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Irán observa las protestas en Israel y quiere creer en una guerra civil

De la propia narrativa iraní se desprende hasta qué punto el régimen se centra en seguir a los medios de comunicación israelíes para tratar de entender lo que ocurre dentro del país

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Ebrahim Raisi

Agencia AJN.- Durante las últimas semanas, Irán estuvo observando de cerca las protestas en Israel, como se desprende de los informes de los propios medios de comunicación del régimen y de su opinión sobre las protestas, así como de las declaraciones emitidas por funcionarios.

En general, el régimen se interesó por la posible influencia de las protestas en la situación de seguridad; Irán quiere creer que Israel está al borde de una guerra civil. Sin embargo, la República Islámica también sabe, al ver que las protestas se detienen por ahora, que la sociedad israelí es mucho más fuerte de lo que la propaganda iraní muestra.

Según una serie de artículos publicados esta semana por los medios de comunicación pro-régimen iraní, la narrativa se dividió entre los que informaron con precisión de una congelación de la legislación sobre la reforma judicial, y los que aún esperaban que la división condujera a una guerra civil.

La propaganda fue desenfrenada, describiendo las protestas como un intento del primer ministro Netanyahu de «usurpar» el poder para seguir gobernando sobre «tierra palestina», según los informes. Para Irán, el objetivo final es siempre el mismo: le interesa la destrucción de Israel, por lo que lo ve todo desde esa perspectiva y en función de cómo podría configurar sus propias políticas.

Los grupos proxy y aliados iraníes, como Hezbollah, siguen la misma línea. El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, expresó que las disputas en Israel forman parte de la «semilla del fin del régimen de ocupación», un mensaje y un tono típicos entre las filas de Irán; el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) transmite una narrativa a sus medios de comunicación y a sus aliados, y simplemente la repite.

Especialmente durante las protestas, el régimen iraní trató de mostrarse cauto a la hora de enfrentarse a Israel, algo que se aprecia en la lentitud con la que afirmó haber realizado nuevas pruebas de misiles o iniciado nuevos ejercicios navales.

Al parecer, no aumentó los envíos de armas a Siria o Irak. Aunque sí cambió su enfoque para enfrentarse a las fuerzas estadounidenses en el este de Siria, no emprendió ninguna acción concreta en el frente israelí.

Esto puede indicar que la República Islámica piensa que las protestas no deben llevar a una escalada con Irán y sus proxies porque esto podría llevar -paradójicamente- a la unidad israelí frente a una amenaza existencial aún mayor. Ahora, con la congelación de la legislación, el régimen de Irán tendrá que recalcular su respuesta.

Irán se fija en los medios israelíes

De la propia narrativa iraní se desprende claramente hasta qué punto el régimen se centra en seguir a los medios de comunicación israelíes para tratar de entender lo que ocurre dentro del país: en ocasiones cita a los principales periódicos israelíes y vuelve a informar sobre ellos.

Esto puede interpretarse como un intento del régimen de crear un bucle de retroalimentación para su propio sesgo de confirmación. Cada disputa doméstica en Israel es vista de alguna manera como una gran victoria para Irán porque muestra que Israel está atrapado en un caos interno que resultará en su implosión.

Sin embargo, Israel no implosiona y el régimen de Irán se equivoca constantemente al decir que es el fin. Esta tendencia a esperar que la fricción interna debilite a Israel muestra lo hueca que se volvió la propia propaganda iraní sobre cualquier confrontación real contra Israel. Incluso mientras sigue apoyando a sus grupos interpuestos contra Israel, incluso en Cisjordania y Gaza, ya vio fracasar la mayoría de sus intentos.

 

 

Artículo publicado en inglés por el periodista Seth Frantzman en The Jerusalem Post.

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Por Jorge Knoblovits: Hoy más que nunca: estamos acá

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Agencia AJN.- (Jorge Knoblovits* – LA NACION) El 8 de mayo conmemoramos junto con el Museo del Holocausto, el Acto Central por Iom Hashoá en el CCK. Ocasión en la que junto a los sobrevivientes del nazismo y la sociedad argentina toda, recordamos el impacto de esa terrible experiencia que sufrió el pueblo judío.

Es también una oportunidad para advertir las señales de odio y desprecio de la actualidad que siempre constituyen la antesala de experiencias traumáticas.

El discurso del odio predispone a las mentes y a los cuerpos para naturalizar el racismo y sus mecanismos de exterminio.

La Argentina cuenta con importantes herramientas para advertir y hacer frente a la diseminación de manifestaciones discriminatorias o que reivindiquen al nazismo.

La Constitución Nacional, contiene dos normas que se refieren a la libertad de las ideas. El artículo 14 dispone que todos los habitantes de la Nación gozan del derecho “de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa”. A su vez el art. 32 dispone que “El Congreso Federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”.

También, nuestro país adhirió a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio que es imprescriptible. Allí se describen las acciones que lo modelan: “Actos perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”.

De estas normas constitucionales e internacionales, podemos destacar que, si los delitos de genocidio cometidos durante la Segunda Guerra Mundial contra los judíos, no se encuentran prescriptos, mal se puede permitir que los propios Estados firmantes toleren el aliento de la ideología nazi apologéticamente.

La Convención antes citada hace hincapié en otro aspecto a tener especialmente en cuenta y es el concepto de instigación. Ningún genocidio es posible sin una escalada previa de marcaje y de construcción de otredades negativas. La aniquilación de seis millones de judíos en la Shoá pudo suceder por estratégicos condicionamientos ideológicos. Sería hacer andar libremente el material del que se nutren los verdugos y ejecutores de planes siniestros.

El claro ejemplo lo constituye Mein kampf, el libro escrito por Adolf Hitler mucho antes de acceder al poder absoluto de Alemania.

Por todo ello, se debe tener en cuenta lo imprescindible de la protección a los derechos humanos, cosmovisión inspirada en la vivencia del Holocausto y los resortes de prevención que debemos articular.

De allí que toda la literatura, propaganda, ideas, videos, mensajes, caricaturas que instiguen en los términos de la Convención de Genocidio los actos que se describen, deben ser expuestas para impedir su viralización.

No sólo el Derecho es capaz de obstaculizar la discriminación. La educación, los medios masivos de comunicación y los vínculos sociales en general deben ser dispositivos de sensibilización y empatía.

Hoy más que nunca, “Estamos acá” tras los sucesos del 7 de octubre pasado en el Estado de Israel, en los que la Shoá y su odio antisemita se hizo presente con saña.

El terrorismo y su despiadado modus operandi acechan los valores de la democracia y la seguridad del mundo libre.

Hoy más que nunca debemos resignificar ese ataque a la dignidad de un pueblo que tiene derecho a su territorio y a vivir en paz.

Ocasión también para exigir la liberación de los 133 secuestrados por el régimen terrorista de Hamás y la Jihad Islámica desde ese fatídico día. Sillas vacías que agudizan el dolor.

Que vuelvan a casa.

Recordar y no olvidar para que la Shoá no se repita.

“Hoy más que nunca. Estamos acá “.

“Mir zainen do”.

 

 

*Dr. Jorge Knoblovits, presidente de la DAIA

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Vamos a volver a bailar, por Delia Sisro*

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Agencia AJN.- Ningún pueblo, ninguna persona ni ningún animal sobrevivió llorando. No hubo líder en la historia que levantara una bandera desde un rincón y en silencio.

Eurípides decía que la valentía es prudencia. Y es tiempo que una vez más los judíos seamos prudentes, es decir, que despleguemos el coraje necesario, porque los que están en frente no tienen piedad, y sus cómplices, testigos callados, no van a hacerlo.

Voy a dar clases a la Universidad de Buenos Aires cada semana. Hace poco me acerqué a una de las mesas que tenía banderas de #Palestina para preguntarles por qué, de mínima, no repudiaban los secuestros, violaciones y asesinatos del 7 de octubre y al mismo tiempo reclamaban por un Estado palestino. Un alumno que estaba a cargo de esa mesa apenas balbuceó unas palabras sin poder explicarme el conflicto ni por qué lo hacían. No tenía la menor idea de lo que estaba promoviendo. Era la mañana y es el momento de menor circulación de gente. Mientras intentaba explicarle lo que yo sabía del conflicto y compartirle mi postura, se acercó otra alumna y me dijo: “es la primera vez que escucho a una docente en esta facultad defender a Israel”. La corregí: no era solamente a Israel. Era a mi país, la Argentina y el mundo civilizado. Las Naciones Unidas ya reconocieron el derecho del Estado de Israel a existir en la votación 181 en 1947 y nuestro país, si bien se abstuvo en esa votación, mantiene relaciones con él desde 1948. Pedir un Estado palestino (desde el río hasta el mar) es pedir la aniquilación de Israel.

Le dije que quería escribir esta nota y me pidió encarecidamente que no dijera su nombre porque iba a perder su trabajo.

Cuando entré a clase conté lo que me había pasado y dije que me iba a hacer una remera con la bandera de Israel y las caras de quienes todavía están secuestrados, es decir, desaparecidos. Este martes 8 así voy a ir a dar mi clase. Y por supuesto sé que las autoridades de la facultad van a garantizar mi seguridad como la de cada alumno judío o no que desee apoyar al Estado de Israel con una bandera o una carpa como se garantiza la presencia de carpas que reivindican la aniquilación de Israel sin repudiar el secuestro de civiles.

Y algo más. Estoy esperando saber dónde va a ser la fiesta local del 7 de octubre. Ahí voy a estar, porque así empezó la masacre y no van a lograr que nos guardemos. No sé si soy la primera que propone esta fiesta y que va a exigir a las autoridades locales que nos cuiden, solo espero no ser la última y que seamos muchísimos los que como hace miles de años, a pesar de la juedeofobia con cualquiera de sus nombres, sigamos bailando.

*Delia Sisro es licenciada en Comunicación Social, asesora en temas de escritura, política y comunicación, y docente de Derecho a la Información en Ciencias Sociales, UBA. Publicó “Vidas pesadas” y “Asesinaron al Fiscal” junto a Waldo Wolff.

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