% de Lapid, el 10% de Bennett y el 9% de Sa’ar.

La opinión profundamente conflictiva de los israelíes sobre Netanyahu hizo que no se impusiera de forma decisiva en tres elecciones sucesivas y que se aferrara al poder por poco. Esta vez, más de la derecha se ha unido a la batalla contra él. Sin embargo, la alianza con el ex jefe de las FDI, Gantz, que cuestionaba sus credenciales en materia de seguridad, se ha derrumbado. Y estamos votando en un ambiente de mayor optimismo que en cualquier otro momento desde que se produjo la pandemia.

En la fatídica elección del martes, con una proporción sustancial del electorado aún declaradamente indecisa, el contraste entre Lapid, que descarta la posibilidad de vacunas para enero, y Netanyahu, que acosa a Bourla para asegurar que Israel tenga millones de ellas, no es fácil de ignorar.

Tampoco lo es la afirmación de Lapid de que Netanyahu, si es reelegido, desafiará al poder judicial, acorralará aún más a los medios de comunicación y convertirá a Israel en una especie de «democracia antiliberal».

Todo está por verse.

*El autor es editor de The Times of Israel.

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Opinión

Desde el 7 de octubre hasta hoy: ¿Cómo desaparecieron las críticas a Hamás en The New York Times?

Las duras críticas no sólo procedían de judíos e israelíes sino, sorprendentemente, también de pro palestinos, que afirmaban que el diario estadounidense era en realidad pro israelí. ¿Cuál es la verdad?
No sorprende que el grupo que recibió más empatía en los artículos del NYT sobre la guerra fueran los palestinos. De un total de 1.398 artículos, 647 expresaban empatía sólo hacia los palestinos (46,2% de los artículos). 147 artículos, por su parte, mostraban empatía sólo hacia los israelíes (10,5% de los artículos), y 50 artículos expresaban empatía sólo hacia los rehenes (2,9% de los artículos).

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Agencia AJN.- (Lilac Sigan – The Jerusalem Post) Además de ganar el Premio Pulitzer por su cobertura de la guerra, The New York Times (NYT) se enfrentó a un aluvión de críticas por su información sesgada y problemática. Las duras críticas no sólo procedían de judíos e israelíes sino, sorprendentemente, también de pro palestinos, que aseguraban que el diario era en realidad pro israelí. ¿Cuál es la verdad?

Más allá de todas las afirmaciones y acusaciones, alguien necesitaba cuantificar las publicaciones para responder a la pregunta: ¿Cómo fue realmente la cobertura de la guerra por parte del NYT?

En primer lugar, la cobertura fue especialmente exhaustiva. Durante los primeros siete meses de la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza, del 7 de octubre al 7 de mayo, se publicaron 3.848 artículos sobre el tema en el NYT.

Para dar referencia, en todo 2022, el NYT publicó 361 sobre el Estado judío. Menos de una décima parte en casi el doble de tiempo.

Como el número de titulares es enorme, y es difícil clasificar cada uno según su ubicación y tamaño en el diario impreso, el tiempo de permanencia en la página principal y la promoción en el canal digital, Jerusalem Post analizó sólo los artículos que el propio NYT definió como más importantes: los incluidos diariamente en el boletín llamado Today’s Headlines.

Se trata de una recopilación diaria enviada por correo electrónico a los suscriptores que solicitan un resumen de las principales noticias del día anterior, seleccionadas por el equipo editorial.

Es lógico suponer que los titulares elegidos como principales noticias del día también recibieron énfasis en términos de tamaño, colocación y promoción. Sólo un tercio del total de titulares publicados sobre la guerra se incluyeron en el boletín, y acumulativamente, desde el 7 de octubre hasta el 7 de mayo, sumaron 1.398.

Esta cifra también es enorme, ya que cuadruplica la cobertura de Israel a lo largo de 2022.

El volumen de artículos alcanzó su máximo en el primer mes de la guerra, con 325 entre el 7 de octubre y el 7 de noviembre. A partir de noviembre, disminuyó gradualmente hasta alcanzar un mínimo de 131 artículos »sólo» en febrero. Pero la cobertura empezó a aumentar nuevamente en marzo y se disparó en abril debido a las protestas en los campus universitarios estadounidenses.

En el último mes analizado (del 7 de abril al 7 de mayo), el número de artículos alcanzó los 255.

Los artículos se codificaron según dos criterios: empatía y crítica. Cada titular se examinó en función de si expresaba empatía hacia alguna persona o grupo y, a continuación, si también expresaba crítica hacia alguna entidad o grupo.

A veces, el tono crítico se dirigía hacia entidades como Estados Unidos, China, Rusia y Alemania. Ocasionalmente, se expresaba empatía hacia entidades menos relevantes (como judíos estadounidenses, libaneses y otros). Algunos artículos no expresaron ni empatía ni crítica y se codificaron como 0.

No sorprende que el grupo que recibió más empatía en los artículos del NYT sobre la guerra fueran los palestinos. De un total de 1.398 artículos, 647 expresaban empatía sólo hacia los palestinos (46,2% de los artículos). 147 artículos, por su parte, mostraban empatía sólo hacia los israelíes (10,5% de los artículos), y 50 artículos expresaban empatía sólo hacia los rehenes (2,9% de los artículos).

De esta manera, resumiendo todo el periodo, se puede decir que los palestinos recibieron 4,4 veces más empatía que los israelíes y los rehenes juntos.

Sin embargo, observando los datos por meses, resulta que la diferencia es en realidad mucho mayor. En el gráfico que describe la evolución a lo largo de los meses de la guerra, es evidente que la empatía hacia los palestinos era casi el doble que la empatía hacia los israelíes y los rehenes ya en el primer mes de la guerra, entre el 7 de octubre y el 7 de noviembre, que es el mes en el que la empatía hacia los israelíes y los rehenes estaba en su punto álgido.

El número de artículos que expresaban empatía hacia los israelíes y los rehenes era de 50, mientras que el número de artículos que expresaban empatía hacia los palestinos era de 90. A partir de ahí, la diferencia no hizo más que aumentar.

La empatía hacia los israelíes (incluidos los rehenes) se redujo en más de un 50% ya en noviembre y disminuyó hasta casi desaparecer a partir de enero. La empatía hacia los palestinos, por su parte, alcanzó un máximo en noviembre (116), disminuyó ligeramente en diciembre y enero, y empezó a subir de nuevo gradualmente a partir de febrero.

En enero, la empatía hacia los palestinos alcanzó un mínimo relativo de 63 artículos, pero representan un 26% más que el número de artículos empáticos hacia los israelíes en octubre, que fue el mes de máxima empatía hacia los israelíes.

A partir de enero, como se mencionó anteriormente, la empatía hacia los israelíes y los rehenes descendió hasta desaparecer casi por completo. Se expresó en 16 artículos en enero, 10 artículos en febrero, 9 en marzo y 7 en abril.

Entre los cientos de artículos que muestran una empatía significativa hacia los palestinos (63 en enero, 72 en febrero, 76 en marzo, 100 en abril), es posible pensar, erróneamente, que los israelíes no están sufriendo significativamente por la guerra.

Es necesario señalar aquí que en 69 de los artículos publicados durante los siete meses, se expresó empatía conjunta tanto hacia los palestinos como hacia los rehenes, o tanto hacia los palestinos como hacia los israelíes.

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Independencia del Estado de Israel. Del duelo a la esperanza. Por Mattanya Cohen*

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Este año, Israel celebra 76 años de independencia, lo que normalmente sería una ocasión festiva, este año es una ocasión sombría, empañada por un gran dolor. Este año, junto con nuestro gran aprecio por nuestra renovada independencia en nuestra patria, contemplamos la profunda devastación que hemos experimentado como nación y lloramos la pérdida de más de 1.200 nuevas víctimas del terrorismo que se agregaron de la noche a la mañana, el 7 de octubre. ¿Cómo podemos celebrar la libertad de nuestra nación cuando nuestros hermanos y hermanas están aún en cautiverio? ¿Cómo podemos regocijarnos en nuestra independencia cuando amigos y familiares todavía no han retornado del campo de batalla?

La proximidad del Día de los Caídos y del Día de la Independencia, dos días significativos en el calendario israelí, ubicados intencionadamente uno detrás del otro, siempre ha suscitado debate-¿cómo podemos pasar tan rápidamente de tanta tristeza a la celebración? Estas dos jornadas, con sus caracteres tan diferentes, están unidas por la sangre de nuestros soldados y de las víctimas del terrorismo quienes han sacrificado sus vidas por nuestra nación.

Lamentablemente, este año, mientras la sirena de conmemoración paralice a todo el Estado en un silencioso homenaje, nos focalizaremos en los acontecimientos en curso. Los ataques de Irán y sus organizaciones terroristas afines como Hamás, Hezbolá y los Hutíes han unido nuevamente a nuestra nación, un pueblo unido por nuestra resiliencia frente a un horrendo ataque terrorista.

Este año, nuestra reverencia por el Día de los Caídos está envuelta en un nuevo dolor y nuestro aprecio por la libertad en nuestro propio país es más profundo que nunca. Pero en medio del dolor, tenemos mucho de lo que estar orgullosos. Como nación hemos desplegado una gran solidaridad, valentía y camaradería entre todos los ciudadanos de Israel, independientemente de su religión, opinión política o diferencias sociales.

Mientras se desarrollaba el ataque de Hamás en el sur de Israel, acompañado simultáneamente de cientos de andanadas de cohetes lanzados indiscriminadamente contra objetivos en todo el país, los civiles se lanzaron inquebrantablemente hacia las llamas, no alejándose de ellas, para salvar tantas vidas como fuera posible. Muchos de estos héroes perdieron sus vidas en su intento de salvar a otros. En las primeras horas del 7 de octubre, cuando quedó claro que no se trataba solo de un ataque más, jóvenes israelíes en el exterior se agolparon en los aeropuertos para regresar y participar en la defensa del país.

Durante 2.000 años, los judíos recordaron a Jerusalén y a la Tierra de Israel en todas sus plegarias, tanto en momentos de celebración como de duelo-hasta que pudimos restablecer un Estado judío en nuestra patria. Actualmente, mientras la horrible cabeza del antisemitismo se eleva a máximos históricos en todo el mundo, experimentamos una sensación cada vez más intensa de unidad de nosotros como pueblo y destino compartido en el único Estado judío.

Nuestro joven país ha tenido una historia plena y colorida. En apenas unas décadas desde el establecimiento hemos proporcionado un refugio seguro al pueblo judío en su tierra ancestral, hemos creado una sociedad dinámica y diversa de ciudadanos de múltiples creencias y orígenes, hemos transformado una tierra antigua en una tierra de innovación y creatividad, hemos convertido a vecinos de enemigos en aliados y hemos demostrado que estamos aquí para quedarnos. Ha habido desafíos y conflictos, junto con muchos éxitos. A pesar de todo, hemos conservado y mantenido nuestra fe tanto en nuestra nación como en nuestro pueblo, seguros de que nuestro futuro está en nuestras manos, y lo estamos construyendo juntos.

Este año, mientras el Día de los Caídos se transforma en el Día de la Independencia, nuestros hermanos y hermanas aún languidecen en cautiverio. A pesar de que este año nuestras celebraciones distan mucho de ser alegres, y nuestros corazones aún no están enteros, nos fijamos en israelíes fuertes como Rachel Goldberg-Polin, considerada por la

revista Time como una de las personas más influyentes del mundo, la madre de Hersh Goldberg-Polin, quien aún permanece cautivo en Gaza, y que continua difundiendo su mantra de que “la esperanza es obligatoria” en todo el mundo.

Este gran país fue construido sobre numerosos valores y principios, pero el singular valor que brilla por encima de las dificultades, es nuestra esperanza colectiva como nación de que algún día podremos vivir en paz con nuestros vecinos.

Hasta entonces, y particularmente ahora, “la esperanza es obligatoria”, y nunca renunciaremos a ella.

*Director Adjunto de la oficina de América Latina y el Caribe de la Cancillería israelí. Ex embajador de Israel en Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice.

 

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