Seguinos en las redes

Argentina

Atentado a la AMIA: a 29 años, el ex presidente Alberto Crupnicoff criticó la falta de condenados

Publicada

el

IMG-20230717-WA0007

Agencia AJN.- Alberto Crupnicoff accedió a la presidencia de la AMIA en 1981 y tuvo la responsabilidad de dirigirla en el momento más doloroso como fue el atentado terrorista ocurrido el 18 de julio de 1994, que dejó 85 muertos y cientos de heridos.

En una entrevista con la Agencia AJN, Crupnicoff recordó las medidas que se tomaron en los primeros minutos tras el brutal ataque, el más sangriento que sufrió la Argentina en su historia, y lamentó la falta de condenas para los iraníes que participaron en el hecho. «Algunos de estos nefastos personajes andan dando vueltas por el mundo y las condenas terminan en una cuestión casi literaria», dijo.

IMG-20230717-WA0008

También se refirió a la conexión local y el dirigente expresó que si bien tenía esperanza en que se avanzaría en la Justicia eso tampoco ocurrió. «Por ahora fracasamos en eso, la comunidad argentina lo puede anotar como un fracaso», aseveró.

A continuación la entrevista con Alberto Crupnicoff :

-¿Cómo fueron aquellos momentos posteriores al atentado?

-Después de esa mañana del 18 de julio de 1994 para la que ni yo ni nadie estaba preparado, y de vivir esa conmoción tan extrema para la que uno no tiene entrenamiento y de la cual uno tiene que recuperarse, hubo que empezar a fijar prioridades. Me acuerdo que había que definir hacia dónde apuntar en la gestión. La situación era caótica y cuando nos pudimos acomodar en algún lugar -hablo en plural porque éramos algunos miembros de la comisión y gente que estaba alrededor- tenía que dar las directivas de hacia dónde teníamos que apuntar nuestra acción. Todo esto fue a las 11:30 de la mañana del 18 de julio, no de meses después.
Cuando uno tiene la responsabilidad que yo tenía, no por esas circunstancias sino como presidente de la institución que yo había asumido en 1993, tuve que pensar a ver qué hacíamos. Y lo primero que se me ocurrió fue que la AMIA tenía que cumplir servicios ese mismo día y al día siguiente. Los servicios de comidas a domicilio, los servicios de sepelios, cosas que no se podían detener. En ese momento asigné a algunos colegas de la comisión directiva para que se ocupen de ese tema.
La otra cuestión tenía que ver con qué pasaba con la gente que no encontraba a sus familiares y seres queridos. Había que tratar de generar un espacio para ordenar el desorden y que esa gente pudiese encontrar algún tipo de contención, aquellos que fueron seleccionados dramáticamente por el destino. Esas circunstancias caóticas fueron los dos ejes principales del accionar de las primeras horas, pero cuando vino la noche y después de todo ese día farragoso que uno ni sabía dónde estaba, me acuerdo que me fui a mi casa a ducharme para volver y pensé qué pasaba al otro día, si ganaba la bomba o si ganaba la vida, la continuidad de la institución y la comunidad. Recuerdo que dije que la única forma que teníamos de demostrar que la bomba no había ganado era llevar todo a la normalidad, es decir, hacer que todo vuelva a funcionar. Y esto que parece tan sencillo decirlo, había que transmitirlo, porque una cosa es tomar una actitud en lo personal pero otra es dar un mensaje.
Recuerdo que convocamos a los presidentes de las escuelas y de las instituciones para decirles que tenían que tener abiertas las instituciones. La consigna que a mi medio me atormentaba era decirles que no podíamos darles un espacio y que alguien piense que el terrorismo podía cambiar nuestro rumbo. Desgraciadamente cambió el rumbo y la vida, fundamentalmente de todos los que padecieron, los que fueron asesinados allí y de mucha gente que quedó herida, mutilada o con problemas, pero a nivel institucional, y no hablo del daño humano porque ese es el irreparable, desde las instituciones, el mensaje era ‘‘la vida continúa, la bomba no ganó’’.Esa era la consigna y había que dar ese mensaje más allá de las palabras, había que hacerlo con el funcionamiento normal, porque no podíamos pensar que no se podía seguir yendo al colegio o que no se podía abrir un templo o una institución socio deportiva, que no iban a funcionar los grupos juveniles, que la AMIA no iba a hacer sus programas sociales como estaban establecidos, o que la AMIA no iba a seguir dando el servicio de entierros comunitarios. La consigna era clara, que todo tenía que volver a la normalidad.

-¿Usted dimensionó lo que ocurría? ¿Fue una situación límite?

-Sí, eso surge del análisis posterior, porque si me decís cuál era mi sensación, yo no tuve oportunidad de medir mi sensación. Sabía que tenía que gestionar en todos los frentes, había mucho desconcierto y sentía el peso de que todos me decían: ‘¿qué hacemos?’ Nunca estuve preparado para eso, mi actividad tiene que ver más con el aspecto profesional, intelectual, pero nunca el estar preparado para tener que liderar una circunstancia de esa naturaleza. Además, después se fue haciendo muchísimo más compleja por las implicancias que esto tuvo en todos los órdenes. Por ejemplo, nunca en mi vida había entrado en un juzgado. Sí, por supuesto que sabía profesionalmente, conozco los términos de las leyes, pero nunca había entrado a un juzgado. Y de repente tuve que tomar decisiones estratégicas no jurídicas, pero sí de la estrategia de lo que se iba a hacer con nuestra oposición en el apoyo de la investigación, en todo lo que tenía que ver con todos los aspectos que después hubo que hacer. Reconstruir. Todo ese mundo, que fue un mundo desconocido, que fue una prueba muy difícil y que tenía un sólo objetivo. Por eso la AMIA está hoy en Pasteur 633.

-¿Siempre se pensó en Pasteur 633?

-En realidad no es lo que siempre se pensó. Yo no pensaba que podía hacerse en otro lado, por lo mismo que estuvimos hablando al principio, porque recuerdo que en ese acto que hubo en la plaza frente al Congreso, que seguramente tiene que ver un poco con el día de hoy, un día gris, lluvioso, frío. Me acuerdo algunos de los conceptos que motivaron lo que dije en ese momento, y que decía y sostenía, que nadie piense que nosotros como pueblo no tenemos el entrenamiento de reconstruir. Porque muchas veces surgimos de las cenizas. Ahora nos tocaba ser los protagonistas, como concepto general, y particularmente porque nunca me consideré, en mi condición de argentino y de judío, que tenía que pedir permiso para vivir dignamente. Siempre pensaba que nadie suponga que la comunidad judía es un inquilino con un contrato de locación vencido. Y por eso siempre sostuve que lo que ahí estaba, debería volver a estar ahí. Hubo muchas opiniones encontradas, diferentes, todas respetables, pero yo insistí y dije que debía hacerse en ese lugar, y logré el acuerdo de la Comisión Directiva de la institución para que ahí se haga. Eso fue un poco la motivación, muchas de las acciones que se realizaron o casi todas tenían el propósito de restablecer la vida. Cumplir con las funcionalidades para las cuales la institución fue creada y que la vida judía en general no tuviese una afectación. Quedaron ahí frente a las puertas esos pilotes de cemento, no es lo que uno quisiera, pero es un mal que tenemos hoy a nivel universal y en la Argentina también en particular. No fue la bomba de la AMIA el estreno en esta materia. Ya dos años antes había sucedido lo de la Embajada de Israel, que tuvo el mismo grado de dramatismo. Después nos tocó en la AMIA. Pero creo que en ese sentido podemos decir que tanto la AMIA como las demás instituciones de la comunidad estuvieron a la altura de las circunstancias y todo el mundo se encolumnó a través de esa idea, más cuando uno se recupera de la conmoción inicial y las instituciones siguieron funcionando. Es más, ahora que te estoy contando, me acuerdo que decidimos ir cada día a otra institución a dar este mensaje. Ese domingo siguiente al 18 de julio, fui a Hacoaj, al Club de Campo en el Tigre, a hablar sobre el estado de la situación, pero yo decía que más importante que lo que decíamos era el hecho de estar y de decir: mañana, el lunes y cada día las instituciones siguen funcionando. Y me acuerdo que el club estaba lleno de gente, el salón también, pero había más gente afuera haciendo sus actividades. Y hablando con las autoridades de entonces dijimos: lo más importante no es lo que está sucediendo dentro de este salón. Es lo que está sucediendo afuera, que la gente sigue en sus actividades, las actividades siguieron y eso se replicó. A mí me tocó estar ahí, a otros de la Comisión les tocó estar en otro lado, pero eso me pareció valioso.

-En aquel momento, el tema de la conexión local, el tema internacional, ¿cómo lo atravesó eso?

-Lamentablemente, lo que sostenía en ese momento era fruto de mi intuición más que de mi conocimiento. Vuelvo a repetir, no tenía experiencia en este tipo de circunstancias. Cuando había que fijar una estrategia, primero tomé la decisión de que teníamos que ser querellantes en la causa. Al día siguiente, el 19 de julio, nosotros designamos un abogado que me fue recomendado. No lo conocía de antes, para que se haga cargo de la causa y nos represente como querellantes. Hasta el 19 de julio no lo conocía. Y en el transcurrir de las semanas, pensando ya en los temas que tenían que ver con la estrategia a seguir, decía que nosotros tenemos que insistir en la conexión local. Porque todo lo que tenga que ver con la conexión internacional, mi temor era que cualquier condena de carácter internacional sea incumplible. Y bueno, creo que en eso no me equivoqué, porque en qué terminan estas cuestiones internacionales, aunque no haya condena, pero hay firmemente pruebas o sospechas. Desde el punto de vista jurídico, está demostrado que acá Irán tuvo una participación activa. Creo que hay cinco o siete personas que tienen alertas rojas de Interpol y cada tanto leemos en el diario que algunos de estos nefastos personajes, andan dando vueltas por el mundo y las condenas terminan en eso, en una cuestión casi literaria y no terminan en condenas efectivas. Y decía que nosotros teníamos que insistir en la conexión local, porque era la única que iba a poder prosperar, en mi esperanza, aquellos que tuvieron que ser partícipes, los que tuvieron que ayudar, tuviesen una condena. O sea que hubiese habido justicia en ese sentido. Bueno, por ahora fracasamos en eso, lo podemos anotar como un fracaso. Cuando digo que lo podemos anotar como un fracaso, digo que la comunidad argentina lo puede anotar como un fracaso, porque nadie por fin investiga la AMIA ni ninguno de nosotros es un investigador, ni tiene tales facultades ni atributos ni condiciones. Son las instituciones del Estado, las instituciones de la Nación las que tienen que actuar. Y el resultado que tenemos hasta hoy no hace falta ser un experto.

-¿Coincidimos que hay una gran deuda en este sentido?

-Sí, hay una deuda de nosotros como sociedad. Toda la sociedad argentina con nosotros mismos. Porque, ¿cómo funcionaron las instituciones? Dónde está el resultado de la gestión. No sé cuántos kilos de papel escrito debe haber, aunque ahora estará digitalizado todo. ¿Dónde está el resultado? ¿Dónde están los que participaron, los culpables de Argentina o de otro lugar del mundo? ¿Dónde está la sanción? ¿Dónde está el imperio de la justicia? No hay nada. Lo digo con escepticismo, porque el sistema no funcionó o funcionó mal. Cada uno de nosotros profesionalmente, cada uno de nosotros en nuestra actividad, cualquiera, desde la actividad menos intelectual hasta la más importante, cuando tenés una función y la función no la cumplís, o la cumplís mal, o no tenés resultados. ¿Cómo se llama eso? Hay ineficiencia. Atrás de eso puede haber motivaciones de todo tipo. Políticas, intereses. Pero no funcionó. No hay ningún preso, ningún condenado. Y acá fue un crimen mayor, no fue una cosa circunstancial. Fue un acto premeditado de terrorismo.

-¿Le genera angustia, enojo en algún momento de su vida, ante estos 29 años?

-Me genera decepción. Porque yo quiero para mí, para mi familia, para toda la sociedad argentina, que podamos vivir en un país donde estos hechos extremos… Acá se mataron 85 vidas, personas. Podrían haber sido 150.

-La silla vacía en cada familia es irrecuperable…

-Sin duda. Yo siempre sostenía en aquel momento que las piedras se reconstruyen, el edificio ahí está. Es más moderno tecnológicamente, una maravilla, todo perfecto. Todo se reconstruye. Lo único que no se puede reconstruir, que es una pérdida imposible de construir, son las 85 víctimas. Entonces yo dije, vamos a hacer un homenaje y un acto de recuerdo por la importancia que tiene eso, hicimos editar un libro, y que no tiene literatura, tiene una foto y la historia simple de la vida de cada uno de los 85 que murieron en el atentado. Se llama “Sus nombres y sus rostros”. Y es un testimonio de 85 personas, que las eligió el azar, el destino, como víctimas de esta tremenda masacre que hicieron ahí. Esto es lo único irrecuperable, por eso entiendo la actitud de los familiares y que tienen que ver con esa imposibilidad de poder tener una razón por la cual alguien decide matar, así a mansalva, y estar impune. Es muy terrible, eso que sucede. Yo digo que después la vida continúa y cada uno está preocupado por otros temas. Pero no se puede soslayar. Ese es el valor que tiene que recordar aunque sea el 18 de julio. Uno no puede vivir en el atrás, la vida tiene una continuidad, una dinámica, pero tener ese espacio de recordación a mí me parece que es muy importante, que cada uno sabrá para qué, pero fundamentalmente para recordar que este es un tema que está ahí pendiente, en muchos aspectos, y que no tienen que ver con los aspectos materiales, sino con los aspectos humanos y de justicia. Que me parece que por más cambios y evoluciones que haya en cualquier sociedad, y hoy estamos viviendo una época vertiginosa de cambios, pero hay cuestiones a las que la humanidad no puede resignar, ni la santidad de la vida ni el imperio de la justicia. Todo lo demás, uno se va a pelear por un modelo económico, otro por el otro. Bueno, son cuestiones que después la historia va dejando en el recuerdo, pero no puede haber permiso para algo que tenga que ver con lo esencial, que es el respeto de la vida humana, respeto de lo que tiene que ser una sociedad encolumnada a través de un cuerpo legal, que tiene que ver con el cumplimiento de normas que hacen al contrato de toda sociedad para que pueda vivir civilizadamente.

-Comenzamos la entrevista hablando del primer día después del atentado, pero no le pregunté nunca cómo llegó al lugar de la tragedia, ya que de casualidad no estabas en el edificio.

-Yo no iba nunca a la mañana a la institución, porque a la mañana atendía mi oficina, mi trabajo. Pero esa mañana temprano se inauguraban unas transmisiones con Israel de radio JAI. Habíamos ido con el presidente de la DAIA y el presidente de la OSA a Radio JAI por el Once. No me acuerdo exactamente la calle, creo que era Ecuador, que tenían los estudios, para estar presente. Porque nos habían invitado para un hecho simpático, agradable, que era establecer una conexión o un programa. Y cuando salimos, me volví a mi oficina, que estaba en la calle Montevideo, entre Viamonte y Tucumán, a unas ocho cuadras de la AMIA, y estaba trabajando cuando me llamó una persona conocida que tiene una oficina cerca de la AMIA y me dice ‘pusieron una bomba en la AMIA’. Habían pasado 10, 15 minutos. No podía entender bien. Salí, tomé un taxi en la puerta, en la calle Montevideo, cuando tomó por Tucumán, ya cuando cruzó Callao ya no se podía avanzar, porque el tránsito estaba cortado. Me bajé, corrí hasta la AMIA. En esa época, hace 29 años, tenía otro estado físico y llegué… no podía creer lo que veía. No lo podía creer. Ya había visto algo parecido cuando había sido el atentado a la Embajada de Israel, que había llegado también al rato. Y no podía creer que otra vez sentía eso mismo, que es como estar… no sé… uno había visto películas, series en la televisión, pero es como imposible. Y bueno, ahí cambió la vida. Para algunos se terminó, para otros nos cambió. Mi misión en la comunidad tenía que ver con los propósitos que tenía la AMIA: educación, cultura asistencia social. Todo lo referidos a los temas internos de la comunidad, y ahí empezó otro mundo. Hubo que afrontarlo y si me preguntás qué quería hacer en ese momento, te digo, me quería ir a mi casa. Pero no pude, me tuve que quedar ahí, como lo hubiese hecho cualquier otro. Yo creo que cualquiera en esa situación hubiese hecho lo mismo que hice yo: afrontarla y tratar de hacer lo mejor que se puede. Después seguramente que me habré equivocado en muchísimas cosas, pero lo cierto es que mi propósito era que se reconstruya la actividad. Y con errores y con aciertos, creo que junto a mis compañeros de Comisión Directiva, junto al personal, junto a todos los miembros de la comunidad también, una gran mayoría de gente que se acercó, que quiso colaborar. Había una muy sincera expresión de la mayoría de la sociedad argentina. Lo que yo pude sentir fue solidaridad, acompañamiento, bronca, angustia, pero como sentimiento colectivo y ahí creo que se vivió en todos los sectores de la comunidad argentina, no solo de la comunidad judía. Bueno, por supuesto habrá sectores que no, pero miro lo que sí, que es lo importante y que es el reservorio de nosotros como sociedad. Siempre se rescatan acciones nobles y buenas que te dan optimismo y que te dan fuerza para la gestión.

Entrevista (audio) de Eduardo Feinnmann a Alberto Crupnicoff por Radio Mitre

Argentina

En el Día del Holocausto, Milei anunció la postulación de Argentina para la presidencia de la IHRA

Agencia AJN.- “El flagelo del terrorismo islámico sobre Israel y sobre el pueblo judío no es un problema ajeno a nosotros, los argentinos”, expresó el presidente en el acto central organizado por la DAIA y el Museo del Holocausto.

Publicado

el

Por

WhatsApp Image 2024-05-09 at 08.43.30 (2)

Agencia AJN.- En el acto organizado por la DAIA y el Museo del Holocausto de Buenos Aires para conmemorar el Día del Holocausto y del Heroísmo, en el 81° aniversario del levantamiento del gueto de Varsovia, el presidente Javier Milei anunció ayer en el ex Centro Cultural Kirchner (CCK) “la postulación de Argentina para la presidencia de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto” (IHRA, por sus siglas en inglés).

Milei destacó que “cuando se libra una batalla entre el bien y el mal, entre la libertad y la opresión y entre la civilización y la barbarie, tomar partido no es una opción entre otras sino una obligación moral. Hoy estamos aquí para recordar quizás la tragedia más grande de la historia de la humanidad”. Y agregó: “Dios no va a aceptar justificación en su juicio único, no nos va a juzgar por lo que creíamos, sino por lo que hicimos. Denunciar el terrorismo islámico es una obligación».

“El flagelo del terrorismo islámico sobre Israel y sobre el pueblo judío no es un problema ajeno a nosotros, los argentinos. Esto nos afecta de forma directa, primero porque 21 argentinos fueron asesinados por Hamás en aquella jornada trágica. 20 argentinos más fueron secuestrados y hoy, a 7 meses del atentado, hay al menos 8 compatriotas, para quienes seguimos desconociendo si están aún entre nosotros o han pasado a otra vida”.

mmm

Abrazo del presidente Javier Milei con su maestro y embajador argentino en Israel, Axel Wahnish.

El presidente de la Nación advirtió que “la intención de Hamas el 7 de octubre fue la misma que la de los nazis, asesinar directa y deliberadamente gente inocente” y que “no hacer la vista gorda es la única manera de que la Shoá no se repita”.

La IHRA es una organización intergubernamental conformada por 35 Estados cuyo objetivo es luchar contra los actos de antisemitismo, intolerancia y discriminación que puedan conducir a genocidios como los vividos por la humanidad en el siglo XX.

El acto central contó también con la presencia de sobrevivientes del nazismo, familiares de personas secuestradas por Hamás, autoridades nacionales, provinciales y municipales, jueces, referentes políticos, diplomáticos, representantes de distintas confesiones religiosas, dirigentes comunitarios, entre otros.

En el inicio del acto los sobrevivientes del horror nazi Mariette Diamant, Hélène Gutkowski, Claudia Piperno, Ruth Marshal, Josette Laznowski y Eva Dicker, encendieron seis velas en memoria de las 6 millones de víctimas. Néstor y Dana Chimiel, tío y prima de Iair y Eitan Horn, quienes aún se encuentran cautivos en Gaza, encendieron una vela en recordación de las personas masacradas por el grupo terrorista en octubre pasado.

WhatsApp Image 2024-05-09 at 08.43.30

Presidente de la DAIA

En su discurso, el presidente de la DAIA, Jorge Knoblovits, recordó que «la Shoá no es un tema judío. Es un infierno abierto en el corazón de la historia», y agregó que «como en un siniestro dejá-vu, el mundo acaba de presenciar, azorado, la masacre del 7 de octubre».

«Quien se desentiende del espanto está enarbolando esa indiferencia cómplice, esa supuesta neutralidad que lo deshumaniza y lo pone del lado de los asesinos. Quien no levanta la voz y no se pone del lado de las víctimas, multiplica el crimen. Es peor todavía, porque ignora, irresponsablemente, la amenaza que está sobre su propia cabeza», afirmó el titular de la entidad representativa de la comunidad judía argentina.

WhatsApp Image 2024-05-09 at 08.43.30 (1)

Presidente del Museo del Holocausto

Por su parte, el presidente del Museo del Holocausto, Marcelo Mindlin, ratificó «en este año tan difícil, que el Museo invita nuevamente a todos y cada uno de ustedes a realizar acciones en conjunto con cada una de las organizaciones que representan, para concientizar, para educar y para fortalecer los vínculos con todos los ámbitos de nuestra sociedad. Todos podemos hacer algo. Muchos ya lo están haciendo. Otros se han sumado en el camino. Hay mucho por hacer. Lo único que no podemos hacer, es no hacer nada. Aquí estaremos para multiplicar los esfuerzos de manera coordinada, porque las circunstancias así lo exigen».

En este marco, el cantante Juan Rodó interpretó el Himno Nacional Argentino y Hatikva, el himno nacional del Estado de Israel, acompañado por la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional José de San Martín y al Coro Polifónico Nacional.

WhatsApp Image 2024-05-09 at 08.43.29

Además, frente a más de dos mil personas, el director de orquesta Ángel Mahler presentó una obertura musical dedicada a las víctimas de la Shoá y a las personas asesinadas el 7 de octubre en el ataque terrorista contra el Estado de Israel.

Durante el acto, el actor Franco Rovetta realizó una performance en homenaje al artista Marcel Marceau, «el mimo más famoso del mundo», recordado por haber salvado a cientos de niños durante la Segunda Guerra Mundial.

WhatsApp Image 2024-05-09 at 08.43.30 (3)

Asimismo, el sobreviviente Pedro Roth, artista plástico, fotógrafo y realizador cinematográfico nacido en Budapest, compartió su historia y el significado que el arte tiene para su vida.

WhatsApp Image 2024-05-09 at 09.25.32 (2)

El ministro de Seguridad porteño, Waldo Wolff, entregó al presidente de la DAIA un manto con la cara de Kfir Bibas, el bebé secuestrado por Hamás

Roth subrayó que «el arte y la cultura son herramientas que me han dado la posibilidad de relatar, de vivir. A través de mis pinturas puedo contar, relatar lo sucedido. Una forma de descarga a través de lo que recuerdo. Un puente entre ese pasado y este presente. Quiero dejar un mensaje de recuerdo y resistencia. En estos tiempos del mundo tan sensibles para el pueblo judío, estar acá hoy es un acto valiente e imprescindible. Recordamos hoy a las víctimas y a los sobrevivientes que, con sus historias, mantienen viva la memoria para que nunca vuelva a suceder». Al finalizar su discurso el artista firmó uno de sus dibujos en el escenario.

La ceremonia finalizó con el cuadro musical Habaita («A casa» en hebreo), y el Himno de los Partisanos.

Seguir leyendo

Argentina

Con la participación del presidente Javier Milei, la DAIA y el Museo del Holocausto conmemoran hoy el Día del Holocausto

Publicado

el

Por

milei

Agencia AJN.- La DAIA y el Museo del Holocausto de Buenos Aires realizarán a las 18 hs. en el CCK (Sarmiento 151, CABA), su tradicional acto en conmemoración del Día del Holocausto y del Heroísmo, Iom Hashoá Vehagburá, con la dirección musical de Ángel Mahler y la presentación de la Orquesta General San Martín y el Coro Polifónico Nacional.

A 81 años del Levantamiento del Gueto de Varsovia y a 7 meses de la masacre perpetrada por Hamás en Israel, la ceremonia contará con la participación del presidente de la Nación, Javier Milei, autoridades nacionales y provinciales, legisladores, intendentes, diplomáticos, jefes de las fuerzas de seguridad, integrantes del Poder Judicial, referentes de distintas confesiones, entre otros.

Anteriormente, el presidente Javier Milei visitó el Museo del Holocausto donde participó del acto en conmemoración del Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, a 79 años de la liberación del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, en el que ratificó que “la Argentina no silencia frente al terror de Hamas” y exigió “la liberación inmediata de todos los civiles secuestrados, incluidos nuestros 11 compatriotas”.

El 19 de abril de 1943 comenzó el levantamiento del gueto de Varsovia después de que la policía y las tropas alemanas ingresaran para deportar a los habitantes sobrevivientes. Cientos de combatientes lucharon contra los alemanes a lo largo de un mes, dando inicio a este heroico levantamiento, que es considerado el gran acto de resistencia de los judíos en la Segunda Guerra Mundial.

En este marco, y como realiza en todos sus actos, la DAIA refuerza ante la sociedad civil su misión de concientización, denuncia y rechazo al antisemitismo y a todo tipo de expresión de odio.

Seguir leyendo

Más leídas

WhatsApp Suscribite al Whatsapp!